Berkeley ha salido en la mira de los fascistas. En particular, Ben Shapiro, un defensor intelectual del fascismo, y Milo Yiannopoulos, un provocador francamente fascista, están programados para conferencias en el campus este mes.
En respuesta a la indignación y la controversia, la rectora de la Universidad de California-Berkeley (UCB), Carol Christ, emitió una carta abierta* que exalta el principio de la “libertad de expresión” como un argumento para ofrecer una plataforma “protegida” a estos fascistas. Esta carta está llena del razonamiento que paraliza y confunde a demasiadas personas que deben resistirse y por esta razón, reimprimimos la carta de Christ y refutamos sus argumentos.
Lo que los “sucesos” en Charlottesville hacen, y no hacen, más urgente
» Christ comienza: “Los sucesos en Charlottesville, con su racismo, intolerancia, violencia y caos, hacen que el tema de la libertad de expresión tenga aún más tensión”.
No. Los “sucesos” en Charlottesville, incluido el asesinato a sangre fría de Heather Heyer por un golpeador fascista, ponen de manifiesto tanto que la supremacía blanca sigue siendo la fuerza impulsora que ha estado en la vida política y social de Estados Unidos, como que se ha fortalecido enormemente y se ha vuelto más peligrosa debido a la ascensión al poder de Trump y Pence. Los golpeadores fascistas corean “sangre y tierra”, agitan banderas de la Confederación y portan armas automáticas y cuentan con el púlpito ahuyentador presidencial de un régimen fascista. Todo esto hace aún más urgente la necesidad de luchar contra el fascismo, y su consolidación.
Lo que está a debate es el fascismo, y no la “libertad de expresión”. Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org) ha llamado a sostener masivas protestas y acciones a partir del 4 de noviembre, con el fin de expulsar del poder a este régimen.
Una perversión amargamente irónica de la “libertad de palabra” y una amenaza abierta en su contra
» Christ continúa: “La ley dispone muy claramente” e invoca la I Enmienda para justificar el otorgamiento de una plataforma a los fascistas, y luego advierte: “La universidad tiene la responsabilidad de brindar seguridad y protección a su comunidad y a sus invitados, y dedicaremos los recursos necesarios para lograr ese objetivo”.
Claro, la ley SÍ dispone muy nítidamente: el gobierno no puede suprimir la expresión, pero en ninguna parte dice que las universidades deben pagar a los fascistas miles de dólares y brindarles muchísima seguridad para que puedan movilizar a sus chusmas de linchamiento. Christ está tergiversando la ley. Para colmo, bajo el pretexto de la defensa de la libertad de expresión, la universidad oficialmente ha “bloqueado” el campus a fin de impedir protestas contra estos fascistas. Ha cerrado salones, ha reprogramado clases, pide documentos de identificación. Una fuerza policial “aumentada y altamente visible” controlará este “perímetro” y ya ha solicitado permiso para usar aerosol de pimienta contra los manifestantes. ¡Plataforma para los fascistas, y no para los manifestantes!
Luego, Christ dice: “Si ustedes deciden protestar, háganlo pacíficamente. Ese es su derecho, y lo defenderemos con vigor. No toleraremos la violencia, y responsabilizaremos a cualquiera que participe en ella”. Como sabemos, cuando se trata de definir la violencia, las autoridades tienen una norma muy “flexible” en función de quién está haciendo la protesta. Así que traduzcamos esa última frase del lenguaje de la burocracia: “estos fascistas sí hablarán, y si ustedes los interrumpen, usaremos el poder del estado para arrestarlos”.
¡No! ¡Los estudiantes y otros tienen el derecho de protestar, y sí, el derecho de acallar esto! Los estudiantes tienen el derecho de convertir a todo el campus en una zona sin fascistas, y no simplemente formar “espacios seguros” en los márgenes mientras que los fascistas ocupan plazas públicas y salas de conferencias.
EL USO DE J.S. MILL POR CHRIST: UNA RACIONALIZACIÓN PARA HORRORES
» Christ centra su argumento en lo que promueve el filósofo John Stuart Mill: la contienda entre ideas, la “expresión pública de muchos puntos de vista muy divergentes”. Ella dice que dos puntos son fundamentales:
- “la verdad tiene tanto poder que siempre prevalecerá; cualquier limitación sobre un argumento, por lo tanto, renuncia a la oportunidad de intercambiar el error por la verdad”.
