Trump y los fascistas de MAGA están empeñados en silenciar a toda oposición a su régimen, por cualquier medio que consideren necesario.

Como parte crucial de esto, ese régimen está tomando medidas escandalosas y sin precedentes para obligar a los grandes medios de comunicación a que se alineen. El objetivo es convertir a estos medios en una combinación de tímidos perros falderos de derechas que idolatran a Trump, junto con periodistas anteriormente “respetados” (dueños, directores, periodistas) a quienes se les ha enseñado que “si quieres llevarte bien, tienes que seguirle la corriente”, y eso significa que NO debes desafiar al régimen, sus crímenes horribles o el torrente de mentiras con el que los encubren.

Esto está sucediendo ante nuestros ojos, y hasta este momento ha habido muy poca oposición seria por parte de los medios de comunicación o de cualquiera. Esto tiene mucho en juego para la lucha por la verdad y la lucha contra el fascismo. Y esto es así a pesar de que los grandes medios de comunicación representan y sirven a los intereses de este sistema en su conjunto, y al igual que los gobernantes de este sistema, están profundamente divididos. En su mensaje en las redes sociales Revolución #98, el líder revolucionario Bob Avakian preguntó:

¿Cuál es la diferencia entre los mentirosos fascistas de la clase dominante, y los mentirosos “tradicionales” de la clase dominante?

Y agrega: “La respuesta es que los fascistas mienten de manera cabal y sistemática, mientras los representantes ‘tradicionales’ de la clase dominante mienten de manera ‘situacional’ e ‘instrumental’”. Y más adelante en ese mensaje explica:

A diferencia de los fascistas, la realidad sí importa para los representantes “tradicionales” de la clase dominante (tales como los políticos del Partido Demócrata y aquellos que manejan los medios de comunicación importantes como la CNN y el New York Times) — PERO cuando la realidad se interpone en el camino de los intereses de este sistema del capitalismo-imperialismo, pues tergiversan la realidad y cuentan mentiras tan al por mayor que lo hacen los fascistas.

Pero lo que los fascistas necesitan va más allá de la propagación de mentiras sobre armas de destrucción masiva en Irak, mentiras sobre el papel de Estados Unidos en el mundo, mentiras sobre el terror policial dentro de Estados Unidos. Los fascistas necesitan que “no exista” la “verdad”, más allá de lo que ellos digan que lo es en un momento dado. Y esto es una gran parte del choque entre los dos sectores de la clase dominante, y de su venganza contra los medios de comunicación tradicionales.

Ponen en la mira a la Associated Press

Basta con ver lo que pasó con la Associated Press (AP), uno de los servicios de noticias más grandes del mundo. El 12 de febrero, la administración Trump prohibió indefinidamente a la AP el acceso a la Oficina Oval y al Air Force One (el avión de Trump), privándolos así en gran medida de la oportunidad de hacerle preguntas directas a Trump, obstaculizando su capacidad de informar sobre el régimen y ponerlo de ejemplo.

¿Y POR QUÉ? Según el subdirector de gabinete de Trump, Taylor Budowich, la AP mostró un “compromiso con la desinformación“ al seguir llamando al Golfo de México… “el Golfo de México”, aún después de que Trump afirmara haberlo rebautizado como “el Golfo de América”.

¡Esto es ridículo! El Golfo de México no es un territorio estadounidense, es un cuerpo de agua internacional que recibió su nombre hace más de 400 años. Por lo tanto, Estados Unidos no tiene derecho ni capacidad de “rebautizarlo” y, hasta ahora, ningún otro país en el mundo reconoce este cambio de nombre. Pero en el mundo de Trump, todo —pero todo— lo que Der Trumpff diga es “verdad”, y no tratarlo como tal muestra un “compromiso con la desinformación” que será castigado.

Por lo tanto, esta prohibición contra AP es una advertencia peligrosa para los medios en su conjunto. Y debería haber provocado un desafío inmediato de parte de todos los que se dicen periodistas. Por ejemplo, el resto del cuerpo de prensa de la Casa Blanca debería haber reaccionado con firmeza, boicoteando las conferencias de prensa, haciendo preguntas únicamente sobre la prohibición de AP o de otras maneras. Al contrario, han estado abriéndose paso vergonzosamente de un acto de prensa en la Casa Blanca a otro, aparentemente simplemente agradecidos de que se les permitiera entrar.

