En las últimas semanas hemos presenciado una campaña sin precedentes en contra de la verdad de que Joe Biden ganó las elecciones... y contra la verdad en general.
Así que empecemos con la verdad. La cual es que Biden ganó, por más de 7 millones de votos de la gente y por 74 votos (306 contra 232) en el Colegio Electoral. De acuerdo con Chris Krebs, quien había sido jefe de seguridad cibernética en el Departamento de Seguridad Nacional de Trump, estas elecciones fueron las “más seguras en la historia de Estados Unidos” — una declaración, respaldada por los hechos, por la cual fue despedido sin demora y amenazado. De acuerdo con docenas de decisiones de las cortes que desestimaron las objeciones de los republicanos a la votación —entre ellas las decisiones de muchos jueces republicanos e incluso las decisiones de los jueces nombrados por Trump—, no hubo fraude de importancia ni tampoco errores honestos en el conteo. Según algunos altos funcionarios republicanos de los estados en disputa —los secretarios de estado encargados del recuento de los votos y dos gobernadores—, Biden ganó en sus estados.
La inequívoca victoria de Biden es una verdad enormemente significativa. Para tener una idea de qué tan significativa, veamos lo que el régimen de Trump y Pence ha estado dirigiendo durante las últimas semanas en lo que el propio Trump llama su campaña de “echar por tierra” las elecciones — y lo que muchas otras personas han denunciado correctamente, a partir de la evidencia, como un intento de golpe de estado en curso.
La semana pasada, Trump “consagró” la serie de amenazas violentas, demandas falsas, demagogia escandalosa y puras mentiras que está utilizando para permanecer ilegalmente en el poder como la campaña de “#OVERTURN” (echar por tierra). Esta campaña señala que no habrá vuelta a la normalidad — y que la “nueva normalidad” no es algo que la gente decente pueda aceptar.
La normalización de gobernar mediante turbas
Los funcionarios que han declarado la simple verdad fáctica de que Biden ganó —de las personas del común que se ofrecen de voluntarios para contar votos a prominentes funcionarios republicanos— han sido amenazados, despedidos, amenazados con despidos, sometidos a amenazas de muerte, han visto sus casas rodeadas en medio de la noche por chusmas con armas de fuego que repiten coros, y se les ha amenazado de muerte públicamente. Un funcionario republicano le rogó a Trump que dejara de agitar a la gente en torno a la mentira descarada de que las elecciones fueron robadas, diciendo que personas van a resultar asesinadas; Trump ignoró el ruego y continuó azuzando a sus turbas.
Piense en lo que implica que hoy, al cierre de esta edición, los electores del Colegio Electoral de al menos un estado —Michigan— tienen que entrar y salir de la sesión protegidos por una fuerte seguridad armada, debido a las amenazas fascistas. Los fascistas están luchando para establecer una nueva normalidad de gobernar con turbas e intimidar a todos aquellos que se les oponen.
Y la gente decente no ha hecho nada.
La normalización de la privación anticonstitucional en masa del derecho de votar
126 miembros republicanos de la Cámara de Representantes —el 60% del total de sus miembros— firmaron una demanda chueca presentada en la Corte Suprema para desechar los resultados de las elecciones, entre ellos el líder de la minoría Kevin McCarthy, así como 18 fiscales generales de estados republicanos (que son los más altos funcionarios del orden público en sus respectivos estados). La demanda, presentada por el gobierno dominado por fascistas del estado de Texas, objetaba algunas de las reglas de votación legalmente establecidas en Pensilvania, Wisconsin, Georgia y Michigan, alegando que esas reglas habían violado de alguna manera los derechos de Texas. Esto es tan carente de fundamento que incluso la Corte Suprema, ahora en plena ebullición con los fascistas, se negó a conocer el caso.
Piense en lo que implica que estos republicanos prominentes estén exigiendo que se eche por tierra por motivos infundados lo que son indiscutiblemente resultados legítimos de las elecciones. Los fascistas están luchando para establecer una nueva normalidad de privación en masa del derecho de votar en la que el ganador NO se determina por los votos emitidos, sino por lo que el bloque de estados fascistas de línea dura, actuando bajo la dirección de los fascistas líderes, dicen que obedece a sus intereses.
Y la gente decente no está haciendo nada.
