En la Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución, abordé este importante punto:
A esta hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este régimen. E, incluso con protestas de masas que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto real contra Trump.
Al mismo tiempo, sin embargo, enfaticé fuertemente que
Simplemente confiar en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a resultados muy malos, incluso desastrosos. Esto es muy cierto en vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump está diciendo, en relación a las elecciones.
Pero, si eso es cierto, pues ¿cómo se podría sacar del poder a este régimen — y, específicamente, en realidad cómo podría conducir una movilización de masas a obligar a marcharse a este régimen?
Imagínese lo siguiente.
Entre los miles de personas con las que el trabajo de RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) ya se ha conectado y a los que ha puesto en marcha, con la demanda de que este régimen fascista tiene que quedarse ¡FUERA YA!, que cada vez más personas se conviertan en organizadores de base, conectándose con sus familias, amigos y comunidades, y activando a todo tipo de personas y grupos —mediante el contacto directo, las redes sociales y de otras formas— que atraigan e incorporen hacia este creciente y cada vez más diverso movimiento de masas, a miles de personas adicionales que comparten su odio por todo lo que este régimen representa y por todo lo que éste maniobra despiadadamente para imponer a martillazos. Y que muchas personas más, a su vez, también se conviertan en organizadores.
Imagínese que, como ha sucedido con las protestas de masas contra la racista opresión y terror policial, la gente se movilice en las calles, día tras día, a partir del 3 de octubre, en respuesta al llamamiento de Rechazar el Fascismo para realizar manifestaciones sostenidas no violentas pero decididas en torno a la demanda unificadora de que este régimen tiene que marcharse, ya. Que estas movilizaciones crezcan, se expandan y se multipliquen — y que se les unan crecientes cantidades de personas indignadas por la continua brutalidad y asesinato policial; por la devastación del medio ambiente; por los niños en jaulas y las decenas de miles de inmigrantes en campos de concentración en la frontera; por la negligencia y mentiras despiadadas y temerarias de Trump sobre la pandemia de la Covid, con el resultado de decenas de miles de muertes innecesarias, desproporcionadamente entre los negros, los latinos y los indígenas; por la implacable maniobra del régimen para consolidar más una Corte Suprema que sea otro instrumento de fascista intolerancia y represión — que masas de personas, de todas partes de la sociedad, que están hartas de todo esto, y están llegando a ver aún más claramente que todo esto está estrechamente relacionado con este régimen fascista y está impulsado por él, se unan a las continuas movilizaciones diarias, vinculando su indignación y resistencia con la demanda unificadora: ¡FUERA YA!
Imagínese: Que estudiantes y alumnos, profesores y maestros, científicos, profesionales médicos, abogados, clérigos y sus congregaciones, sindicatos, organizaciones de derechos civiles y de justicia, artistas, atletas y otras personas en el ámbito cultural — que todas estas personas, y otras, asuman el llamamiento y se movilicen para fortalecer el movimiento. Que celebridades, y personas prominentes en muchos campos, utilicen sus plataformas para magnificar el mensaje y ayuden a movilizar a cantidades aún mayores de personas.
A medida que los crímenes de este régimen aumenten en escalada día tras día — regando supremacía blanca, supremacía masculina y otras intolerancias; maniobrando para suprimir el voto y robarse las elecciones; amenazando con violencia y desatándola para permanecer en el poder sin importar el resultado de las elecciones; convirtiendo cada vez más al “Departamento de Justicia” en un instrumento franco de represión sin ley, robándose a la gente sus derechos básicos, al tiempo que maniobre para imponer a martillazos una Corte Suprema que declare que todas estas acciones son “constitucionales” y “legales” — a medida que todas estas cosas, y otras, se vuelvan cada vez más descaradas, y se aceleren a un ritmo vertiginoso al aproximarse las elecciones programadas, que crecientes sectores de la sociedad empiecen a darse cuenta de que no pueden simplemente confiar en las elecciones para hacer frente a esto. Al dejar a un lado lo de confiar pasivamente en el “proceso político normal” y al superar temores ante las amenazas y asaltos de los golpeadores fascistas, por todo Estados Unidos que las masas de personas del común, en crecientes olas, se tomen las calles, se sumen a las movilizaciones en curso ¡FUERA YA!, o con sus propios esfuerzos inicien tales movilizaciones donde aún no se estén produciendo. Que esto se convierta en una marejada masiva desde abajo que abarque al país en su conjunto, cambiando dramáticamente los términos de la participación política, obligando a todos los contendientes políticos y a todas las instituciones dominantes de la sociedad a responder a esta ascendente ola de resistencia decidida de masas. Que esta creciente movilización se desarrolle desde los márgenes hasta pasarse al centro de la atención y cobertura de los medios de comunicación, en Estados Unidos y a nivel internacional. Que la gente de todo el mundo preste atención, se inspire y organice manifestaciones de solidaridad y apoyo.