El periodista y autor Mark Jacob escribió: “Los medios de comunicación necesitaban un momento ‘Yo soy Espartaco’. En cambio, el mensaje fue: ‘Definitivamente no soy Espartaco. De ninguna manera. Ese de por allá es él’”.

La Casa Blanca elige a dedazo al cuerpo de prensa... y suma más fascistas a la mezcla

Tras no encontrar resistencia seria a sus ataques contra la AP y otros, los fascistas ya han dado otro paso escandaloso. La secretaria de prensa y loro fascista Karoline Leavitt anunció que, a partir de ahora, la Casa Blanca decidirá cuáles periodistas podrán asistir a los eventos de prensa, así anulando el sistema que data de décadas atrás, según el cual una organización de corresponsales de la Casa Blanca hacía las selecciones.

Esto permite a los fascistas la capacidad de prohibir la entrada a cualquier periodista por no ser debidamente servil a Trump, mientras que invitan a fascistas, neonazis, podcasters pro teorías

conspirativas y otros propagadores de mentiras de derecha, y los tratan a ellos como periodistas legítimos. De hecho, si vieron la emboscada y paliza al presidente ucraniano Zelenski el viernes 28 de febrero, podían escuchar la voz del “periodista” Brian Glenn en la mezcla, hostigando a Zelenski por supuestamente, ¡“faltarle el respeto” a Trump al no usar traje! (Vea “Tres grandes mentiras [y verdades importantes] en torno a la ruptura entre Trump y el líder ucraniano Volodímir Zelenski”) ¿Y quién es Glenn? Un corresponsal del medio de extrema derecha Real America’s Voice. ¡Ese sí que es el tipo de “periodista” con el que MAGA puede llevarse bien!

Y, una vez más, en lo básico los medios han aceptado estos nuevos “arreglos”, al menos hasta ahora.

El Washington Post se auto-calla

El Washington Post lleva una historia de ser uno de los dos periódicos más influyentes de Estados Unidos, y ha sido un vehículo para los sectores más liberales de la clase dominante en su contienda con sectores más derechistas. Por ejemplo, en la década de 1970, fue el Washington Post el que puso al desnudo la conexión de Richard Nixon con la “entrada ilegal al edificio Watergate”, que lo llevó a un juicio de destitución y a dimitir. Y su política editorial se ha opuesto a Trump desde que declaró su candidatura en 2015.

El Washington Post es propiedad de Jeff Bezos de Amazon, quien anteriormente se opuso a Trump pero desde entonces ha capitulado de varias maneras. Por primera vez en décadas, la página de opinión del Washington Post no apoyó a un candidato presidencial, a pesar de que ya se había redactado un respaldo a Kamala Harris. Y cuando Trump ganó, Bezos donó un millón de dólares para su toma de posesión como muestra de lealtad y sumisión.

Eso ya era chocante; miles de lectores del Washington Post cancelaron sus suscripciones y varios periodistas destacados renunciaron. Pero lo peor estaba por venir. El 26 de febrero, Bezos ordenó que la sección de “Opinión” del Washington Post ahora promovería “libertades personales y mercados libres”. Este es un código para la explotación capitalista sin restricciones y es muy similar al lema del pro-Trump Wall Street Journal: “Mercados libres, gente libre”.

Bezos declaró: “Soy de Estados Unidos y estoy a favor de Estados Unidos, y estoy orgulloso de serlo. Y una gran parte del éxito de Estados Unidos ha sido la libertad en el ámbito económico y en todas partes”. Bezos dejó en claro que no se toleraría ningún disentimiento y que “no se dejará que otros publiquen los puntos de vista que se opongan a esos pilares”. Elon Musk y otros fascistas lo alabaron, incluido Charlie Kirk, el líder fascista cristiano de Turning Point USA, quien se regodeó: “¡Bien! La cultura está cambiando rápidamente hacia lo mejor”.

