Sé algo de la Pasión con una P mayúscula. Más específicamente, para la mayor parte de mi vida he sido muy íntima, muy aguda y hasta terriblemente consciente de la contradicción objetiva que se plantea cuando en el contexto de un revolucionario partido político y proceso, por diversas razones (sean legítimas y no legítimas) una persona no puede manifestar plenamente y sin trabas su pasión o pasiones más sentidas. A nivel personal, eso duele. Duele mucho. Y, de manera muy parecida a la situación de la pérdida de un ser querido, la sensación concomitante del muy real dolor personal y profunda pérdida no es necesariamente algo que uno logre “superar” completamente.
Dicho esto, también me siento impelido a ver las cosas desde otra perspectiva, algo menos melodramática (¡!), y a añadir: ¿Y qué carajos? Desde la perspectiva de la agonía cotidiana de las multitudes de la humanidad: ¿Y qué carajos? Desde la perspectiva de la belleza del panorama y escala sin precedentes que algunos de nosotros sabemos —que sabemos profunda y científicamente— la que se podría hacer nacer de estos horrores si nosotros hiciéramos lo que hay que hacer: ¿Y qué carajos?
Y si bien es obvio que la motivación, para esforzarse en poner el yo y sus pasiones en una perspectiva tan global y grandiosa, debe basarse en un profundo deseo de contribuir a la emancipación de la humanidad, también es cierto que hasta la mente del individuo y el yo pueden experimentar una más plena y más rica emancipación (en efecto, un más profundo destrabamiento del individuo) simplemente en el curso de la actividad de situar correctamente al individuo en esta perspectiva más amplia y de ahí, dedicar la lucha de su vida para conectar cada vez más conscientemente la pasión del individuo y otros aspectos del “yo” al mayor panorama y fluir de la materia y de la historia humana — algo que, vaya sorpresa, resulta que es posible que ¡nosotros, los seres humanos individuales —sorprendentemente— afectemos en concreto!
Eso me lleva de nuevo a que lo que el mundo necesita ahora, más que cualquier otra cosa, son comunistas. Comunistas visionarios de perspectiva global y abarcalotodo. Y, más concretamente, en el mundo hacen falta imperiosa y urgentemente muchos más comunistas individuales que estén dispuestos a ponerse al frente para responsabilizarse de darle a la humanidad una dirección comunista integral. Esta gran necesidad, lisa y llanamente, eclipsa todas las pasiones, inquietudes e intereses individuales y personales.
Tal vez sea fácil de decir eso, pero ¡no siempre es tan fácil de hacer!
Esta dificultad se expresa con mucha agudeza en los casos en que las “pasiones” del individuo, en un mundo más ideal (e idealizado), ¡bien podrían estar muy de acuerdo con “lo que sería bueno y maravilloso, y tal vez hasta crucial, de hacer”! Tal vez esto parezca algo contra-intuitivo, pero he llegado a entender, desde una perspectiva materialista más profunda que un gran número de habilidades y pasiones y energías creativas de los individuos —incluidas aquellas que están dedicadas a correctamente asumir y desencadenar muchos avances intelectuales, artísticos y científicos que aun se necesitan con urgencia, inclusive aquellas que tienen un gran potencial de satisfacer las necesidades humanas de varios tipos— lisa y llanamente no pueden contar con una plena expresión sin trabas en ciertos momentos históricos, y que en efecto existe una forma correcta (desde la perspectiva del proceso social general y el objetivo de la revolución) en que a veces sea necesario restringir severamente tales energías creativas, o — dicho de manera más positiva— reencauzarlas y redirigirlas dramáticamente por diferentes caminos.
En pocas palabras, es importante no concebir la restricción y la limitación simplemente en términos “negativos” (como, por ejemplo, que “le corten las alas a alguien”). De manera interesante, al parecer la “restricción” y la “limitación” desempeñan un papel importante en la aparición de cosas y caminos nuevos en los procesos evolutivos naturales. Si bien el desarrollo histórico anterior siempre genera la diversidad y lo disparejo, lo que sirve de “materia prima” de la que se forjen hasta los cambios radicalmente nuevos, este mismo desarrollo histórico anterior también genera significativas restricciones y limitaciones intrínsecas precisamente sobre cuáles futuros caminos del cambio que es posible emprender en un momento dado — en otras palabras, de maneras muy concretas, el desarrollo histórico anterior siempre “canaliza y restringe” severamente el cambio. Y sin embargo, inclusive con tales restricciones y limitaciones inevitables y en un sentido muy concreto, inclusive a causa de éstas, ¡fíjese en las nuevas formas maravillosas que la materia sigue generando!