- “un escepticismo extremo acerca del derecho de cualquier autoridad de determinar cuáles opiniones son perjudiciales o aborrecibles. Una vez que se embarque en el camino de la censura, se vulnera el discurso propio”.
Examinemos estas afirmaciones, en comparación con la realidad y la historia.
¿Cuánto tiempo se ha tardado antes de que “la verdad siempre prevalecerá” según la cual los negros no son una raza inferior ni tres quintas partes de un ser humano ni se merecen la esclavización? La mentira de la superioridad blanca justificó el monstruoso crimen de la esclavitud, y esta misma ideología continúa hoy en esta sociedad todavía muy supremacista blanca, ahora turbocargada con un régimen fascista en el poder. Lejos de haber “prevalecido” en la práctica, esta verdad está ahora bajo un violento asalto, justificado por personas como Shapiro y Yiannopoulos.
¿Cuánto tiempo se ha tardado antes de que “la verdad siempre prevalecerá” según la cual las mujeres no son “el segundo sexo” subordinadas a los hombres y destinadas a servirles, únicamente como objetos de placer o servidumbre? Ahí están Trump, el Abusador en Jefe, y Mike Pence, con su moralidad del cuento de la criada y la ascensión de teócratas como Gorsuch a la Corte Suprema. Breitbart, para el que trabajaron tanto Shapiro como Yiannopoulos, orquestó campañas virtuales de tanta violencia contra las mujeres que alzaron la voz, que algunas de ellas tuvieron que contratar seguridad. Lejos de haber prevalecido esta verdad, la Universidad de California-Berkeley está financiando y protegiendo a dos personas que propagan fervientemente la mentira.
¿Cuánto tiempo se ha tardado antes de que “la verdad siempre prevalecerá” según la cual Estados Unidos no es una fuerza para el bien en el mundo, sino que comete crímenes horrendos: el genocidio contra los indígenas; la esclavitud; ocupaciones brutales de Las Filipinas; bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki; masacres de millones de personas en Vietnam e Irak; la instigación de golpes de estado en Irán, Chile, Indonesia, Guatemala, Haití; la práctica de la tortura; la organización de los escuadrones de la muerte y los dictadores de derecha en toda América Latina; y la lista continúa? Aunque esta verdad es innegable a los ojos de cualquier examinador desapasionado de los hechos, sigue siendo no sólo impugnada sino empujada a los márgenes.
Sobre todo esto, recomendamos el reciente discurso de Bob Avakian, El problema, la solución y los retos ante nosotros (en inglés), en que él analiza profundamente cómo, en países como Estados Unidos, se ha mentido sistemáticamente y se ha adoctrinado a la gente con mentiras profundas y absolutas y una concepción del mundo errónea, sobre la historia de Estados Unidos, desde su fundación hasta el presente.
El poder detrás de las mentiras
Se cometen crímenes monstruosos en nombre de estas mentiras, las mismas mentiras para las cuales estos fascistas están recibiendo una plataforma para propagarlas en las universidades. Estas ideas cuentan con el respaldo de poderosas fuerzas reaccionarias, financiamiento de centros de investigación y difusión en sus órganos de propaganda. Como escribimos en nuestra carta abierta [en inglés] a la comunidad de Berkeley, Shapiro se burló de Trayvon Martin con motivo de lo que habría sido su cumpleaños número 21, dijo que la pobreza entre los negros es un resultado de la cultura negra, que a los árabes “les gusta bombardear cosas y vivir en aguas residuales al aire libre”, ser transgénero es una “enfermedad mental” y el aborto es similar al Holocausto. La vil supremacía blanca y odio de Milo contra los musulmanes y los inmigrantes está bien documentada. Aunque no marcharan con las llamas de las antorchas y coros de “los judíos no nos reemplazarán”, como hicieron los nazis en Charlottesville, que no se equivoquen, estos son los golpeadores y gestores del fascismo.
Hay una línea directa entre estas falsedades y las políticas para imponerlas, ahora que el aparato estatal está en manos fascistas: de las políticas de Sessions sobre la imposición de penas obligatorias para encerrar a los jóvenes negros y latinos, o la comisión de “fraude electoral” de Pence diseñada para robarles el derecho al voto a los negros, a las políticas de los fascistas cristianos para eliminar los derechos al aborto y al matrimonio gay, a las amenazas literalmente genocidas de este régimen para una aniquilación total a Corea del Norte e Irán, a su deportación de inmigrantes y a la prohibición a los musulmanes. No se trata simplemente de la “libre expresión de ideas” desconectada de consecuencias sociales perjudiciales. Se trata de la difusión fuertemente financiada, altamente propagada y fuertemente protegida de las ideas fascistas al servicio de un régimen fascista, en el que aquellos que se atreven a oponerse a esas ideas se ven amenazados por la afilada espada del estado.