Imagínese que, de repente, los políticos y agentes del Partido Demócrata se vean obligados a darse cuenta de que simplemente no pueden canalizar toda la indignación y el descontento en unas elecciones que a diario el régimen fascista está robándose y corrompiendo de manera violenta. Que estos políticos ahora declaren que se identifican con los sentimientos de las masas de manifestantes que demandan ¡FUERA YA! — y busquen tener oradores en los mítines y trabajen para controlar y dirigir las movilizaciones hacia “canales aceptables” que no lleven a más “desorden”. Pero que, dada la creciente comprensión y determinación de los manifestantes, los esfuerzos de estos políticos solamente atraigan aún más atención, y aún más gente, hacia estas movilizaciones — e incluso ante las crecientes amenazas y actos de represión y violencia del régimen y sus partidarios fascistas, con y sin uniforme, estas movilizaciones sigan creciendo y hagan tronar aún más poderosamente la demanda: ¡FUERA YA!
Ante la intensificación de esta situación, que los dirigentes del Partido Demócrata calculen que la única manera en que pueden esperar a obtener el control de la situación y restablecer alguna apariencia de “proceso ordenado” es que ellos mismos asuman la demanda “El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse” —ahora—, incluso antes de unas elecciones programadas que este régimen ya ha pervertido completamente e impedido que procedan como un proceso “libre y justo”. Que otras personas con cargos poderosos en el gobierno se sumen a esta maniobra de los demócratas (o la apoyen tras bambalinas), entre ellas hasta algunos políticos republicanos que por fin hayan decidido que se cumplirán más efectivamente sus objetivos políticos y ambiciones personales rompiendo con este régimen y reagrupándose en torno a otros “líderes”. Que estas fuerzas de la clase dominante les presenten a Trump (y Pence) el ultimátum de que o bien renuncien o si no, saldrán destituidos en un juicio político —y, en esta ocasión, serán condenados— y que aquellos que pongan esta demanda también dejen en claro que tienen el poder institucional detrás de sí para hacer cumplir esto, si Trump (y Pence) se niegan a marcharse.
¡Imagínese!
Por supuesto, es imposible decir exactamente cómo resultarán las cosas, y no hay “garantía” de éxito. Pero es posible. Y hay que enfatizar dos cosas al respecto.
Primero, si las masas de personas no se toman las calles, ahora mismo, en torno a la demanda de que este régimen tiene que marcharse; si se permite que este régimen suprima los votos y utilice la amenaza y la fuerza de la violencia para mantenerse en el poder; si este régimen logra consolidar más su gobierno fascista y desatarse más para imponer a martillazos su programa y objetivos fascistas — pues, las consecuencias serán verdaderamente catastróficas.
Segundo, nosotros —todos nosotros, desde muchos distintos ámbitos de la vida y muchas distintas perspectivas políticas, que somos capaces de reconocer a este régimen fascista por lo que es y rechazamos vivir en un Estados Unidos fascista— al actuar juntos miles y millones de nosotros, podemos dar expresión a los sentimientos fuertemente sostenidos de decenas y decenas de millones de personas que odian con razón todo lo que este régimen representa y que aspiran a un mundo mucho mejor que éste. Podemos dar vida a movilizaciones masivas, no violentas pero sostenidas, y que crezcan rápidamente, que exijan que este régimen tenga que marcharse —ya— con la posibilidad de que esto pueda llegar a convertirse en una realidad. Podemos expresar poderosamente el entendimiento crucial de que —debido a su propia naturaleza fascista, y con sus intentos en escalada de corromper unas elecciones y permanecer en el poder independientemente del resultado concreto de esas elecciones—, este régimen es ilegítimo y hace falta sacarlo. Y si, incluso con esta movilización de masas, este régimen aún se halla en el poder el 3 de noviembre, el hecho de que hayamos llevado a cabo esta movilización de masas y hayamos propagado poderosamente esta demanda ¡FUERA YA!, implicará que habrá condiciones mucho más favorables para continuar, y amplificar y fortalecer más, esta movilización de masas si Trump y su régimen intentaran mantenerse en el poder, independientemente del resultado concreto de las elecciones.
