Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN:
Hoy, por todo Estados Unidos hay más que 1500 monumentos, estatuas, edificios, carreteras, escuelas, parques y bases militares que honran a líderes, generales y soldados de la Confederación que libraron la guerra de Secesión (1861-65) en defensa de la esclavitud.
La mayoría de los monumentos a la Confederación se construyó entre 1890 y 1920, una vez que terminó el período de la Reconstrucción. Constuyeron cientos de monumentos y estatuas, 189 de ellos en o cerca de palacios de justicia, y casi todos en el Sur. Otro repunte de construcción ocurrió de mediados de los 1950 a fines de los 1960, cuando se dedicaron o volvieron a dedicarse 45 monumentos en todo Estados Unidos.
El Sur llegó a estar salpicado de conmemorativos a la Confederación, especialmente de líderes militares en pleno uniforme militar, con frecuencia montados a caballo. Los favoritos eran los principales generales de la Confederación —Robert E. Lee, “Stonewall” Jackson y Nathan Bedford Forrest— así como el vice presidente de la Confederación, Alexander H. Stephens.
¿Qué representaban esos hombres? Cuando el Sur se secesionó, Alexander Stephens declaró: “Se han establecido los cimientos de nuestro nuevo gobierno, su piedra angular estriba, en la gran verdad de que el negro no es igual al hombre blanco, que la esclavitud —la subordinación a la raza superior— es la condición natural y normal”.
Nathan Bedford Forrest fue un esclavista y el primer líder principal (“grand wizard” [gran mago] en la lengua klanista) del Ku Klux Klan. Dirigió a sus soldados a masacrar a cientos de soldados negros de la Unión que se habían rendido — tanto en las batallas de Fort Pillow como de Brice’s Cross Roads.
Robert E. Lee escribió: “A los negros les va muchísimo mejor aquí que en África, moral, social y físicamente. La dolorosa disciplina que experimentan es necesaria para su formación como una raza”. “Stonewall” [Muro de piedra] Jackson creía, según un erudito de la Universidad Tecnológica de Virginia, que “el Creador había autorizado la esclavitud, y el hombre no tenía derecho moral a cuestionar la existencia [de la esclavitud]…”.
Jefferson Davis: “Lo reconocemos al negro tal como Dios y el Libro de Dios y las Leyes de Dios, en la naturaleza, nos dicen que lo reconozcamos. Inferior a nosotros, hecho expresamente para la servidumbre”.
Muchos de los monumentos llevan inscripciones embellecidas que conmemoran a los soldados confederados y su causa. En uno en Anderson, Carolina del Norte, está inscrito: “[L]os soldados que se vistieron de gris, y que murieron con Lee, estaban en lo correcto”. Otra inscripción dice que el monumento fue “erigido en memoria de los soldados confederados, y la causa sagrada por la que contendieron…”.
A una ceremonia dedicatoria celebrada en 1901 en el condado de Monroe en el estado de Virginia Occidental, asistieron 10.000 personas, entre ellas funcionarios y empresarios reconocidos. Muchos estaban vestidos de “el gris de la Confederación… [y la] plataforma de los ponentes estaba adornada de banderas de la Confederación”. Los ponentes alabaron a Robert E. Lee como “el hombre más grande de todas las épocas”.
Erigieron los monumentos y estatuas confederados en parques, cementerios, escuelas, carreteras, bases militares, y en terrenos y edificios del gobierno. Hoy existen más de 700 de estos (unos calculan más de 1.000) en 31 estados y el Distrito de Columbia. La mayoría están en el Sur, especialmente en Virginia (96), Georgia (90) y Carolina del Norte (90). Pero también hay monumentos en todo el país, de Arizona y California a Nueva York, del estado de Washington a Washington, D.C., estando en el Edificio Capitolio Federal de Estados Unidos 13 estatuas de confederados.
Además de monumentos, hay 10 bases militares importantes que llevan el nombre de líderes militares de la Confederación; 9 días feriados oficiales en honor a la Confederación en 6 estados; y por lo menos 109 escuelas públicas que llevan el nombre de destacados personajes de la Confederación. También hay carreteras y vías, calles y parques que llevan el nombre de confederados.
