17 de mayo de 2017: En el contexto de la reciente “Batalla por Berkeley”, en que las y los estudiantes han luchado por expulsar a los fascistas del plantel, y los fascistas han singularizado a Berkeley por su historia radical, el siguiente pasaje de la autobiografía de Bob Avakian, From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, es muy relevante. En el curso de recordar su participación en el famoso Movimiento Pro Libertad de Expresión de comienzos de los años 1960 cuando estudiaba en la Universidad de California-Berkeley, Avakian habla de los verdaderos términos de la lucha, las metas de la lucha de las y los estudiantes, y la respuesta de la rectoría universitaria.
A continuamos presentamos un pasaje del Sexto Capítulo, “Sus hijos y sus hijas…”, de la autobiografía de Bob Avakian, From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, A Memoir by Bob Avakian.
El Movimiento pro libertad de expresión
A pesar de que estaba prohibido organizar actividades sobre "asuntos extracurriculares", en la universidad se estaban organizando protestas contra las compañías que discriminaban contra los negros, como el periódico Oakland Tribune y el restaurante Mel’s Dinner. Todos los estudiantes lo sabían; era un asunto que se comentaba y se debatía cada día más, y mucha gente lo apoyaba o lo atacaba, porque la situación se estaba polarizando. Voy a saltar un momento para dar una idea de esto: un poco más adelante, una noche que los estudiantes rodearon una radiopatrulla y no la dejaban mover, llegaron 500 tipos de hermandades estudiantiles a tirarles cosas y a gritarles. Varias veces he dicho que en los años 60 hasta a los tipos de las hermandades les creció el cerebro, pero eso fue más adelante; en la época del Movimiento pro libertad de expresión todavía no les había crecido.
La rectoría mandó a la policía universitaria a parar los "asuntos extracurriculares". Un chavo, Jack Weinberg, tenía una mesa con materiales sobre discriminación y dijo que no la iba a quitar. La policía lo agarró y lo metió a una radiopatrulla para llevárselo, pero unos estudiantes la rodearon y no la dejaban mover. Justo al mismo tiempo yo estaba en la rectoría en una recepción para los estudiantes del cuadro de honor. En esa recepción un estudiante le preguntó al rector sobre el incidente de la radiopatrulla y él básicamente contestó: "Bueno, al principio pensamos que los organizadores estaban en terrenos públicos, porque es justo a la entrada de la universidad, pero investigamos y nos dimos cuenta de que están en los terrenos de la universidad y resolvimos pararlos". ¿Y por qué investigaron? Porque, siguió, el Oakland Tribune,y su dueño William F. Knowland (un conocido reaccionario1) les puso presión. El Tribune llamó y se quejó de que los estudiantes estaban organizando manifestaciones de derechos civiles contra el periódico porque no contrataba a negros. El rector terminó: "Así que tomamos medidas enérgicas contra eso".
Yo quedé boquiabierto. Primero que todo me sorprendió lo que pasó y, segundo, que lo dijera abiertamente, como si todo mundo lo fuera a aceptar. Como he dicho en otras ocasiones,2 creo que pensó que como éramos "estudiantes modelo" también éramos "ciudadanos modelo": arribistas, interesados solo en las notas hoy y en el dinero mañana, y que no nos iba a chocar lo que decía. Pero a mucha gente en esa reunión le chocó, y yo era uno de ellos. Inmediatamente fui al plantón y me puse en la cola para hablar: la radiopatrulla estaba rodeada de estudiantes, con Jack Weinberg adentro, y uno por uno los estudiantes se paraban encima a hablar. ¡Era increíble! Cuando me llegó el turno, me subí encima de la radiopatrulla, conté lo que dijo el rector, expliqué que eso me hizo apoyar el plantón y doné los $100 que gané por entrar al cuadro de honor. Así fue como me metí al Movimiento pro libertad de expresión.
