El difunto comentarista deportivo Dick Enberg frecuentemente usaba esa frase (“Ajá, ahora están diciendo”) para encubrir sus errores. Un ejemplo: En un partido de básquetbol que Enberg está transmitiendo, un jugador mete el balón — pero la canasta no cuenta porque se le marca una “violación de caminar”. Pero Enberg no se da cuenta luego luego de que han marcado la “violación de caminar” y la canasta no cuenta — y pierde la cabeza alabando ese “tiro tan fenomenal” hasta que por fin cae en la cuenta de que no contó. Luego, en vez de simplemente reconocer su error, dice: “Ajá, ahora están diciendo que la canasta no cuenta” (¡cuando así fue desde el principio!).
Me hizo recordar eso el leer varios recientes artículos y comentarios, incluidos algunos de voces más “tradicionales”, donde por fin semejantes personas están haciendo comparaciones entre Trump y los NAZIs y el espectro del fascismo en Estados Unidos. Durante años ya, los que sistemáticamente hemos venido señalando la naturaleza y los objetivos fascistas de Trump, y del régimen de Trump y Pence en su conjunto, hemos sido el blanco, no sólo de ataques de parte de la “base” de este régimen, sino del ridículo y rechazo de parte de muchos “liberales” que nos han acusado de hacer uso de la exageración, la hipérbole y el “alarmismo” en el intento de espantar y manipular a las personas para que nos siguieran. Ahora, cuando lo que hemos dicho al respecto se está volviendo cada vez más obvio, al extremo de que fuentes más “respetables” están empezando a hablar en estos términos, unas pocas personas honradas han reconocido sin reparos: “Ustedes tenían la razón sobre esto, y yo estuve equivocado”. Por otro lado, la mayoría de aquellos que llevan un buen tiempo criticando o rechazando nuestro análisis —pero que ahora por fin han empezado a reconocer, “Bueno, supongo que esto sí que es el fascismo”— no han tenido la honradez e integridad de reconocer que hemos tenido la razón desde el principio al llamarlo fascismo, y al contrario han recurrido al número “Ajá, ahora están diciendo”.
Para que quede claro, la razón por la que es correcto y necesario que las personas reconozcan que hemos tenido la razón sobre eso desde el principio no se trata de nuestros egos sino que es una cuestión de principios y método. Si hemos tenido razón sobre algo tan importante como esto, quizá haya algo que aprender de eso —no sólo del análisis particular que hemos hecho sino del método que subyace a ese análisis, el método y enfoque científico de investigar la realidad y de actuar de acuerdo con los hechos y la evidencia sobre la realidad concreta, de seguir la verdad hasta dónde nos lleve, en vez de actuar de acuerdo con ideas y prejuicios preconcebidos y resistirse a conclusiones “incómodas”. Y también hay que entrarle con seriedad a la cuestión: Quizá los que hemos aplicado este método y enfoque para entender no sólo la naturaleza del régimen de Trump y Pence sino, más allá de eso, la naturaleza fundamental del sistema bajo el cual vivimos, también tengamos razón en nuestra conclusión de que este sistema (del capitalismo-imperialismo) tiene integrada en sus propios cimientos y su funcionamiento continuo la más horrenda opresión, explotación y saqueo, de las personas y del medio ambiente — y por lo tanto, como hemos enfatizado: No es posible reformar este sistema, hay que derrocarlo, si es que la humanidad vaya a tener un futuro en que valga la pena vivir.