"El qué hacerismo enriquecido"
Acelerar mientras que se aguarda—no someterse a la necesidad
Ahora quiero hablar sobre el "qué hacerismo enriquecido" y su papel en forjar un movimiento revolucionario y comunista. Quiero empezar con un repaso de unos puntos importantes relacionados a la orientación y enfoque estratégico generales de "acelerar mientras que se aguarda" el desarrollo de una situación revolucionaria en un país como Estados Unidos.
Anteriormente, hablé del punto de vista y enfoque revisionista del "realismo determinista"16 que, entre otras cosas, implica un enfoque pasivo acerca de la realidad objetiva (o la necesidad objetiva), que ve el factor objetivo como algo puramente objetivo —y puramente "externo", por así decirlo— y no capta la relación dialéctica viva entre los factores objetivo y subjetivo y la capacidad de éste (el factor subjetivo — las acciones conscientes de la gente) de afectar y transformar al primero (el factor objetivo — las condiciones objetivas). Mejor dicho, ese "realismo determinista" no capta la orientación esencial, y la posibilidad, de transformar la necesidad en libertad. No capta, por lo menos no capta plenamente, el aspecto contradictorio de toda la realidad, lo que incluye la necesidad ante la cual uno se encuentra en todo momento. Por lo tanto, una de las características esenciales del "realismo determinista" es que descarta como "voluntarismo" cualquier comprensión dialéctica de la relación entre los factores objetivo y subjetivo, y ve las cosas de una manera muy lineal, no diferenciada, esencialmente uniforme y sin contradicción, en vez de verlas de una manera viva y dinámica y en su movimiento y cambio.
Pero claro, es necesario no caer en el voluntarismo. Y hay muchas maneras diferentes mediante las cuales se puede expresar ese voluntarismo, que llevan a varios tipos de errores y desviaciones (por lo general "ultraizquierdistas"), por así decirlo —entre ellos en la forma de ceder a los impulsos infantiles o aventureristas—, todo lo cual también es muy dañino. Pero —particularmente en una situación prolongada o alargada en la cual las condiciones objetivas para la revolución (o sea, para la lucha total por tomar el poder) todavía no han surgido— sin lugar a dudas el mayor peligro, que esa situación objetiva refuerza, es ese tipo de realismo determinista que no capta correctamente la relación dialéctica entre los factores objetivo y subjetivo, y los ve como estáticos, no dialécticos e inalterables.
Es cierto que no podemos, solo por nuestra voluntad o aun nuestras acciones, transformar las condiciones objetivas de una manera cualitativa — en una situación revolucionaria. Eso no lo podemos hacer simplemente con nuestras acciones o nuestra respuesta a las condiciones objetivas mediante nuestra iniciativa consciente. Por otro lado, una vez más una frase de Lenin tiene aplicación importante en este caso. Con respecto a la aristocracia obrera —los sectores de la clase obrera en los países imperialistas sobornados, no en pequeño grado, con el botín de la explotación y saqueo imperialistas del mundo entero, y en particular de las colonias— Lenin dijo que nadie puede decir con certeza qué posición tomarán esos sectores "aburguesados" de la clase obrera en el momento de la revolución —cuáles estarán del lado de la revolución en el momento de la verdad y cuáles estarán del lado de la contrarrevolución—, nadie puede decir precisamente cómo se va a desenvolver todo eso, insistió Lenin. Al aplicar ese mismo principio, podemos decir que nadie puede decir precisamente lo que la iniciativa consciente de los revolucionarios podría ser capaz de producir, al repercutir en la situación objetiva en un momento dado — en parte porque nadie puede predecir todas las otras cosas que todas las diferentes fuerzas del mundo van a hacer. En un momento dado nadie puede entender todo eso. Podemos identificar tendencias y patrones, pero también existe el papel del accidente tanto como de la causalidad. También está el hecho de que aunque los cambios en lo que es lo objetivo para nosotros no se darán enteramente, y quizás ni siquiera principalmente, debido a nuestro "trabajo" para afectar las condiciones objetivas (en un sentido directo, uno a uno), sin embargo nuestro "trabajo" para afectarlas puede generar ciertos cambios dentro de un marco dado de condiciones objetivas y además —en conjunción con una "mezcla" y como parte de la misma, junto con muchos otros elementos, como las otras fuerzas que afectan la situación objetiva desde sus propios puntos de vista— eso podría, en ciertas circunstancias, ser parte de la combinación de factores que sí llevan a un cambio cualitativo. Y, repito, es importante recalcar que nadie puede saber exactamente cómo se desenvolverá todo eso.
La revolución no se hace por medio de "fórmulas" ni actuando de acuerdo a unas nociones e ideas preconcebidas estereotípicas — es un proceso mucho más vivo, rico y complejo que eso. Pero es una característica esencial del revisionismo (el falso comunismo que ha reemplazado a una orientación revolucionaria con una orientación gradualista y, en última instancia, reformista) decidir y declarar que hasta que intervenga una deus ex machina —un FACTOR EXTERNO parecido a un dios—, no puede haber ningún cambio esencial en las condiciones objetivas y que lo máximo que podemos hacer, en todo momento, es aceptar el marco dado y trabajar dentro de éste, en vez de (como lo hemos formulado muy correctamente) esforzarnos constantemente contra los límites del marco objetivo y procurar transformar las condiciones objetivas al máximo grado posible en todo momento, mientras nos mantenemos siempre tensos ante la posibilidad de que diferentes factores se combinen y produzcan (o creen la posibilidad de producir) una cualitativa y concreta ruptura o salto en la situación objetiva.
Así que esto es un punto básico de orientación en la aplicación del materialismo y la dialéctica al proceso de acelerar mientras que se aguarda el surgimiento de una situación revolucionaria. No se trata simplemente que, en un sentido moral abstracto, sea mejor acelerar y no solo aguardar —aunque, claro, sí lo es— pero esto tiene que ver con una concepción dinámica del movimiento y desarrollo de la realidad material y de la interpenetración de diferentes contradicciones y la verdad de que, como Lenin recalcó, todos los límites en la naturaleza y la sociedad, aunque sean concretos, son condicionales y relativos, y no absolutos. (Mao también recalcó ese mismo principio básico al señalar que dado que la variedad de las cosas es inconmensurable y las cosas están interrelacionadas, lo que es universal en un contexto es particular en otro contexto). La aplicación de este principio al tema en cuestión subraya que solo en el sentido relativo, y no absoluto, las condiciones objetivas son "objetivas" para nosotros — lo son, pero no en el sentido absoluto. Y, además de eso, lo que es externo en una situación dada puede pasar a ser interno, como resultado del movimiento —y los cambios producidos por el movimiento— de las contradicciones. Por lo tanto, si uno ve las cosas de una manera lineal, por ende sólo va a ver las posibilidades que están directamente en frente — es como si uno se tiene puestas las anteojeras. Por otro lado, si uno ve las cosas con un enfoque correcto, dialéctico materialista, reconoce que pueden suceder muchas cosas no esperadas y siempre tiene que mantenerse tenso ante esas posibilidades mientras trabaja sistemáticamente por transformar la necesidad en libertad. Repito, ése es un punto básico de orientación.
