¿Alguien honestamente puede negar la pura verdad de las siguientes palabras pronunciadas con osadía por el abolicionista y ex esclavo Frederick Douglass en un discurso del 4 de julio de en 1852?
En el terreno de repugnante barbarie y descarada hipocresía, Estados Unidos reina sin rival.
Esta declaración resuena a lo largo de los tiempos, expresando una verdad profunda hoy.
Si usted duda, o recula, ante esta afirmación, piense en lo siguiente: después del fin formal de la esclavitud mediante la Guerra Civil, los negros no sólo fueron virtualmente esclavizados una vez más durante los largos años de la segregación del “Jim Crow”, sino que fueron sometidos repetidamente al terror constante el que incluía miles de linchamientos — y los linchamientos fueron motivo de celebraciones públicas, en que grandes multitudes de personas blancas, tanto adultos como niños, se reunieron para presenciar y vitorear los linchamientos y llevarse rebanadas del cadáver mutilado de la persona negra linchada —, y con las fotografías de estos linchamientos confeccionaron tarjetas postales y las vendieron en todo Estados Unidos.
Esta no fue una orgía de violencia perversa de una sola ocasión — ocurrió una y otra vez, generación tras generación. Ni tampoco es una especie de “aberración” de la naturaleza “especialmente buena” de Estados Unidos. Y no se trata únicamente de la “historia antigua” — las atrocidades de este tipo no son algo que se está dejando atrás mientras Estados Unidos lleva adelante su viaje hacia “una unión más perfecta”. A pesar del ascenso de la agitación de los negros a lo largo de las luchas por los derechos civiles y por la liberación negra después de la Segunda Guerra Mundial, que alcanzó un punto álgido a fines de la década de 1960 y principios de la década de 1970, y que ha continuado en varias formas y a varios niveles desde ese entonces (y a pesar del hecho de que, al romper con la despreciable historia de Estados Unidos, un gran número de jóvenes blancos en particular han apoyado activamente estas luchas), la realidad es que, desde 1960, la policía ha matado a más personas negras que todos los negros linchados durante los días de la segregación del “Jim Crow” y el terror del Ku Klux Klan, y los negros en su conjunto viven con la amenaza siempre presente de ser brutalizados o asesinados por la policía.
Y todo esto, a su vez, es una expresión concentrada de todo lo que ha sido Estados Unidos, desde el principio y hasta el día de hoy. Esta es la realidad de la manera en que los gobernantes de Estados Unidos, al proclamarse “los líderes del mundo libre”, han amontonado su riqueza y poder —por medio de la grotesca brutalidad, saqueo y destrucción en todas partes del mundo— algo que está ampliamente detallado en la serie Crimen Yanqui en revcom.us, y que no deja duda alguna respecto al enorme alcance de estos crímenes y el hecho de que están “incorporados en” la naturaleza y estructura del sistema en Estados Unidos. Para repetir las palabras de Frederick Douglass:
En el terreno de repugnante barbarie y descarada hipocresía, Estados Unidos reina sin rival.
Una última pregunta: ¿no es hora, por fin, de hacer frente a todo esto y actuar con determinación para poner fin a todo esto, con el reconocimiento de que para que esto se convierta en realidad, se necesita un sistema radicalmente diferente y un tipo radicalmente diferente de país?1
1. La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian, ofrece una visión panorámica y un plan concreto para “un sistema radicalmente diferente y un tipo radicalmente diferente de país”. Esta Constitución está disponible en revcom.us. [volver]