El que se diera una posibilidad real de una sociedad, un mundo y un futuro para la humanidad —en el que valiera la pena vivir— dependería, en una medida muy grande, de lo que nosotros que aspiramos a un mundo así decidamos hacer, y de que nos esforcemos con la determinación necesaria para hacer de esto una realidad.
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Con este esbozo básico en mente de lo que es necesario, y de lo que es posible —la lucha decidida y la movilización masiva que realmente podrían derrotar las maniobras del régimen de Trump y Pence para seguir consolidando a martillazos su gobierno fascista, con las consecuencias verdaderamente catastróficas que ello conllevaría—, examinemos esto más a fondo, y de manera más completa, en el contexto de la situación más amplia y los cruciales acontecimientos recientes.
La muerte de Ruth Bader Ginsburg y los fascistas fanáticos odia-mujer
El anuncio de la muerte de la magistrada liberal de larga trayectoria de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg no ha sido motivo para que Trump y sus socios fascistas tomen una pausa para honrar a Ginsburg, sino para que declaren de inmediato su intención de imponer y mayoritear apresuradamente el nombramiento de otro magistrado de extrema derecha a la corte — para dar mayores “fundamentos jurisprudenciales”, por parte del “máximo tribunal del país”, a la agenda y objetivos fanáticamente opresivos y represivos del régimen fascista de Trump y Pence, entre los que figuran: utilizar el “poder ejecutivo” para pisotear el estado de derecho y convertir la “ley” en un mero instrumento del régimen fascista; darle a la policía poderes aún más ilimitados para brutalizar y asesinar en nombre de “la ley y el orden”; perseguir despiadadamente a los inmigrantes, a las personas LGBT, a los musulmanes y a otros “indeseables”; eliminar aún más las restricciones al saqueo del medio ambiente; a fuerzas hacer que todos los miembros de la sociedad se traguen el patriotismo y el fundamentalismo religioso (es decir, el fascismo cristiano) — y, de no menos importancia, prohibir el aborto y en general zampar con más fuerza a las mujeres a una posición subordinada en relación con los hombres y en la sociedad en general.
En ¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!, examiné la “alianza impía” entre Trump y los fundamentalistas cristianos, que constituyen el núcleo duro y la fuerza impulsora de este fascismo1.
Al abordar el mismo fenómeno (y al referirse a los fundamentalistas cristianos como “evangélicos”, y al tener en mente en particular los evangélicos blancos), Kristin Kobes Du Mez ha dejado en claro:
el apoyo evangélico a Trump no fue una aberración, ni fue meramente una decisión pragmática. Fue, más bien, la culminación de acoger, por parte de los evangélicos, la masculinidad militante, una ideología que consagra la autoridad patriarcal y aprueba la despiadada demostración de poder, en el país y en el extranjero2.
El fanatismo fascista cristiano en oposición al aborto en realidad no tiene que ver con la noción fraudulenta de que el aborto equivale a “matar bebés” — algo que se demuestra en el hecho (entre otras cosas) de que estos oponentes al derecho al aborto también se oponen fuertemente al control de la natalidad que impide el embarazo en primer lugar. La verdad es lo siguiente:
Lo que realmente está en juego es que el aborto, y el control de la natalidad, ayudan a proporcionar a las mujeres una cierta independencia, una libertad para decidir si tener hijos y cuándo tenerlos — y, sí, una cierta libertad para participar en relaciones sexuales de su propia elección, sobre la base de su propio deseo y volición, sin tener que preocuparse por embarazarse cuando no haya querido o no haya decidido hacerlo. Es esta relativa independencia y libertad la que suscita un frenesí entre los fascistas cristianos, porque va en contra de la disminución del papel de las mujeres a “compañeras de apoyo” de los esposos e incubadoras de niños para los esposos en las familias patriarcales dominadas por los hombres, y a la posición subordinada y oprimida de las mujeres en la sociedad en general3.
