Socialismo y capitalismo, Constituciones y leyes: Semejanzas — y profundas diferencias
Lo que he venido tratando aquí, y las ideas que he recalcado, deben expresarse no sólo en la Constitución sino también en las leyes y las instituciones y procesos del gobierno que son una extensión de esa Constitución, en cada punto de esta transición socialista.
Las leyes en la sociedad socialista, y la Constitución en la cual se basan en última instancia, deben reflejar, en cualquier punto del proceso de esta transición hacia el comunismo, las relaciones sociales (y fundamentalmente las relaciones económicas de producción) prevalecientes. En este sentido, las leyes en la sociedad socialista tienen una característica importante en común con las leyes en la sociedad capitalista ya que, en ambos casos, las leyes son un reflejo de las relaciones de propiedad prevalecientes — y de las relaciones de producción de las cuales esas relaciones de propiedad son una expresión externa. Pero existe una diferencia radical entre las relaciones capitalistas de propiedad y de producción, y las socialistas, y en todo el proceso y las dinámicas del funcionamiento del sistema económico como la base de la sociedad en su conjunto. No obstante, incluso con esta diferencia profunda, esto se complica porque, por un lado, las relaciones socialistas no son fundamentalmente relaciones de explotación y opresión, y por otro lado, al mismo tiempo encierran vestigios y elementos de eso — y es necesario que se siga transformando esas relaciones hacia el objetivo final de eliminar todo vestigio de explotación, opresión y antagonismo social, por fin y por completo, mediante el avance al comunismo a escala mundial. Este carácter particular, y este movimiento particular, de las contradicciones fundamentales de la sociedad socialista se expresarán, en cualquier momento dado, en las leyes, así como en la Constitución, de dicha sociedad; y es crucial tratar correctamente la contradicción y el movimiento que todo eso encierra para que la sociedad socialista sea relativamente estable y funcione en cualquier momento dado, así como para llevar a cabo la transición hacia el objetivo final del comunismo — mediante una lucha muchas veces intensa que a veces se volverá aguda y tumultuosa.
Ahora, en este contexto, cabe hablar un poco acerca de la aplicabilidad —y la no aplicabilidad— de "la separación de poderes" y "los pesos y contrapesos" en una sociedad socialista, con la dictadura del proletariado. Claro, por lo que he venido diciendo, llama la atención que su aplicación será muy distinta a la de la sociedad capitalista, con la dictadura de la burguesía, al igual que la sociedad en su conjunto será radicalmente diferente. Pero sí hay una aplicación válida del principio de no permitir que una institución particular o un grupo particular acumule demasiado poder —o, por decirlo así, un exceso de poder—; esto, por su parte, surge de las contradicciones más profundas que caracterizan la sociedad socialista, en las cuales se basa el hecho de que en esa sociedad no sólo existen contradicciones en el seno del pueblo, que incluyen las contradicciones entre diferentes sectores del pueblo, sino también las contradicciones entre el pueblo y el gobierno — ese tema, repito, lo trata explícitamente la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), que expone los principios y mecanismos básicos de la manera en que hay que manejar esa contradicción en dicha sociedad. Así que existe un interés concreto —y hay una necesidad, y además en general el interés y la necesidad de tratar correctamente la contradicción entre el gobierno y el pueblo en la sociedad socialista— de prestar atención para impedir que una sola institución particular, o un organismo dirigente particular, acumule poder de manera excesiva. Y esto sí se expresa agudamente respecto al papel del partido de vanguardia, que es una necesidad y es crucial para que la sociedad socialista permanezca en el camino socialista, por un lado, pero por otro es un locus, y un punto de concentración potencial, de las contradicciones mayores subyacentes de la sociedad socialista precisamente por ser una sociedad de transición. Esto también lo trata directamente la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto).