El papel revolucionario fundamental del periódico comunista
En este marco, quiero hablar de los siguientes temas: ¿cómo aceleramos, o cuáles son algunos de los principales elementos de acelerar mientras que se aguarda?; y ¿cómo se aplica el “qué hacerismo enriquecido” a esto? Primero, ¿qué quiere decir “qué hacerismo enriquecido”—y a qué nos referimos cuando hablamos de “qué hacerismo” y qué quiere decir que esté “enriquecido”? “Qué hacerismo” se refiere a la orientación fundamental que propuso Lenin, en su obra famosa del mismo nombre (¿Qué hacer?), donde subrayó que el papel esencial de un comunista no es ser “secretario sindical” (o sea, no un dirigente de las luchas a favor de la reforma y las mejoras de la situación de la clase obrera dentro de los confines del sistema capitalista) sino un “tribuno del pueblo”: una persona que alumbra con una luz penetrante las infamias y maltratos que perpetra el sistema capitalista, las maneras en que todo esto afecta los varios sectores sociales, y cómo cada uno de estos sectores responde a los principales sucesos del día en la sociedad y el mundo; que arroja luz, de manera convincente, sobre las causas y relaciones subyacentes a la raíz de todas estas infamias e injusticias—y así señala a través de todo esto la necesidad de la revolución y del establecimiento de una nueva sociedad socialista, y en última instancia comunista, y el papel decisivo de la clase explotada de la actual sociedad (capitalista), el proletariado, para hacer tal transformación revolucionaria, como parte de la revolución proletaria mundial en conjunto. Relacionado con esto, lo siguiente de otra obra de Lenin da otro análisis profundamente importante pero —especialmente hoy en día— poco conocido o entendido de la teoría comunista científica:
“Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes”. (Lenin, “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”, citado por Bob Avakian en El falso comunismo ha muerto… ¡Viva el auténtico comunismo, Chicago: RCP Publications, 1992, p. 113)
Por supuesto, un punto central y fundamental de Lenin en ¿Qué hacer? es su análisis de por qué y cómo la conciencia comunista —que implica un punto de vista y enfoque científicos— no se puede desarrollar “espontáneamente” sino que hay que llevarla al proletariado y a las masas populares desde fuera del campo de su propia experiencia más directa e inmediata; y que, por esta y otras razones, la revolución comunista tiene que contar con la dirección de un partido de vanguardia organizado, que consta de gente, de todos los sectores de la sociedad, que ha adoptado la cosmovisión comunista.
Cuando hablamos del “enriquecimiento” del “qué hacerismo”, nos referimos a lo que se ha aprendido desde la época de Lenin —en particular en cuanto a la relación dialéctica entre la conciencia y la transformación de la realidad material, o entre los factores subjetivo y objetivo— y un énfasis aún más claro no solo en permitir que una mayor cantidad de masas participen en lo que está pasando en todas las esferas de la sociedad y en cómo esto se relaciona a la naturaleza fundamental de la sociedad y el tema fundamental de transformar la sociedad y el mundo, sino también un énfasis en derribar al máximo grado posible en todo momento las barreras que impiden que participen en la esfera del “trabajo con las ideas” y la lucha y contienda en el campo de las ideas (en las esferas del arte y la cultura, la ciencia y la filosofía, y así sucesivamente), tanto como presentarles a las masas los problemas de la revolución—y atraerlas, tanto y tan ampliamente como sea posible en todo momento, a bregar con los problemas cruciales relacionados a la necesidad de la revolución comunista y a los medios para hacerla. No simplemente se trata de crear una situación en que cada vez más masas “se sentirán que están metidas” en el proceso revolucionario, sino en realidad encontrar las soluciones a estos problemas y permitir que el partido, tanto como las masas, aprendan de esta manera.
En el mero corazón del “qué hacerismo enriquecido” —y en el centro de lo que Lenin dijo originalmente en ¿Qué hacer?— está el papel del periódico comunista, como “propagandista colectivo” y “organizador colectivo” del movimiento revolucionario. Muchos preguntan: “¿Cómo se puede hacer la revolución, cómo se puede forjar un movimiento revolucionario, con un periódico como el arma principal?”. Muchas veces lo que implica una pregunta así es que seguir adelante de esta manera, con un periódico como el arma principal en la construcción del movimiento revolucionario, llevará inevitablemente a reforzar las nociones de “educación paciente” o un enfoque de “cada uno enseña a uno más”, por medio del cual, supuestamente, todo mundo aprenderá de alguna manera lo que tiene que saber y luego estará listo a meterse en la revolución en algún momento del futuro lejano e indefinido. Pero, por supuesto, nunca pasará, y esto no puede llevar a la revolución. La vida —y en particular la sociedad humana y su transformación— es demasiado dinámica y contradictoria para que un enfoque así tenga éxito y lleve a la revolución (si siquiera pudiera mantenerse en el camino a la meta de la revolución con tal enfoque).
Pero el punto de Lenin, cuando recalcó que empuñar un periódico es la parte crucial de prepararse —ideológica, política y organizativamente— para la lucha posterior para conquistar el poder, tiene una realidad y verdad esenciales. ¿Cómo es empuñar un periódico la parte crucial de tales preparativos? Esto tiene que ver con el papel de la conciencia y la relación entre la conciencia y tomar la iniciativa en la lucha. El punto de Lenin en ¿Qué hacer? no es que los comunistas no necesitan organizar a las masas a librar varias formas de lucha contra el maltrato y las infamias del sistema; y no es que nunca debemos hacer “llamados a la acción” para permitirles a las masas librar tales luchas y resistencia políticas. Pero, como Lenin recalcó correctamente, lo más importante que tenemos que hacer es sacar a la luz y a la vida para los oprimidos y explotados, y los insatisfechos con este sistema—sacar a la luz y a la vida para ellos la naturaleza de este sistema, y cómo las cosas que los agobian y les infunden de indignación, se relacionan la una a la otra, y cómo todas tienen sus orígenes en la naturaleza y el funcionamiento del sistema capitalista-imperialista; cómo entender correctamente, científicamente, no solo lo que se desenmascara de esta manera sino también cómo todas las diversas fuerzas de clase de la sociedad (y el mundo en conjunto) cuadran en el funcionamiento general del sistema, y (sin caer en el materialismo mecanicista) cómo, y por qué, las diversas clases y capas tienden a responder a varios sucesos de la sociedad y el mundo.
Y, como señaló Lenin, si esto se hace realmente de una manera poderosa, de tal manera que —hablando metafóricamente— hace sangrar, y penetra con fuerza debajo de la superficie de las cosas y llega al núcleo y la esencia de las cosas, esto les infundirá con (en palabras de Lenin) un “deseo incontenible” de actuar políticamente. Lo provocará mucho más poderosamente que todos los llamados directos a la acción que podamos hacer —tan importantes como estos sean en muchas ocasiones— y mucho más poderosamente que nuestra organización directa de las masas para llevar a cabo varias formas de lucha y resistencia políticas, tan importante como esta sea también. Y una extensión importante del punto básico de Lenin es que lo que se considera tolerable, o intolerable, está relacionado dialécticamente a lo que se ve como posible o necesario (o, por otro lado, lo que se ve como innecesario —o no más necesario—, algo que no más hay que aguantar y soportar).
Muy a menudo, en mis charlas y escritos, he hablado de que las masas sufren innecesariamente. A lo que esto se refiere es que, cuando llegan a ver que lo que experimentan —lo que, en realidad, este sistema las obliga a experimentar— no lo “decretó dios”, no es “cómo están las cosas para siempre” o no es el resultado de las acciones de un poder impenetrable —social o sobrenatural—, pero que es el resultado del funcionamiento mismo de un sistema y, además, que la situación podría ser radicalmente diferente una vez que se haya erradicado este sistema, pues el reconocimiento de la posibilidad de actuar para cambiar la situación —y el deseo de actuar conforme a esto— se hace mucho más poderoso. Una de las cosas que más agobia a las masas es la creencia de que no es posible hacer cambios radicales debido a que las fuerzas que se les oponen son demasiado poderosas. Pero otra cosa que las agobia mucho —y que está estrechamente relacionada con la sensación de que el cambio auténtico y radical no sea posible— es la idea de que no hay una alternativa auténtica a lo que existe actualmente, así que lo máximo que se puede hacer es tratar de conseguir lo mejor posible dentro de esta situación, o sufrirla en silencio y buscar el refugio o consuelo de la religión o de algo más que representa, objetivamente, un “escape” ilusorio. Pero cuanto más se desenmascara o descubre la naturaleza y el funcionamiento de este sistema y se los destaca de muchas maneras —gráfica y convincentemente—, y cuanto más captan que la situación no tiene que seguir siendo como es sino que solo es así debido al funcionamiento de un sistema —un sistema lleno de contradicciones—, tanto más se pueden sentir, y se sentirán, impelidos a actuar. Sin esto, nuestros mejores esfuerzos de movilizarlas a actuar con el tiempo tropezarán con sus limitaciones y se desviarán o se convertirán en su contrario, en algo que refuerza el actual sistema y la sensación de que no se puede hacer nada para cambiar las cosas radicalmente.