Yo creo que es preciso reflexionar más acerca del papel de la restricción (incluida la restricción sobre el “yo”, los individuos y la pasión del individuo) en el desencadenamiento concreto de un orden superior de creatividad — y tal vez ésta sea una expresión más del punto algo contra-intuitivo de que es posible desencadenar una mayor elasticidad e iniciativa si se emprende eso sobre la base de un núcleo verdaderamente sólido (y con la disciplina, la subordinación, la humildad y así sucesivamente), en lugar de intentar hacerlo en un estado irreal de “disociación” no materialista de ese núcleo sólido (o, en efecto, en oposición a dicho núcleo sólido). En todo caso, supongo que lo que estoy tratando de explicar es que, en el ámbito social humano y al interior del proceso revolucionario, las limitaciones y restricciones objetivas impuestas sobre los individuos —y sobre sus habilidades, pasiones, etcétera— no necesariamente representan algo malo (la idea de que siempre son algo malo es el punto de vista de los pequeños burgueses atomizados que no pueden ver más allá de los horizontes más estrechos del derecho burgués del individuo y quienes, por lo tanto, ¡no pueden ir muy lejos en absoluto en el proceso de trazar el camino hacia el cambio revolucionario verdaderamente radical!).
La pregunta que es preciso hacer no es si puede haber, tiene que haber, restricciones sobre los individuos como parte del proceso revolucionario, pero si estas limitaciones son correctas y legítimas y si en sí contribuyen a los objetivos sociales más grandes, ¿o no?
Y aquí es preciso decir: no se vale invocar a los errores y deficiencias (correctamente irritantes) del pasado del movimiento comunista en el mundo y al interior de nuestras propias filas y la historia general del menchevismo y el dogmato-revisionismo economista e instrumentista que repetidamente se oponen y contiendan con la visión y síntesis revolucionaria de BA (con todos los costos y pérdidas que eso ya ha conllevado), como pretexto para un “revisionismo al revés” y para permitir que confundan el tratamiento correcto de esta cuestión y terminan por ceder el terreno a una “revuelta de la pequeña burguesía social-demócrata individualista” justo al interior del partido comunista revolucionario. Y, sin embargo, nosotros cederíamos el terreno precisamente a eso si termináramos por echar por la borda el núcleo sólido (junto con el análisis correcto de la necesidad de la restricción, así como la canalización y la redirección, de las pasiones del individuo) “bajo el pretexto de” cosas tales como conseguir un poco de aire, la superación de los errores y limitaciones del movimiento comunista en la historia y a nivel internacional, el desencadenamiento de la creatividad más generalizada, la interacción de manera flexible con diversas voces y perspectivas, o lisa y llanamente hasta ¡“que me liberen”!
Después de todo, continúa la simple pregunta que tenemos que seguir retomando, de lo que las masas populares en todo el mundo objetivamente necesitan, y qué es lo que podemos hacer y tenemos que hacer.
¿IMPORTAN los individuos y sus inclinaciones, habilidades, intereses, inquietudes y pasiones individuales al interior de la mayor colectividad de un movimiento, partido y dirección revolucionarios comunistas disciplinados? Claro que sí. No existe nada como una sinfonía de una sola nota, y si la hubiera, no sería muy cautivante. E importan mucho más los individuos y la iniciativa del individuo cuando sea posible alinear estos muy diversos hilos en un núcleo comunista revolucionario entusiasta y altamente disciplinado, para que todo lo que encierra, y todas sus diferentes habilidades y contribuciones individuales, terminen por jalar por el mismo rumbo, de maneras que se apoyen mutuamente, en concordancia con los mismos objetivos estratégicos más amplios, unidos de manera consciente unos a otros en la voluntad y humildad de aceptar la respectiva dirección (y luchar por plasmar de manera material) la visión transformadora más radical para emancipar a toda la humanidad que el mundo haya visto (tal como se concentra hoy en la radicalmente energizante obra, método y enfoque de Bob Avakian).