En escritos y discursos anteriores —incluido el artículo anterior (Segunda parte) de esta serie—, subrayé que existe una conexión directa y un vínculo poderoso entre la misoginia patriarcal (el odio por las mujeres y su degradación) por parte de este fascismo y su agresiva supremacía blanca, y que:
no puede darse ninguna “conciliación” con estos fascistas — cuyas “quejas” se derivan del resentimiento fanático contra cualquier limitación a la supremacía blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (el odio por los extranjeros), el chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente, y que se expresan cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede darse ninguna “conciliación” con esto, salvo de acuerdo a los términos de estos fascistas, con todas las terribles implicaciones y consecuencias de hacerlo!4
Es una necesidad urgente para todos los que se niegan a aceptar todo esto (que rechazan “conciliarse” con todo esto), que entiendan cuáles serían las consecuencias terribles si el régimen de Trump y Pence lograra dar mayores saltos en consolidar su gobierno fascista y en implementar su programa fascista. Este fascismo “no se trata simplemente de algunas políticas horrorosas sino de una forma cualitativamente diferente de gobierno, basado en una brutal represión y violación de lo que se supone sean los derechos más básicos”5.
El teólogo afroamericano Hubert Locke —quien cité en el artículo anterior (Primera parte) de esta serie— subraya el siguiente punto crucial:
Si todo esto fuera simplemente una batalla por el corazón y mente del pueblo estadounidense, podríamos entrar al conflicto con mucho menos preocupación, confiados de que al final el buen sentido y la bondad humana triunfen en última instancia sobre la ignorancia y la intolerancia. Pero esta es una batalla por el poder — se trata de tomar las riendas del gobierno, manipular los tribunales y las decisiones judiciales, controlar los medios de comunicación y hacer incursiones en todos los rincones posibles de nuestra vida y relaciones privadas, de modo que reine en Estados Unidos lo que la derecha religiosa percibe como la voluntad de Dios6.
Un grito de batalla y un llamado a la acción
Todos aquellos que pueden reconocer que esta pesadilla se está convirtiendo rápidamente en una realidad bruta —que se niegan a vivir en un Estados Unidos fascista en que se calumnia vilmente todas las aspiraciones a un mundo justo y se les priva sin piedad de aire para respirar— nosotros, millones y decenas de millones de nosotros, tenemos que actuar juntos para crear una situación en la que, siempre y cuando este régimen fascista esté en el poder, no podrá existir, y no habrá, ninguna “normalidad”, ninguna marcha continua de la maquinaria que está llevando al desastre.
Tenemos que luchar con el reconocimiento total de la profundidad de lo que está en juego y de que este régimen en sí representa la máxima amenaza a la humanidad. Lo que se requiere ahora es una lucha que es no violenta, pero osada y audaz, prendida con la determinación de no retroceder, hasta que este régimen sea sacado del poder. De una manera muy urgente, tenemos que hacer nacer una situación en la que cada fuerza —de entre todos los diferentes sectores de los poderes e instituciones gobernantes, y en la sociedad en general— tenga que responder a la situación política, y sopesarla de modo serio, que nosotros estemos creando por medio de movilizaciones cada vez más masivas y poderosas, insistiendo en que este régimen tiene que marcharse, ¡ya!
Hacer algo menos implicará atarnos a fuerzas y procedimientos, y esperar pasivamente un resultado, lo que muy probablemente conduzca a claudicar a este fascismo, con lo que serán (sin la más mínima exageración) consecuencias verdaderamente catastróficas.
Como subraya mi Declaración del 1º de agosto: “A esta hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este régimen”7. Y, si llegara a darse el caso, ello implicaría votar por Biden a fin de efectivamente votar contra Trump.
