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NO SE TRATA DE “LOS DEMÓCRATAS” —
¡SE TRATA DEL SISTEMA ENTERO!

Una respuesta a Candace Owens y otros demagogos negros NAZIS

Candace Owens, y otros “conservadores” negros que apoyan al fascista supremacista blanco Donald Trump, tratan de justificar sus acciones despreciables declarando que es el Partido Demócrata el que es responsable de mantener al pueblo negro en una posición subordinada. Como he señalado e ilustrado concretamente muchas veces, el Partido Demócrata desempeña un papel importante en la subyugación y degradación del pueblo negro, que incluye la manera en que las masas del pueblo negro y en particular los jóvenes son robados de un futuro digno, son acorralados y contenidos en ghettos de privación y desesperanza, son asesinados por policías merodeadoras y son impulsados y alentados a matarse unos a otros. Pero el Partido Demócrata lo hace como un instrumento —una de las instituciones centrales— del sistema del capitalismo-imperialismo el que es la fuente de esta opresión, un sistema que descansa en la cruel explotación y asesina opresión, no sólo de personas negras sino de masas de otras personas también, no sólo en Estados Unidos sino por todo el mundo. Y el Partido Republicano ciertamente no es menos un instrumento de este sistema monstruoso — especialmente a lo largo de las recientes décadas en que ese partido se ha vuelto aún más abiertamente supremacista blanco, supremacista masculino, xenófobo antiinmigrante y belicoso chovinista pro estadounidense.

Por su parte el Partido Demócrata, especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial con los cambios importantes que se operaron en Estados Unidos, y en el mundo en su conjunto, se declaró, por un lado de la boca, el “amigo” y “salvador” del pueblo negro. Pero el Partido Demócrata tenía una contradicción profunda y cada vez más aguda en su interior: su “ala norteña” se pintó de “liberal” mientras su “ala sureña” (conocida como los “Dixiecrats”) era supremacista blanca de manera abierta, vehemente y violenta. Ese conflicto llegó a un desenlace en los años 1960, cuando los líderes del Partido Demócrata se encontraron en una posición en que tenían que hacer concesiones a la lucha por los derechos civiles: los “Dixiecrats” abandonaron al Partido Demócrata y se convirtieron en una fuerza clave en el Partido Republicano. Desde ese entonces, los republicanos se han convertido en el partido de la supremacía blanca de manera cada vez más abierta.

Malcolm X habló de esa situación sin pelos en la lengua. Dijo: uno de estos partidos (los demócratas) dice que está a favor de ti mientras el otro (los republicanos) dice que está en contra de ti —uno de ellos es un “zorro” y el otro un “lobo”, pero los dos partidos son parte de la familia canina— los dos partidos son perros racistas. Es tentador interpretar, como un mero acto de increíble estupidez, los casos en que alguien se sume a los que están abiertamente en contra de uno. Pero, de parte de Candace Owens, y de algunos otros “conservadores” negros, su apoyo a Trump y a los republicanos no es tanto una cuestión de estupidez sino que su apoyo constituye esfuerzos por sacar una tajada del “botín” —de los despojos que salen del saqueo del mundo por el capitalismo-imperialismo estadounidense— y porque creen que el mejor medio para poder sacar la mayor tajada posible de esos despojos es jugar el papel servil de unos negros que justifican, e incluso defienden, la supremacía blanca, pero lo hacen mientras declaran de manera burda y bocona que todos los que se opongan a lo que hacen ¡son “racistas” que quieren mantener a los negros en su lugar! El hecho de que lo hacen en nombre del avance del pueblo negro es aún más repugnante y despreciable.

Esto no tiene nada de nuevo ni original. Lo hemos visto en las gesticulaciones ridículas y en el desempeño general del magistrado de la Suprema Corte Clarence Thomas. Y, al remontarnos a los días de la segregación del Jim Crow y del terror del Ku Klux Klan, se tenía a Booker T. Washington, un “líder” negro, quien predicaba a los negros que no debieran levantarse contra su condición segregada y aterrorizada, sino debieran esforzarse por mejorarse lo más posible permaneciendo dentro de esas condiciones terribles. ¡No es de sorprenderse que Washington fuera uno de los oradores más favorecidos en los mítines de los segregacionistas supremacista blancos sureños! Y no es de sorprenderse que las personas de la calaña de Candace Owens sean los “consentidos” de los fascistas supremacistas blancos abiertos de hoy.

La respuesta a esta situación no es movilizarse en apoyo al Partido Demócrata, que ha desempeñado un papel tan crucial para mantener oprimido y aterrorizado al pueblo negro a la vez que finge ser su mejor esperanza, y que ha sido un instrumento tan clave del sistema en su conjunto, con sus crímenes indecibles contra las masas de la humanidad. La respuesta es oponerse a todo el sistema monstruoso del capitalismo-imperialismo, al cual tanto los demócratas como los republicanos sirven y trabajan para mantener — alzarse contra este sistema e impulsar esa lucha hacia el objetivo de una revolución para abolir todo este sistema, y crear un sistema mucho mejor.

Se ha desarrollado la estrategia para concretamente hacer esta revolución por medio del trabajo que he hecho a lo largo de varias décadas, desde los años 1960, y una visión panorámica y un plano concreto para una sociedad y mundo radicalmente diferente y mucho mejor están contenidos en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte — puedes encontrar todas esas obras en revcom.us.

Dejemos que los y las Candace Owens del mundo se arrastren, se riñan y pepenen para conseguir una tajada del botín empapado de sangre de este sistema. Para todos aquellos que anhelen un mundo sin todas las atrocidades y el terror, todo el sufrimiento innecesario por causa de este sistema del capitalismo-imperialismo, levantémonos juntos para poner fin a todo eso, de la única manera en que se podría hacer: ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS! — una revolución cuyo propósito no es vengarse, ni “conseguir lo nuestro” mediante la explotación y degradación de otros — sino una revolución para la emancipación de toda la humanidad.