Como comunistas, es preciso que tengamos muy en cuenta que:
• La individualidad y la imagen individual sí importan, pero es necesario que su contenido esté sometido constantemente a la transformación, redefinición y nueva conceptuación a fin de que tenga una correspondencia cada vez más fuerte con los objetivos estratégicos generales (y eso incluye lo de meterse de lleno para impedir que se deje jalar objetivamente en direcciones “opuestas” y aceptar la dirección de lo que nosotros —¡sí, como individuos!— podemos determinar sistemática y científicamente que sea la representación más avanzada de nuestro proyecto y objetivos que haya surgido en el mundo — es decir, BA y todo lo que él representa).
• Si tratamos de “abrazar”, abarcar y explorar a las personas, ideas y perspectivas no comunistas de manera cada vez más amplia y flexible (lo que tenemos que hacer), pero lo hacemos sobre la base de algo que no sea un núcleo verdaderamente sólido y unos cimientos estratégicos en NUESTRO proyecto y objetivos, a la vez y al mismo tiempo no lograremos cosechar todo lo que pudiéramos a partir de estas exploraciones e iniciativas más amplias Y ADEMÁS, lo que es menos tolerable, ¡PERDEREMOS TODO!
Eso es un peligro muy concreto y apremiante.
Algunas personas, entre ellas algunos camaradas nuestros, en esencia han sostenido que ciertas esferas, como el arte y la cultura, son tan importantes y que al menos en muchos casos el movimiento comunista las ha manejado mal, que en esencia es necesario convertirlas en el “coto especial” de las personas que participan directamente en éstas y que cualquier dirección comunista en estas esferas sólo puede provenir de las y los camaradas que se han dedicado a la especialización en éstas — lo que significa separar a estas esferas y en efecto hasta “protegerlas” del movimiento comunista en general y el partido, y de su dirección general. Bueno, por supuesto que es cierto que “las esferas culturales son importantes formas ideológicas”, mediante las cuales muchas masas llegan a conocer el mundo y hasta por qué y cómo cambiarlo. Sí, es cierto que no puede haber ninguna revolución sin movimientos culturales revolucionarios. Pero es importante adentrarse más en lo que esto implica y no implica desde nuestra perspectiva y responsabilidades estratégicas generales. Por ejemplo, en mi opinión no es correcto convertir en una “categoría especial” o en una inquietud lo de desencadenar y darle orientación y dirección comunista a la esfera del “arte y cultura” más que lo sería hacerlo en la esfera de la “ciencia”.
Obviamente, lo importante no es “oponer” el arte a la ciencia, ni negar que, en la sociedad como lo es hoy, el arte y la cultura a menudo se presentan como esferas más accesibles mediante las cuales las masas pueden participar activamente. Pero estoy tratando de señalar que, como líderes comunistas revolucionarios integrales, tenemos que centrarnos menos en las particularidades de cualquier esfera o de nuestro rol individual en esas esferas —todo lo cual fácilmente podría convertirse en una forma de política de identidad para unas “franquicias” (¡!) en el arte y la cultura (o la ciencia) previamente no reconocidas— y al contrario tiene que centrarse más en el análisis de que la teoría es la punta de lanza de la línea ideológica más en general. El desarrollo y la amplia promoción de la teoría comunista integral y línea ideológica es lo que ante todo deberíamos estar haciendo nosotros — sí, hasta como individuos y sin importar nuestros campos individuales de pasión, interés y experiencia.
• Lo que nosotros, como miembros de nuestro partido y lideres comunistas individuales, “deberíamos estar haciendo” en cualquier momento dado tiene que partir de una apreciación materialista de la libertad y la necesidad en ese momento y de lo que probablemente serían los vínculos y ejes esenciales mediante los cuales hacer los avances revolucionarios estratégicos necesarios en esa coyuntura particular.