Responder a todo esto, por medio de aplicar la orientación básica y enfoque que Lenin defiende en ¿Qué hacer? —y que se ha “enriquecido” de la manera a la que me he referido aquí— es el papel del periódico comunista en la forja del movimiento revolucionario. El periódico de nuestro partido, Revolución, tiene que seguir aumentando su capacidad de desempeñar este papel, al mismo tiempo que los camaradas del partido —y cada vez más personas que, en determinado momento, todavía no son militantes del partido pero que, en un sentido básico, son partidarios o simpatizantes de las metas y acciones del partido— tienen que empuñar el periódico con esa clase de orientación. Esto se tiene que hacer con una concepción cada vez más profunda de que está preparando el terreno de verdad —y en un sentido general es la parte más importante de preparar el terreno— política, ideológica y organizativamente, para la futura lucha por el poder, cuando haya un cambio mayor y cualitativo en la situación objetiva y el surgimiento de un pueblo revolucionario, de millones y millones, debido al desenvolvimiento de las contradicciones del sistema mismo y —en relación dialéctica con esto— el trabajo de las fuerzas revolucionarias conscientes, con el partido al centro. Esto es (otra vez en palabras de Lenin) “la mejor parte de los preparativos” —aunque son, en un sentido, preparativos indirectos— para la futura lucha por el poder. No es actividad en la esfera de la lucha militar, obviamente. Pero es la mejor parte de los preparativos para cuando la situación objetiva pase por un cambio cualitativo, de la manera y sobre la base que se ha descrito aquí. Empuñar el periódico de esta manera es, en las condiciones que existen en los países como Estados Unidos, la manera más importante de acelerar mientras que se aguarda.
Esto está relacionado con —y establece un marco general para— el papel del periódico como “propagandista colectivo y organizador colectivo” para el partido tanto como para el movimiento revolucionario más amplio, y para el núcleo cada vez mayor del movimiento que simpatiza con el partido y sus objetivos estratégicos. El periódico provee un medio concentrado de “establecer pautas” para permitir obrar de forma conjunta en respuesta a los grandes problemas políticos y sucesos de la sociedad y el mundo —no en el sentido de “autómatas” que marchan juntos de manera mecánica, sino en el sentido de captar más conscientemente cómo responder a los sucesos mundiales—, de responder de una manera que represente emprender actividad significativo hacia un objetivo que se puede identificar con cada vez mayor claridad como una alternativa radical que es, en realidad, posible, tanto como deseable, y que se tiene que plasmar, y se puede plasmar, en realidad por medio de la iniciativa y la lucha conscientes.
Combatir “la tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía”
El periódico también desempeña un papel clave con respecto a lo que Lenin describió como desviar a las masas y a los movimientos populares de oposición de la tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía. Tengo que decir que en el pasado lo que yo pensaba que Lenin quería decir con eso es que en esas luchas, y en las masas que participan en ellas, había una propensión espontánea a cobijarse bajo el ala de uno u otro sector de la burguesía (en la forma no solo directa o textualmente de los representantes de la clase dominante, sino a menudo de personas cuya posición y punto de vista representan en última instancia los intereses de la clase dominante, aun si los individuos en particular no son ellos mismos miembros de esa clase dominante). Pero hace poco, al volver a estudiar ¿Qué hacer, se me ocurrió que a lo que se refiere Lenin es a la tendencia a cobijarse bajo el ala de la burguesía. (Su formulación precisa, hablando específicamente de los movimientos de la clase obrera, es “la tendencia espontánea del sindicalismo a cobijarse bajo el ala de la burguesía”.)
Eso se ve todo el tiempo, en varias capas de la población. Por ejemplo, hace poco alguien me dijo que vio un carro con dos calcomanías: una decía: “Si no estás indignado, no estás prestando atención”; y la otra apoyaba a Barack Obama para la presidencia. Yo pensé que si yo me topara con eso, apenas podría resistir la tentación de dejar una nota en el carro: “Si estás apoyando a Obama, todavía no estás prestando atención”. [Risas] Aquí vemos otro ejemplo de la “tendencia a cobijarse bajo el ala de la burguesía”: el dueño de ese carro expresa, a través de una de las calcomanías, una posición muy buena: “Si no estás indignado, no estás prestando atención”. Pero, por otro lado, ¿adónde, espontáneamente, quiere ir esa persona? Hacia el campo —a cobijarse bajo el ala— de la burguesía, en la persona de Obama, con una cita estúpida de él de que “no hay un Estados Unidos liberal, no hay un Estados Unidos conservador, solo hay un Estados Unidos de América”. Qué profundo y qué liberador.
Junto con esa “tendencia a cobijarse bajo el ala de la burguesía” o como parte de ella, está el fenómeno de las personas que repiten constantemente que detestan el culto a la personalidad pero sin embargo una y otra vez se reinventan “salvadores” de los representantes de la clase dominante. “Al Gore —por favor— postúlese para la presidencia”. Eso se basa en cierta postura “opositora” que Al Gore asume, no solo con respecto al medio ambiente y los cambios climatológicos sino, por lo menos hasta cierto grado, con respecto a la guerra de Irak y otros asuntos. Pero eso refleja que no se entiende (como he señalado antes, en el contexto de las elecciones del 200417 ) que Al Gore dice y hace estas cosas, por limitadas que sean —y por más que permanezcan dentro del marco político de la clase dominante— porque, por ahora, no está postulándose para la presidencia —y si fuera uno de los candidatos, cada vez más diría algo distinto, como lo hizo en el 2000—para demostrar ante los que verdaderamente forjan y controlan el proceso por medio del cual se toman las decisiones que es capaz de capitanear el barco del estado del imperialismo estadounidense, en medio de las aguas muy peligrosas en que se encuentra.
Estos ejemplos —y muchos otros que se podrían mencionar— demuestran la enorme lucha que hay que librar para capacitar a la gente a romper con la orientación de “cobijarse bajo el ala de la burguesía”, para capacitarla a zafarse, en su manera de pensar y en su orientación, de los estrechos confines de la vida política que forja y domina la clase dominante, junto con todos los demás aspectos de la sociedad; para que capte lo que la realidad constantemente ha demostrado —que el cambio político significativo (aun antes de una revolución, por no decir nada de la transformación radical de la sociedad que solo es posible a través de una revolución) solo puede darse a través de acción política que es independiente de todo el marco dominante y, en un sentido esencial, en oposición a él.
Al examinar la diversidad de movimientos de masas que se han dado, aun en los últimos años —ya sean las enormes manifestaciones de los migrantes, o los movimientos contra la guerra u otros ejemplos de oposición y resistencia políticas— está claro que opera, una y otra vez, no solo una “atracción” sino una tendencia a buscar un ala de la burguesía bajo la cual encontrar apoyo y protección, la que, al parecer de muchos, puede hacerlo de manera “eficaz” (dejando de lado lo que haga “con eficacia” con respecto a qué, con qué condiciones y hacia qué fines). Ese es un fenómeno que se repite constantemente. Para parafrasear una observación de Lenin en otro contexto (en la que hablaba de cómo se engendra la burguesía, a través de la producción y el intercambio de pequeña escala, en el socialismo), esa “tendencia a cobijarse bajo el ala de la burguesía” se engendra cada día, cada hora, continuamente, de manera espontánea y en masa: “Yo sé, yo sé, no valen para nada, todos son malos”, dice mucha gente, hablando de los políticos burgueses; pero dan la vuelta y dicen que de todos modos es necesario apoyar a uno u otro de ellos para “hacer algo realista”. Bueno, mi respuesta a eso es: sí, hagamos algo realista—pero no hagamos algo malo. Y cobijarse bajo el ala de un sector de la burguesía, y en particular de los demócratas, es algo muy malo—conducirá, y solo puede conducir, a la parálisis política, y a algo peor, ante los muy reales, y continuos y constantes crímenes del sistema y de la clase dominante, de la cual los demócratas, no menos que los republicanos, son representantes. Como he señalado antes: Si se procura convertir a los demócratas en algo que no son y nunca serán, uno termina convirtiéndose en lo que los demócratas en realidad son.