Christ se hunde en el relativismo y cambia la verdad por el error
Además: la afirmación de Christ de que “cualquier limitación sobre un argumento, por lo tanto, renuncia a la oportunidad de intercambiar el error por la verdad”, lisa y llanamente no se aplica en el caso de argumentos incontrovertiblemente falsos, zanjados y, por lo tanto, perjudiciales como para seguir propagándolos.
¿De qué manera la “limitación sobre el argumento” a favor del creacionismo “renuncia a la oportunidad de intercambiar el error por la verdad” de la evolución? ¿De qué manera la “limitación sobre el argumento” a favor de la inferioridad de los negros, los árabes o los latinos, o a favor de privarles de derechos a las mujeres o a la gente LGBTQ, “renuncia a la oportunidad de intercambiar el error por la verdad”? Éstos son argumentos patentemente falsos, sin ninguna contribución a la búsqueda de la verdad, a “intercambiar el error por la verdad”.
En la carta de Christ, su “escepticismo extremo acerca del derecho de cualquier autoridad de determinar cuáles opiniones son perjudiciales o aborrecibles” y su temor hacia la “censura”, su relativismo abierto en este caso, ¡son meramente un artilugio para evitar el ejercicio del valor moral de denunciar al fascismo por lo que es: perjudicial y aborrecible! Ella pone el pretexto de que sería objeto de una demanda si no les brindaría a los fascistas una plataforma pagada y protegida. Un memo a Christ: ¡qué importa, carajos, si usted es objeto de una demanda, la gente se está muriendo debido a estas ideas en estos momentos, y de manera exponencial más personas se morirán, a medida que avance el fascismo con este régimen y sus golpeadores intelectuales y callejeros! Y es por eso que Donald Trump Jr. envió un tuit acerca de la visita de Shapiro a Berkeley.
Lo absurdo de la afirmación de Christ se manifiesta claramente contra las opiniones reales en cuestión; por ejemplo, la inferioridad de los árabes, los latinos, los negros, los inmigrantes, las mujeres, las personas LGBTQ, la franca supremacía blanca y la misoginia. ¿Ella hubiera expresado este mismo “escepticismo extremo” cuando bajo el nazismo, estuvieran transportando a los judíos a las cámaras de gas? En realidad, eso es lo que precisamente hicieron tantas personas en su posición en la Alemania nazi, hasta que ya era muy tarde.
La pregunta sencilla para la rectora Christ: ¿La libertad de expresión de los nazis TRIUMPFA sobre el Holocausto de seis millones de judíos y otros?
Cómo Christ no ve lo que es correcto en Mill y luego convierte su error en un absoluto
» Al examinar las afirmaciones de Christ, debemos reconocer que es crucial el argumento general de Mill sobre los defensores apasionados participantes en la contienda entre ideas. De hecho, Bob Avakian ha enfatizado la importancia del punto de Mill en la búsqueda de la verdad, como componente crítico del comunismo nuevo que ha forjado. Sin embargo, el principio de Mill no es “un absoluto”, triumpfando en todas las circunstancias, y de hecho, en lo más fundamental en este caso, su argumento general sobre la contienda entre ideas no subyace a las citadas afirmaciones y racionalizaciones específicas de Christ.
Como se dice en “La controversia de Middlebury: Puntos de orientación” (los estudiantes del Middlebury College impidieron de manera valiente y justa que el supremacista blanco Charles Murray diera una conferencia en el campus), el principio de Mill es críticamente importante para la difusión y evaluación crítica de las ideas poco conocidas y/o impopulares en general, y especialmente en el caso de las ideas que las dominantes fuerzas y relaciones de la sociedad (incluido el aparato estatal gobernante) no favorecen y a las que trabajan enérgicamente para desacreditar, contener o suprimir activamente. En esta sociedad, especialmente con este régimen fascista en el poder, “en realidad, ¿necesitan más plataformas los negadores del cambio climático, los negadores del Holocausto, los nazis y los klanistas, los antiabortistas, los supremacistas blancos, los creacionistas y otros de esa índole… y necesitan más invitaciones cordiales para poder regar sus puntos de vista en las universidades?”
