Guerras de imperio, ejércitos de ocupación y crímenes contra la humanidad
Es posible encontrar incursiones y otras formas de conflicto violento entre diferentes pueblos desde las sociedades humanas tempranas hace mucho tiempo, pero el surgimiento de sociedades divididas en clases y civilizaciones basadas en la conquista, la esclavitud y otras formas de explotación y opresión, durante milenios ha conducido a guerras que han causado muerte y destrucción a un nivel masivo. Esto ha sido así especialmente a partir del desarrollo en gran escala de la producción e intercambio de mercancías (cosas producidas para el intercambio en vez del uso directo por los que las producen), y el desarrollo de los medios de transporte que posibilitaba el intercambio de mercancías, y la búsqueda activa de mercados para el intercambio, en un territorio grande que se expande cada vez más. Luego, libraban guerras para conquistar mercados y rutas de comercio, así como fuentes de materia prima, y para esclavizar y explotar a pueblos conquistados.
Con el desarrollo del capitalismo durante varios siglos anteriores, la producción y el intercambio de mercancías se han extendido enormemente, y se ha convertido en la forma generalizada en que se lleva a cabo la producción (y el intercambio). (Al pensarlo, todas las cosas o casi todas las cosas que uno utiliza, no son algo que uno fabrica — más bien uno intercambia algo, es decir el dinero, para poder comprar cosas de otra fuente. Y la gente en todo el mundo está haciendo esto en este momento; esto es lo que el capitalismo ha masificado.) Y el capitalismo ha vinculado las cosas más y más estrechamente, bajo su dominación, en un sistema mundial general. Pero este sistema del imperialismo capitalista se caracteriza por divisiones profundas: entre diferentes clases y grupos de personas en cada país; entre un número reducido de países capitalista-imperialistas y los países bajo la dominación de estos imperialistas, especialmente en el tercer mundo (Latinoamérica, África, el Medio Oriente y Asia); y las divisiones entre los países imperialistas mismos, cuya rivalidad se ha centrado, a un grado importante, en su contienda por el control de colonias y de personas a las cuales explotar en el tercer mundo. (Y cuando durante un tiempo en el siglo pasado existían países socialistas, primero en la Unión Soviética y luego también en China, hubo conflicto entre las potencias imperialistas y esos países socialistas, a los cuales los imperialistas trataban de aislar, sofocar y destruir.) Todo eso llevó a dos guerras mundiales en el siglo pasado, en las que se murieron decenas de millones de personas, entre ellas enormes números de civiles. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, las divisiones que caracterizan al mundo, dentro del marco general de la dominación del sistema capitalista-imperialista, han llevado a guerras continuas: guerras en las que las potencias imperialistas han soltado una violencia masiva contra las personas que luchaban para liberarse del imperialismo en los países en el tercer mundo —tales como la guerra de Vietnam, donde Estados Unidos masacró a unos millones de vietnamitas y contaminó una buena parte del suelo de ese país con armas químicas (crímenes de guerra y contra la humanidad que los imperialistas estadounidenses han continuado perpetrando en todas partes del mundo, como hoy en el país mesooriental de Yemen, donde, a causa de los bombardeos y otras acciones de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, con el respaldo, suministro de armas y ayuda de Estados Unidos, un millón de personas, incluidos muchísimos niños, están sufriendo, y muchos están muriendo, de la terrible enfermedad de cólera, y ocho millones de personas, más de una cuarta parte de la población, enfrentan la inanición)— y hay guerras entre diferentes fuerzas opresoras, como las guerras en que las potencias imperialistas se pelean entre sí no directamente sino por medio de “sustitutos”, como la guerra que ha devastado a Siria durante los últimos años, donde Estados Unidos y Rusia han respaldado, armado y ayudado a diferentes facciones. Si bien se ha evitado hasta ahora otra guerra imperialista —la que podría llevar a una destrucción y muerte a una escala masiva, especialmente con los arsenales de armas nucleares en las manos de Estados Unidos, Rusia, China y algunos otros países, y la que incluso podría causar la extinción de la raza humana— siempre que el sistema capitalista-imperialista siga dominando al mundo, y continúen existiendo las profundas divisiones que esto encarna e impone, pues pesa el peligro de una guerra mucho más devastadora que nada que la humanidad haya sufrido anteriormente.
Únicamente mediante el derrocamiento de este sistema, incluido en sus más fuertes centros de poder en los propios países imperialistas —un derrocamiento realizado con el fin de también impedir que estos imperialistas lancen una guerra total de aniquilación— únicamente así podemos avanzar hacia el objetivo de superar las divisiones entre los seres humanos que encarnan la explotación y la opresión y conducen al conflicto violento, y por fin hacer realidad las aspiraciones de tantísimas personas a tener un mundo sin guerra.
Un corto del discurso:
Guerras de imperio, ejércitos de ocupación y crímenes contra la humanidad (en inglés)
Un corto del discurso:
Guerras de imperio, ejércitos de ocupación y crímenes contra la humanidad (en inglés)
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En dos partes en inglés: