Masivas protestas anti-gubernamentales han sacudido a la nación sudamericana de Colombia desde el 28 de abril, cuando el presidente colombiano Iván Duque propuso un aumento de impuestos. La gente estaba furiosa por una medida que habría infligido un mayor castigo a una población que ya sufre una pobreza profunda y generalizada, un alto desempleo, enormes disparidades de riqueza e ingresos, y una tercera ola devastadora del coronavirus en un país que ya tenía una de las tasas de infección y muerte más altas del mundo.
Una nación adolorida
El 2 de mayo Duque dio marcha atrás con la propuesta de aumentar los impuestos, pero para entonces las protestas habían crecido en intensidad y se habían extendido por toda Colombia, el segundo país más poblado de Sudamérica después de Brasil. Una maestra de escuela que participaba en una protesta en Bogotá, la capital de Colombia, dijo que las protestas no se trataban sólo del aumento de los impuestos: “Se trata de la corrupción, la desigualdad y la pobreza. Y todos los jóvenes estamos hartos de ello”. Para el 5 de mayo, el New York Times ya informaba que las “marchas y enfrentamientos … convirtieron algunas zonas de ciudades colombianas en campos de batalla”1.
Médicos, estudiantes, sindicalistas, profesores, personas de diversas organizaciones políticas y gente que nunca había salido a la calle han formado parte del levantamiento. Los transportistas han bloqueado las principales carreteras. El New York Times informó que el 4 de mayo “los manifestantes de la capital quemaron autobuses e incendiaron más de una docena de comisarías de policía, cantando el himno nacional, gritando “¡Asesinos!” y haciendo correr por su vida a los policías”.
Cada día y cada noche, decenas de miles de personas han luchado contra la brutal policía en las plazas y calles de Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades colombianas2. Según el New York Times, al 5 de mayo, los enfrentamientos habían dejado “al menos 24 personas fallecidas, la mayoría de ellas participaba en las manifestaciones, y al menos 87 desaparecidos”. Las fuerzas gubernamentales han herido a cientos de personas y han detenido a cientos de personas3.
El gobierno ha desplegado miles de policías y soldados entrenados para la guerra de contrainsurgencia para reprimir a las protestas. El Ministerio de Defensa colombiano dijo que se han movilizado a 47.500 de sus efectivos en todo el país, según la agencia noticiera France24. El primer despliegue militar fue en Cali: 700 soldados fuertemente armados desplegados, según el ministro de Defensa, para hacerle frente a las “organizaciones criminales”. Enviaron tropas a Bogotá y Medellín por decreto presidencial4.
La policía y el ejército han disparado, gaseado y golpeado sin piedad a los manifestantes desarmados, mientras los helicópteros sobrevuelan y los tanques retumban en los barrios urbanos. Un vídeo ampliamente difundido muestra a un adolescente baleado por un policía y desangrándose en la calle5. Helena Osorio, una enfermera de 24 años, le dijo a una periodista en una manifestación en Bogotá: “Me siento adolorida por Colombia. Adolorida por mi país. Lo único que podemos hacer para que nos escuchen es protestar. Y por eso nos están matando”.
Esta es la cuarta vez en los últimos años que los levantamientos generalizados se han extendido a través de Colombia difundiendo con repercusiones políticas por toda Sudamérica6. En noviembre de 2019, las protestas que comenzaron como un paro nacional continuaron durante semanas contra la policía brutal y asesina, contra la violencia infligida a los pueblos indígenas de Colombia y por una sociedad más equitativa.
En septiembre de 2020, estalló una ola de protestas cuando un vídeo del asesinato policial de Javier Ordóñez, de 46 años, se hizo viral y enardeció a la gente. Los policías se arrodillaron en su espalda y le dispararon repetidamente con una pistola Taser mientras él pedía “basta por favor, basta, no más, por favor” y “me estoy asfixiando”. Las protestas masivas volvieron a estallar en noviembre de 2020, el primer aniversario del asesinato policial de Dilan Cruz, un manifestante de 18 años que la policía había asesinado disparándole en la cabeza. Un tema importante de las protestas de noviembre de 2020 fue denunciar la violencia contra las mujeres y contaron con una “presencia feminista sustancial”, como indicó un informe del Instituto para el Estudio de las Américas7.