Los intereses de la clase dominante y el poder de clase en esta sociedad capitalista-imperialista, y las ideas dominantes, entre ellas la supremacía blanca, la misoginia y la fea xenofobia, que han estado “entretejidas” en los nervios, músculos y tendones de ese poder en Estados Unidos limitan y condicionan a quiénes lleguen a conocerse ampliamente y tengan plataformas en la sociedad, inclusive en la UCB.
Así funciona un “libre mercado de ideas” en la sociedad capitalista y es un buen ejemplo de por qué en la práctica concreta, ese “mercado”, como el mercado capitalista que le da su metáfora, reproduce las relaciones de poder y dominación, silencia a los que no tienen poder y contribuye a la ignorancia y/o el pensar reaccionario sobre importantes cuestiones políticas y sociales. Ante el financiamiento masivo, los centros de investigación, y el control de los medios de comunicación y del mundo académico, las personas que representan a los desposeídos, en la mayoría de los casos, efectivamente no tienen voz y están marginados a menos que adapten sus ideas a esos intereses dominantes.
Además, es un mito que la libre contienda entre ideas, y la capacidad de las personas de “comparar y contrastar” ideas y participar en el pensamiento crítico, puede darse ÚNICAMENTE por medio de la interacción respetuosa y ordenada. En casos en que, ante una desproporción de poder, influencia y respaldo oficial de un lado de la contestación (por ejemplo, Murray que tiene el respaldo de la administración universitaria y se apoya en las ideas prevalecientes de las instituciones dominantes de la sociedad), el otro lado (en este caso los estudiantes, relativamente sin poder) eligieron expulsarlo en vez de discutir de manera respetuosa y ordenada, eso puede de hecho resultar en MÁS discusión muy vigorosa de las ideas contestadas en el período subsecuente. Tal como se dice en “La controversia de Middlebury: Puntos de orientación”: “Definitivamente una protesta correcta puede alentar más discusión y contienda de ideas, y ¡es un mito que esto sólo sirve para ‘suprimir’ las ideas!”
CHRIST SOBRE EL MOVIMIENTO PRO LIBERTAD DE EXPRESIÓN: ¡UNA TRAGEDIA Y UNA FARSA!
» Por último, la mentira escandalosa: Carol Christ describe el famoso Movimiento pro Libertad de Expresión de Berkeley (FSM) como, en esencia, una coalición de “los estudiantes de la derecha y los estudiantes de la izquierda”.
No, señora rectora Christ. Las y los estudiantes que participaron o se inspiraron en la lucha por los derechos civiles en el Sur encabezaron ese movimiento. Los “derechistas” no tenían nada que ver, aparte de oponérsele. Y lo reprimieron personas como usted, que hicieron lo que usted ha amenazado con hacer a aquellos que hoy se oponen al fascismo: llama a que la policía vaya sobre los estudiantes, con su brutalidad y arrestos.
Marx dijo una vez que la historia se repite, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. Aquí la situación es diferente: lejos de ser trágico, el Movimiento pro Libertad de Expresión de 1964 fue un gran avance, ganado a costa de un verdadero sacrificio. Ahora Christ quiere invocar falsa y engañosamente esa misma historia para allanar el camino a lo que sería una tragedia muy real: el avance del fascismo en Estados Unidos.
Los tiempos exigen que retomemos y recuperemos el verdadero espíritu del Movimiento pro Libertad de Expresión, encarnado en la famosa cita de Mario Savio: “Llega un momento cuando el funcionamiento de la máquina es tan detestable, cuando lo aborrecemos tanto, que uno no puede participar, ni siquiera tácitamente, y en vez tiene que tirar su cuerpo en los engranajes, las ruedas y las palancas, en todo el aparato, para pararla. Y tiene que señalarles a los que la manejan, a los dueños de la máquina, que a menos que uno sea libre, se impedirá que la máquina funcione”.
*Lo siguiente es el texto de la carta de la rectora Christ, fechada el 23 de agosto:
[La traducción de esta carta es de Revolución/revcom.us]
Estimados estudiantes, profesores y personal:
Este otoño, el tema de la libertad de expresión volverá a afectar a nuestra comunidad en formas poderosas y complejas. Los sucesos en Charlottesville, con su racismo, intolerancia, violencia y caos, hacen que el tema de la libertad de expresión tenga aún más tensión. La ley dispone muy claramente que las instituciones públicas como la Universidad de California-Berkeley permitan que los conferencistas invitados hablen de acuerdo con las políticas del campus, sin discriminación en cuanto a su punto de vista. Estados Unidos tiene las más fuertes protecciones de libertad de expresión de cualquier democracia liberal; la I Enmienda protege hasta el discurso que la mayoría de nosotros encontraríamos odioso, abominable y aborrecible, y las cortes han defendido constantemente estas protecciones.