Por un lado, obviamente el partido no se dedica a “maximizar las habilidades y aportaciones específicas de cualquier individuo”. Eso es algo que a menudo he señalado a otras personas (¡y en repetidas ocasiones a mí mismo!), a menudo en el curso de reflexionar (repitiendo) sobre mi propia necesidad de aceptar lo que implica que yo ya no puedo “hacer” la investigación científica, sin importar lo bueno que yo pudiera haber sido en hacerla, lo mucho que eso siempre ha sido mi “primer amor” y pasión principal o inclusive la aportación tan valiosa e importante que es concebible yo pudiera haber hecho a la humanidad mediante la investigación científica. Por ejemplo, a menudo he considerado (y con fundamento sigo creyendo) que yo hubiera resultado como un científico “mejor” que un cuadro de un partido comunista. Ello, por varias razones, entre ellas el hecho de que por inclinación no soy exactamente un “animal político”; que recibí una formación sistemática como un intelectual según la tradición europea desde la edad de 11 (lo que desarrolló en mí una habilidad de pensar críticamente y me proporcionó algunas herramientas intelectuales críticas y también me alimentó una amplia y variada gama de intereses y pasiones intelectuales en muchas esferas del arte así como de las ciencias); que en efecto tuve una formación profesional como un científico en ejercicio, que participaba de forma activa y productiva en el proceso de la investigación científica, etc. En resumen, pongámoslo así: para cuando yo tuviera veinte y tantos años, yo ya tenía una sólida fundamentación en las teorías y controversias científicas en mi campo, había dado clases a nivel universitario, había participado en proyectos de investigación teórica y práctica, había viajado, vivido y trabajado en una serie de desafiantes y emocionantes lugares exóticos del mundo, ya había publicado algunos artículos en revistas profesionales, era muy respetado y trabajaba activamente en mi doctorado, y en un sentido general, ¡yo podía afirmar con sinceridad que llevaba exactamente la vida que quería llevar y que “me pagaban por hacer lo que con mucho gusto yo hubiera hecho sin cobrar”! Así que, como se puede imaginar, representó un sacrificio genuino y profundo dejar atrás todo eso con el fin de unirse al partido, hace ya muchos años. Yo había sido un “radical comunista” desde la escuela secundaria (para mí, al igual que muchas otras personas, ejercieron un efecto en mi formación la guerra de Vietnam, Libertad para Huey, la autobiografía de Malcolm X, la emancipación radical de la mujer, China...), pero nunca había encontrado a una organización a la que podía unirse, y de ahí fui a estudiar en la universidad y más allá “a la espera del día indicado”. Irónicamente, lo que me atrajo fue un aspecto científico que a mi parecer detecté en el UR [Unión Revolucionaria] y en sus métodos y enfoques (recuerdo que eran muy convincentes Red Papers 6 y además la argumentación de por qué necesitamos un partido concreto). Pero no obstante... las ciencias naturales y la participación activa en la investigación científica representaban, a mi parecer, mi “verdadera vocación” — la ciencia era mi pasión, mi vocación, mi primer amor... así que cuando se planteó directamente la cuestión del reclutamiento, pataleé y grité y locamente me opuse y balbuceé mediante ofrecimientos desesperados de “compromiso” (que yo efectivamente puedo hacer AMBAS COSAS, argumenté, a oídos sordos). Y al final mi corazón se rompió, de mala gana dejé mis “herramientas” y dejé al mundo científico (hasta escribí un poema sentimental al respecto en ese momento) y fui a unirse al partido. En última instancia lo hice por una razón muy simple: me di cuenta de que conocía demasiado para ese entonces no sólo sobre lo que había que hacer, sino de que en realidad existían las bases de hacerlo, así que ¿cómo sería posible que yo me mirara en el espejo desde ese momento si no me uniera al partido?
Estoy compartiendo esta anécdota muy personal por las siguientes razones:
1) Quiero subrayar una vez más que conozco y siento profundamente la pasión por una esfera particular de la vida y el trabajo. Pero, para repetir, en el gran esquema de las cosas: ¿Y qué carajos?