Así que en cuestión de semanas, uno de los principales periódicos “liberales-moderados” de Estados Unidos dio una vuelta brusca hacia la derecha. ¿Por qué? Martin Baron, ex director del Washington Post, dijo: “No tengo ninguna duda de que él [Bezos] lo está haciendo por temor a las consecuencias para sus otros intereses comerciales”. Y Baron continuó: “Básicamente, le tiene miedo a Trump. Ha decidido que, por tímidos y tibios que hayan sido los editoriales, han sido demasiado duros con Trump”.

Demandas ridículas… y capitulación cobarde

Trump y otros fascistas de MAGA han emprendido una serie de demandas contra la cobertura de Trump en los medios. Demandó a la ABC News por difamación después de que el presentador George Stephanopoulos dijo en vivo que Trump había sido declarado civilmente responsable de violación en Nueva York. (Trump fue declarado responsable de “abuso sexual” en forma de penetración vaginal forzada con su dedo, que no se considera “violación” según la ley de Nueva York. No obstante, el propio juez lo describió como que cumple con el entendimiento común de “violación”).

Los expertos legales pensaban que la ABC ganaría el caso, pero la ABC no fue a juicio. En cambio, llegaron a un acuerdo extrajudicial, donaron $15 millones a la “Biblioteca Presidencial” de Trump y Stephanopoulos se disculpó públicamente.

En Estados Unidos, para que se considere que una figura pública ha difamado, tiene que haber pruebas de que se dijo algo con malicia, y que no fue por equivocación. En este caso, está claro que Stephanopoulos estaba realmente confundido y creía que Trump había sido declarado responsable de violación, pero se equivocó.

Esto es importante: si bien los medios deben esforzarse por ser acertados en cuanto a los hechos, obviamente tendría un efecto extremadamente amedrentador sobre la libertad de expresión y de prensa si cualquier equivocación honesta, o punto de vista poco convencional, pudiera llevar a una demanda paralizante. Aunque el caso no fue a juicio y, por lo tanto, no hay un precedente legal establecido, la capitulación de la ABC sobre este conjunto de hechos solo puede alentar más demandas como esta.

De la misma manera, Trump está demandando a la CBS News por una entrevista de 60 Minutos con Kamala Harris. ¡Trump dice que editaron una de las citas de Harris para que se viera mejor! Si esto fuera a juicio, parece muy claro que la CBS ganaría. Pero Paramount, la empresa matriz de la CBS, quiere un acuerdo extrajudicial.

Si bien es imposible saber con certeza por qué estas dos megacorporaciones decidieron resolver casos que tenían muchas probabilidades de ganar, cuesta trabajo imaginar que la política abierta de Trump de usar el poder presidencial para castigar a sus “enemigos” no era un factor en manera importante. Y, como comentó un abogado, “lo que se recompensa se repite”. Trump tiene múltiples demandas similares en curso, por ejemplo una contra el Des Moines Register en Iowa porque publicó una encuesta antes de las elecciones que decía que Trump iba a perder en Iowa, ¡pero luego ganó! (Para su crédito, el Des Moines Register hasta ahora no ha buscado un acuerdo).

¡No acomodarse ni colaborar!

Los fascistas tienen por objetivo y actúan con RAPIDEZ para callar todas las críticas y denuncias de sus mentiras. Quieren hacer de su programa fascista y de las mentiras que lo justifican la única voz que la gente escucha, día tras día. El objetivo es reclutar a quienes pueden reclutar para sus planes criminales y desorientar, desmoralizar y aplastar a quienes se les oponen.

Como escribió Bob Avakian la semana pasada:

Lo que está ocurriendo ahora es que Trump toma acciones para establecer una dictadura, no de la clase dominante en su conjunto, sino de cierto sector —fascista— de la clase dominante, excluyendo al otro sector (“democrático-burgués”) de la clase dominante y aferrado a una vendetta en su contra. Al mismo tiempo, esto puede tener consecuencias enormemente negativas para las masas de personas — debido a que, para decirlo en términos básicos: Si los fascistas pueden hacer esto a las personas que han sido parte de la clase dominante, pues imagínense las implicaciones para lo que pueden hacer a la “gente común”.

Hay que detener esto y oponérsele en todos los rincones de la sociedad, con las acciones de millones de personas, con valor abnegado y acción colectiva destinada a derrotar a este fascismo.