Lo siguiente es el texto de las palabras de apertura de Andy Zee, anfitrión de El Show RNL —¡Revolución, y Nada Menos!— en la segunda de tres discusiones de panelistas coauspiciadas por RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) y El Show RNL — ¡Revolución, y Nada Menos! Este segundo foro, “¿Por qué 74 millones de personas votaron por Trump?” está disponible en inglés en línea aquí. Vea el primer foro, “¿Qué acababa de pasar? Trump, Estados Unidos y el peligro del fascismo”, en inglés aquí, o lea las palabras de apertura de Andy Zee en español.
¿Por qué 74 millones de personas votaron por un sujeto abiertamente racista, supremacista masculino tóxico, antisemita y atrofiado incapaz de sentir empatía, que sin remordimientos enjauló y separó a hijos de sus padres, un mentiroso narcisista y patológico que constante y descaradamente se opone a la ciencia y al pensamiento racional, a costa de casi 300.000 vidas, desproporcionadamente las de gente de color?
¿Por qué 74 millones de personas votaron para REELEGIR a semejante persona para que dirigiera en medio de una pandemia, una crisis económica resultante, una crisis ecológica existencial confirmada por enorme evidencia científica de que el cambio climático está poniendo en peligro a la Tierra, con catastróficas tormentas, incendios y sequías que asedian a diario a cientos de millones de personas, con el resultado de migraciones en masa y la extinción de muchas especies, en que hasta la nuestra corre peligro?
¿Por qué 74 millones de personas votaron por un régimen lleno de fascistas cristianos que no se preocupan en nada por el futuro ya que creen en “el fin de los tiempos” en que solamente ellos serán raptados al cielo — defensores de una interpretación textual de la Biblia, teócratas cuyas creencias centrales exigen la subordinación de las mujeres y la satanización, hasta la eliminación, de personas de género no convencional?
De hecho, ¿por qué 74 millones de personas ondearon sus banderas tipo MAGA (Hacer que Estados Unidos Vuelva a Tener Grandeza) y votaron por un líder patentemente psicópata —que ha dicho que, si tenemos armas nucleares, por qué no podemos usarlas— y votaron para mantenerlo con el dedo encima del detonador nuclear, un bravucón vengativo al cual, se informa, hace dos semanas, lo tuvieron que disuadir de atacar a Irán (por ahora)?
¿Por qué 74 millones de personas votaron por una persona que comprobó repetidamente tras el asesinato de George Floyd que es un vil supremacista blanco?
La respuesta sencilla y básica: Porque están de acuerdo con él.
Ron Reagan, el hijo liberal del ex presidente Reagan cuyo mandato inició el impulso reaccionario que se ha desarrollado durante los últimos 40 años para desembocarse en el régimen fascista de Trump y Pence, dijo que las personas siguen a Trump porque “Él odia a las mismas personas a las que ellas odian”.
Ya oigo la objeción: ¿Todos los 74 millones de personas son racistas? Claro, algunas dicen que no lo son. Incluso Trump dice que es la “persona menos racista”. Pura paja. Votar por Trump significa no solamente conformarse con un racista abierto vengativo, sino estar dispuesto a apoyarlo, colaborar con él y darle un segundo mandato en el poder, significa colaborar a sabiendas con campos de concentración y un programa genocida contra inmigrantes y refugiados.
Pues no vale ni un bledo si esas personas dicen que su razón por votar por Trump es que creen que él les beneficiará financieramente, o esas personas se identifican con él cuando hace críticas escandalosas a las élites. No faltaban Buenos Alemanes en los años 1930 — entre ellos los liberales que creían que podían hacerse de la vista gorda ante los aspectos feos de Hitler y usarlo para conseguir las políticas que querían … no solamente se equivocaron, sino que más bien ellos mismos se convirtieron en nazis, en efecto, a una terrible costa de decenas de millones de vidas.
Para responder a las preguntas sobre por qué y qué hacer con respecto a los 74 millones, tenemos que analizar más a fondo y poner las cosas en perspectiva histórica y aplicar un método y enfoque científico a las estructuras y dinámicas subyacentes que han generado lo que aspira ser una segunda venida de la Confederación esclavista.
Para este análisis saco orientación de la obra del pensador y líder revolucionario Bob Avakian, BA, que ha estudiado a fondo con la ciencia el desarrollo de este fascismo estadounidense como parte de analizar la necesidad, la base y la estrategia para una revolución real para derrocar el sistema capitalista-imperialista que tiene entretejido en su trama la supremacía blanca y el patriarcado, para poder hacer nacer una nueva república socialista en América del Norte — un sistema radicalmente diferente y mucho mejor para encaminar a la humanidad en el rumbo a la emancipación real. Es por eso que sigo a BA, y es por eso que ustedes deben hacerlo también.
