¡Ya es hora de ponerle fin!
Ante la manifestación de justa indignación de masas ante el asesinato de George Floyd, Trump alaba a la policía, calumnia a Floyd y a los manifestantes, y amenaza con una represión violenta y la desata. Cualquier persona que tenga corazón se opone y denuncia a las acciones de Trump. Pero lo que la gente también debe reconocer, y derrotar, son las maniobras engañosas e insidiosas del sector tradicional de la clase dominante (representado por instituciones como el Partido Demócrata y los medios de comunicación como la CNN) de exterminar más “suavemente” a la creciente marea de protesta y rebelión de masas e impedir que las personas lleguen a conocer la raíz del problema y busquen la solución real.
Para contribuir a combatir esto, es importante identificar los elementos básicos de su ya trillado “método en cuatro pasos” para “apaciguar”, “domesticar” —y canalizar hacia caminos inútiles— las manifestaciones de indignación de masas que estallan cuando se ponen al descubierto de manera fuerte los crímenes de este sistema, como el terror y asesinato policial. Así que, aquí van:
Número Uno: Calumniar a la persona asesinada por la policía si es posible —tacharla de delincuente e insinuar que hizo algo para provocar la violencia de parte de la policía— pero si eso no convence, y es muy riesgoso y podría ser contraproducente y suscitar más indignación, pues: hablar de la “tragedia” que lo es este más reciente asesinato policial, expresar lástima por la víctima (y su familia) y proclamar que “nos hace falta una ‘conversación’” sobre el problema. Actuar como si apenas ahorita estuviera saliendo a la luz qué problemón más terrible y sistémico en realidad lo son el racismo institucionalizado y la brutalidad y asesinato policial. Si no les queda de otra, acusar de un crimen a los puercos policías asesinos (pero, de ser posible, acusarlos de un cargo menor que el crimen monstruoso que realmente cometieron, y acusar al menor número posible de puercos).
Número Dos: Si parece que las protestas “se les van de las manos”, de modo que la situación podría causar que las autoridades “perdieran el control”, mandar traer a los “bomberos” (y bomberas) para “apaciguar” a los manifestantes predicándoles sobre ser “respetuosos” y “respetables”. Dar cobertura mediática a las manifestaciones de indignación de masas, pero con hablar una y otra vez sobre la “protesta buena” contra la “protesta mala” — denunciando a los supuestos “agitadores externos” que están “secuestrando” la protesta “legítima” y los “maleantes” que están manchando la “expresión pacífica de agravios”. Criticar a una parte de la violencia cometida por la policía (y por otras fuerzas armadas del sistema) en sus ataques a las protestas, cuando se vuelva muy descarada como para poder pasarla por alto, pero seguir repitiendo el mantra sobre la “protesta buena” contra la “protesta mala”.
Número Tres: Promover a las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas y los oportunistas que mantendrán las cosas dentro de los términos del sistema lo más que sea posible — que no alzan la voz contra el sistema por lo que es (un sistema de explotación y opresión cuyo nombre es capitalismo-imperialismo) y que no llaman a poner fin a este sistema, sino que fomentan reformas dentro de este sistema las que son insignificantes o imposibles (o las dos cosas). Llamar a formar comisiones para “estudiar” el problema e impulsar “cambios” en su mayor parte cosméticos que en todo caso no harán nada para poner alto al continuo terror y asesinato policial. Predicar que la protesta es buena, pero para traer el cambio, hay que canalizar “la energía” a la votación — por representantes del ¡mismísimo sistema que perpetra estos ultrajes y seguirá haciéndolo!
Número Cuatro: Una vez que (¡según ellos esperan!) se haya “apaciguado” y “domesticado” el auge de protesta y rebelión de masas y que se haya desviado hacia canales “sin efecto”, no hacer nada con sentido para lidiar con la situación que causó la manifestación de indignación de masas. Encontrar una manera para dejar que salgan impunes los puercos asesinos, de ser posible — o si pudiera resultar muy peligroso dejarlos en la total impunidad (que una vez más pudiera prender la indignación de masas), hacer que el castigo sea el más leve posible. Maniobrar para ubicar toda discusión sobre los problemas con la policía en términos de “cómo mejorar las relaciones entre los policías y las comunidades a las que éstos ‘sirven’” — en vez de la realidad de que la policía “sirve y protege” al sistema que domina sobre el pueblo e impone la opresión que está entretejido en este sistema.
Estar preparado para repetir todo esto cuando, una vez más, empiece a hervir la indignación ante los continuos crímenes de este sistema y cuando sea necesario exterminar esta indignación, con “amabilidad” así como con una brutal represión.
¡QUE NO SE DEJE QUE ESTO VUELVA A OCURRIR! Que no se acepte que aquellos que representan este sistema dicten los términos de cómo librar la lucha contra los crímenes monstruosos de este sistema.
Se debe determinar la manera en que hay que librar la lucha contra la opresión por medio de un análisis científico de lo que es la causa de la opresión, lo que se requiere para ponerle alto por fin y cuáles son los necesarios medios de lucha que surgen de ese análisis científico. Esto lleva a la conclusión de que lo que se requiere es la ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS! — y que hay que librar la lucha contra todas las formas en que este sistema oprime, degrada, explota y saquea a la gente y al medio ambiente, con una determinación de construir y hacer los preparativos para la revolución que acabe con este sistema y haga nacer un sistema mucho mejor, sentando las bases y proporcionando los medios para dejar atrás todo el sufrimiento innecesario, y la locura y la destrucción, que este sistema del capitalismo-imperialismo impone sobre las masas de la humanidad, y en última instancia sobre la humanidad en su conjunto.