2) Se hicieron unos obvios errores (debido a una combinación de primitivismo y el economismo) en mi reclutamiento y, si bien yo no debí haberlo hecho una condición previa para unirse al partido la de que éste me iba a “permitir” seguir haciendo ciencia, tampoco debía haber sido obligado, de la forma mecánica en que se hizo, a renunciar a la ciencia como una condición previa de convertirme en un comunista — hoy, se espera, manejaríamos las cosas de manera diferente en sentidos importantes y, sí, queremos que las personas que son intelectuales, artistas y científicos en ejercicio también puedan ser comunistas y miembros completos del partido.
3) Si bien es importante que los profesionales a menudo puedan ser comunistas y miembros del partido y dedicarse también a sus profesiones, nos estaríamos engañando a nosotros mismos si no nos diéramos cuenta que eso seguirá encerrando contradicciones concretas, sobre todo antes de la toma del poder y siempre y cuando escaseen los líderes comunistas, entre otras cosas porque cuando un profesional en ejercicio al interior de un partido comunista (un artista, científico o lo que sea) empiece a desarrollarse y tener la capacidad de asumir responsabilidades más generales y globales de dirección comunista, es probable que sea insostenible, al menos hasta cierto punto, darle a ESO una expresión plena y abarcalotodo, y a la vez seguir manteniendo los necesarios estándares y prácticas de la “otra” profesión dada. Tenemos que aceptar eso como parte de los términos de la revolución.
Otra forma de decirlo: yo pude haber sido un científico en ejercicio y comunista y miembro de base completo del partido, pero es poco probable que de ahí yo pudiera haber pasado a asumir mayores responsabilidades generales de dirección y continuado como científico en ejercicio en una capacidad profesional. Así que el rompimiento con el dogmato-revisionismo y el economismo menchevique no es el único aspecto de la contradicción con la que tenemos que lidiar. Esta es una contradicción sobre la que todos tenemos que reflexionar (por lo que se refiere a nuestras propias frustraciones subjetivas y las respectivas causas subyacentes, y también por lo que se refiere a la forma en que vamos a dirigir a los camaradas más jóvenes y dirigir a los científicos y artistas y a los intelectuales más en general, en la sociedad, para que se conviertan en miembros concretos del partido).
Esto es algo con lo que todos tendremos que bregar en la formación y desarrollo, como comunistas profesionales, de los profesionales en ejercicio en campos como la ciencia, las artes, etc.
4) Quizá hasta sea cierto, de una manera un poco rara, que lo que yo personalmente pudiera haber hecho “mejor” (o yo pudiera haber tenido mejores aptitudes) en alguna esfera individualizada e idealizada, quizá hubiera implicado hacer contribuciones al avance de las ciencias naturales y no al avance directo de la esfera política, y de ser cierto, que yo hasta pudiera argumentar que eso bien pudiera haber contribuido indirectamente (inclusive en la filosofía y la epistemología) a nuestra causa en algunos aspectos importantes. Pero, para repetir (y creo que es probable que esto también se aplique a cualquier otro camarada con habilidades y “pasiones” específicas “de afuera”), en esencia eso no tiene relevancia en el gran esquema de las cosas: se supone que debamos tratar de ponernos a satisfacer lo mejor que podamos una gran y apremiante necesidad de la sociedad, y no “maximizar” lo que nosotros como individuos quizá podamos hacer muy bien o a lo que hasta tenemos la mejor capacidad de contribuir.
Y esto es cierto inclusive cuando exista una conexión muy directa e inmediata entre lo que el individuo podría hacer y lo que es “bueno” en hacer, y nuestra dirección estratégica general. Un botón de muestra: una de las cosas en que BA es muy “bueno” en hacer (¡¡de las muchas cosas que es bueno en hacer!!) y por lo que claramente está inclinado y por lo que tiene tanta pasión, es hablar en público. Y en el sentido literal no existe ningún otro individuo que puede hacer lo que él puede hacer con eso. Y sin embargo, eso no quiere decir (como hemos visto) que necesariamente sería correcto que él hiciera esto en cualquier momento dado, simplemente por ser muy genial y de importancia crucial que lo hiciera “en abstracto”. Y eso tampoco quiere decir que sería tolerable que por eso BA cayera en una gran depresión, ventilara una subjetividad destructiva sobre una miríada de frustraciones, obstáculos y dificultades de lo que el revisionismo ya le ha costado a nuestro partido, a nuestro movimiento internacional y sin duda a él personalmente (sin hablar de lo que va a seguir costándonos) y en formas variadas tratara de “escapar” a las cosas en las que él puede y debe centrarse en este periodo. ¿Algo para ponderar aquí?