La normalización continua y violenta de la supremacía blanca flagrante
La campaña de Trump para echar por tierra las elecciones se ha saturado de la más descarada supremacía blanca en generaciones, en los centros del poder y en las calles, y esto ha alcanzado nuevos abismos en las últimas semanas. Su argumento central ha sido que no se deben contar los votos de Filadelfia, Milwaukee, Detroit y Atlanta — ciudades en las que una cantidad muy grande de negros votan. Una vez más, esto no se basa en absoluto en ningún tipo de fraude comprobado, sino al contrario, en la mera sospecha de la posibilidad de semejante fraude, que es lo que argumentó el caso específico presentado por Texas ante la Corte Suprema.
Para decirlo en términos muy claros, el fundamento no declarado y la implicación obvia del argumento de estos fascistas es que “los votos de los negros no sólo son intrínsecamente sospechosos sino ilegítimos y en cualquier contienda reñida deben ser desautorizados”. La magistrada Jill Karofsky de la Corte Suprema de Wisconsin escribió en una decisión en torno a una de esas demandas de Trump que “Esta demanda... huele a racismo”.
Después de la manifestación pro-Trump en Washington, D.C., el 12 de diciembre, 700 Muchachos Orgullosos se desbocaron por las calles, aterrorizando a la gente; atacaron violentamente e hicieron destrozos contra iglesias negras, destruyeron las mantas de La Vida de los Negros Importa en frente de las iglesias, en actos que la ministra de una de las iglesias comparó con la quema de cruces por el Ku Klux Klan. Y cuando la demanda de Texas fue desestimada, el jefe del partido republi-fascista de Texas amenazó con la secesión — lo que evocó el lenguaje y la ideología del bando de los propietarios de esclavos en la Guerra Civil estadounidense.
Piense en lo que implica que la policía permitió que los Muchachos Orgullosos se desbocaran, y que ninguno de los republicanos de peso —los que interminable y demagógicamente hacen alardes y exageran a lo loco sobre los destrozos contra las tiendas y la retirada de estatuas reaccionarias— dijo nada sobre esto. Los fascistas están luchando por establecer una nueva normalidad en la que la ideología abiertamente supremacista blanca y las acciones que impiden, invalidan y desechan los votos de los negros y que atacan al pueblo negro, a los activistas políticos y a las iglesias negras no sólo se aceptan, sino que establecen los términos para toda la sociedad.
Y la gente buena no está haciendo nada.
La normalización de las teorías de conspiración y la epistemología lunática
Según numerosas encuestas, la mayoría de los votantes republicanos se niegan a abandonar su creencia, a pesar de toda la evidencia en contra, de que Trump ganó. Decenas de millones de personas creen y pregonan las teorías de conspiración literalmente dementes — el tipo de creencias de las cuales se solía burlar por ser ridículas y carentes de conocimiento científico y que en otros países, cuando se toman en serio, han justificado la muerte de millones de personas.
¿Qué implica cuando la Casa Blanca, el noticiero Fox, los legisladores republicanos, los demagogos de los programas radiofónicos de entrevistas y otros centros de poder fascista dirigen y continuamente refuerzan esta locura, y algunos de estos mentirosos y lunáticos reciben invitaciones en los medios de comunicación “regulares”? Los fascistas están luchando para establecer una nueva epistemología normal en la que las “narrativas” —en este caso la narrativa fascista— puedan “triumpfar” por encima de la evidencia objetiva, y allanar el camino para los peores crímenes contra la humanidad.
Y la gente buena no está haciendo nada.
¿Qué harás ahora?
Una vez más — es importante que Biden ganó. Como dijimos al principio, ve lo que estos fascistas rabiosos están haciendo ahora y piensa en lo que podrían estar haciendo ahora si Trump en realidad hubiera ganado. Y si te da consuelo que hasta ahora los tribunales han rendido decisiones en contra de los fascistas, y hasta ahora el movimiento fascista encabezado por Trump no ha tenido éxito con sus demandas, piensa en lo que podría haber sucedido si la victoria de Biden hubiera estado más reñida. Piensa... y luego, despiértate, carajo.