De nuevo, retomamos ese tema muy profundo y decisivo que trata el Manifiesto de nuestro partido — de que las condiciones materiales ponen tanto la base para el avance al comunismo como los obstáculos a ese avance. Esto se refleja en la naturaleza del socialismo como una transición: si bien la sociedad socialista es, y tiene que ser, una entidad concreta con una relativa estabilidad y la capacidad de funcionar, en lo más fundamental también es una transición a un mundo comunista — una parte de la lucha por un mundo comunista, y en un sentido general una parte subordinada de esa lucha. El reto, una vez que se haya tomado y consolidado el poder y se haya establecido el sistema socialista, es seguir tratando estas contradicciones con toda la complejidad y tumulto que la situación inevitablemente encerrará, de una manera que siga conduciendo la situación hacia adelante por el ancho camino hacia el comunismo, junto con la lucha revolucionaria en el mundo en conjunto.
En esta conexión, veamos brevemente el papel de las elecciones en la sociedad socialista, con la dictadura del proletariado. Aquí también cabe llamar la atención sobre la manera en que la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) trata el tema y cómo lo explica con mucho detalle por razones muy concretas e importantes. Esto refleja el hecho de que las elecciones pueden desempeñar un papel positivo, en aspectos importantes, en una sociedad socialista, en relación a los organismos de gobierno y, en lo más fundamental, en aras de fomentar el debate y la efervescencia sobre importantes sucesos y asuntos sociales e internacionales y asuntos del estado.
Al mismo tiempo, existen limitaciones muy concretas por lo que se refiere al papel de las elecciones en la sociedad socialista, en relación al carácter general del socialismo —en particular su carácter como una transición— y al objetivo final al cual la sociedad socialista tiene que dirigirse. Existe el peligro —el cual hay que reconocer y contra el cual hay que defenderse y combatir— de que tal proceso electoral se convierta en una contienda y competencia que se basa en la concepción burguesa del mundo, la expresa y la fomenta. Esto se manifiesta obvia y dramáticamente en las elecciones en una sociedad capitalista, pero la misma clase de influencias y los mismos tipos de manifestaciones de ese punto de vista se podrán expresar fácilmente en el contexto de las elecciones incluso en el marco radicalmente diferente de la sociedad socialista. Hay que reconocer y combatir esto conscientemente.
Aquí es necesario recalcar de nuevo el punto básico de que, si bien las elecciones pueden tener un importante rol positivo en tal sociedad si reciben un tratamiento desde la perspectiva correcta a la luz de la naturaleza y los objetivos básicos de la sociedad socialista, no son ni pueden ser la expresión más elevada ni más esencial de la voluntad del pueblo, ni de sus necesidades e intereses mayores y más fundamentales. No se puede elevarlas por encima del carácter y papel generales de la superestructura política e ideológica, y en lo más fundamental la base económica a la que esa superestructura tiene que corresponder en última instancia, y al contrario es necesario entenderlas en ese contexto y marco. Si bien eso es obvio en una sociedad gobernada por una clase explotadora, tal como es la capitalista —es decir, en una sociedad así es profundamente cierto que las necesidades e intereses básicos de las masas populares no pueden expresarse ni plasmarse por medio de las elecciones—, también es cierto en una sociedad socialista cuyo objetivo final es la eliminación de todas las relaciones explotadoras y opresivas. La transformación sostenida de la base económica y la superestructura rumbo al comunismo no debe tomarse meramente como un objetivo abstracto sino un principio-guía a lo largo de todo el funcionamiento de las instituciones del gobierno y la dinámica de la sociedad socialista en general, y por medio de la dirección que se necesita aplicar en relación a todo eso.
