Los medios de comunicación de la clase dominante y los principales portavoces políticos identifican constantemente a la oposición legítima y correcta al estado de Israel y a la ideología del sionismo, con el antisemitismo y el odio hacia el pueblo judío. Al mismo tiempo, hay una creciente ola mundial de antisemitismo, también fuertemente respaldada por sectores de las clases dominantes, la cual es un peligro en sí y tiene una influencia perniciosa en el pensar de las masas de personas.
Para poner las cosas en claro sobre este tema:
1) El estado de Israel fue fundado por unos judíos europeos que emigraron al Medio Oriente y se establecieron en tierras las que histórica y continuamente había ocupado otro pueblo, los palestinos. Desde el inicio de este movimiento, su fundador principal lo concibió y promocionó abiertamente como un proyecto colonial. Expulsaron al menos medio millón de palestinos de sus tierras en una guerra de limpieza étnica con un gran número de masacres importantes. El nuevo estado israelí recibió un apoyo sustancial de varias grandes potencias, tanto en el período previo a su fundación como posteriormente, y hoy sirve como gendarme regional crítico de los intereses imperialistas de Estados Unidos. Sobre esa base muchas personas e instituciones, entre ellas REVCOM, sostienen que Israel es un estado colono ilegítimo. Esta posición no solo es absolutamente legítima, sino que es objetivamente cierta e irrefutable. Los esfuerzos de tachar a esta posición de antisemita, antijudía, etc. y de reprimir a los que la defienden son cobardes y peligrosos; representan el uso del poder para suprimir la verdad y prohibir el debate sobre esa verdad. Hay que oponerse a dichos esfuerzos, y apoyar a todos los que caen bajo ataque por defender esa posición o por apoyar al movimiento para boicotear, desinvertir y sancionar a Israel1 (un movimiento que de hecho no llega a sostener esa posición).
2) El antisemitismo —las ideas que de una manera u otra satanizan y deshumanizan al pueblo judío como pueblo— no tiene absolutamente ninguna verdad o validez, no debe ponerse “al debate” y hay que desenmascararlo como el veneno reaccionario que es. Tales ideas han causado o justificado actos genocidas durante miles de años, incluido, sin limitación, el asesinato nazi de seis millones de judíos, y hasta hace muy poco eran el “pan de cada día” de la mayoría de las instituciones europeas de la clase dominante, incluida la iglesia católica. Aquellos que hoy promueven tales ideas, de Alex Jones2 a Louis Farrakhan, David Icke, el Estado Islámico, etc., en general lo hacen como parte de un discurso y programa fascista profundamente reaccionario y a menudo abierto, y además, hay que oponerse firmemente a aquellas posiciones y programas. Hablando de los oprimidos que se tragan la mentira de que “los judíos” fueron responsables de la trata de esclavos o que hoy “lo controlan todo” tras bastidores: se les está manipulando por tontos y bobos, mientras que el verdadero enemigo, el sistema capitalista-imperialista, se sale con la suya.