La sanguinaria mano del imperialismo yanqui
El Atlantic Council, un importante “centro de investigación” imperialista, dijo que Estados Unidos tiene muchos “aliados fuertes” en Sudamérica, “con Colombia a la cabeza”8. Durante décadas, Estados Unidos ha destinado enormes cantidades de fondos y entrenamiento al desarrollo del ejército y la policía de Colombia. El “Plan Colombia” (desde entonces actualizado con la nueva “marca” de “Paz Colombia”), fue finalizado durante la presidencia de Bill Clinton. Su objetivo fue desarrollar el “libre mercado” (es decir, los acuerdos comerciales impuestos por Estados Unidos que han acelerado el empobrecimiento de millones de colombianos) y el apoyo al ejército y la policía colombianos.
Estados Unidos ha canalizado cientos de millones de dólares anuales a los militares colombianos, en nombre de la “guerra contra las drogas”9 . Joe Biden, un senador cuando se finalizó el Plan Colombia, se jactó durante su campaña presidencial en 2020 de ser “el tipo que armó el Plan Colombia”10. Las fuerzas entrenadas por Estados Unidos durante los años del Plan Colombia asesinaron a miles de personas. El Washington Post informó: “Casi 7 millones de colombianos fueron expulsados de sus hogares, el mayor número del mundo de los que las Naciones Unidas consideran ‘desplazados internos’. Y los colombianos seguirán siendo mutilados mucho después de que la guerra termine por las minas terrestres, que han matado o herido a más de 11.000 personas desde 1990. Este es el segundo número más grande de minas terrestres del mundo después de Afganistán”11.
El Plan Colombia también dio inicio al “ESMAD” (Escuadrón Móvil Antidisturbios), una formación de élite de la policía “antidisturbios” cuyo entrenamiento está financiado en gran parte por Estados Unidos12. De forma rutinaria el ESMAD inflige y aumenta la violencia contra manifestantes y comunidades enteras de indígenas y negros colombianos. Tras el asesinato de Javier Ordóñez, la Alianza por la Justicia Global informó que “el ESMAD salió a la calle y mató a otras 13 personas”13.
Ondas expansivas
Las valientes batallas libradas por millones de colombianos están repercutiendo por toda América Latina. Como una portavoz de la ONG Washington Office on Latin America (Oficina de Washington acerca de América Latina) le dijo a una periodista: “La militarización de las ciudades, la represión y la violencia contra las protestas legítimas... aumentarán la posibilidad de nuevas rebeliones. En cuanto a la región, como en 2019, vimos que Chile inspiró a Colombia, Brasil y otros países, así que sí, [la protesta en Colombia] podría reactivar el activismo en toda América”14. Estados Unidos está desesperado por evitar que esto ocurra.
Las protestas de las masas de personas en Colombia son justas, y cualquiera que anhele un mundo sin la miseria, brutalidad y empobrecimiento causados por el imperialismo debería apoyarlas. Especialmente en Estados Unidos, la gente tiene que apoyar la lucha y oponerse a cualquier respaldo yanqui para los gobernantes reaccionarios de Colombia.
1. La policía de Colombia responde a las protestas con balas y hay más muertos, New York Times, 5 de mayo de 2021 [volver]
2. Chaos in Colombia as Police Appear to Beat Protesters in Videos, Newsweek, 6 de mayo de 2021. [volver]
3. ‘Fue horrible’: 19 personas mueren en las manifestaciones de Colombia, New York Times, 4 de mayo de 2021 [volver]
4. Fears of Militarization as Colombian Soldiers Confront Protesters, France 24, 5 de mayo de 2021. [volver]
5. Reconstrucción de los hechos del joven asesinado en Cali. Comunidad Cuestión Pública, 1º de mayo de 2021. [volver]
6. Colombia: Protests, Post-Conflict, and a Pandemic, Luis Daniel Gonzalez, Institute for the Study of the Americas, 5 de enero de 2021. [volver]
7. Colombia: Protests, Post-Conflict, and a Pandemic, Luis Daniel Gonzalez, Institute for the Study of the Americas, 5 de enero de 2021. [volver]
8. The Untapped Potential of the U.S.-Colombia Relationship, The Atlantic Council, 26 de septiembre 2019. [volver]
9. U.S. Funds Training of Central American Security Forces, Documents Show, Fox News, 2 de noviembre 2017. [volver]
10. We Need to Reverse the Damage Trump has Done in Latin America. Biden’s Plan Won’t Cut it, The Intercept, 18 de abril de 2021. [volver]
11. The Staggering Toll of Colombia’s War With FARC, Explained in Numbers, Washington Post, 24 de agosto de 2016. [volver]
12. Colombia’s ESMAD and the History of U.S. Policing, Alliance for Global Justice, 10 de noviembre de 2020. [volver]
13. Ibid. [volver]
14. Protests Have Spread Across Colombia. Here’s Why, Washington Post, 7 de mayo de 2021. [volver]