• Más en general, necesitamos ver que nuestros propios camaradas y las amplias masas populares adopten, “pongan en acción” y difundan a toda máquina (en un sinnúmero de maneras creativas que aún no podemos empezar a imaginar) el conjunto de la “revolución en el mundo de las ideas” sin precedentes históricos representada por los adelantos epistemológicos existentes y en desarrollo de BA. Eso es lo que TODOS tenemos que estar haciendo y eso también es en última instancia (pero también de manera muy inmediata y directa) lo que representa la mejor posibilidad de sentar las bases materiales para desencadenar de veras los muy necesarios “movimientos culturales radicales” y crear muchas nuevas innovaciones y expresiones creativas, sean grandes y pequeñas, que ayudarán a atraer y conducir a las masas hacia el camino revolucionario. Irónicamente, creo que puede haber una tendencia clara a subestimar muchísimo las maneras en que el eslabón esencial concreto es DAR DIRECCIÓN COMUNISTA INTEGRAL (sobre todo mediante la propagación del método y enfoque de BA en todas partes) en este desencadenamiento de los movimientos en las artes y la cultura y de DIRIGIR correctamente este proceso (que después de todo hay que dirigir, ¿verdad?). No es casualidad que fuera un poeta, al bregar directamente con las palabras de BA, que hubiera concebido la formulación “núcleo sólido con mucha elasticidad”. No es casualidad que otro poeta, al bregar directamente con las palabras de BA, comenzó a visualizar una nueva obra de arte creativa con el potencial de ser arte poderoso y avanzar concretamente la revolución a la vez. ¿Atisbos seductores del futuro a aprovecharse? También bien puedo imaginar a unos científicos que breguen con las palabras de BA y de ahí que se inspiren para desarrollar algún nuevo adelanto en el laboratorio o en el campo o en reflexiones teóricas... porque lo que BA representa efectivamente ES una revolución en el mundo de las ideas.
En resumen, creo que vamos a tener que bregar más con lo que es en efecto la principal manera de desencadenar, desarrollar y liderar a los movimientos culturales y a los profesionales artísticos, intelectuales y científicos —y qué parte de ese proceso será directa o qué parte vamos a dirigir por medio de la promoción y propagación de nuestro proyecto comunista completo entre estos profesionales y de dejar que se relacionen con eso y animarlos a relacionarse con eso (lo que incluye las palabras de BA) según sus propios términos y de ahí “ponerse en acción” por innumerables caminos maravillosos— y considero que el papel de los camaradas con responsabilidades de dirección general, independientemente de sus pasiones particulares o hasta de sus áreas particulares de responsabilidad, más corresponda a contribuir a hacer ESO que necesariamente de manera más directa en cualquier esfera particular.
• No existe nada como la “excepcionalidad” en cualquier esfera del movimiento comunista en general que tenemos que estar construyendo — ni el arte y la cultura, ni la ciencia, ni ninguna otra. A estas alturas, mis ideas sobre este tema ya han de ser evidentes, pero pensaba que recalcara que creo que es incorrecto (no es materialista y es poco científico) “convertir en un principio” cualquiera de las “particularidades” de cualquiera de estas esferas. Tenemos que captar cada vez más profundamente lo de “abarca pero no reemplaza” y conocer en concreto las particularidades de cada esfera de la vida en la que intentamos entrar, que intentamos desviar y liderar (es decir, ¡todas las esferas!), pero la idea común de que la esfera del “arte y los artistas” (que a veces se extiende a incluir a la intelectualidad en su conjunto) es de alguna manera intrínsecamente más sensible o más delicada o más fácilmente perjudicada o hasta simplemente más compleja que otras esferas es, en mi opinión, una tontería y una noción no científica e idealizada que de plano no convence. Si lo que digo al respecto es correcto, pues también es cierto que no existe ninguna justificación científica para proteger más o tener una actitud defensiva acerca de las artes y las personalidades de la cultura y no existe ninguna razón de esperar que muchos artistas y otras personalidades de la cultura no pudieran escuchar una explicación plena y directa (y recibir muchísima inspiración) del comunismo total no censurado —nada más tenemos que asegurarnos de que ¡lo que les estamos dando en efecto sea el comunismo y no un poco de asquerosa papilla revisionista!— y incluso responder positivamente a la lucha acerca de sus propios puntos de vista y prejuicios erróneos o atrasados, sean sobre la historia del comunismo u otros temas diversos.