Un entendimiento legítimo de la "legitimidad"
Con ese entendimiento, vale la pena plantear y refutar brevemente el argumento de un camarada en el movimiento internacional respecto a "la posición defensiva", como la describió, del movimiento comunista a partir del momento en que los bolcheviques, bajo la dirección de Lenin, disolvieron la Asamblea Constituyente (el organismo legislativo elegido) en Rusia durante la revolución rusa. El camarada argumentó que desde ese entonces los comunistas han estado a la defensiva por la acusación en su contra de ser anti-democráticos, de instaurar una dictadura contra la voluntad expresa del pueblo, etcétera, etcétera. Eso es un entendimiento fundamentalmente errado y despistado de la cuestión de la legitimidad política y de lo que la establece, pero también y en lo más fundamental de la dinámica concreta de la sociedad y de cómo los intereses de diferentes grupos, y en particular diferentes clases, se expresan de manera concentrada y se resuelven mediante lucha, y de qué papel deben tener las elecciones en relación a todo eso. Hablando directamente: si se trata de continuar con una institución anticuada que sería dominada por las influencias y las fuerzas que está llevando a la restauración del sistema que se acaba de tumbar — pues, por el amor de dios (si me perdonan la expresión), disuelvan esa institución y creen otras que serían instrumentos para hacer avanzar la revolución comunista; y ¡Jesucristo (para seguir con ese modo de expresión), no te pongas a la defensiva!
Una vez más estamos de vuelta aquí a "los pájaros y los cocodrilos" y lo que esta metáfora encierra respecto al entendimiento materialista dialéctico de la sociedad humana y su desarrollo histórico — y más específicamente la relación entre la necesidad y la libertad, y entre la base económica y la superestructura política e ideológica. Esto es lo que establece las pautas fundamentales para todas las instituciones en la sociedad y sus funciones y papeles y los procesos, en particular los procesos políticos, que caracterizan la sociedad en cualquier momento dado.
Ahora, es importante recalcar que este entendimiento y esta orientación básicos se aplicarían de distintas maneras en circunstancias diferentes. Más al grano, cuando se trata en lo inmediato de la derrota y el desmantelamiento de las instituciones del viejo poder estatal reaccionario y el establecimiento del nuevo poder estatal revolucionario, esta orientación se aplicará de manera distinta a la de la situación en que ya se haya llevado a cabo y consolidado la toma del poder — y el establecimiento del nuevo estado, con sus instituciones esenciales. En estas últimas circunstancias, como se ha enfatizado repetidamente, el nuevo estado socialista tiene que funcionar sobre la base de una Constitución y unas leyes que están en concordancia con esa Constitución, aunque se darán ocasiones en que la transformación en marcha de la sociedad hará que sea necesario operar cambios en la Constitución.
Aquí vale la pena regresar brevemente y recalcar de nuevo unos puntos decisivos que tratamos anteriormente. El carácter esencial del socialismo como una transición —y, de acuerdo con ello, la necesidad de seguir transformando constantemente las relaciones de producción, las relaciones sociales y la superestructura política e ideológica en el camino hacia el comunismo, como parte de la lucha revolucionaria en todo el mundo hacia el mismo objetivo final del comunismo— todo esto significa que, al mismo tiempo que la Constitución y las leyes de un estado socialista deben reflejar, en cualquier punto dado en este proceso, el carácter vigente de las relaciones sociales y de producción, también deben establecer los mecanismos para continuar transformando esas relaciones así como la misma superestructura política e ideológica, a fin de continuar el avance hacia el comunismo. En cualquier momento dado, las leyes, y el estado de derecho, basados en la Constitución —al mismo tiempo de que reflejan las relaciones de propiedad prevalecientes y las relaciones de producción subyacentes y prevalecientes— deben aplicarse y ser aplicados sin ninguna discriminación ni distinción a todos en la sociedad; pero también será cierto, como un reflejo del carácter del socialismo como una transición, que en varias etapas —y en particular cuando se han llevado a cabo cambios cualitativos, o cuando se plantea agudamente la necesidad de llevar a cabo tales cambios, en las relaciones económicas (y sociales) y en la superestructura—, se dará una necesidad de cambiar la Constitución misma, en parte o incluso quizás en su construcción general, con el fin de reflejar estas transformaciones y la lucha en marcha para llevarlas a cabo.
El comunismo — una transformación radical que hace época
Ahora con la realización del objetivo final de comunismo, ya no habrá ninguna necesidad ni lugar para Constituciones o leyes, como tales o al menos tales como aquellas que conocemos. Esto no quiere decir, como también se menciona en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), que ya no habrá ninguna necesidad de tener un gobierno. Aquí no voy a repetir lo que se dice ahí sino que los remito a lo que se dice ahí sobre por qué todavía habría necesidad de tener un gobierno en una sociedad comunista y lo que sería su propósito y papel básicos.
