Hemos recalcado que tenemos que aplicar la línea de masas en el partido, además de aplicarla en la sociedad y en todo nuestro trabajo con las masas. De hecho es un principio de dirección sumamente importante que pone de relieve nuevamente la relación dialéctica entre el centralismo y la iniciativa (y entre la coerción y la persuasión)*, porque en el partido nos regimos por el centralismo democrático y por principios de disciplina. Un partido de vanguardia no puede funcionar si cada cual hace lo que quiera. Eso es el laissez-faire , o sea, que cada cual lleve su línea a la práctica y luego "veremos quién tiene razón". Pero tampoco nos basamos exclusivamente en el centralismo, pues eso tampoco concuerda ni cumple con lo que nos proponemos. Más bien, se necesita un ambiente de mucha iniciativa en que todos jalamos en la misma dirección. Es muy importante manejar correctamente esa contradicción.
Hay que ceñirse al centralismo democrático y, si los militantes no lo hacen, hay que criticarlos e investigar a fondo por qué (y no simplemente regañarlos). Cuando sea necesario, hay que luchar con ellos y exigir que cumplan los principios de disciplina y que todos jalemos en la misma dirección en un sentido general; cuando se ha sentado la línea sobre una cuestión importante, todos debemos llevarla a la práctica, y eso es importante también porque nos permite aprender cabalmente.
No se trata de un principio de organización en el sentido estrecho sino también de la teoría del conocimiento. Cuando las líneas y medidas están sentadas, no funciona que cada cual jale por su lado. Aprendemos mucho más si todos jalamos en la misma dirección (y cada cual cumple sus tareas) y luego hacemos un balance. (Y aunque se tenga discrepancias con la línea, se debe "plantearla a las bases" --llevarla a la práctica con los militantes del partido y las masas-- y "plantear las discrepancias a la dirección", plantear las críticas y discrepancias a los niveles superiores). Por otra parte y en otro plano, debemos aprender de los muy variados fenómenos, y gente y fuerzas de la sociedad, muchas de las cuales no siguen nuestra línea ni se ciñen a nuestra disciplina, ni lo harán por mucho tiempo ni quizá nunca.
En todo eso, la línea de masas es crucial, incluso en el partido. ¿Cómo la entendió Mao? Hizo mucho hincapié en el aspecto de saber conseguir que las masas conozcan y dominen cada movimiento que emprendamos, lo cual es importante en general y también en las filas del partido. Es preciso que los cuadros dirigentes apliquen ese principio: saber conseguir que las masas (en este caso los militantes del partido y de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria, que no militan en el partido pero colaboran estrechamente con él y siguen su línea) conozcan y dominen cada movimiento que emprendamos, como dijo Mao.
De igual modo, Mao recalcó otro principio importante: no basta con explicar una línea (o un punto de vista) una o varias veces; hay que explicarla reiteradamente. Hay que repasarla constantemente, volver a tocar los elementos importantes e ir profundizándola en el curso de llevarla a la práctica y, de manera concentrada, al resumir la práctica. De ese modo vamos enriqueciendo la línea, y los cuadros van captando más firme y profundamente su esencia, y la llevan a la práctica más consecuentemente, y aprendemos a corregir los aspectos incorrectos o que ya no corresponden a las condiciones porque estas han cambiado.
Y nuevamente se destaca el principio de "empeñarse/promover". ¿Cuál es su importancia aquí? Las circunstancias apremian, estamos muy atareados y a veces hasta cuesta trabajo encontrar tiempo para una reunión. ¿Por qué es importante dedicar tiempo a discutir las grandes cuestiones y las implicaciones del trabajo que desenvolvemos, no solo para la lucha inmediata sino para nuestros grandes objetivos estratégicos y la meta final del comunismo? Digo, no mecánicamente como un formulismo, sino en un sentido vivo y vibrante, porque no queremos hacer nada como una mera formalidad ni convertir las cosas en ritos que carecen de sentido.
En general y de manera muy concreta, tenemos que desenvolver una dialéctica muy dinámica entre lo inmediato y nuestros objetivos estratégicos. Por una parte, debemos entrarle a fondo a los objetivos estratégicos de cada lucha, lo universal en cierto plano, ya sea la lucha contra la ofensiva imperialista de guerra y represión, contra la brutalidad policial, contra la opresión de la mujer (particularmente la defensa del derecho al aborto), la lucha en defensa del ambiente, la lucha por defender a Mumia, etc. En cierto sentido o en cierto plano cada lucha es lo universal y en ese marco desenvolvemos orientaciones y tácticas, y procuramos comprender su relación con la lucha de conjunto (repito, lo universal en ese contexto). Pero en una perspectiva más amplia, hay que ligar todo eso a nuestros grandes objetivos estratégicos. Si no tenemos ese enfoque, no conseguiremos que las masas (los militantes del partido y otros, según las circunstancias) conozcan y dominen cada movimiento que emprendamos, es decir, que dominen y asuman, a través de su propia iniciativa consciente, los importantes frentes de lucha que hemos definido como batallas decisivas.