El segundo y menor repunte de construcción de monumentos se llevó a cabo en los años 1950 y 1960, durante las luchas por los derechos civiles y la liberación negra. Uno fue un gigantesco monumento (de una altura de 130 metros) en la Montaña Stone en el Parque Estatal de Georgia. Consiste de tres enormes esculturas de Robert E. Lee, Stonewall Jackson y Jefferson Davis a caballo, gravadas en granita en la ladera de una montaña dentro de 30 kilómetros de Atlanta. Recibe cuatro millones de turistas al año. Fue concebido en 1912 y terminado en 1972. Desde 1915, la Montaña Stone ha sido un punto de concentración para el Ku Klux Klan donde queman cruzes y celebran actos de reclutamiento.
LOS CRIMINALES:
En 1894, un grupo de mujeres sureñas formaron el grupo Las Hijas Unidas de la Confederación (UDC, por las siglas en inglés). Por más de un siglo, jugó un papel central en eregir, celebrar y defender los monumentos de la Confederación. La UDC también se encargó de promover la venenosa mitología de “La causa perdida de la Confederación” que idealiza la esclavitud y justifica la Confederación y la supremacía blanca a través de un abanico de medios culturales y educacionales como libros y películas.
Después de que se puso fin a la Reconstrucción en 1877, las clases dominantes del Sur y del entonces más dominante Norte todas apoyaron la construcción de esos monumentos como una manera de unificar el Estados Unidos sobre los cimientos de la conservación de la supremacía blanca y la opresión del pueblo negro después de la abolición de la esclavitud.
Por ejemplo, en 1912 el presidente de Estados Unidos William Howard Taft, en una presentación ante la convención de Las Hijas Unidas de la Confederación, defendió el honor de la causa de la Confederación: “Ningún hijo del Sur y ningún hijo del Norte, con una chispa de orgullo de raza, puede dejar de regocijar ante la herencia común de valentía y sacrificio glorioso que tenemos en la historia de la guerra de Secesión en ambos lados de la guerra de Secesión”.
El presidente Wilson fue miembro de los Hijos de Veteranos de la Confederación, cuyo logo o emblema es la bandera de la Confederación. En 1914, Wilson encabezó la ceremonia dedicatoria para el Memorial a la Confederación en el Cementerio Nacional de Arlington.
Hasta la fecha, poderosas fuerzas en la clase dominante, ahora concentradas en el régimen fascista de Trump y Pence, defienden a esos monumentos y todo lo que representan. El 22 de agosto de 2017, después del ataque de los supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, Trump declaró: “Y por cierto, sí… están tratando de arrebatarnos nuestra historia y nuestra herencia. Eso se ve”. El vicepresidente Pence dijo: “No puedo más que pensar que en vez de derribar los monumentos, como unos quieren hacer, en vez de derribar los monumentos que han embellecido nuestras ciudades por años, deberíamos más bien construir más monumentos”.
LA COARTADA:
Durante la primera oleada de construcción de monumentos a la Confederación, sus partidarios no vieron ninguna necesidad de ocultar el verdadero propósito. En 1913, un orador en la ceremonia dedicatoria a soldados de la Confederación en la Universidad de Carolina del Norte dijo que fue “su valentía y firmeza [que] rescató la vida misma de la raza anglosajona en el Sur”.
Hoy en día, la UDC y otros defensores de los monumentos a la Confederación mantienen que los monumentos recuerdan la historia de Estados Unidos y que sacarlos sería como “borrar” esa historia, y que esos hitos de hormigón existen por razones “de herencia, no de odio”. Dicen que la guerra de Secesión se libró por “los derechos de los estados” y no por la esclavitud. En su portal, la UDC dice que su misión es “honrar la memoria de sus antepasados confederados; proteger, conservar y marcar los lugares hechos históricos por la valentía de la Confederación; archivar y conservar los materiales para una historia acertada de la Guerra entre los Estados; aportar información sobre la participación de las mujeres del Sur por su duradera parsimonia ante la penuria y su devoción patriótica durante y después de la Guerra entre los Estados…”.
EL VERDADERO MOTIVO:
En realidad, se construyeron esos monumentos para defender la esclavitud y la supremacía blanca como parte de imponer el sistema de segregación Jim Crow, una nueva forma de brutal supremacía blanca y opresión del pueblo negro.
Una vez más el pueblo negro quedó encadenado a la tierra —con frecuencia en las mismas plantaciones— bajo el sistema aparcero y con relaciones poco mejores que la esclavitud.
