Contrarrestando las teorías y "estratagemas" equivocadas que sirven al sistema imperialista
Ahora bien, en la esfera ideológica, una parte importante de preparar mentes así como organizar fuerzas para la revolución —sentando las bases para esta revolución en las esferas ideológicas, políticas y organizativas— es tomar en cuenta y contrarrestar los análisis y "estratagemas" diseñados a servir a la clase dominante (o en algunos casos con otro motivo pero que terminan por servirle sin esa intención) al hacerles sentir "rodeados" o "marginados" a los oprimidos y otros sedientos de una sociedad más justa, hasta una radicalmente diferente: sentir que no sólo enfrentan el poder formidable del estado imperialista, con su maquinaria monstruosa de muerte y destrucción así como su aparato represivo altamente desarrollado de policías, prisiones y cortes, sino que también enfrentan a "la mayoría" de la población estadounidense que es intrínsecamente "conservadora", según dicen. Eso tiene que ver con el fenómeno objetivo del cual estaba hablando hace poco —el desarrollo del imperialismo estadounidense por espirales durante el último siglo más o menos y de manera pronunciada en la pos Segunda Guerra Mundial, y luego otro gran cambio tras el colapso de la Unión Soviética y su imperio. Dicho desarrollo objetivo y las condiciones correspondientes tienen mucho que ver no sólo con el parasitismo en esta sociedad en sentido general sino también con el fenómeno de que las masas básicas en particular se sienten "marginadas", hasta "rodeadas", en ese marco, tanto espontáneamente como por medio del trabajo concentrado y sistemático de la clase dominante y sus representantes. Luego, además de eso, hay un esfuerzo ideológico coordinado de la clase dominante de elaborar —o como sea, propagar— varias teorías y estratagemas que extienden ese fenómeno y que tienen el efecto, directa o indirectamente, de intensificar ese sentir de aislamiento, marginalización y cerco.
Por ejemplo, nos salen a cada paso las dichosas encuestas. El diseño y el manejo de encuestas es un arma ideológica de primera en manos de la burguesía — y debemos captar que eso es la esencia de esas encuestas. Eso no quiere decir que toda persona contratada para trabajar en una encuesta sea "un funcionario consciente de la clase dominante imperialista" —ni tampoco que los resultados de toda encuesta sean inventados o absolutamente equivocados—, más bien esas encuestas intrínsecamente, por la manera en que las diseñan y manejan, no sólo tienen limitaciones concretas sino encierran muchos prejuicios y tergiversaciones; y objetivamente, funcionan para ayudar a establecer y fortalecer lo que la clase dominante quiere que la gente crea — y en un alto grado, eso es la intención deliberada y consciente de parte de funcionarios de peso de la clase dominante. Por ejemplo, sale esa ley anti-inmigrante, estilo nazi, en Arizona — y zas, sin faltar, sale una encuesta que dice que la mayoría de la población estadounidense apoya esa ley. ¿Cuál es el propósito, y por cierto cuál es el efecto, de publicar una encuesta así? Pónganle que muchas de las personas básicas no se fijan en las encuestas en sí y no están al tanto de una encuesta particular de Gallup o de quien sea, sin embargo sí les afecta la "vibra" general, por decirlo así, que pega en la sociedad, creada en importante grado por el papel de esas encuestas. De hecho, es difícil nombrar ninguna ofensiva reaccionaria importante de parte de la clase dominante de este país que no venga acompañada de "una encuesta" que la apoya y la pinta, vaya sorpresa, como la "voluntad del pueblo estadounidense" o por lo menos una mayoría de éste.
Así que es algo que tenemos que contrarrestar, entre otras cosas explicando la manera en que concretamente manejan esas encuestas, su rol y función, lo que sí y lo que no representan. No debemos subestimar el efecto, aunque sea indirecto en muchos casos, de esas encuestas y del embate ideológico más amplio del cual forman parte, para desmoralizar a las masas y hacerles sentir que no tiene sentido resistir y levantarse, mucho menos hacer la revolución.
Junto con eso, se da la mala interpretación, o la distorsión deliberada, de la experiencia y los impactos sociales de los años 60 y sus repercusiones. Anteriormente mencioné el libro Suburban Warriors de Lisa McGirr. Si bien ese libro sí contiene bastante análisis interesante, y en muchas maneras perspicaz, también repite la tesis ampliamente promulgada de que los impulsos y rebeliones radicales de los movimientos populares de los 60 dieron lugar a una "contra-reacción" e impulsaron al país hacia la derecha, manifestado en el predominio electoral del partido Republicano en este país desde aquel entonces.