Pero volvamos otra vez a la realización de "las 4 todas" como la encarnación o concentración del avance al comunismo: la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de producción en que descansan aquellas diferencias, de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y la revolucionarización de todas las ideas que corresponden a aquellas relaciones sociales. Con la realización de eso, ya no habría ninguna necesidad de tener Constituciones institucionalizadas ni leyes que reflejarían los elementos que quedan de las relaciones antagónicas entre las personas. Eso no quiere decir que ya no habría ninguna necesidad de tener principios —o si se prefiere, "reglas"— acerca de la manera en que funcionaría el gobierno, pero no habría ninguna necesidad de tenerlas encarnadas en una Constitución y en unas leyes tales como aquellas que han existido en las sociedades anteriores, incluidas las sociedades socialistas. Debemos forcejear de manera constante con la forma precisa que tomaría eso con la realización del comunismo — y ojalá en esta nueva etapa de la revolución comunista, vayamos obteniendo experiencia a escala internacional, en un país tras otro, al bregar con la manera en que la situación se desenvolvería concretamente al llevar la transición adelante hacia el comunismo. Pero sí podemos decir con certeza que existe una diferencia radical que hace época entre el papel de una Constitución y leyes hoy como un reflejo de las relaciones antagónicas que existen —que de hecho prevalecen— en la sociedad capitalista, y cuál sería el papel del gobierno y el carácter de las "reglas para gobernar" en un mundo comunista.
La transición de la época burguesa a la época comunista
Para poder alcanzar el comunismo, con la realización de "las 4 todas", se requiere no sólo una transformación de la superestructura y no sólo una transformación de las relaciones de producción y de las relaciones sociales en su conjunto sino que, en relación dialéctica con eso, la realización de una abundancia material que sea suficiente para asegurar —que se puede dar por sentado que se aseguren— las necesidades (no sólo los requisitos materiales sino también los requisitos intelectuales y culturales) de una vida digna para todas las personas sobre este planeta — y que también exista una suficiencia de modo que no sólo haya recursos para continuar la expansión de la economía y hacer previsiones para el futuro, sino también —y esto es muy importante— que la especialización en diversas esferas (la que, siendo realistas, continuará como un fenómeno importante en un mundo comunista) no lleve ni pueda llevar a unas relaciones de desigualdad en la posición social y ni siquiera a antagonismos sociales.
Aunque corra el riesgo de cometer, otra vez, el "pecado imperdonable" de ser "autoreferente" (citarme a mí mismo), déjeme citar aquí un pasaje de un trabajo anterior mío, ya que es muy pertinente a esta cuestión de la transición de la época de la sociedad burguesa (y de todas las anteriores sociedades de clases) a la época del comunismo. En este trabajo, como parte de una discusión de "El igualitarismo y la abundancia común en el socialismo" y específicamente la orientación de alcanzar cada día más una abundancia común y un igualitarismo general (a diferencia de un igualitarismo absoluto), se recalca lo siguiente:
La abundancia común no sólo es importante como meta y guía general para avanzar al comunismo por medio de la transición socialista; también es importante que en cada etapa, en cada espiral de este proceso, se avance hacia esa abundancia común. Vista en ese sentido dinámico —como algo en movimiento, no algo absoluto— la abundancia común y el igualitarismo general deben caracterizar a la sociedad socialista a través de cada una de esas etapas o espirales. El avance al comunismo debe elevar las condiciones materiales del pueblo de un plano más o menos igual a otro… luego a otro... mientras que en cada etapa se siguen disminuyendo en la mayor medida posible las diferencias que quedan entre las personas1.