Se aprobaron leyes que legalizaron la segregación y le robaron al pueblo negro sus derechos básicos. Entre 1890 y 1908, los estados del Sur adoptaron nuevas constituciones y aprobaron leyes para privarles a los negros el derecho a votar. La Corte Suprema legalizó la discriminación y la segregación raciales. Para 1914, toda ciudad del Sur y muchas del Norte habían adoptado leyes de Jim Crow que discriminaban contra los negros. Impusieron las costumbres y reglas de “solo para blancos” en los hoteles, hospitales, baños, restaurantes, fuentes de agua, cementerios, escuelas, sitios de trabajo, y en los buses y trenes. Los estados del Sur aprobaron leyes para impedirles a los negros votar por medio de impuestos para votar, exámenes de alfabetización, y otras medidas. Más de una docena de estados prohibieron el sexo y el matrimonio interraciales.
Un sitio web de recursos para maestros describe el brutal impacto del sistema Jim Crow para millones de negros, década tras década: “Esa frase declarativa —Solo para Blancos— no puede captar suficientemente los límites implícitos ni los códigos sociales y costumbres en vigor durante la era de Jim Crow, ni tampoco puede dar a entender exactamente lo traicionero que era este mundo para los negros del Sur. Un sencillo gesto, un ademán, una expresión, o una pregunta podrían verse como una violacióñ de los límites del Jim Crow. Los hombres y mujeres negros que manifestaban demasiadas aspiraciones, confianza o éxito se volvían objetos de hostigamiento, agresión, incendios, y asesinato”.
El linchamiento de Rubin Stacey en la Florida, 1935. Foto: AP
Al KKK y los justicieros blancos les respaldaban y daban rienda suelta para imponer todo eso y sembrar terror entre los negros. Según la Equal Justice Iniciative [Iniciativa para la Justicia Equitativa], entre 1877 y 1950 lincharon a 4.084 personas negras.
No todos los estados fuera del Sur impusieron de manera abierta el sistema de segregación Jim Crow, pero los gobernantes de Estados Unidos sí impusieron la supremacía blanca, la segregación, el Jim Crow, y la super explotación y brutal opresión del pueblo negro por otros medios. La construcción y mantenamiento de los monumentos a la Confederación por más de 150 años ha sido una de las maneras que se consolidó la unidad de la clase dominante burguesa, del Norte y del Sur, siendo la supremacía blanca un elemento clave de la cohesión social, política e ideológica y de la estabilidad del capitalismo-imperialismo estadounidense.
Construyeron los monumentos a la Confederación para legitimar la supremacía blanca y el terror de la chusma de linchamiento. En 1930, la publicación oficial de la UDC, The Southern Magazine [La Revista Sureña], deletreó la razón por honrar a la Confederación:
“La siguiente tarea era la de construir un nuevo orden económico, uno sin la esclavitud, pero uno que reconociera la ignorancia, la falta de habilidades, las costumbres vagabundas, y la sensualidad animal del negro [sic]… estas pobres criaturas ignorantes y bárbaras, libres de la retención íntegra de la influencia sureña, fueron convertidos en las herramientas de los vándalos extranjeros blancos del Norte, y se volvieron no solo ociosos, malévolos, ladrones e irrespetuosos, sino también son una amenaza monstruosa para la mujer blanca”.
Como lo ha resumido revcom.us: “Construyeron estas estatuas para clavarles un terror escalofriante en el corazón y los huesos a los que vivieron bajo ese dominio, o los que lo odiaron por simples razones humanas”.
Fuentes:
La opresión del pueblo negro y la lucha revolucionaria para acabar con toda la opresión, Bob Avakian, 25 de abril de 2016, revcom.us
La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos, número especial de Revolución/revcom.us, 5 de octubre de 2008
Take the Statues Down [Bajen las esatuas], de Yoni Applebaum, The Atlantic, 13 de agosto de 2017
Lies Across America: What our Historic Sites Get Wrong [Mentiras a través de Estados Unidos: Lo que equivocan nuestros sitios históricos] de James W. Loewen, The New Press, 1999.
Jim Crow Summary and Analysis [Balance y análisis de Jim Crow), www.shmoop.com
List of monuments and memorials of the Confederate States of America; Lost Cause of the Confederacy, The Battle of Fort Pillow [Lista de monumentos y conmemorativos a los Estados Confederados de América; La causa perdida de la Confederación, la Batalla de Fort Pillow], www.wikipedia.com
I’ve Studied the history of Confederate Memorials. Here’s what to do about them [He estudiado la historia de los conmemorativos a la Confederación. Esto es lo que debemos hacer con ellos], Fitzhugh Brundage, 18 de agosto de 2017, www.vox.com/the-big-idea
Equal Justice Initiative [Iniciativa para la Justicia Equitativa], EJI.org