Librar una resuelta lucha contra la “tendencia a cobijarse bajo el ala de la burguesía” es parte crucial de nuestra labor revolucionaria, y el periódico tiene un papel particular y concentrado que desempeñar en la lucha para desviar de ese camino a las masas y a los movimientos populares de oposición, y encaminarlos hacia el camino de la actividad política verdaderamente significativa.
La labor revolucionaria significativa
Propagar audazmente la revolución y el comunismo
A partir de lo que se ha dicho hasta aquí, quiero dirigirme al tema: ¿cuál es la labor revolucionaria significativa —especial, pero no únicamente, para las masas básicas que se incorporan al movimiento revolucionario en este período cuando todavía no hay una situación revolucionaria? Como se puede ver en otras charlas y escritos míos desde hace varios años, he regresado repetidamente a este tema y bregado con él—es un problema sumamente crucial y fastidioso. ¿Cómo se encuentran los medios para que las masas se metan en la labor revolucionaria significativa —y esto se enfoca particular pero no exclusivamente en la juventud de las masas básicas, pero en otros también—, cómo se puede hacer esto sin dejarnos llevar por el camino equivocado? ¿Cómo se puede dar una expresión correcta, en las circunstancias actuales, al deseo de la juventud del cambio radical, y a su militancia?
Relacionado a esto, quiero contar algo que leí en un informe acerca del trabajo con un tipo que es maestro de educación especial. Le contaba que algunos jóvenes carecen de todo sentido de la posibilidad de algo mayor que la situación en la que se encuentran atrapados diariamente. Bueno, un día entró en un salón de clase y una estudiante tenía puestos unos auriculares y escuchaba “gangster rap”, con toda la misoginia y todo lo demás, y él le preguntó, básicamente: “¿Por qué estás escuchando estas pendejadas?”. Y ella le contestó: “Bueno, a ellos no les importa un carajo—me encanta su indignación”. En respuesta a esto, él le hizo esta pregunta: “Si podrías dirigir la indignación que sientes y con la que te identificas hacia algo más útil, algo que podría llevar a un cambio positivo, ¿lo harías?”. Y ella contestó claro: “En un minuto. Pero nunca va a pasar”. Y volvió a ponerse los auriculares.
Este es el reto que tenemos ante nosotros. Mucha gente ni siquiera puede reconocer el aspecto positivo de esta enajenación e indignación porque su expresión —la forma en que se presenta— muchas veces es negativa en términos inmediatos. Hay una represa de indignación que surge repetidas veces en formas muy diversas y, sí, muchas veces inútiles y hasta dañinas. ¿Pero cómo vamos a dar expresión revolucionaria a esto, y a la vez mantener la tensión necesaria para no dejarnos llevar por el camino equivocado, y no ceder o dar rienda suelta a impulsos equivocados y no tratar de actuar prematuramente, antes de que se haya desarrollado una situación revolucionaria y antes de que pueda surgir y surja un pueblo revolucionario de millones? Este es un problema con que tenemos que bregar. Esta es una de nuestras mayores responsabilidades —abrir paso en cuanto a esto—, no simplemente sacudir la cabeza y quejarnos de lo difícil que es responder a esta contradicción pero, en relación mutua con las masas, aceptar y no abdicar nuestra responsabilidad de ser los que aplican la ciencia para resolver este problema.
Quiero hablar de esto aquí —y lo que he dicho hasta este punto en cuanto al papel crucial del periódico es un elemento central y decisivo en esto—, pero tenemos que seguir lidiando con esto, continuamente, porque tenemos que hacer más avances. No vamos a tener la clase de movimiento revolucionario que se necesita —y a fin de cuentas no vamos a hacer una revolución— a menos que, en particular entre la juventud pero también más ampliamente, abrimos paso y atraemos a una cantidad cada vez mayor de masas a participar en la labor revolucionaria significativa en este período, cuando todavía no haya una situación revolucionaria en la que existe la posibilidad, y la base, para librar la lucha total por el poder.
Bueno, vinculado a esto, es importante la relación entre los factores ideológicos— que, definidos ampliamente, abarcan no solo denunciar los crímenes y la naturaleza de este sistema sino, como lo dijo Lenin, exponer ante todos nuestras convicciones y objetivos comunistas, y atraer a las masas de todas las capas, entre ellas las masas básicas, a lidiar con la ciencia, la filosofía, la cultura, y así sucesivamente, tanto como los principales sucesos políticos y sociales—, la relación entre todo esto, por un lado, y los factores políticos, entre ellos el deseo y la capacidad de oponerle resistencia a la opresión y a la injusticia, y hacerlo de tal manera que contribuya a forjar un movimiento revolucionario y comunista, y no de una manera sin norte y/o que una vez más cae bajo el ala de un sector de la burguesía.
Un aspecto clave de proveer un medio y vehículo para que cada vez más masas —en particular la juventud y las masas básicas en general, pero gente de otras capas también— participen en la labor revolucionaria significativa, es la orientación de propagar la revolución por todas partes—audaz y, en el sentido correcto, agresivamente. En el sentido correcto, en oposición directa a todo este reformismo y todos los esfuerzos de descartar la revolución y los ataques contra la revolución y el comunismo. Tenemos que desencadenar esto y guiarlo y dirigirlo por todas partes, audazmente y con un espíritu conquistador. Una vez más, nuestro periódico, Revolución, es crucial y fundamental para hacer eso. Pero queda más por hacer, sobre los cimientos de este papel crucial y fundamental.
Hace poco hablaba con alguna gente sobre esto: todos los días, si uno le presta atención a lo que está pasando en el mundo, y lo examina con un punto de vista científico, comunista, encuentra que la vida continuamente clama por la revolución y la dictadura del proletariado. Al ver los informes sobre varios sucesos y la discusión de varios temas en los medios burgueses, uno se encuentra constantemente con el deseo de gritar: dictadura del proletariado. Si lee los artículos, o mira los informes televisivos, sobre Jena, Louisiana —las infamias que se cometen ahí, con las injusticias contra los jóvenes negros, los 6 de Jena, y las contradicciones que están hirviendo—, y lo que se le ocurre, si lo aborda como comunista, es dictadura del proletariado: esto es lo que se necesita para lidiar con esto, para deshacernos de las injusticias profundas como estas, y todo lo que representan. Con la dictadura del proletariado, con una revolución que lleva al gobierno del proletariado y cuya meta es el comunismo, será posible abordar estas cosas de una manera que nunca se puede hacer con el sistema actual y su clase dominante de capitalistas. Este sistema y su clase dominante nunca pueden resolver todo esto—salvo de una manera que perjudique a las masas.
O veamos la polémica y agitación social en torno a la inmigración, con todas las declaraciones sobre “la seguridad de las fronteras” y los varios programas que han propuesto diferentes sectores de la burguesía, y el debate reaccionario que esto ha desencadenado. Y, junto con esto, están las contradicciones entre los negros y los latinos que fomentan y agudizan, con el fenómeno de que muchos migrantes no entienden toda la historia de los negros y tienden a aceptar la línea burguesa, con sus mentiras y tergiversaciones acerca de los negros, mientras que por otro lado muchos negros están resentidos hacia los migrantes, atraídos por la idea de que estos migrantes “nos quitan nuestros trabajos, nos están empujando hacia los márgenes y de alguna manera los migrantes tienen la culpa”. Si se aborda esto como comunista, lo que se le ocurre inmediatamente es: dictadura del proletariado. Con la dictadura del proletariado, podríamos resolver estas contradicciones —no con un chasquido de los dedos, sino por medio de la lucha de tal manera que concuerde con los intereses de todos estos diferentes sectores de las masas. Sí, entrañará contradicción y complejidad—pero no será tan difícil. Pero es imposible en este sistema, y dentro de los confines de este sistema, resolver estas contradicciones de una manera que concuerde con los intereses de las masas populares—que es otra cosa que apunta a la necesidad fundamental de hacer a un lado este sistema por medio de la revolución.