Es un simple hecho de esta época que los conceptos erróneos, los prejuicios y el anticomunismo burdo son “el pan de cada día” entre los intelectuales y las personas que trabajan en las artes y en las ciencias en general. Nosotros podemos y debemos tratar, con total naturalidad y sin una actitud defensiva, las inquietudes de estas capas sociales que tienen (o quizá tengan) algunas bases en la realidad y en las deficiencias de nuestro proyecto histórico. ¡Pero que no exageremos! El mayor problema, por mucho, entre tales campos sociales hoy es su renuencia a reconocer plenamente y hacer frente al espectro general de los horrores del sistema imperialista (lo incluye sus expresiones concretas en sus propios campos de actividad) y seguir hasta sus últimas consecuencias la lógica de dicha lógica (incluida la estimación materialista de por qué este sistema es “totalmente irreformable”), y a la vez no contrastar correctamente todo esto con los logros concretos, y las bases todavía mucho mayores y mucho mejores por venir, de cómo podría ser el mundo por el que estamos luchando por crear.
Tenemos que zafarnos de los reducidos y restringidos límites de nuestros propios hábitos de pensamiento históricamente condicionados, empezando por nosotros mismos. Por ejemplo, veamos el número del periódico (Revolución #4), que con razón cayó bajo duras críticas — mismas que inició BA según criterios muy implacables. Veamos el artículo en inglés sobre Arthur Miller. ¿“Teatro para cambiar el mundo”? ¡Ni siquiera de cerca! Sí, la obra de Miller tiene sus aspectos positivos, pero “teatro para cambiar el mundo” es una exageración mayúscula y simplemente una evaluación incorrecta de lo que representan Miller y su obra. En pocas palabras, la manera en que yo lo veo es que si vamos a dirigir correctamente en estas diversas esferas y trabajar para una verdaderamente revolucionaria “convergencia” y sinergia, es necesario, entre otras cosas que: no sigamos a la cola de los prejuicios anticomunistas populares y que luchemos sin una actitud defensiva por evaluaciones acertadas y científicas de la realidad; reconozcamos y apreciemos, pero para repetir no sigamos a la cola o alabemos en exceso, las mejores manifestaciones de las capas medias progresistas o radicales; hagamos volar nuestros “sueños” y contribuyamos a pintar la visión de lo que el futuro comunista podría ser, inclusive en estas esferas.
• Rojo y experto:
Hay una manera en que es posible decretar los feudos y levantar fosos a su alrededor, declarando que algunas cuestiones o esferas sean áreas “prohibidas” o “intocables”, o cuestiones de “importancia secundaria” relativa (cuando en realidad no lo son) o hasta evocar el espectro francamente anticomunista de la supresión artística (como en la noción de que cuando los órganos de dirección monitoreen detenidamente estas cosas, pues eso podría “exprimirles toda la vida”). Esto para nada está bien y es necesario explorarlo profundamente y rechazarlo. Y digo eso pues yo mismo tengo mucho conocimiento y apreciación de la cuestión del valor del “conocimiento experto” en determinadas áreas así como la necesidad general de que el “vino respire” y para que el trabajo creativo en general reciba algo de espacio para experimentar, ensayar algunas cosas nuevas, etc., sin que se ponga de inmediato en la mira a cada nueva exploración y que se refute con demasiada prisa. Por eso, si queremos que al trabajo creativo le salgan alas en concreto y que sea bueno, entiendo por qué no se puede “vigilar” y “microgestionar” excesivamente el trabajo creativo, de cualquier tipo, sobre todo en las primeras e iniciales etapas, en sus detalles más pequeños y en formas similares. Pero eso no nos exime de la obligación de hacerlo bien y de la obligación de someterlo a la crítica constructiva antes de que se difunda en el mundo — precisamente porque importan estas cosas, mismas que tienen un impacto e influencia.