También he señalado esta importante realidad:
Es cierto que, en este momento, el voto en unos pocos estados determina, en esencia, el resultado de las elecciones presidenciales — de modo que un candidato podría perder el voto popular y todavía ganar la presidencia, tal como pasó con Trump en las anteriores elecciones presidenciales. Pero, inclusive con esta realidad, una estrategia electoral que podría tener resultados mucho mejores para los demócratas sería la de hacer frente directa y enérgicamente a todo el enfoque racista de Trump, y hacer llamamientos para atraer a la gente negra y a otra gente de color, y al gran número de blancos (en especial, pero no solamente, de las generaciones más jóvenes) que han mostrado que se motivan por un claro deseo de terminar con la injusticia social, la desigualdad abierta y la violencia policial desenfrenada. Eso es una gran “reserva” en la cual, en teoría, los demócratas podrían centrarse en atraer8.
También es cierto que “en realidad los demócratas en sí no lo harán — y no podrán hacerlo”8. Pero, al crear el tipo de situación política en la que Biden y los demócratas estén obligados a reconocer, y tomar en cuenta, la determinación poderosamente expresada de masivas cantidades de personas que exijan un fin al régimen de Trump y Pence y al fascismo que éste encarna — eso podría ejercer una compulsión sobre los demócratas para que expresen oposición a Trump sobre una base que al menos empiece a reconocer el meollo de la naturaleza y programa fascista esencial del régimen de Trump y Pence... Lo que, a su vez, podría impeler a más personas a tomarse las calles para exigir esto... Lo que, a su vez, podría crear circunstancias y condiciones aún más favorables para librar la lucha para sacar del poder a este régimen.
Piensen en lo que ha ocurrido como resultado del hermoso levantamiento que se ha dado contra el racismo institucional y el terror policial. De maneras muy significativas, se ha cambiado dramáticamente “la conversación sobre la raza”. De repente, los demócratas, y otras instituciones “tradicionales”, se sienten impelidos a hablar no sólo de la necesidad de “reformas de la policía”, sino también del “racismo sistémico” — y ¡se está discutiendo y debatiendo ampliamente toda la historia de Estados Unidos, con sus raíces en la esclavitud, y en el genocidio contra los pueblos indígenas! ¡No hay manera en que todo esto hubiera ocurrido —y el panorama político hubiera cambiado tan dramáticamente, en un período de tiempo tan corto— en ausencia de este hermoso levantamiento de masas! Y lo mismo podría ocurrir, de la misma manera inmediata (“telescópica”), si no sólo continuara el justo torrente de lucha contra la opresión racista y el terror policial, y contra otras injusticias escandalosas, sino si todo esto se vinculara con masas de personas, y se expresara poderosamente como masas de personas, en cantidades continuamente crecientes, en las calles exigiendo poderosamente: ¡El régimen fascista de Trump y Pence tiene que marcharse!
Si este régimen fascista todavía está en el poder cuando llegue la hora de votar — pues, eso requerirá no sólo que las mismas personas lleven a cabo el único acto de votar, sino que trabajen para movilizar a masivas cantidades de personas para asestar una derrota electoral decisiva a este régimen fascista. Pero, al mismo tiempo, como he enfatizado repetidamente —y esto no se puede enfatizar demasiadas veces—, es probable que, por todas las razones expuestas aquí (así como en otras partes de esta serie y en mi Declaración del 1º de agosto), confiar en votar, sin la movilización de masas con la demanda de sacar del poder a este régimen, conduzca al desastre.
Las masas de personas tienen que actuar, ahora, para crear las condiciones más favorables para obligar a que se saque del poder a este régimen, cuya continuación, y mayor consolidación, en el poder, sin ninguna exageración, tendrá consecuencias verdaderamente monstruosas.