O cuando surjan los conflictos entre proteger el medio ambiente, por un lado, y desarrollar la economía, por el otro —y, sí, las preocupaciones que tiene mucha gente por su trabajo y manera de ganarse la vida—, cuando vemos que estas cosas chocan fuertemente en este sistema y no hay buena manera de resolverlo… dictadura del proletariado.
O examinemos otra dimensión clave de esto: hace poco, Revolución publicó un artículo que denunció la represión de la juventud en las escuelas—en este caso de Nueva York, pero este es un fenómeno que ocurre por todo el país18 . Y recibimos una respuesta a este artículo de un maestro desilusionado y descontento, que dijo en efecto: “Ustedes tratan de enseñarles a estos jóvenes; tienen todas estas ideas idealizadas acerca de estos jóvenes, pero no entienden qué tan indisciplinados son”. Bueno, ¿cuál es la respuesta a esto —no solo al punto de vista tergiversado de esta persona sino también a las verdaderas contradicciones que señala—, cómo se puede responder a esto y resolverlo de una manera positiva? Dictadura del proletariado. Esto es lo que necesitamos para lidiar con todas estas contradicciones. Los aspectos positivos que hay —no solo entre la juventud, sino en el deseo de gente como este maestro de hacer algo bueno, que las relaciones dominantes y las ideas correspondientes que prevalecen en este sistema sofocan y corrompen— se podrían volver a estructurar y sintetizar de una manera positiva con el gobierno del proletariado.
O veamos las contradicciones relacionadas con las diferencias entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y entre las diferentes capas que, en esta sociedad, llevan a cabo el uno o el otro (lo que llamamos la contradicción intelectual/manual, en pocas palabras): en un sentido fundamental, es imposible abordar esta contradicción de manera positiva en esta sociedad. Esta contradicción se puede resolver, y solo se puede resolver, de manera positiva con la dictadura del proletariado y el avance al comunismo. Vinculado a esto, tenemos el ejemplo que mencioné en una charla hace varios años sobre la dictadura del proletariado (“Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo”) en cuanto a la religión con referencia a la película Contacto, en que salta a la vista la contradicción de que a las masas, que tienen el mayor interés en la revolución comunista, en gran medida las agarran y atrapan la religión y otras cadenas mentales, mientras que hay un sector relativamente pequeño de la población del mundo actual que capta estos temas (en cuanto a la religión y —la no existencia de— dios) con mayor claridad pero que, en gran medida, está alejada de las masas básicas y no las entiende. ¿Cuál es la respuesta? La dictadura del proletariado. La revolución.
Ciertas contradicciones que surgen en el curso de forjar la lucha señalan también esta necesidad. Por ejemplo, en la batalla para defender el disentimiento y el pensamiento crítico en las universidades (y a fin de cuentas en la sociedad en general), podemos ver que ciertos individuos que pasan a ser blancos del ataque de las fuerzas reaccionarias, y del estado, tienen una “actitud distante” hacia otras personas en el mundo académico que se encuentran esencialmente en la misma situación. En un sentido inmediato, esto destaca la necesidad de presentar, y bregar con la gente para captar, el cuadro más amplio de que todo esto es parte, y reconocer lo importante que es forjar unidad en la lucha contra todos los esfuerzos de reprimir el disentimiento y el pensamiento crítico; y al mismo tiempo, y fundamentalmente, señala la realidad de que para resolver las contradicciones relacionadas a todo esto, necesitamos la revolución—necesitamos la dictadura del proletariado.
Sí, es cierto —y es una verdad muy importante y profunda— que la mayor meta, y la meta de la dictadura del proletariado misma, es llegar al comunismo, por todo el mundo, donde se haya eliminado y superado la necesidad, y la base, de todas las formas en las que una parte de la sociedad domina a otra—todas las formas de la dictadura de clase. Pero la realidad es que, sin la dictadura del proletariado, sin la revolución comunista, nunca podremos avanzar hacia esa meta más elevada y llegar a ella.
Todo esto es otra manera de expresar el punto de Lenin de que el comunismo brota de todo aspecto de la vida social. La necesidad de la revolución comunista emana continuamente de todos los sucesos de la sociedad y el mundo. Una vez que se haya adoptado el punto de vista y método científicos del materialismo dialéctico, se puede ver esto claramente. Y sobre esta base debemos dirigir y atraer a una cantidad cada vez mayor de masas a llevar esto por todas partes, entre todas las capas de la gente muy audazmente—con un espíritu conquistador y, en el sentido correcto, muy agresivamente. Como hemos recalcado varias veces, no hay nada menos realista que la idea de reformar este sistema en algo que se acercara a cuadrar con los intereses de la gran mayoría de la gente, y a fin de cuentas de la humanidad en general. Sobre la base de nuestro análisis y método científicos, tenemos que tener —y tenemos que inspirar a otros a tener— un espíritu conquistador acerca de esto. Esto es extremadamente importante: propagar muy amplia, audaz y, en el sentido correcto, agresivamente la revolución.
Vamos a lo que importa: Necesitamos una revolución. Cualquier otra cosa, en el último análisis, es una pendejada. Bueno, esto no quiere decir que no nos unamos a otra gente en toda una variedad de luchas que no apuntan a la revolución. No hay duda de que necesitamos hacer esto. Pero presentar cualquier otra solución a estos problemas e infamias monumentales y monstruosos es una ridiculez, francamente. Y necesitamos tomar la ofensiva y movilizar a una cantidad cada vez mayor de masas para abrirse camino por entre esta mierda y poner en primera plana la verdadera solución a esto, y responder a las preguntas y, sí, a las acusaciones que se presenten en respuesta a esto, mientras aumentamos nuestra base científica para hacerlo. Y el punto es esto: no solo nosotros tenemos que hacer esto, sino que además tenemos que atraer, desencadenar y dirigir, y posibilitar que cada vez más masas hagan esto. Hay que inspirarlas, no solo con la idea general de la revolución, sino con un análisis cada vez más profundo, una base sólida científica, de por qué y cómo la revolución realmente es la solución a todo esto.
La labor revolucionaria significativa
Una cultura de aprecio, promoción y popularización
Un aspecto importante de propagar audazmente la revolución y el comunismo por todas partes es el trabajo que hemos caracterizado como forjar una cultura de aprecio, promoción y popularización en torno a la dirección, la obra y el método y enfoque de Bob Avakian. Bueno, yo reconozco que algunas personas (para ser franco, de la clase media principalmente) lo consideran “inmodesto” (y quizás para unos curiosamente extraño) que yo hablara de esto (y, por dios, ¡que me refiriera a mí mismo en la tercera persona!). Pero, en primer lugar y fundamentalmente, la “modestia” (o “inmodestia”) no es la esencia del asunto ni el meollo del tema. Esto, como todo lo demás, es cuestión de tener un enfoque científico —una valoración objetiva de lo que representa una persona particular y su papel, su obra y su método y enfoque— y yo o quienquiera lo debe ver y evaluar de esa manera y con estos criterios (y, seamos honestos, ¿se “molestarían” menos las personas que protestan que me refiriera a mí mismo en la tercera persona si hablara de “una cultura de aprecio, promoción y popularización en torno a la dirección, la obra y el método y enfoque de mí mismo”?). No, la esencia del problema es: ¿cuál es lo que esa dirección, esa obra y ese método y enfoque representan objetivamente, y qué tiene eso que ver con el problema mayor de transformar el mundo?