No sé si esto sería útil pero contaré una pequeña anécdota más que para mí constituyó una experiencia de aprendizaje. Hace unos veinte años yo estaba trabajando para popularizar algunos hechos básicos sobre los procesos evolutivos y estaba usando algunas formulaciones que eran una manera de “escribir con abreviaturas” de uso común entre los biólogos en ese momento, pero que un público más amplio bien podía haber interpretado como la promoción del adaptacionismo determinista (incluida la idea de que algo podría evolucionar “por” uno u otro propósito predeterminado). BA se percató concretamente de este problema, y me planteó una crítica, señalándome este problema. No recibí esa crítica muy bien en un primer momento — después de todo, yo era el biólogo con formación profesional, yo sabía lo que pasaba por el lenguaje común y aceptado en el campo, yo sabía lo que los otros expertos querían dar a entender y no dar a entender por tales formulaciones abreviadas, yo consideraba que él estaba exagerando la cosa fuera de proporción, yo… bueno... de todos modos, ¡¿qué carajos sabía él al respecto?! La esencia era que yo expresaba una actitud subjetiva y dejaba que mi “yo” y la “pericia” se entrepusieran en el camino — a la vez que la realidad era que, a pesar de que, según él admitía, él tenía poco conocimiento previo y experiencia directa con algunos de los conceptos científicos más particulares en la discusión, no obstante él había detectado una instancia aparentemente menor de “dejadez” metodológica que pronto yo iba a llegar a darme cuenta que en realidad tenía mucho más extensas implicaciones e impacto (inclusive en el ámbito epistemológico) de lo que en un principio yo estaba dispuesto a reconocer o que yo tenía la capacidad de reconocer. Nunca olvidé esa lección.
En un sentido similar, se informa que Mao una vez dijo algo como: “Si alguien va lo suficiente a la ópera, con el tiempo será capaz de distinguir la ópera buena de la ópera mala”.
Lo importante es que, para repetir, el mero hecho de que el revisionismo menchevique acostumbrado no reconoce y no aprecia de manera adecuada el valor de la experiencia acumulada y el lado “experto” de la dinámica (al contrario, de costumbre vomita una versión u otra del mezquino obrerismo filisteo revanchista a fin de echar a la basura dicha experiencia) no quiere decir que debamos dar la vuelta hacia el “opuesto lógico” de mistificar e idealizar un área determinada de pericia o experiencia acumulada — declarándola esencialmente “prohibida” para los (supuestos o reales) no expertos. Eso es incorrecto y no científico en general, y es muy escandaloso cuando no se reconozca el valor de un método y enfoque epistemológico verdaderamente avanzado en sí y de por si como una forma de mucho mayor “pericia”, misma que tiene plena capacidad de abrazar y abarcar cualquier ámbito del pensamiento y actividad humanos, y que puede ofrecer a los expertos y no expertos por igual ideas verdaderamente valiosas, ¡si tan sólo pudiéramos mostrar más receptividad para escucharlas!
Esto también es algo sobre lo que creo que es preciso discutir/reflexionar más profundamente. Y también está relacionado, para repetir, con el concepto polifacético de que “uno tiene la humildad de dejarse liderar”.
Así que voy a concluir, por ahora, con una última reiteración de una idea que todavía me da vueltas en la mente: Sí, en el mundo hace falta una gran cantidad de artistas, científicos e intelectuales y un montón de innovaciones creativas y movimientos culturales, todo lo que de una forma u otra sea tendente y que conduzca hacia la revolución y en última instancia hacia el comunismo. Pero lo que el mundo necesita ahora, más que nada, es lo que en efecto escasean mucho: unos auténticos comunistas revolucionarios reales. Y entre los propios comunistas, lo que más se necesita, más que nunca, es que los individuos se pongan al frente y cumplan con sus obligaciones como LÍDERES COMUNISTAS EN TODOS LOS SENTIDOS y no en uno que otro “nicho de especialidad”. Nosotros más contribuiremos, sobre todo de esta manera, al comienzo de un mundo radicalmente nuevo, inclusive entre todos los muchos y diversos ámbitos de la actividad y la imaginación de la humanidad.