Donald Trump no creó estas divisiones. La opresión del pueblo negro empezó con el primer barco negrero en 1619, la esclavitud fue instituida en la Constitución de Estados Unidos, asumió nuevos horrores con la traición y revocación de la Reconstrucción, que abrió paso a un apartheid violento bajo las leyes del Jim Crow que permeó cada esfera de la vida de los negros y ha continuado en nuevas formas con una crueldad entretejida en cada centímetro de la vida de las masas de los negros hoy. Las mujeres vivían sometidas a los hombres, desde la fundación de Estados Unidos hasta los años 1950 y muchos de los años 1960, casi sin ningún control de su propio cuerpo, de su propio destino, ni siquiera de su propia vida. Y desde el robo de las tierras de los pueblos indígenas hasta el día de hoy, Estados Unidos ha merodeado por el mundo entero, saqueando y masacrando. Todo ello es el Estados Unidos al cual Trump quiere regresar — para Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza.
Desde la Guerra Civil un sector de los blancos estadounidenses, principalmente pero no solamente ubicados en el Sur, ha creado un mito mortífero de una causa perdida noble y un estilo de vida en que la gente conocía su lugar. A lo largo de dos guerras mundiales y una depresión, este mito persistió y la opresión de las masas de personas continuó en nuevas formas.
Luego, se inician los años 1960. El movimiento de los derechos civiles se desarrolló y se desembocó en un poderoso movimiento de liberación negra, en que levantamientos en los ghettos de más de 200 ciudades sacudieron la sociedad. Fuerzas radicales y revolucionarias como Malcolm X y el Partido Pantera Negra emergieron, sacudieron los cimientos del modo de pensar de la gente y despertaron sus aspiraciones para un mundo radicalmente mejor. Un poderoso movimiento antiguerra cuestionaba profundamente todo el mito de que “somos los buenos” que está al centro del “excepcionalismo estadounidense”. En respuesta a todo ello, y a cambios profundos en la economía, surgió una contracultura juvenil, se alzaron mujeres y luego la gente gay para cuestionar todos los cimientos de la sociedad y del género en sí.
Para incorporar de nuevo a una parte de estas fuerzas rebeldes en el sistema, un sector de la clase dominante representado por los demócratas, adoptó una política de concesiones e “inclusión” sobre la base del mismo sistema económico capitalista-imperialista en que todas estas diferentes formas de opresión están estrechamente entretejidas.
Otro sector, representado por un sector de los republicanos, se puso a trabajar y forjar un movimiento dentro de un sector de iglesias fundamentalistas católicas y evangélicas durante más de 40 años, para decir ¡NO! — que estos cambios son muy extremos, muy desestabilizadores como para cohesionar al país y mantener “nuestro” imperio.
En las siguientes décadas, se aceleró un imperialismo vertiginoso y globalizado que creó una vasta red de maquiladoras y exportó empleos manufactureros a otros países o a regiones de salarios más bajos, dejando vacía la vida de las personas y haciéndoles susceptibles a llamados a fortificar sus privilegios de blancos y a recuperar su estatus anterior. Estos son los soldados rasos de los movimientos fascistas cristianos así como de los movimientos milicianos, los gritones que atiborran los mítines cuasi turbas de linchamiento de Donald Trump.
Esta misma globalización con la cual Estados Unidos explota a las personas a nivel internacional ha dejado superflua a toda una población de negros, especialmente jóvenes negros — los ha condenado a ser buscavidas, a una vida de encarcelación en masa y terror a manos de la policía. Lo mismo con los inmigrantes — expulsados de sus tierras natales debido a la destrucción imperialista de las economías de sus países y el cambio climático impulsado por el “primer mundo”, situaciones que han obligado a miles de millones de personas a llenar los inmensos cinturones de miseria y ha convertido a decenas de millones en refugiados.
Trump no solamente amplificó estas opresiones preexistentes y agudas divisiones, sino que normalizó este brutal y descarado racismo, misoginia y xenofobia. Trump ha cohesionado a diversos movimientos reaccionarios y fascistas anteriores a su régimen en una fuerza que ahora ha probado el poder, se ha incorporado en instituciones clave especialmente la judicatura, y que vive y hierve en su propio universo de conspiraciones y victimización que impulsará un revanchismo de agravios. Este es un movimiento que no va a desaparecer.
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No podrá haber ningún retorno a un pasado imaginario. Eso no es posible. Tampoco es deseable.
Tenemos que seguir adelante. Tenemos que seguir estando vigilantes, como dijo Coco. Ahora certificados los votos electorales por Biden y suponiendo que el régimen de Trump y Pence salga del poder el 20 de enero, tenemos que seguir unificando a todos los que se opongan a la injusticia — seguir movilizando a toda la “gente decente” para poner a la defensiva a este movimiento fascista. Pero, todo eso no es el fin de la cosa. El régimen fascista de Trump y Pence ascendió por medio del funcionamiento normal de este sistema, y este sistema sigue en vigor, ahora con un movimiento fascista endurecido y ampliado que penetra desde la corte más alta, a instituciones capitalistas poderosas, hasta las milicias y una red fascista cristiana organizada de iglesias.