Como Lenin recalcó en ¿Qué hacer?, una de las tareas clave de los comunistas es plantear ante todos sus convicciones y metas comunistas. Y eso quiere decir presentar lo que, en todo momento, es la representación más avanzada de esas convicciones y metas. Fundamentalmente, los principios que esto abarca son los mismos que se aplican en todos los campos basados en la ciencia (la física, la biología, la medicina, etc.): a menudo los avances van asociados con un individuo en particular, y hablar de la concepción más avanzada en un momento dado sería imposible sin hacer referencia a, y claro, sin cierto enfoque en, ese individuo—y esquivar tal referencia y enfoque sería sumamente artificial y equivocado, y de ninguna manera práctico. Así que, repito, aunque hay particularidades a la esfera de la dirección política (e ideológica), y específicamente a la dirección comunista19 , con respecto a quienquiera cuyo papel tenga una influencia significativa (o que se promueva como algo que debería tener una influencia significativa), el problema básico se reduce a esto: ¿cuál es el contenido de ese papel, y en particular el contenido de la obra, y el método y el enfoque, de esa persona, y qué impacto tendría, de una u otra manera, si eso tuviera un mayor o un menor impacto e influencia?
¿Por qué soy yo —mi obra y mi método y enfoque— importante? Porque esto aporta una concepción avanzada, una concepción elevada, de lo que se tratan la revolución y el comunismo y de cómo avanzar hacia el objetivo de la revolución y el comunismo, así como un método para abordar y bregar con las contradicciones que se van a encontrar inevitablemente en ese proceso. (Algunas cosas son inevitables—y, aunque la meta del comunismo no es inevitable, lo que es inevitable es que en la lucha para lograr el comunismo nos vamos a encontrar ante muchas contradicciones complejas y difíciles. Eso lo podemos garantizar).
En eso es en lo que todo esto radica—para eso sirve. Cuando propagamos esto y estamos trabajando para forjar una cultura de aprecio, promoción y popularización, no lo estamos haciendo para crear un culto en torno a una persona, en un sentido religioso. Lo estamos haciendo para permitir bregar con la concepción más avanzada que tenemos de adónde la sociedad y la humanidad necesitan ir, y pueden ir, de lo que esta obra, y método y enfoque, tienen que ver con eso y de por qué es importante con relación a eso —por qué, en realidad, es indispensable que las masas breguen con esto con relación a eso —para servir y avanzar hacia eso— y nada más. Aun el aspecto que es secundario, pero que no deja de ser importante —el aspecto de la persona Bob Avakian— es importante solo en el marco y sobre la base de ser un líder comunista revolucionario, el líder de un partido comunista de vanguardia que es capaz de dirigir a la gente hacia la meta de la revolución y, en última instancia, el comunismo—que tiene que seguir desarrollando su capacidad de hacer eso, pero que ha planteado los cimientos básicos para dirigir a la gente hacia esa meta. Esto es la esencia de todo eso.
Sobre esos cimientos y en ese contexto, es importante forjar una cultura de aprecio, promoción y popularización, y de hecho dar pasos enérgicos e innovadores, para familiarizar a las masas populares de diferentes sectores de la sociedad con esta dirección, esta obra y este método y enfoque. Si en realidad nos está guiando la concepción científica de que la sociedad humana necesita, y puede, avanzar hacia el comunismo, de que la lucha para lograr ese objetivo tiene que ser la labor consciente de las masas populares, por un lado, pero que al mismo tiempo eso tiene que tener dirección, y no existe posibilidades de lograrlo sin dirección —una dirección que, en relación con esa meta, encarna la concepción y la metodología más avanzadas— y que lo que está concentrado en la persona, claro, pero en el sentido más fundamental en la obra, y el método y el enfoque, de Bob Avakian representa esa dirección; entonces lo que emana naturalmente de eso es el reconocimiento de que eso es algo que hay que dar a conocer a las masas populares y con que ellas tienen que familiarizarse y que tienen que hacer suyo, y captar lo crucial que es con respecto a sus propios intereses fundamentales y, en última instancia, los intereses más elevados de la humanidad en conjunto. Como recalca un documento de nuestro partido sobre dirección revolucionaria:
“Es algo muy positivo que surjan ciertos revolucionarios individuales como un producto concentrado de este proceso, que sean una expresión concentrada de las mejores cualidades de la dirección revolucionaria: la dedicación desinteresada a la causa revolucionaria y el amor profundo para con las masas, así como una comprensión profunda de la metodología científica que se requiere para desencadenar a las masas y trazar el camino de la revolución de acuerdo con sus intereses objetivos. Esto es muy bueno. ¡No debemos lamentar que exista tal dirigente o tales dirigentes! Al contrario, ¡es motivo de celebración! Tales dirigentes son un elemento de la fortaleza del pueblo”20 .
Es muy importante captar la dialéctica así como el materialismo de esto. En cuanto a esto, tiene gran importancia la manera y la base con que varios artistas e intelectuales negros, muchos de los cuales discrepan con algo de lo que planteo, han ayudado de diferentes maneras (como firmar la declaración ¡Éntrale!)21 a crear un ambiente en el que un público más amplio pueda bregar con lo que digo y en el que los intentos de suprimir mi voz y de reprimirme se encontrarán con una resistencia más fuerte. Lo que destaca es que, aunque tienen diferentes grados de desacuerdo con mis ideas y convicciones comunistas, muchos, entre ellos algunos que han leído mi autobiografía (From Ike To Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist), se han interesado o se han visto atraídos hacia mí más por la dimensión personal—o, mejor dicho, por mi “historia personal”, y en particular las maneras en que está claro que a mí me han afectado e influenciado profundamente mis relaciones personales con la gente negra así como la lucha política y revolucionaria del pueblo negro en general. Pero al mismo tiempo, aunque respetamos su orientación y valoramos enormemente el apoyo que han brindado, desde su propio punto de vista y a pesar de ciertas discrepancias con mi punto de vista ideológico y político, lo que nosotros procuramos hacer, de acuerdo con nuestro propio punto de vista, es conseguir que todo eso contribuya, en un sentido general, a nuestros objetivos fundamentales estratégicos de hacer la revolución y, en última instancia, lograr un mundo comunista. Desde nuestro punto de vista, todo lo que hacemos tiene que ver con eso y con ninguna otra cosa, y tiene eso como meta.
¿Por qué queremos que todo contribuya al comunismo? ¿Porque “esa es nuestra tirada”? No. Porque a eso es adónde necesita ir la situación para llegar a un mundo radicalmente diferente y mucho mejor. Los conceptos clave de que hablamos —quizás demasiadas veces de una manera “abreviada”— como la “nueva síntesis”22 , junto con los principios de epistemología y filosofía, así como de la política, que están concentrados en la obra, y el método y el enfoque, que he estado desarrollando —y que, claro, se concentran hasta cierto punto en la persona que está forjando esta obra, y método y enfoque— todo eso tiene que ver con la revolución: su base y propósito son servir a las masas populares para hacer la revolución y avanzar hacia el comunismo.
Lo que hacemos y en lo que nos basamos no es categóricamente una religión. En su punto de vista filosófico y su metodología, así como su concepción y objetivos políticos, se basa en una concepción y un enfoque científicos, y esto es lo que los guía. Toda la discusión previa sobre el marxismo como ciencia debe dejar esto en claro23.
No somos un culto sino un grupo de científicos (un grupo cuya meta es seguir creciendo continuamente) que se esfuerza por resolver problemas espinosos —que comete errores, claro, y hace todo lo posible para aprender de nuestros errores y de otras personas, entre otras incluso de quienes tienen diferentes puntos de vista y objetivos que nosotros— y que abarca todo eso de una manera sistemática y exhaustivamente científica. Jamás hemos propuesto, ni creemos, que el partido colectivamente o el líder del partido —ni ningún individuo o grupo de personas— esté dotado de calidades o poderes sobrenaturales, o que el partido o el líder del partido es “infalible” o que se lo debe “venerar” o seguir ciegamente. Toda idea de ese tipo es completamente ajena y opuesta fundamentalmente a lo que sí creemos y que procuramos poner en práctica—o sea, que es posible, y necesario, aplicar un punto de vista y un método crítico y revolucionario para seguir aprendiendo más sobre la realidad y, en relación dialéctica con eso, impulsar la lucha para cambiar la realidad de una manera radical y hacia el comunismo.