Hay que ir profundizando constantemente la comprensión de los cuadros y las masas, y nuestra comprensión general, de cada lucha y su relación con cuestiones de mayor alcance a través del proceso de práctica-teoría-práctica. En ese contexto es necesario explicar reiteradamente la línea, los puntos de vista y métodos, y no simplemente decirlo una vez con la idea de que todo mundo debe captarlo y si no es porque no quieren, andan mal o tienen una línea opuesta. Si de verdad tienen otra línea, lo mejor es que salga a relucir (y debemos ser buenos para estimular el debate entre líneas opuestas), pero no debemos sacar esa conclusión simplemente porque los compañeros tengan dificultades para movilizar a las masas en un movimiento o llevar a la práctica una línea o medida ni porque espontáneamente se pongan a hacer otras cosas porque encuentran contradicciones que son difíciles de resolver. No debemos concluir precipitadamente que eso se debe a su voluntad (o falta de ella) ni que tienen una línea incorrecta. Más bien, debemos entrarle a fondo, nuevamente, y explicar reiteradamente lo que nos proponemos y su relación con lo universal de ese frente de batalla, como por ejemplo la resistencia a la ofensiva imperialista de guerra y represión, y en un sentido más amplio con nuestros grandes objetivos generales.
Mao planteó que en lo esencial la línea de masas es un método para tomar las ideas desconectadas de las masas y, aplicando nuestra metodología y concepción del mundo (conocida hoy como marxismo-leninismo-maoísmo), sistematizarlas, llevarlas nuevamente a las masas en la forma de línea y medidas, y unirnos con ellas para aplicarlas en un proceso continuo que no acaba con un solo ciclo sino que pasa por distintas fases, un proceso dinámico que es análogo a la dialéctica práctica-teoría-práctica y se entrelaza con ella.
Aprender y dirigir
Eso, a su vez, está ligado con la relación dialéctica entre aprender y dirigir. Mao recalcó algo indispensable: lo importante es ser buenos para aprender; si no sabemos algo, podemos aprenderlo. Eso es muy importante porque muchas veces hay cosas que no sabemos y los compañeros se sienten intimidados y abrumados, y dicen: "No sé ni cómo hacerlo". Y a lo mejor en ese momento no saben, pero como dijo Mao, lo importante es ser buenos para aprender. Ese principio tiene aplicación general.
Pero también hay que reconocer que el factor clave que nos permite aprender a fondo es la capacidad de ir profundizando constantemente la comprensión y aplicación de nuestra metodología y concepción del mundo. Para dirigir, repito, hay que ser buenos para aprender, porque dar dirección (y de eso se trata la línea de masas, a final de cuentas) es una cuestión de aprender y dirigir, y la relación dialéctica entre ellas. Dada esa relación dialéctica, dar dirección implica aprender, y aprender implica dar dirección. Aprender no es simplemente seguirle la onda a los demás. Por eso digo que aprender implica dirigir. La aplicación de la línea de masas no es una receta para el seguidismo. No olvidemos la observación que Lenin le hizo a Kautsky **, que también tiene aplicación general: los peores "pecados" y crímenes se han cometido en nombre de las masas . El seguidismo no ayuda a las masas ni ayuda nuestra causa revolucionaria. Así que aprender implica dirigir. Pero dirigir también implica aprender. Es el abecé de la línea de masas. Si no somos buenos para aprender, no seremos buenos para dirigir, ni a los cuadros ni a las masas. Y el factor clave es la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo (MLM) a lo largo del proceso, o sea, hay que aplicarlo tanto para aprender como para dirigir, e ir forjando constantemente la síntesis correcta de aprender y dirigir.
