Leer “Recuerdos de un lector” sobre Lee Evans (“Lee Evans — Grande de las pistas y humanitario”)* no solamente profundizó mi propio dolor cuando supe de la muerte de Lee Evans, sino que me transportó a los tiempos cuando Lee Evans era parte de un levantamiento radical muy amplio que recorrió el mundo a fines de los años sesenta y principios de setenta.
Como señala los citados “Recuerdos”, Lee Evans era un atleta de las pistas de calibre mundial. Durante varios años, tenía el récord mundial en la carrera masculina de 400 metros. Era el campeón de la carrera masculina de 400 metros en las famosas Olimpiadas de 1968 en México, donde también participó en una protesta, particularmente entre atletas afroamericanos, contra la opresión del pueblo negro.
Me acuerdo de una conversación que tuve con Lee Evans poquito antes de esas Olimpiadas, cuando por casualidad los dos estábamos en el apartamento de un conocido mutuo en San José, California, donde Lee Evans estaba en entrenamiento en ese entonces. Sabiendo que había discusión y debate entre atletas negros sobre boicotear las Olimpiadas —y reconociendo qué tan poderoso golpe que esto lo sería contra este sistema que venía oprimiendo y asesinando a la gente negra en Estados Unidos, a la gente en Vietnam y a otra gente por todo el mundo— tras algo de intercambio informal, le pregunté a Lee sin pelos en la lengua: “¿Ustedes van a boicotear las Olimpiadas?”. Él contestó: “Lo estamos pensando”. “¡Más les vale!”, le solté de improviso. Lee repitió que lo estaban considerando seriamente, y volvimos a la conversación más informal.
Resultó que no se dio un boicot generalizado de las Olimpiadas, aunque sí las boicotearon Lew Alcindor —ahora Kareem Abdul Jabbar— y (según recuerdo) Mike Warren (que también jugaba baloncesto en la UCLA). Y Tommie Smith y John Carlos hicieron su famosa acción poderosa, de alzar el puño enguantado desde la tarima de los ganadores. Lee Evans también protestó, alzando el puño desde el podio tras su triunfo en la carrera de 400 metros, con la boina negra puesta — una parte del uniforme del Partido Pantera Negra revolucionario y un símbolo ampliamente usado de la liberación negra. Esas protestas —realizadas ante amenazas serias y represalias severas posteriores por parte de las autoridades del deporte y más generalmente— hicieron una contribución importante al levantamiento radical de ese tiempo.
Por poderosos que eran esos movimientos radicales —en los que participaron sectores grandes y diversos de la población, en particular la juventud, motivados por sentimientos revolucionarios—, sin embargo, no se dio una revolución en Estados Unidos en ese tiempo. Pero algunos de los que nos activamos por medio del gran levantamiento radical de aquel tiempo hemos perseverado en el camino de la revolución y nos hemos dedicado a forjar el camino hacia adelante en ese sentido. Se ha aprendido muchísimo en el tiempo que ha transcurrido desde ese entonces —incluido de la experiencia, positiva así como negativa, de luchas revolucionarias por todo el mundo y de la experiencia histórica del movimiento comunista— y, de importancia crucial, por medio del trabajo que he seguido haciendo, se ha hecho avances adicionales del método y enfoque científico de la revolución: el nuevo comunismo. Ahora, en un momento en que las contradicciones de este sistema se están expresando de maneras agudas y cada vez más extremas, y este es uno de los momentos y circunstancias pocos comunes cuando una revolución realmente es posible en un país como Estados Unidos: para nosotros que formábamos parte de los movimientos radicales y sentimientos revolucionarios de aquellos tiempos, y todos los que se inspiraron por esos movimientos y sentimientos —y para todas las personas, jóvenes y mayores, que anhelan el tipo de cambio radical emancipador por el cual tantos se esforzaban en aquellos tiempos—, nos toca actuar, juntos, para realizar la revolución que se necesita urgentemente, y que es posible, para poder abrir la brecha hacia la verdadera liberación del pueblo negro y de todas las personas oprimidas de la Tierra, con objeto de emancipar a toda la humanidad de todas las relaciones de opresión, explotación, degradación, y la destrucción de la gente y del medio ambiente.
* El artículo “Lee Evans — Grande de las pistas y humanitario, Recuerdos de un lector” está disponible en revcom.us. [volver]