Creemos —y confiamos en que esa creencia tiene cimientos científicos— que el partido colectivamente, y de manera concentrada el líder de nuestro partido, Bob Avakian, ha adquirido y desarrollado una concepción y método y enfoque avanzados con respecto a ese proceso científico de entender, y transformar radicalmente, la realidad: un enfoque científico que rechaza toda idea de “infalibilidad” o de una especie de conocimiento cerrado y completo, pero que reconoce e insiste en que en lo que estamos metidos, y tenemos que estar metidos, es un proceso de profundizar continuamente nuestro conocimiento, y la capacidad de aplicar nuestro conocimiento a la práctica revolucionaria, a través de la relación dialéctica —la interacción recíproca— entre la práctica y la teoría, y entre aplicar a la realidad nuestra mejor concepción de lo que es la verdad en todo momento y seguir aprendiendo más sobre la realidad —incluyendo lo que se demuestre que no es cierto en lo que antes creíamos— aprender (y capacitar a otros a aprender) de nuestros errores así como de nuestros logros al aplicar nuestro conocimiento, aprender de muchas otras personas, de una amplia gama de campos y con una diversidad de puntos de vista, al mismo tiempo que seguimos aprendiendo de nuestra propia experiencia práctica y nuestros propios esfuerzos y lucha en la esfera de la teoría y de “trabajar con las ideas”.
El desarrollo de lo que llamamos la “nueva síntesis” es un ejemplo claro y notable de esto. Esta nueva síntesis —con respecto a la experiencia histórica del movimiento comunista y de las sociedades socialistas dirigidas por comunistas, y con respecto a los objetivos y el punto de vista y método de los comunistas— ha sido desarrollada (y, de hecho, sigue siendo desarrollada) principal y esencialmente por Bob Avakian, como líder de nuestro partido y en el contexto general de la colectividad de nuestro partido (y como parte del movimiento comunista internacional en general) durante un período de casi 30 años, a través de un proceso de trabajo y lucha extenso e intenso en la esfera de la teoría, en relación dialéctica con el desarrollo de medidas relacionadas con la lucha práctica, guiada por el objetivo fundamental de la revolución y la meta del comunismo, y de hacer un balance de los resultados (positivos y negativos) de los esfuerzos de poner en práctica esas medidas, durante todo ese período de casi 30 años. No solo es el caso que esto no se apoya en ideas o enfoques religiosos, sino que, repito, tales ideas y enfoques les resultan odiosos a esto y están en antagonismo fundamental con lo que esto representa; y la crítica y la lucha contra las tendencias religiosas, de todo tipo —entre los comunistas y en la sociedad en general— es precisamente uno de los principios fundamentales de la obra, y el método y el enfoque, de Bob Avakian.
Con respecto al tema de líderes individuales — así como de la dirección colectiva— nuestro enfoque es aplicar el punto de vista y método científico del materialismo dialéctico e histórico. Nuestra meta en última instancia es lograr el comunismo, en todo el mundo. Y, es cierto: cuando se haya logrado esa meta, ya no habrá necesidad ni base para vanguardias o líderes en el sentido en el que hoy los concebimos. Pero en la actualidad y por bastante tiempo, existe y existirá una gran necesidad de que haya líderes y una gran importancia a ellos. Esta es una expresión y un resultado de las contradicciones subyacentes y las profundas divisiones sociales (la división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual en particular, y aún más fundamentalmente la contradicción entre las fuerzas y las relaciones de producción, y entre la base económica y la superestructura —y la interrelación e interpenetración entre estas contradicciones—, en la forma en que esto se plasma en esta época en la que el mundo sigue dominado por el sistema capitalista-imperialista). Y mientras eso sea cierto, el interrogante esencial seguirá siendo: ¿cuál es el contenido y el efecto de esa dirección—adónde llevará y cómo? ¿Qué le permite a la gente hacer o qué le impide hacer? ¿Contribuye a su capacidad de entender la realidad, y a cambiarla conscientemente, de acuerdo con los intereses fundamentales de la humanidad—o dificulta y mina que haga eso?
Esto es algo que se ha recalcado antes, pero especialmente en vista de que hay tanta confusión en cuanto a esto y que se entiende tan mal —en buena parte debido a los esfuerzos conscientes y deliberados de la clase dominante y sus simpatizantes intelectuales, así como unos otros— es necesario recalcarlo de nuevo: dada la naturaleza de la sociedad y el mundo en los que vivimos; dado que esta sociedad y este mundo siguen dominados por clases explotadoras y que en un sentido fundamental están moldeados por la dinámica de un sistema de explotación, el capitalismo-imperialismo; y dadas las divisiones sociales profundamente desiguales y opresivas ligadas a esto—dado todo eso, a la sociedad y a la gente que la conforma las influenciará desproporcionadamente un conjunto de ideas —y un grupo de líderes— u otro, aunque lo reconozca o no. La cuestión esencial, repito, es: ¿qué ideas y qué dirección, con qué propósitos y qué objetivos, hacia qué fines y con qué métodos y medios?
A partir de esa concepción, forjar activa, enérgica y creativamente una cultura de aprecio, promoción y popularización de Bob Avakian, entre una creciente cantidad de personas, y capacitarlas a captar la importancia crucial de entrarle a la obra, y el método y enfoque, y a la vez asumir el reto de proteger y defender a la persona que está aportando y dando esa dirección—esa es una parte clave de propagar audazmente la revolución y el comunismo por todas partes. Es uno de los medios clave, uno de los principales vehículos, que tenemos para hacerlo. Pero eso es lo que estamos haciendo cuando forjamos la cultura de aprecio, promoción y popularización. Esto tiene su propia particularidad, pero en última instancia y fundamentalmente tiene que ver con —está al servicio de— nada menos que propagar la revolución y el comunismo y forjar un movimiento revolucionario de masas que asume conscientemente la orientación de ser emancipadores de la humanidad.
La labor revolucionaria significativa
Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución
Con relación dialéctica a propagar la revolución por todas partes —y fundamentalmente al servicio de los mismos objetivos revolucionarios— existe la necesidad de movilizar a cada vez más personas, de varias capas, para “forjar una gran resistencia política a las principales maneras en las que la naturaleza explotadora y opresiva de este sistema se concentra en las medidas y acciones de la clase dominante y sus instituciones y dependencias” (como dice “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, Revolución #102, 23 de septiembre de 2007).
¿Por qué, por más de una década, se han movilizado las masas, en particular de los centros urbanos (pero también gente de otras partes de la sociedad), cada 22 de octubre, el Día Nacional de Protesta para Parar las Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de Una Generación? Porque concentra importantes contradicciones sociales—es una concentración importante de las contradicciones de la sociedad y la naturaleza del sistema y la clase dominante, y de cómo esto afecta a las masas populares. Se puede decir lo mismo de muchas otras organizaciones de masas y otras formas de lucha de masas. Y es muy importante captar la relación dialéctica —la interacción de vaivén y la influencia mutua— entre forjar esta clase de resistencia y propagar la necesidad de la revolución audaz y ampliamente, a todos los rincones de la sociedad.
¿Por qué hago hincapié en esto? Porque es importante como punto de orientación básico, pero también y más específicamente porque, al oponerse y oponer resistencia a las tendencias hacia la línea revisionista de “el movimiento lo es todo, el objetivo final no es nada”, es necesario y crucial no convertir la idea de propagar la revolución y el comunismo en otro ejercicio “académico” más —otra forma de escolasticismo o dogma estéril y carente de inspiración. Propagar la revolución y forjar la resistencia están relacionados dialécticamente y debe haber una “sinergia positiva” entre los dos—todo lo cual contribuye a nuestro objetivo estratégico de llegar al punto donde podamos conquistar el poder total cuando las condiciones objetivas —lo que incluye el estado de ánimo, las inclinaciones y los sentimientos de millones de personas— hayan llegado a tal punto que esto sea posible.