Pensándolo ahora, creo que ese movimiento expresó el deseo general de los estudiantes de que los trataran como adultos y como ciudadanos; querían los mismos derechos que los demás. Phil Ochs tenía una canción que decía: "Cuando tenga algo que decir, lo voy a decir ya". Esa era la posición de los estudiantes. Pero además, en el mundo sucedían muchas cosas importantes. Vietnam estaba empezando a ser un tema candente en el otoño del 64 y el movimiento de derechos civiles estaba en marcha. Había mucho interés por debatir y participar en esas cosas, por ser parte del mundo, y no ser tratados como niños solo por ser estudiantes. Muchas cosas se mezclaban: la resistencia general contra el hecho de que a los estudiantes los trataban como si no tuvieran cerebro, contra la burocratización de la universidad y el servicio de la universidad al mundo corporativo y las fuerzas armadas, contra la despersonalización de los estudiantes y, por otra parte, el interés por participar en los movimientos de derechos civiles y contra la guerra de Vietnam. Todo eso se mezclaba.
La universidad decía que todo eso lo fomentaban "agitadores de fuera". Es cierto que unos organizadores no eran estudiantes, y su presencia era bienvenida y positiva. Pero la gran mayoría del movimiento eran estudiantes. Eso se comprobó tras los arrestos por la ocupación del edificio administrativo. La rectoría anunció que se trataba de "flojos, de estudiantes malcontentos y gente de fuera". Sin embargo, se comprobó que la gran mayoría de los arrestados eran estudiantes. Después, la rectoría salió con el cuento de que eran malos estudiantes que iban perdiendo el año y que por eso andaban buscando pleitos. En respuesta, el comité del movimiento hizo una encuesta de los arrestados y les preguntó cuál era su promedio de calificaciones. Resulta que tenían un promedio superior al general, que no eran malos estudiantes.
Liz era más radical y militante que yo. Las conexiones de su familia con el Partido Comunista le dieron más conciencia política de la que yo tenía en ese momento (aunque en última instancia eso quería decir revisionismo: reformismo en nombre del comunismo). Ella fue una gran influencia para mí. Nuestras discusiones políticas y, para ser honesto, el hecho de que me gustaba y de que estaba muy metida en el Movimiento pro libertad de expresión, me estimularon a participar más.
Cuando nos tomamos el edificio de la administración (Sproul Hall) varios días, yo me dediqué a mantener la moral en alto e iba de piso en piso organizando grupos de canto. Pero yo era un estudiante serio y seguía haciendo mis tareas, hasta que en un momento decidí mandarlas al diablo y tiré mi cuaderno a un lado. Eso tenía un significado simbólico, aunque yo mismo no me diera cuenta en ese momento.
Otra ironía de "nadar entre dos aguas" sucedió al final de la toma del edificio, cuando la policía nos estaba arrestando a todos, uno por uno. A muchos estudiantes los tiraron por las escaleras, y en especial a las mujeres las agarraban por el cabello y las tiraban por las escaleras. Yo estaba en el último piso y vi que tiraron a mucha gente. Esto sucedió unos pocos meses después de mi recuperación, así que además de enfurecerme al ver eso, me preocupaba que me tiraran por las escaleras y que me golpearan los riñones. Cuando me llegó el turno, reconocí al policía que me iba a arrestar porque era un jugador de baloncesto universitario. En la placa decía "Gray", y le dije: ¿No eres el "Gray" que jugó en el equipo de baloncesto de St Mary? Y encogí los hombres como diciendo: ¿Qué vas a hacer? Él me contestó: Lo siento, no puedo hacer nada. Y me agarró.
Bueno, me alegró mucho que me arrestaran pues quería ser parte de eso y nos unía una gran camaradería. Cuando le hablé a Gray no era para que no me arrestara sino para que no me tirara por las escaleras o me golpeara en los riñones, y me alegraba ser parte de eso.