Ponerse a la altura del reto histórico y superar todos los obstáculos (inclusive en nosotros mismos)
Como también he subrayado, “Sería un error muy grave no tomar seriamente lo que Trump y sus seguidores fascistas están proclamando abiertamente”, inclusive sus amenazas de aún mayor violencia para garantizar que el régimen de Trump y Pence permanezca en el poder. Pero, una verdad aún más importante es lo siguiente: “por verdaderamente peligrosos que lo sean estas fascistas amenazas y actos de violencia, y los preparativos para llevar a cabo aún más violencia — dejarse intimidar y claudicar ante esto llevaría a un horror mucho más grande”9. Al enfrentar esto, toda persona digna puede inspirarse y cobrarse valor en las acciones de las masas de personas que han desafiado valerosamente los repetidos ataques —de parte de la policía y de las tropas de asalto del gobierno bajo el mando del régimen Trump y Pence, así como los asaltos de los golpeadores fascistas armados pro-Trump, y que se han volcado a las calles—, para expresar su indignación en torno a la brutalidad y asesinato racista y su determinación de que todo eso tiene que terminar.
Pero no se trata únicamente de temores, por bien fundados que estén, los cuales hay que superar. También se trata del individualismo que ha llegado a ser tan generalizado, y que a menudo se manifiesta en términos tan extremos, en esta sociedad, especialmente en los últimos tiempos. En la situación de hoy, ante la escalada y aceleración de la bestia inexorable fascista, con frecuencia este individualismo se expresa ahora en estos términos: “Aunque odio todo lo que Trump representa y todo lo que hace, tengo que cuidarme de mí mismo y de aquellos que están cerca de mí; y arriesgarme en las primeras líneas y oponerme activamente a esto saliendo a las calles y protestando en torno a la demanda de que hay que sacar a este régimen ahora —en un momento en que no hay muchas personas que ya lo están haciendo—, bueno, eso es un riesgo que no estoy dispuesto a correr, especialmente cuando se aproximan unas elecciones y existe la posibilidad de que éstas logren lidiar con el problema”.
En este caso —además de llamar la atención una vez más sobre las formas en que Trump ya está pervirtiendo y robándose las elecciones, y está usando la violencia y amenazando con aún más violencia para permanecer en el poder, independientemente de lo que realmente ocurra con estas elecciones—, hay que señalar fuertemente: Si todos los que hubieran expresado (o hubieran tenido) estos sentimientos efectivamente salieran a las calles, habría una fuerza de literalmente millones, y hasta decenas de millones de personas, así expresando poderosamente su insistencia en que el régimen de Trump y Pence tiene que estar ¡FUERA YA! — tales como RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) está convocando y organizando para hacer.
También es necesario decir sin rodeos: Este individualismo desenfrenado —según el cual cada quien sólo se piensa en sí mismo y no actúa o se niega a actuar a partir de los intereses más amplios de la humanidad— constituye una gran parte de por qué estamos enfrentados a la terrible situación a la que nos enfrentamos ahora. Y continuar de esta manera sólo contribuirá a que las cosas se vuelvan muchísimo peores, con consecuencias verdaderamente catastróficas para toda la humanidad — de las cuales pocas personas, si es que hay alguna, en última instancia podrán escapar. (Además del peligro omnipresente de la aniquilación nuclear, especialmente con el intimidador demente Trump con el dedo en el detonador nuclear, piense en la crisis ambiental y el daño intensificado y acelerado que el régimen de Trump y Pence ya le ha hecho al medio ambiente — y lo que hará a una escala mucho más terrible, si permanece en el poder).
Tal vez no sea “fácil”, pero corresponde a los intereses fundamentales de todos (todos los que se preocupan en lo más mínimo por la injusticia y la desigualdad social, y por tener un entorno, tanto natural como social, en el que los seres humanos pueden respirar y esperar a florecer) que todos estemos dispuestos a estar “entre los primeros” en pasar al frente con osadía y formar parte de una movilización verdaderamente masiva que exija que hay que sacar a este régimen, ahora — y, al hacerlo, que descubramos que después de todo no estamos “solos” o no somos “solamente unas pocas almas valientes”, sino que estamos juntos, no sólo en nuestros sentimientos sino como una fuerza activa, con miles y, en última instancia, millones de personas.
Sí, es cierto que no existe ninguna “garantía” de que incluso una movilización tan masiva logre obligar a que se saque del poder a este régimen —y este régimen, junto con los fanáticos fascistas dementes que constituyen su “base”, le opondrán una rabiosa resistencia—, pero sí se puede garantizar que, si este régimen logra mantenerse en el poder, al corromper y robarse las elecciones y luego al negarse a marcharse, una vez más las consecuencias serán verdaderamente catastróficas.