También hay una relación dialéctica entre desencadenar a las masas y apoyarse en ellas, en su iniciativa consciente, por un lado, y dirigirlas, por el otro. Es una unidad de contrarios muy importante. Hasta podríamos decir: desencadenar también significa dirigir y viceversa (dirigir también significa desencadenar). Si nada más desencadenamos a las masas es como tirarlas al agua cuando no saben nadar. No las ayuda ni les agrada ni nos lo agradecerán. No basta con decir (y hemos tenido esta experiencia): "Vayan y hagan esto, hablen con esa gente, organicen esto", pues vienen de vuelta y nos dicen [BA se ríe]: "¡Nos topamos con un chingo de contradicciones!".
Antes teníamos la idea, por ejemplo, de que si un compañero era de cierto sector, sería más fácil que hiciera trabajo político con ese sector, pero la experiencia ha demostrado que no es tan sencillo. O sea, es cierto, pero en un sentido dialéctico; no es necesariamente cierto en lo inmediato porque el proceso no se desenvuelve en línea recta. A veces lo más difícil (y hemos tenido esta experiencia con compañeros de las masas más oprimidas y de otros sectores) es hacer trabajo político con su propio sector, con sus "cuates". Hemos visto la experiencia de compañeros muy avanzados políticamente que vuelven a su barrio para hacer trabajo político con sus amigos y vecinos de toda la vida, y estos les preguntan: "¿Qué pasó? ¿Que ya no somos cuates?", porque hay una diferencia cualitativa y reconocen que el compañero ha dado un salto y ya no es igual que antes.
Y lo que pasa es que para poder hacer propaganda y agitación, hay que dar otro salto. (Por eso dije que es cierto en un sentido dialéctico y que el proceso no se desenvuelve en línea recta). Los compañeros que son de las masas, o de un sector de las masas, conocen el idioma de ese sector, su modo de pensar y la manera en que se plantean las cuestiones. Y todo eso es muy valioso y muy importante. Pero lo que no saben espontáneamente (incluso los comunistas) es cómo explicar las cosas paso por paso, cómo llevar líneas, medidas y conceptos teóricos a las masas y conseguir que los capten, y cómo hacerlo en el idioma de las masas sin caer en el seguidismo, o sea, cómo brindarles una síntesis más elevada que sus ideas espontáneas. Y para aprender a hacer eso, necesitan dirección.
Desencadenar a las masas implica dirigirlas. Y sí, debemos desencadenarlas; de eso no cabe duda. Y volviendo a lo que dije antes***, por lo general no debemos supervisar laboriosamente todo el trabajo ni meter la cuchara a cada rato; no debemos pedir informes superdetallados (llámame por el celular cada cinco minutos) ni que nos relaten las conversaciones con cada contacto o cuate, como que tienen que informarnos de cada palabra que dicen y les decimos cómo seguirle la plática. Eso no es desencadenar a las masas ni dirigirlas. Para desencadenarlas y dirigirlas, tenemos que conseguir que tomen iniciativa consciente, tenemos que ayudarlas a hacerlo. Ahí está el chiste: necesitan ayuda. Para desencadenarlas, hay que darles ayuda y darles dirección. Para dar dirección tenemos que aprender de las masas, y de igual modo para desencadenarlas, tenemos que dirigirlas. He aquí otra unidad de contrarios, otra contradicción que tenemos que manejar correctamente.
Tiene aplicación en el partido y más ampliamente también. Y voy a repetir esto una vez más porque es muy importante: no hay una receta mágica para esto. Solo tenemos nuestra metodología y concepción del mundo, y nuestra capacidad de aplicarla concretamente a la particularidad de la contradicción, y a la relación entre la particularidad y la universalidad (o entre lo inmediato y nuestros grandes objetivos), e ir forjando y profundizando constantemente esa capacidad. No hay un camino corto o fácil. Es una lucha constante, pero también por eso es tan estimulante. Mao dijo: "Hacer la revolución es resolver contradicciones". No dijo "es lamentarse de las contradicciones" ni mucho menos evitarlas . Hacer la revolución es hacer frente a las contradicciones y resolverlas; eso se aplica a los métodos de dirección, tanto en el partido como ampliamente, y a todo nuestro trabajo.
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Notas:
*El centralismo y la iniciativa y la relación entre la coerción y la persuasión se abordaronen "Valorar el disentimiento... ¿por qué?"en el OR No. 1184.
**Karl Kautsky fue el líder del partido socialista alemán, el partido socialista más grandedel mundo cuando estalló la I Guerra Mundial. Pero dicho partido se infectó de tendencias reformistas ycayó en el oportunismo descarado al apoyar "la patria" (su propia burguesía imperialista) enla guerra.
***Esto se abordó en "El marxismo `solo puede abarcar pero no reemplazar'" en el ORNo. 1180.