Pero el argumento más poderoso a favor de la libertad de expresión no propone una restricción jurídica —según el que debemos permitirla— sino de valor. La expresión pública de muchos puntos de vista muy divergentes es un rasgo fundamental tanto para nuestra democracia como para nuestra misión como universidad. La justificación filosófica que subyace a la libertad de expresión, más poderosamente articulada por John Stuart Mill en su libro Sobre la libertad, se fundamenta en dos suposiciones básicas. La primera es que la verdad tiene tanto poder que siempre prevalecerá; cualquier limitación sobre un argumento, por lo tanto, renuncia a la oportunidad de intercambiar el error por la verdad. La segunda es un escepticismo extremo acerca del derecho de cualquier autoridad de determinar cuáles opiniones son perjudiciales o aborrecibles. Una vez que se embarque en el camino de la censura, se vulnera el discurso propio.
[La Universidad de California de] Berkeley, como se sabe, es la cuna del Movimiento pro Libertad de Expresión, donde los estudiantes de la derecha y los estudiantes de la izquierda se unieron para luchar por el derecho de promover puntos de vista políticos en el campus. Específicamente en estos momentos, es crítico que la comunidad de Berkeley se junte de nuevo para proteger este derecho. Es lo que somos.
Sin embargo, no es fácil defender el derecho a la libertad de expresión para aquellas personas cuyas ideas nos parecen ofensivas. Con frecuencia, tal defensa entra en conflicto con los valores que sostenemos como comunidad: la tolerancia, la inclusión, la razón y la diversidad. Ciertas expresiones protegidas por la Constitución atacan a la identidad misma de grupos particulares de individuos en formas que son profundamente dañinas. No obstante, la respuesta correcta no es el veto del reventador, o lo que algunas personas llaman la negación de plataforma. Denuncie el discurso tóxico por lo que es, no lo calle a gritos, porque al callarlo a gritos, se confabula en la narrativa de que las universidades no están abiertas a toda expresión. Responda al discurso del odio con más discurso.
Todos deseamos un espacio seguro, donde podemos ser nosotros mismos y encontrar apoyo para nuestras identidades. En Berkeley, ustedes tienen el derecho de esperar que la universidad los mantenga físicamente a salvo. Pero, si tratáramos de proteger a los estudiantes contra las ideas que muchos consideran equivocadas, incluso peligrosas, les proporcionaríamos una educación menos valiosa, los prepararíamos menos para el mundo después de la graduación. Debemos demostrar que podemos decidir qué escuchar, que podemos cultivar nuestros propios argumentos y que podemos desarrollar la resiliencia interna, que es la forma más firme de espacio seguro. Estas no son tareas fáciles, y ofreceremos servicios de apoyo para aquellos que los deseen.
En septiembre, unos grupos estudiantiles han invitado a Ben Shapiro y Milo Yiannopoulos a dar conferencias en Berkeley. La universidad tiene la responsabilidad de brindar seguridad y protección a su comunidad y a sus invitados, y dedicaremos los recursos necesarios para lograr ese objetivo. Si ustedes deciden protestar, háganlo pacíficamente. Ese es su derecho, y lo defenderemos con vigor. No toleraremos la violencia, y responsabilizaremos a cualquiera que participe en ella.
Este año, tendremos muchas oportunidades para juntarse como una comunidad de Berkeley en torno al tema de la libertad de expresión; será un año de la libertad de expresión. Ya hemos planeado un panel de estudiantes, un panel del cuerpo docente y varias presentaciones de libros. Bridge USA y el Center for New Media celebrarán una conferencia de un día de duración el 5 de octubre; PEN, la organización internacional de autores, celebrará una convocatoria de discurso libre en Berkeley el 23 de octubre. Estamos planeando una serie de actos en la que las personas con puntos de vista muy divergentes se reunirán en una discusión moderada. La libertad de expresión es nuestro legado, y una vez más tenemos el poder de formar esta narrativa. [regresa]
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?
Bob Avakian, Lo BAsico 1:22