Importa que la gente haya votado por sacar a Trump — importa muchísimo. Pero los fascistas te han mostrado que no van a desaparecer. Están redoblando sus esfuerzos y van a estar a la ofensiva durante años, tanto si tienen éxito en su actual intento de golpe de estado como si no (y por cierto, la amenaza sigue siendo real). Y los demócratas, por su silencio ensordecedor y por las lamentables protestas que sí hacen, te han mostrado que no tienen ninguna intención de luchar en su contra.
De hecho, la cosa es aún peor. Biden, junto con el consejo de redacción del New York Times, están haciendo propuestas de cooperación bipartidista. El principal problema no es que esas propuestas no tengan ninguna posibilidad de concretarse —lo que casi con toda certeza no la tendrán— y no solo que estén promoviendo ilusiones mortíferas sobre las intenciones de esos fascistas —lo que sí están haciendo— sino que estén promoviendo el etos de conciliación con los fascistas. En las palabras de Bob Avakian:
Biden y los demócratas no pueden “hacer que se unifique el país”, como dicen falsamente, porque no puede darse ninguna “conciliación” con estos fascistas — cuyas “quejas” se derivan del resentimiento fanático contra cualquier limitación a la supremacía blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (el odio por los extranjeros), el chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente, y que se expresan cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede darse ninguna “conciliación” con esto, salvo de acuerdo a los términos de estos fascistas, con todas las terribles implicaciones y consecuencias de hacerlo!
Además, hay que oponerse… de manera total, implacable e incesante… a esta nueva normalidad — en la que la gente decente se concilia con los fascistas.
El deseo de “volver a la normalidad” —a una “normalidad” que “en el mejor de los casos” es un horror para miles de millones de personas en todo el mundo y para decenas de millones de personas en Estados Unidos— no sólo es indefendible sino imposible.
No hay vuelta atrás.
El simple hecho es que si, en esencia, la “gente decente” sigue sin hacer nada frente a esto salvo ponerse a apoyar a los desastrosos planes de Joe Biden —si las calles y la plaza pública se ceden a los fascistas, si toda la iniciativa política permanece en las manos de los fascistas—, pues Biden no sólo no tendrá posibilidades de “unificar las personas”, decenas de millones de persona no sólo tratarán al régimen de Biden como ilegítimo, sino que todo esto, junto con el funcionamiento del sistema imperialista capitalista en sí, fortalecerá el movimiento fascista que están causando muchísimo daño — lo que incluso trae el potencial de impulsar un retorno al poder.
Lo que lleva a otro hecho simple: si la gente decente no se despierta de su sueño de opio político y no se pregunta en serio POR QUÉ este fascismo se ha vuelto tan arraigado, QUÉ es lo que lo engendró al interior de las estructuras y dinámicas de esta sociedad, y CÓMO podemos actuar para arrancar de raíz esta amenaza... una vez más, esta victoria habrá sido desperdiciada. Existen respuestas a esta situación — de más importancia en la obra de Bob Avakian quien ha estudiado esta cuestión durante décadas y ha dado dirección al movimiento en su contra por más de 20 años.
El futuro está por escribirse — y ahora mismo, pende tenuemente de un hilo. En las palabras de la banda roquera revolucionaria El Clash:
“¿Qué vamos a hacer AHORA?”
Fascistas tipo MAGA amenazan con matar, quemar, violar a funcionarios que se resisten a la campaña de echar por tierra (“overturn”) las elecciones
Una parte clave del creciente impulso fascista han sido las amenazas de violencia —a veces anónimas, a veces “entregadas” por multitudes armadas— en contra de los funcionarios electorales y otros, de cualquiera de los dos partidos, que rechazan el intento de Trump de echar por tierra las elecciones. A continuación se presenta una mera muestra de esas amenazas que los medios de comunicación han reportado.
Los Muchachos Orgullosos queman una manta de La Vida de los Negros Importa saqueada a la Iglesia Metodista Unida Asbury, 13 de diciembre de 2020, Washington, D.C. Crédito: @KristenClarkeJD
Kristen Clarke @KristenClarkeJD: Los Muchachos Orgullosos y otros supremacistas blancos queman una manta de La Vida de los Negros Importa saqueada a la Iglesia Metodista Unida Asbury, en Washington, D.C., mientras la rocían con líquido para encendedor para intensificar las llamas. Este acto público tiene como objetivo aterrorizar y enviar un mensaje a los negros.