… Esto era el período cuando la revolución iraní había alcanzado su punto álgido, y había sacado del país al sha de Irán. Me acuerdo de un titular en el Chicago Tribune cuando el sha se tambaleaba sobre su trono, justo antes de caer. Este título declaró: “Quizás sea un déspota, pero es nuestro déspota”. Eso básicamente era la posición de la administración de Carter y la clase dominante estadounidense, hasta la mera caída del sha. Estados Unidos lo había puesto en el poder por medio de un golpe de estado de la CIA en 1953, y lo mantenían en el poder durante casi tres décadas. Y seguían haciendo todo lo que pudieran para protegerlo hasta el final. Luego, cuando el sha ya no pudo mantener más su reino en Irán, lo trajeron a Estados Unidos, después de intentar presionar a varios otros países a que lo acogieran.
En Irán la gente sospechaba que Estados Unidos le daba refugio al sha a fin de preparar una contrarrevolución, y luego un grupo de estudiantes y jóvenes iraníes tomaron la embajada estadounidense en Teherán. Los iraníes que ocuparon la embajada descubrieron los archivos ahí y comprobaron que muchos de los empleados de la embajada eran espías y agentes de la CIA que trabajaban para socavar y poner en marcha atrás a la revolución iraní para que Estados Unidos volviera a dominar más completamente a Irán.
Tras la toma de la embajada estadounidense por estudiantes y otros, Ted Koppel anunció “Estados Unidos de rehén”, y la ocupación de la embajada se volvió un tema muy controvertido en Estados Unidos. Se dio un gran revuelo, y la clase dominante en Estados Unidos trabajó para azuzar todo tipo de chovinismo contra el pueblo iraní, inclusive contra los iraníes que vivían en Estados Unidos, y para encender los sentimientos reaccionarios entre los estadounidenses en torno a la revolución iraní. Esto ocurría al mismo tiempo que se preparaba nuestro caso para ir a la corte y mientras estábamos trabajando, mediante los esfuerzos de los voluntarios y de manera multifacética, para impulsar el apoyo para mí y los otros Acusados Mao Tsetung y para promover y proyectar la línea y los objetivos de nuestro Partido ampliamente en toda la sociedad….
“¡No es nuestra embajada!”
Al mismo tiempo, teníamos que tomar posición en apoyo a la revolución iraní. Esto era algo que yo tomaba muy a pecho, y hablé de ello ante los voluntarios en Washington, D.C. La dirección de nuestro Partido estaba firmemente unida en torno a la gran importancia de trabajar para convencer a la gente a que rechazara toda esa histeria chovinista y mentalidad de turbas que se estaba incitando. Los estudiantes iraníes en Estados Unidos eran objeto de ataques. Cuando salíamos a hacer trabajo revolucionario en general, y en particular para hablar con la gente y hacer agitación sobre lo que estaba pasando en Irán, se congregaban grandes cantidades de personas. Las cosas se ponían extremadamente acaloradas, y en ocasiones hubo ataques físicos contra nuestra gente. Pero estábamos muy decididos a que tuviéramos que responsabilizarnos de combatir eso y transformarlo, al mismo tiempo que teníamos esta importante campaña y batalla que teníamos que librar en torno al caso que se derivó de la manifestación contra Deng Xiaoping.
Una de las cosas que me llamaba la atención, al leer varios informes y al hablar con los camaradas que participaban en este trabajo, es que, si bien hubo esa histeria, esa mentalidad de turbas y ese chovinismo incitados contra el pueblo iraní y contra los iraníes que vivían en Estados Unidos, y se manifestaba de manera muy amplia —pues el gobierno y los medios de comunicación habían dedicado muchos esfuerzos a eso—, también era algo muy superficial. Cuando hablamos con las personas sobre la historia de lo que Estados Unidos había hecho en Irán, la tortura y la opresión a que había sometido a la gente iraní durante décadas al poner en el poder al sha de Irán y mantenerlo en el poder desde 1953; cuando les enseñamos por qué los iraníes tenían tanto indignación contra Estados Unidos, y lo decididos que los iraníes estaban para luchar contra la dominación estadounidense en su país — podíamos desinflar esta histeria y las cosas empezaban a cambiar rápidamente. Como a menudo pasa con las personas azuzadas por la clase dominante en torno a necedades reaccionarias, no tenía nada de profundidad. En gran parte las personas actuaban a base de la ignorancia y sin entender lo que motivaba a la gente iraní, ni lo que había estado ocurriendo durante décadas en Irán — del cual todo había estado oculto a los estadounidenses….