Por otra parte, yo le entré al Movimiento pro libertad de expresión poco después de que a mi padre lo nombró juez el mismo gobernador que mandó la policía a arrestarnos: Edmund G. "Pat" Brown. Eso capta una fuerte contradicción. Mi padre nos decía a mi hermana menor y a mí: Miren, me acaban de nombrar... Era una forma de decirnos: No me dañen la chamba. Mi hermana y yo teníamos una actitud similar: Bueno, no vamos a hacer un esfuerzo por causarte problemas, pero tampoco nos vamos a amarrar las manos si nos parece que algo es correcto o importante.
Cuando me arrestaron, mis padres estaban de acuerdo con los principios de la libertad de palabra y en general con la lucha de los estudiantes, pero creo que los inquietó mucho en un sentido personal y en un sentido más amplio por los trastornos que el movimiento estaba causando: prácticamente el cierre de la universidad, los arrestos, así como la dimensión personal de si iba a perjudicar la posición de mi padre como juez. Tan pronto como supieron de mi arresto mis padres llamaron a mi médico porque mi salud todavía era delicada. El médico, quien resulta que simpatizaba con las protestas, les dijo: "Esto puede ser muy peligroso. Si pasa la noche en el piso frío, puede recaer". Con mucho énfasis le insistió a mi padre que me sacara de la cárcel esa noche para que no durmiera en el suelo. A mí me sorprendió salir antes que los demás. Casi todos salieron a la mañana siguiente o en el curso del día.
Mario Savio
Mario Savio, el líder del Movimiento pro libertad de expresión, ejerció una gran influencia en mí, aunque no lo conocí en un plano personal. Yo participé en el movimiento desde el comienzo, fui a todos los mítines y oí hablar a Mario y los demás. Sus discursos eran muy emocionantes porque describían de manera muy aguda los problemas que veíamos y nuestras motivaciones. En general me gustaban mucho, pero recuerdo que una vez, antes de que nos arrestaran en Sproul Hall, Mario dio un discurso que me inquietó; fue cuando nos enteramos que el gobernador despachó tropas a arrestarnos. Mario se puso a hablar de la duplicidad de la rectoría y del gobernador, de que no negociaron de buena fe, de que hicieron un montón de tramoyas, y de repente dijo: "Es lo mismo que está haciendo el gobierno en Vietnam". Eso fue a principios de diciembre del 64; yo estaba examinando en serio la cuestión de la guerra de Vietnam para tomar una posición, pero no me había decidido todavía.
Como mencioné, me inquietó que Mario dijera eso porque me parecía que el Movimiento pro libertad de expresión tenía cierto nivel de unidad, que no requería oponerse a la guerra de Vietnam. Para meterse en el Movimiento pro libertad de expresión no era necesario oponerse a la guerra, pero de haberse hecho una encuesta seguro indicaría que la gran mayoría del movimiento se oponía. Al poco tiempo, yo mismo me convencí de que era necesario oponerse rotundamente a la guerra, pero en ese momento todavía lo estaba sopesando: debatiendo y estudiando para tomar una decisión. Así que eso me inquietó, aunque, como he dicho, en ese proceso lo que dijo gente como Mario Savio (a quien respetaba mucho) obviamente tuvo una gran influencia para oponerme a lo que el gobierno hacía en Vietnam. Así que fue algo contradictorio.
1 A William F. Knowland le pusieron el apodo de "Formosa" porque era un gran partidario de Chiang Kai-shek, quien gobernó a China con la anuencia de Estados Unidos y otras potencias imperialistas hasta que lo derrotó la revolución dirigida por Mao Tsetung y se tuvo que retirar a la isla de Taiwan, antes Formosa. Regrese al artículo
2 Las apreciaciones del autor sobre el Movimiento de libertad de expresión se detallan en "Reflexiones sobre el Movimiento pro libertad de expresión: Volverse revolucionario", Obrero Revolucionario No. 882, 17 de noviembre de 1996, en revcom.us. Regrese al artículo