No avanzaremos cifrando nuestras esperanzas, sueños y esfuerzos en los delirios de Biden o Bernie. No se dará unificación bipartidista, ni sanación con los fascistas. Casi todos los republi-fascistas en el Congreso se han negado a reconocer la victoria electoral de Biden. Una inmensa mayoría de la base fascista republicana cree que las elecciones fueran robadas. Bob Avakian ha señalado de manera crucial que cualquier unificación, cualquier conciliación con estos fascistas o su programa solamente se darán de acuerdo con los términos de los fascistas.
En cuanto a Bernie, o AOC, los sueños de reformar el capitalismo son falsas ilusiones y delirios. No es posible hacer que sirva a la humanidad un sistema cuyo funcionamiento requiere maximizar las ganancias en una competencia entre capitalistas para explotar más eficientemente a la gente. Y es igual de equivocada la decisión de dormir de nuevo en cuanto a la política, de “volver a seguir con mi vida”, pues hace oídos sordos ante la realidad de que las fuerzas impulsoras de este sistema continuarán produciendo las condiciones que pusieron en el poder a Trump.
Hay una enorme lucha que librar por el futuro. Esta es una lucha no solamente para impedir el retorno de un régimen fascista sino una lucha por un mundo radicalmente diferente y mucho mejor que no quede atrapado en un sistema cuya propia naturaleza contrapone a las personas unas a otras en una competencia simplemente para sobrevivir — un sistema cuyo funcionamiento continuamente regenera las relaciones y divisiones sociales opresivas que atormentan a la humanidad y seguirán alimentando al fascismo.
Esta no es simplemente una lucha contra aquellos que reinan sobre este sistema, sean demócratas o republi-fascistas, tal como con la base fascista de los fascistas, sino una lucha entre nosotros — con todos los que anhelen un futuro diferente y mejor. Una lucha para hacer frente al mundo tal como realmente es, para aplicar de manera consecuente un método y enfoque científico de toda la realidad, incluida la sociedad. Durante los años bajo Trump, las personas opuestas al régimen han tenido una idea de que la ciencia importa, especialmente en medio de la pandemia de la Covid en que lo que está en juego es de vida o muerte. Pero hay que aplicar un método y enfoque científico a la complejidad de la sociedad y su transformación. No es aceptable simplemente creer en las cosas que hacen que uno se sienta cómodo y cerrar los ojos ante las cosas que incomoden y reten. Ya es muy tarde para semejante indulgencia, y peor aún, desconoce de manera egoísta lo que esto cuesta a la gente, en Estados Unidos y por todo el mundo.
Existe dirección, dirección extraordinaria para esta gran lucha, en Bob Avakian y su desarrollo del método y enfoque total y consecuentemente científico del nuevo comunismo. Existen no solamente los medios para conocer el mundo tal como está en realidad, sino un camino para ponernos a trabajar hoy para atraer y organizar a las personas para dirigir una revolución real en cuanto se den las condiciones para poder ganar. Por cierto, se trata de un camino duro, pero no habrá ningún futuro para la humanidad y la Tierra en que vivimos bajo este sistema, pero en el nuevo comunismo sí existe un camino adelante hacia un mundo radicalmente mejor. Aquí va una invitación. Y aquí va una advertencia seria, porque la negativa de siquiera considerarla es una opción que tiene un costo para el futuro: uno está diciendo a sí mismo y al mundo, “Estoy bien como estoy”, “pues, yo, ¿por qué debo preocuparme?” por la Tierra y los siete mil millones de personas que viven en ella.
La lucha contra el fascismo no ha terminado. Que el Compromiso a la gente del mundo de Rechazar el Fascismo siga resonando por todas partes y se convierta no solamente en un compás político y moral que hace falta, sino en la expresión organizada de una red lista para actuar con determinación no violenta para no dejar que el fascismo crezca y domine y aterrorice a la humanidad. Los venideros 40 días y pico hasta que Trump y Pence se hayan marchado del poder siguen presentando un peligro real y presente. Nuestra vigilancia importa.
A todos los que han asumido el llamamiento de Rechazar el Fascismo, a mis co panelistas que han puesto al descubierto los peligros ante nosotros con los 74 millones de personas que votaron por este régimen, nos mantenemos firmes en nuestro Compromiso de “prevalecer sobre un régimen que pone en peligro a la gente del mundo y a la Tierra misma. En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista”.
[Segundo Foro en inglés)
¿Qué se requerirá para que las masas de gente blanca rompan con la supremacía blanca?
¿Qué se requerirá para que las masas de gente blanca rompan con la supremacía blanca?
De las sesiones de preguntas y respuestas en inglés tras la película filmada de Bob Avakian,
Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución.
Lea el discurso completo en español aquí.