Y, si bien no existe ninguna “garantía”, sí existe una clara posibilidad de un resultado positivo. Una vez más, piense en el tremendo impacto que ha tenido el hermoso levantamiento contra la opresión racista y el terror policial, casi literalmente “de la noche a la mañana”.
Al mismo tiempo, es importante comprender que, aunque y a medida que una movilización de masas que exija que se saque del poder a este régimen podría tener un poderoso impacto en el terreno político, y en todas las instituciones de poder y sectores de la sociedad, no es probable que las cosas se desenvuelvan como una simple extensión lineal directa de esta movilización de masas. Más bien, lo más probable es que se produzca como la interacción entre esa movilización de masas, y las contradicciones y conflictos entre los de arriba, los que esta movilización de masas agudizará — lo que posiblemente conduzca a una crisis política de unas dimensiones y profundidad tan poderosas de modo que fuerzas que por lo normal se resisten fuertemente a hacer cosas fuera de los “medios y procedimientos institucionales tradicionales” de este sistema, los poderes en la clase dominante que por lo normal no se meten directamente en la política del sistema, e incluso algunos de aquellos que hasta ahora se han mantenido de manera obstinada al lado de este régimen fascista, lleguen a la conclusión de que es necesario sacar al régimen —al menos obligar a Trump (y a Pence) a dimitir— a fin de evitar una crisis aún más profunda para todo su sistema.
Una vez más, nadie puede decir, con una certeza absoluta, cuál será el resultado de todo esto. Pero un levantamiento popular verdaderamente masivo, el que se proponga expulsar al régimen de Trump y Pence, incluso antes de las elecciones, podría desempeñar un papel muy poderoso en la creación de condiciones favorables para hacer frente a la demencial determinación de este régimen de permanecer en el poder y causar aún más estragos y horror.
Es crucial reconocer que
La movilización de masas que se requiere no se puede forjar “de la noche a la mañana” en las secuelas de las elecciones — ni tampoco se puede forjar confinándolo todo dentro del marco y los límites en los cuales insisten los demócratas10.
Y, mediante el trabajo de Rechazar el Fascismo, y de algunos otros que se han sumado a este esfuerzo, ya se ha iniciado esta movilización de masas.
Es un hecho que, desde los primeros días del régimen de Trump y Pence, Rechazar el Fascismo ha estado convocando a una movilización de masas en torno a la demanda de que este régimen tiene que marcharse; y, aunque hasta ahora ha movilizado a miles de personas para tomarse las calles y expresar esta demanda, esta movilización todavía no ha resultado en el crecimiento exponencial (a saltos y pasos agigantados) que se necesita lograr, ahora muy rápidamente. Pero, dado que esos miles de personas sí manifiestan realmente los sentimientos fuertemente sostenidos de decenas de millones de personas, en realidad representan una fuerza potencialmente poderosa, y es crucial aprovechar todos los avances que se hagan en conectarse con las personas y movilizarlas, lo que incluye habilitar a aquellos que han dado un paso al frente para convertirse en organizadores de cantidades mucho más grandes de personas... para, a su vez, convertirse en organizadores de cantidades aún mayores de personas. Además, es muy importante reconocer, y actuar según el entendimiento de que los tiempos, en este mero momento, son muy distintos a los que se han vivido durante los últimos pocos años, incluso con todos los ultrajes que este régimen ha cometido durante esos años.
Las cosas ahora son mucho más intensas, y se están desarrollando a un ritmo mucho más acelerado, en particular a medida que Trump está acelerando su ofensiva fascista, al aproximarse las elecciones programadas. Esto está ejerciendo efectos contradictorios. Por una parte, la violenta represión y ataques contra las personas que protestan contra la injusticia —y las amenazas de una represión y violencia incluso mucho peor— por parte de este régimen, y sus partidarios fascistas, junto con el hecho de que se aproximan rápidamente las elecciones programadas: esta situación ha llevado a más de unas cuantas personas, de entre aquellas que odian a este régimen, a caer en una posición pasiva de simplemente esperar a que lleguen las elecciones y esperar que de alguna manera eso resuelva la crisis que se está intensificando ahora con términos principalmente muy negativos. Pero la otra cara de la historia es que el implacable impulso de este régimen y sus partidarios, inclusive al aproximarse las elecciones, de seguir a todo vapor con su bestia inexorable fascista, para corromper y robarse las elecciones, negarse a aceptar una derrota en las elecciones y permanecer en el poder independientemente del resultado de las elecciones — pues, todo esto está imponiendo, cada vez más en primer plano, la realidad de lo que representa este régimen, el gran peligro objetivo de simplemente esperar a que se celebren las elecciones, y la gran necesidad de tomarse las calles, ahora, para exigir que se saque del poder a este régimen.