El avance, a lo largo de la transición socialista —empezando en un país o en pocos y en lo fundamental a escala mundial— a este nuevo plano de la existencia humana, encarnado en el comunismo, debe y únicamente puede tomar lugar por medio del tratamiento correcto de las contradicciones y las luchas que entrañan su interacción con la naturaleza y su transformación, para desarrollar a continuo las fuerzas productivas de una manera sustentable y que se amplíe, en relación dialéctica con la transformación de las relaciones productivas y las relaciones sociales, y la superestructura de política, ideología y cultura en un país socialista — todo eso, a su vez, en interrelación con las contradicciones y las luchas que caracterizan el mundo en su conjunto.
Todo esto obviamente encerrará un proceso extremadamente complejo, lo que tomará una forma aguda a ciertas coyunturas o puntos nodales; y el tratamiento correcto de todo esto claramente requerirá que, de parte de un número cada vez mayor de personas, se profundice constantemente una comprensión de la ciencia del comunismo, con su aplicación viva y desarrollo, sobre la base del materialismo histórico y dialéctico — aunque a la vez en las filas de aquellas personas habrá en cualquier momento dado una disparidad con relación a su experiencia y entendimiento acerca de ciertos aspectos de la realidad y su entendimiento de esta ciencia o de elementos particulares de la misma, y su capacidad de aplicarla en su totalidad o en parte. He aquí otra vez el reto de darle vida a este complejo proceso en su totalidad, y "abrazarlo", de tal modo que, en un sentido general y fundamental, se mantenga en marcha hacia adelante, por medio de todo su movimiento complejo y contradictorio, hasta la meta de comunismo.
Como se ha mencionado anteriormente, la realización del comunismo a escala mundial traerá consigo un fin al estado, pero no al gobierno. Pondrá un fin a la necesidad de tener Constituciones y leyes, de reglas de gobierno, al menos en la forma que esto ha asumido en una sociedad dividida en clases, incluido el socialismo. Pero, otra vez, esto no significará, ni podría significar, la eliminación de las restricciones y la coacción en cualquier forma. Desde luego, esto tampoco significará, por otra parte, el fin a la libertad para los miembros de la sociedad (o la comunidad de seres humanos); de hecho, la libertad de las personas se ejercerá mucho más plena y conscientemente. Pero sí significará el fin a la necesidad de una expresión institucionalizada de los derechos —y de las responsabilidades así como las restricciones sobre los derechos— de las personas en la sociedad, tales como están encarnados en las Constituciones y las leyes, especialmente aquellos que son típicos en una sociedad dividida en clases. Como he mencionado anteriormente en este discurso, y como ya hemos recalcado repetidamente, por muy buenas razones: la libertad no reside en la ausencia de toda restricción; al contrario, reside en el reconocimiento, y la transformación, de la necesidad.
Aquí podemos pensar sobre las preguntas que se ofrecen, hacia del fin de Democracia: ¿es lo mejor que podemos lograr? sobre ¿a qué clases de contradicciones se enfrentarán las personas en una sociedad comunista, cómo bregarán con aquellas contradicciones y cuáles medios podrán forjar para lidiar con aquellas contradicciones? Se señala con relación a todo eso algo que es muy importante, de que simplemente presentar tales contradicciones —visualizarlas y empezar a bregar con ellas, incluso de la forma muy elemental en que podemos hacerlo ahora— pone fuertemente de relieve la diferencia radical y fundamental entre ese mundo del comunismo y el mundo actual, dominado como lo es por el sistema capitalista imperialista con su concepto de libertad históricamente limitado y anticuado, su naturaleza opresora y explotadora y el terrible e innecesario sufrimiento que esto causa para las masas populares, para la humanidad en su conjunto.
El comunismo y el capitalismo: Puntos de vista fundamentalmente contrastantes de la naturaleza humana y la libertad humana
Así que una vez más quisiera retomar la cuestión de la "naturaleza humana" — específicamente tratándose del avance al comunismo, que no sólo representa una transición más allá del capitalismo y sus vestigios en la sociedad socialista sino en un sentido más amplio representa una transición desde toda una época anterior de la historia humana —incluyendo la primera sociedad comunal así como las diferentes formas de sociedades de clases— hasta una época completamente nueva de la existencia humana. Esta nueva época, del comunismo, no representa alguna suerte de "estado perfecto" —uno en el que de alguna manera no existen contradicciones ni en los seres humanos ni en la sociedad humana— pero al contrario un "plano" completamente nuevo en el que los seres humanos seguirán interactuando, entre sí mismos y con el resto de la naturaleza, sobre una base radical y cualitativamente diferente a la manera en que se han expresado esas relaciones en el pasado.