Habíamos trabajado de cerca con los muchos estudiantes radicales y de tendencia revolucionaria de Irán que vivían y estudiaban en varias partes de Estados Unidos. Irónicamente, fue el sha el que los había mandado a Estados Unidos. El sha tenía este programa para modernizar enclaves de la economía iraní, al mismo tiempo que enredaba y esclavizaba a las masas de personas en la profunda pobreza y opresión. Así que su gobierno, en cooperación con el gobierno estadounidense, había financiado los estudios en Estados Unidos para muchos de estos estudiantes en materias como la ingeniería. Pero, especialmente por la naturaleza de los tiempos, muchos de ellos se había radicalizado — y en general se trataba de un radicalismo secular antiimperialista, en vez de una militancia religiosa fundamentalista. Muchos de ellos se habían transformado en revolucionarios de un tipo u otro, y la tendencia comunista y maoísta tenía mucha iniciativa entre estos miles de estudiantes iraníes. Continuamos trabajando de cerca con ellos y apoyándolos mientras la revolución iraní se desarrollaba, aunque algunos de ellos ya empezaban a regresar a Irán para participar directamente en el auge de lucha revolucionaria allá.
Así que cuando di este discurso en el Teatro Howard, hablé sobre este tema y de por qué era importante que tomáramos una posición en apoyo a la revolución en Irán y a los estudiantes iraníes en Estados Unidos que estaban cayendo bajo ataque — era, una vez más, una cuestión del internacionalismo. Era nuestra responsabilidad oponernos a nuestra propia clase dominante que trataba de reinstituir y afianzar más fuertemente la dominación y opresión del pueblo iraní. Y, como dije en ese discurso: “No es nuestra embajada, no tenemos una embajada; esa es la embajada de la clase dominante imperialista y estamos tomando partido con el pueblo iraní”36.
Esta posición era controvertida incluso entre las personas cerca de nosotros y entre nuestros simpatizantes más amplios. Algunas personas creían que, al tomar esta posición, en medio de todo este ataque contra nosotros, íbamos a asumir una carga aún mayor y atraer aún más represión contra nosotros. Reconocimos este peligro, pero nuestra posición era, como yo lo dije en ese discurso: “Si no tomamos partido con el pueblo iraní, pues no vale defendernos. Si no mantenemos nuestro internacionalismo y nuestros principios comunistas, pues no vale la pena defendernos”.
36. El PCR publicó una transcripción de esa parte del discurso casi inmediatamente después del mitin, titulado “No es nuestra embajada”. Los miembros y simpatizantes del Partido repartieron este folleto muy ampliamente, generaron controversia y, por medio de aguda lucha, ayudaron a repolarizar los términos del debate de una manera más favorable. [volver]
1. Tras la muerte del líder revolucionario Mao Zedong en 1976, Deng Xiaoping encabezó un golpe de estado que derrocó al socialismo en China y restauró el capitalismo. Cuando Deng fue invitado a visitar Estados Unidos, Bob Avakian (BA) y el Partido Comunista Revolucionario movilizaron una manifestación en Washington, D.C., contra esa visita para poner al descubierto lo que había ocurrido en China y lo que Deng representaba. La policía atacó con salvajismo a la protesta, que se convirtió en un incidente internacional. Docenas de manifestantes fueron golpeados con saña y muchos fueron arrestados, entre ellos BA. BA y como una docena de otros que enfrentaban a más de 200 años de prisión se conocieron como los Acusados Mao. Para obtener mucha más información al respecto, vea la autobiografía de Bob Avakian, Capítulo 21 (“‘Una bienvenida merecida’ para Deng Xiaoping”) y Capítulo 23 (“Stop the Railroad!” [Alto al juicio chueco]). [volver]