Ese análisis yerra en tantos aspectos que a) es difícil saber por dónde empezar; y b) no me da tiempo de refutarlo mucho en el contexto de este discurso. Pero, para mencionar un aspecto esencial de los análisis de ese tipo, pasan por alto el hecho fundamental de que ya para los finales de los años 60 prevalecía cierta dinámica (reconocida por Henry Kissinger y otros de la clase dominante) en la cual las fuerzas radicales, y en sentido amplio, revolucionarias, tenían la iniciativa en la sociedad y en un alto grado establecían el marco del discurso —en las esferas culturales, ideológicas y políticas— poniendo a la defensiva a la clase dominante y las fuerzas reaccionarias. Sin embargo —y tenemos que insistir en este punto una y otra vez— todo eso no culminó en una revolución de verdad. No se hizo ningún cambio fundamental en las relaciones sociales ni el sistema de poder político, ni su base material subyacente en el sistema económico. Y, relacionado fundamentalmente con eso, el movimiento de los 60 entró en reflujo. Por encima de eso, la revolución y el comunismo sufrieron reveses y derrotas serios —entre ellos y de manera concentrada, la pérdida de China en una toma de poder revisionista en los años 70—, y de ahí la clase dominante en este país pudo reafirmar firmemente sus objetivos, sus valores, su punto de vista, inclusive en varias dimensiones y esferas en las cuales había quedado a la defensiva en un grado importante ante este auge radical generalizado de lucha, que obviamente no se limitó a Estados Unidos sino que fue un fenómeno realmente internacional durante los años 60 (y principios de los 70). Pero este entendimiento no aparece en ese tipo de análisis (la supuesta "contra-reacción al auge de lucha de los años 60").
Otro error de ese análisis es que, en lo esencial, las elecciones no son la arena en la que los intereses fundamentales de las masas populares se expresan o se pueden expresar —y, entrelazado con ese hecho, el sistema en un país como Estados Unidos es una dictadura burguesa en la cual la clase dominante capitalista (incluso con toda la contienda, que a veces se vuelve seria e intensa) establece el marco para las elecciones: cuáles alternativas se consideran válidas y viables en esas elecciones; quién es un candidato legítimo; cuáles son las cuestiones legítimas; cuál es el contorno y forma de las alternativas para escoger en tales elecciones— la clase dominante determina y, sí, dicta todo eso. De ahí que las elecciones no pueden ser la arena en la cual se expresan los intereses básicos y más elevados de las masas pero, al contrario, atraen a las masas para debatir y actuar bajo las condiciones que la clase dominante fija y en aras de los intereses de ella. Ese hecho es lo que en lo fundamental ha establecido las condiciones de las elecciones y ha determinado sus confines desde los años 60, así como durante toda la historia de este país.
Así que, respecto la "contra-reacción" a los 60, en la medida en que ha sido un fenómeno concreto, resultó del hecho de que, a pesar del auge realmente poderoso de rebelión en los 60, no se hizo una revolución en Estados Unidos, por lo cual todo quedó dentro del marco del sistema existente y de la dinámica y los confines de la política dominante (burguesa) y su base material subyacente. Eso —junto con los profundos reveses para la revolución y el comunismo, concentrados en el golpe de estado revisionista que arrebató el poder en China poco después de la muerte de Mao Tsetung en 1976 y restauró el capitalismo ahí, y en alto grado como resultado de ese golpe— es lo que ha moldeado, en lo fundamental, lo que ha sucedido en la sociedad estadounidense en general, y en alto grado en el mundo. Ciertamente eso se aplica al papel y al carácter de las elecciones bajo el dominio de la burguesía dentro de Estados Unidos.
Dicha tesis de la "contra-reacción" no sólo es un análisis fundamentalmente equivocado, sino una teoría y un análisis que objetivamente sirve a los imperialistas por confundir, despistar y sí, desorientar y desmoralizar a las personas que anhelan algún tipo de cambio real, hasta radical. Por lo tanto, eso es algo lo que necesitamos contrarrestar y refutar, científica y convincentemente.
Sin detallar más aquí, podemos ver la importancia del "análisis de la pirámide", discutido más en "Contradicciones todavía por resolver, fuerzas que impulsan la revolución" y otras partes1: su discusión científica de la dinámica subyacente y los intereses que impulsan este sistema y su clase dominante; las divisiones en esa clase; la interconexión entre eso y la "configuración social" concreta dentro de Estados Unidos; las tendencias espontáneas de diferentes sectores y grupos, y los retos de lograr una repolarización —para la revolución— en el contexto de la situación mundial en conjunto, con sus dinámicas, trastornos, conflictos y luchas.