Esto trata, una vez más, la importancia de la movilización que ya está en marcha en torno a la demanda ¡Trump-Pence FUERA YA! Y trata la gran importancia de que esta movilización, con cualquiera que sea la cantidad de personas que organice en un momento dado, se vuelva sostenida, que se celebre día tras día y que se desarrolle a partir de cada avance significativo que sí plasme. A medida que esto se haga de formas, tanto decididas como creativas, que “capturan la imaginación” de la gente —junto con la continua intensificación de la crisis la que las acciones y declaraciones fascistas de Trump están impulsando en gran medida, ahora—, “las cosas podrían aglutinarse” y “la presa podría reventarse”, con crecientes cantidades de personas que inunden las calles, poniendo cada vez más fuertemente la demanda de que este régimen tiene que marcharse, ahora, y convocando a cantidades aún mayores de personas a unirse en esta movilización valiente y urgentemente necesaria.
En conclusión:
Plenamente conocedores de lo que este régimen fascista representa, y de todo lo que implica que Trump no sólo está buscando suprimir el voto de las personas que votarán en su contra sino que también se está preparando para utilizar una represión violenta forzosa para permanecer en funciones de no ser declarado ganador en las elecciones, es de importancia urgente y crítica construir ahora una movilización sostenida y verdaderamente masiva en torno a la demanda unificadora de que este régimen tiene que estar ¡FUERA YA! — con una orientación de estar preparados para continuarla incluso más allá de las elecciones, si la situación así lo requiriera11.
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El fanatismo demente de los fascistas al insistir en que Trump deba mantenerse en el poder, cueste lo que cueste, tiene que encontrarse, y verse abrumado, con la intensidad apasionada consciente de las masas de personas que odian todo lo que este régimen fascista representa, que reconocen el peligro existencial muy real que este régimen representa para la humanidad y que arden con una determinación justificada de que ¡este régimen tiene que marcharse!12
1. ¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible. El texto en español y el vídeo en inglés de este discurso filmado están disponibles en revcom.us. [volver]
2. Kristin Kobes Du Mez, Jesus and John Wayne: How White Evangelicals Corrupted a Faith and Fractured a Nation [Jésus y John Wayne: De la manera en que los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación], Liveright Publishing. El pasaje citado es de la “Introducción”. [volver]
3. Los fascistas de hoy y la Confederación: Una línea directa, una conexión directa entre toda la opresión. Este artículo mío también está disponible en revcom.us. [volver]
4. Trump ya está robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para mantenerse en el poder, Segunda parte de No será suficiente votar — Debemos tomar las calles, y permanecer en las calles con la demanda ¡Trump y Pence Fuera Ya! Este artículo está disponible en revcom.us. [volver]
5. Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución (también está disponible en revcom.us). [volver]
6. “Reflexiones sobre cómo debe responder a la derecha cristiana la Pacific School of Religion”, del Dr. Hubert Locke, lo que también está disponible en revcom.us; énfasis agregado. [volver]
7. Declaración de Bob Avakian del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución. [volver]
8. Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo, Primera parte de No será suficiente votar — Debemos tomar las calles, y permanecer en las calles con la demanda ¡Trump y Pence Fuera Ya! [volver]
9. Trump ya está robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para mantenerse en el poder, énfasis en el original. [volver]
10. Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo. [volver]
11. Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución (también está disponible en revcom.us), énfasis en el original. [volver]
12. Trump ya está robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para mantenerse en el poder, énfasis en el original. [volver]