A menudo se oye en las diversas teorizaciones políticas burguesas y en algunas versiones populares de las mismas, la frase: "Si los hombres fueran ángeles". Invocan esto a fin de decir: "Bien, desde luego, si la gente fuera perfecta, pues podríamos tener una sociedad totalmente diferente, no necesitaríamos todas estas restricciones sobre la gente y sobre el poder, los pesos y contrapesos, etc.; pero los hombres no son ángeles y por eso" —aquí, entre otras cosas, está de nuevo la idea judeocristiana del "hombre caído"— "por eso necesitamos esta forma de sociedad y gobierno que refrena, o pone el necesario marco para contener, de un modo que sirva al bien mayor, las tendencias inherentes a los seres humanos y a la naturaleza humana hacia el egoísmo, hacia el vicio, la corrupción, etc.". Bueno, lo importante del comunismo no es, recalquemos, que los hombres o las mujeres llegarán a ser ángeles. Lo importante, para repetir, no es que no habrá contradicciones en los seres humanos ni en la sociedad humana ni en su interacción con el resto de la naturaleza. Más bien, lo importante —he aquí un punto profundo— es que esto se hará sobre una base radical y cualitativamente diferente respecto a la base económica y la superestructura política-ideológica de la sociedad: las relaciones de producción y las relaciones sociales, las relaciones e instituciones políticas y además el modo de pensar de la gente.
Las contradicciones y las luchas seguirán caracterizando —y seguirán siendo la fuerza que impulsa— toda la realidad, lo que incluye a los seres humanos que componen la sociedad. La sociedad comunista, y los seres humanos que la componen, seguirán experimentando cambios, hasta transformaciones cualitativas de uno u otro tipo; seguirán enfrentándose a la necesidad y luchando para transformar la necesidad en libertad, lo que dará lugar a otra necesidad — y así sucesivamente sin fin, siempre que existan los seres humanos. La "naturaleza humana", como parte de este proceso general, también seguirá experimentando cambios. Pero, para repetir, lo importante es que todo eso ocurrirá sobre una base y un plano cualitativa y radicalmente nuevos.
Por cierto, esto no quiere decir que, una vez que se haya alcanzado la época del comunismo mundial, no habrá nada que aprender de la anterior experiencia histórica ni de la filosofía y las muchas diferentes esferas de "trabajar con las ideas" en las épocas anteriores que se han esforzado para sintetizar esa experiencia en un análisis de la naturaleza, la sociedad y los seres humanos que componen la sociedad. Todo eso seguirá siendo un enorme tesoro para la humanidad, el cual de manera continua se seguirá enriqueciendo. Pero lo importante es que la sociedad en general así como los individuos específicos podrán tratar todo esto en un plano completamente nuevo —desde un punto de vista radicalmente nuevo— en relación a las anteriores épocas de la historia humana. El principio de "abarca pero no reemplaza" tendrá una aplicación y se aplicará a esta experiencia y conocimiento adquiridos. (En esta conexión, viene muy al caso lo que trata "A Scientific Approach to Maoism, A Scientific Approach to Science" — en Observations on Art and Culture, Science and Philosophy2).
A manera de repaso y resumen: existe un contraste profundo, y que sí hace época, entre la sociedad comunista y no sólo la sociedad capitalista sino todas las sociedades anteriores. Esto abarca un contraste que hace época en la concepción de la libertad y los derechos. Aquí cabe referirse brevemente a lo que trata Communism and Jeffersonian Democracy3 acerca de la libertad positiva y negativa.