La mitología, y la verdadera naturaleza, de las elecciones yla democracia burguesa
Ahora bien, uno de los pilares principales de este sistema —y hablé de eso anteriormente respecto a su papel como una mitología que cohesiona, similar al derecho divino de los reyes en la sociedad feudal— es que su legitimidad descansa y se forja sobre los procesos y mecanismos de la esfera electoral burguesa, de manera importante y deliberada, y su efecto para legitimar el sistema especialmente, aunque no solamente, para las capas medias. Esto es un pilar fuerte de este sistema pero también un pilar potencialmente vulnerable. Los defensores y apologistas apasionados del sistema tienen todo tipo de teorías sobre la "naturaleza especial" de la democracia y, claro está, el carácter excepcional y especial de Estados Unidos. No hacen falta los dichos y trivialidades, los análisis incorrectos y no científicos, de que entre las democracias no hacen la guerra —de que sólo las tiranías empiezan las guerras— todo el cual viene predicándose desde los fundadores, como Paine y otros. Todo eso es un pilar grande en el cual descansa su legitimidad objetivamente, y en el cual han decidido conscientemente cimentar esa legitimidad, en un grado importante — repito, especial pero no únicamente para las capas medias. Eso hace hincapié en la importancia de desenmascarar el carácter verdadero y la función verdadera de las elecciones bajo el dominio de la burguesía.
Hay muchas personas, entre ellas muchas en las capas medias, que se desilusionan cuando una tras otra tras otra vez los políticos y los partidos políticos (en particular el Partido Demócrata) resultan ser muy distintos a lo que ellas esperaban y mediante engaños lo que les hicieron creer. Hoy en día, a muchas se les está pegando la "cruda" tras su euforia con Obama — es una manera en que la mejor carta2 para la clase dominante, la de poner a Obama de candidato y hasta presidente, empieza a convertirse en su opuesto.
Aún así, como recalcó Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?3, con respecto a las elecciones, y más generalmente las proclamaciones y pretensiones democráticas del sistema, la contradicción entre dichas proclamaciones y pretensiones y el funcionamiento verdadero del sistema es al mismo tiempo una fuente constante de resistencia y lucha, y una fuente constante de ilusiones regeneradas. Es una contradicción en la cual tendremos que aprender a incidir, para la repolarización, especialmente (pero no solamente) de las capas medias, con un fundamento realmente científico. Tenemos que reconocer y tenerlo claro que, en un aspecto muy importante, el fenómeno de las elecciones, como una expresión prototípica de lo que es en realidad la democracia burguesa, es un pilar muy importante de su legitimidad — y así lo han hecho concientemente. Lo han extendido hasta un punto en que no solamente identifican la revolución en general con el terrorismo —siempre y cuando tal revolución se oponga en realidad a sus intereses— sino que, específicamente, han convertido en un principio la ilegitimidad de la revolución en una sociedad donde se celebran elecciones burguesas —o por lo menos una sociedad del tipo que les agrada y a la cual califican de estar de acuerdo con sus intereses— porque existe un medio para efectuar el cambio, un medio pacífico, dentro de las instituciones, mecanismos y procesos establecidos del sistema.
Así que, al mismo tiempo la legitimidad de su sistema y la ilegitimidad de todo esfuerzo de hacer la revolución contra un sistema así, se basan de manera importante —y de manera consciente, en un grado alto— en la democracia burguesa y específicamente en un proceso electoral con partidos en contienda como una expresión de tal democracia. Por eso, si uno ve los medios grandes de comunicación y noticieros, toda cuestión que se genera en la esfera social o la política, una y otra vez resulta transformada, remoldeada y reencausada hacia marco de Demócrata contra Republicano y hacia la arena electoral burguesa en general.
Continuará
1. Bob Avakian, "Contradicciones todavía por resolver, fuerzas que impulsan la revolución," publicado en entregas que empezaron en Revolución #184 (29 de noviembre de 2009), que se puede conseguir en línea en revcom.us/avakian/driving/driving_toc-es.html. Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es, una charla filmada de Bob Avakian. El análisis de la pirámide está en el disco 4, "¿Otra guerra con fines electorales? (pirámide)"; se puede conseguir en revcom.us, revolutiontalk.net y bobavakian.net. [regresa]
2. Bob Avakian formuló ese análisis de "Obama como la mejor carta" en pasajes de correspondencia escrita después de la elección de Barack Obama, publicados en Revolución: "Obama, ¿Jugando su mejor carta?" (#149, 30 de noviembre de 2008), "Después de las elecciones, un punto básico de orientación: A las masas... con la revolución" (#150, 14 de diciembre de 2008), "'Obamamanía' y el espíritu de Malcolm X" (#151, 28 de diciembre de 2008). [regresa]
3. Bob Avakian, Democracy: Can't We Do Better Than That? (Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?), Banner Press, 1986. [regresa]