Los teóricos burgueses —y otra vez se puede ver el reflejo de esto en escritores como Paine, Madison y Jefferson así como en los líderes y (por decirlo así) aquellos que le dieron inspiración a la revolución francesa— en una abrumadora medida conciben la libertad en términos esencialmente negativos. La presentan en términos de protecciones contra la mala conducta y los abusos del gobierno y protecciones contra otras personas en la sociedad para que no se pasen (o den marcha atrás) a un "estado de naturaleza". Pero el comunismo encarna una visión de libertad basada en el análisis de que la libertad reside en el reconocimiento de la necesidad y su transformación — y de hecho abarca una concepción de la libertad de una dimensión mucho mayor y, sí, de un carácter positivo, que además abarca aspectos de la libertad negativa, es decir, las protecciones contra los abusos del gobierno y los abusos de otros individuos. Esta libertad reside fundamental y esencialmente en la capacidad de las personas de actuar colectivamente y de bregar sobre la manera de actuar colectivamente para transformar radicalmente la sociedad en interacción con la transformación de la naturaleza: en primer lugar, para arrancar de raíz toda explotación, opresión y antagonismo social y pasar a una época completamente nueva más allá de eso, y luego interactuarse unos con otros y con la naturaleza por medio de relaciones no antagónicas a fin de seguir transformando al mundo y, sí, a las personas sobre una base cada vez más consciente y voluntaria — no sobre una base absolutamente consciente y absolutamente voluntaria la cual iría en contra de la realidad, sino sobre una base cada vez más consciente y voluntaria. Esto es una expresión muy poderosa de la libertad positiva.
El capitalismo está enredado no sólo en las relaciones de explotación sino que, de la mano con eso, en el "fetichismo de la mercancía", y constantemente expresa estas relaciones y fetichismo — la forma en que las personas se ven impelidas y en un sentido real se ven obligadas a relacionarse entre sí como los dueños (casi encarnaciones) de las mercancías del intercambio y en esencia no como seres humanos. Con esto se da la atomización de los individuos. Todo esto descansa en las relaciones sociales de explotación ocultas —así como en las relaciones más abiertas de explotación y opresión— y todas estas relaciones lo impulsan; y todo esto se caracteriza por las correspondientes concepciones de la libertad, y del papel del gobierno y su relación con los individuos en la sociedad. La Declaración de Independencia y la Constitución estadounidenses ilustran todo esto de forma muy descarnada. Lo que expresan es un punto de vista que sostiene que los individuos son dueños de propiedad y dueños de mercancías que de maneras importantes, están en conflicto entre sí a la vez que tratan de funcionar colectivamente en una sociedad para superar "el estado de naturaleza" y de algún modo utilizar la fuerza y la contrafuerza para impedir que las cosas se vuelvan antagónicas en esa sociedad.
El socialismo representa el franco reconocimiento de las relaciones sociales antagónicas que existen y una concepción de libertad y de asociación entre las personas basada en el objetivo fundamental de superar tales relaciones y divisiones, alcanzar "las cuatro todas" y trascender "el estrecho horizonte del derecho burgués". Encierra la iniciativa e ímpetu conscientes de ir más allá de las relaciones de mercancías y la correspondiente división y enajenación entre los individuos atomizados, reemplazando todo eso con formas que expresen el trato social y lo fomenten sobre una base de cooperación entre los miembros de la sociedad a la vez que concretamente le dé mayor ámbito a la individualidad.
Esta orientación y el reconocimiento de que la lucha continúa para crear la base para que esto se exprese más plenamente con la realización del comunismo en todo el mundo: eso es lo que tiene que estar encarnado en los principios y las disposiciones de la Constitución para un estado socialista y las leyes basadas en esa Constitución.
1. Bob Avakian, El falso comunismo ha muerto… ¡Viva el auténtico comunismo! (RCP Publications, 1992), p. 89. [regresa]
2. Bob Avakian, Observations on Art and Culture, Science and Philosophy (Insight Press, 2005), pp. 78-79. [regresa]
3. Bob Avakian, Communism and Jeffersonian Democracy (RCP Publications, 2008). [regresa]
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