Tenemos que forjar y fortalecer continuamente nuestra capacidad de identificar y manejar las relaciones vivas entre estas dos cosas: propagar la revolución y el comunismo por todas partes —audazmente, con confianza estratégica y un espíritu conquistador, listos a “enfrentar a cualquiera que quisiera retarnos” y ofrecer otras alternativas y criticar a las nuestras, y avanzar por medio del vaivén entre estudiar y bregar colectivamente sobre cómo hacerlo, y realmente hacerlo— y, al mismo tiempo, forjar una resistencia cada vez más poderosa, como por medio de identificar las principales concentraciones de las contradicciones sociales en todo momento.
Hablando de una dimensión importante de esto, otro camarada de la dirección de nuestro partido sugirió una formulación que creo que captura algunos de los aspectos esenciales de forjar el movimiento revolucionario: Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución.
Es cierto que no simplemente buscamos transformar a la gente, por encima y en ausencia de movilizarla para oponer resistencia a las infamias e injusticias de este sistema; pero, de hecho, transformar a la gente es una parte importante de lo que hay que hacer—y las masas lo saben. Una de las principales cosas que dicen las masas cuando se habla de la revolución —además de “son demasiado poderosos y hay demasiada gente que se nos opone”— es que “estamos muy jodidos” (y muchos dirán que “todos los demás están muy jodidos”). [Risas] Entienden que tenemos que transformar a la gente. Pero también tenemos que luchar contra el sistema. Tenemos que hacer todo esto, sin embargo, para la revolución—y no para ninguna otra meta, no para nada menos que eso. Tenemos que manejar correctamente las relaciones dialécticas que esto entraña, y darle vida a esta orientación, cada vez más poderosamente, por medio de la “sinergia positiva” de estos dos aspectos —luchar contra el sistema y transformar al pueblo— para la revolución.
Tenemos que hacer que esto sea una misión de la juventud—y de las masas en general. Las formas organizadas en que nos unimos a las masas tienen que ser una expresión de lo que capta esta consigna. Por ejemplo, los Clubes Revolución no solo deben ser lugares para ver el DVD (de la charla Revolución: Por qué es necesaria, por qué es posible, qué es). Hacer esto es importante —es una parte de lo que estos Clubes Revolución deben hacer—, pero si es lo único que hacen, pues pierden su propósito. Estos Clubes Revolución deben ser un lugar y un vehículo por medio del cual las masas pueden unirse para propagar la revolución y forjar la resistencia—luchar contra el sistema tanto como transformar al pueblo, con la meta de la revolución siempre presente. Y sí, van a aprender más sobre lo que esto significa —lo que esta revolución significa, por qué es una revolución cuya meta es el comunismo, qué significa el comunismo, qué entraña la transición al comunismo—, van a aprender más constantemente sobre todo esto. Pero lo que capta la consigna Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución —junto con el principio unificador de los Clubes Revolución: La humanidad necesita la revolución y el comunismo— tiene que ser la punta de lanza y la esencia que identifica lo que representamos, y lo que las formas de masas como los Clubes Revolución representan. Esto está relacionado con el punto que mencionamos antes, y el énfasis que damos, a desviar a las masas y los movimientos de oposición masiva de la “tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía”.
Los comunistas, y los atraídos a la revolución y al comunismo, tienen que estar propagando agresiva y audazmente la necesidad de la revolución y la meta de la revolución. Esto se deriva de la profunda realidad de que la humanidad realmente necesita la revolución y el comunismo. Esto requerirá, y debe entrañar, una enorme cantidad de lucha con mucha gente —que se debe librar de una manera buena, viva y convincente— para plasmar en realidad la revolución y el hecho de que no es simplemente una idea abstracta sin relación a lo que está pasando en el mundo actualmente. Que quede bien claro, la revolución es una realidad inmediata en este país, en el sentido de que la lucha para conquistar el poder sea una posibilidad en la situación actual —una vez más, la posibilidad de librar esta lucha por el poder solo puede surgir con un cambio cualitativo en la situación objetiva—, pero hago hincapié en la realidad de la revolución ahora en el sentido de que hay que forjarla concretamente durante todo el período antes de que surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones y millones.
Lo que capta la consigna Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución es una gran parte de no solo forjar el movimiento revolucionario en general, sino también de desviar a las masas y los movimientos de oposición masiva de subordinarse a la burguesía y a sus representantes. Una fuerza revolucionaria en crecimiento, impulsada y movilizada en torno a una orientación revolucionaria y comunista, tiene que ser cada vez más un “imán”, un polo de atracción para la gente que —por más latente que sea y por más que entraña contradicciones— busca y desea un mundo diferente al que tenemos ahora, que tiene un sentido de que este mundo está muy jodido y que quiere saber si otro camino es realmente posible, tanto como otros que han abandonado por el momento la idea de que esto es posible pero a quienes hay que darles una sacudida para despertarlos a la realidad de que es posible —y que puede haber otro camino— y que este es el camino.
La labor revolucionaria significativa tiene que girar en torno a las cosas que dan vida y expresión a lo que capta la consigna Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución. Esto tiene que ser en realidad labor revolucionaria significativa—y tiene que sentirse como labor revolucionaria significativa para los que se están movilizando y la asumen. Y que quede bien claro: no va a ser metódico y ordenado, no va a ser que todos van marchando en formación bajo nuestro estrecho control—lo que no debemos tratar de hacer de todos modos. No debemos tratar de impedir que todo se ponga “indisciplinado” y sin riesgo alguno. Nunca se va a forjar un movimiento revolucionario, nunca se va a posibilitar que las masas participen en la labor revolucionaria significativa, si se trata de abordarla de esa manera.
Y sí, esto significa pender de un hilo, porque se nos enfrenta un enemigo —se nos enfrenta un estado opresivo— que aprovechará toda tontería, todo cosa poco seria, que hacen los que acaban de meterse en la lucha y que no tienen mucha experiencia. Así que, a lo largo de todo el proceso, será necesario bregar —y a veces bregar fuertemente— acerca de lo que beneficia, y lo que no beneficia, a la revolución que representamos y sobre los medios para llevar a cabo esa revolución. Y sí, sin dejarnos agobiar por la paranoia —lo que en realidad socavaría seriamente el movimiento revolucionario también—, será necesario estar atentos, y no ingenuos, a las personas que podrían enviar a infiltrar el movimiento con el fin de desviarlo—no solo bajo el ala de la burguesía, sino también en direcciones que ayudarán a la burguesía a aplastarlo, lo que tratará de hacer de todos modos.
Esta es otra expresión del punto de “ser descuartizado”24 , en su aplicación al tema de la labor y la actividad revolucionaria significativa. Pero si no inspiramos en las masas de personas un sentido y espíritu de plantear ampliamente el reto de la revolución, y un sentido de ir a las masas a decirles “si quieren luchar contra el sistema, hay que entrar en esto”, pues no habrá ninguna labor revolucionaria significativa y ningún movimiento revolucionario.
A veces será necesario bregar fuertemente con las masas acerca de los siguientes temas: ¿cuál es y no es la mejor manera de forjar el movimiento revolucionario, qué contribuirá y no contribuirá a la revolución, cuál es tomar realmente en serio trabajar por la revolución y cuál es dejarse llevar por los impulsos infantiles—y, por otro lado, cuál es dejarse desviar por los callejones sin salida reformistas, en vez de mantenerse en el camino revolucionario? Habrá y debe haber mucha lucha en torno a estos temas. Pero debe haber un sentido de que si quieres enterarte de un mundo diferente y trabajar para plasmarlo en realidad —y si quieres ponerte de pie y luchar contra lo que se le hace a la gente—, aquí es donde lo haces. Vas al partido, lees el periódico del partido, estudias al líder del partido y lo que presenta, participas en los Clubes Revolución, te unes a la gente que lleva a cabo actividad política que encarna esto —propagar la revolución y forjar la resistencia, y la “sinergia positiva” entre los dos—, todo con la meta de la revolución.
Bueno, por supuesto, vamos a tener que participar en muchas formas de organizaciones de masas de “frente único”, si quieres usar esa frase—organizaciones compuestas de diversas personas y fuerzas cuyos objetivos y base de unidad no son la revolución. Pero, al mismo tiempo y de mucha importancia, debe haber formas de organización de masas cuya base de unidad y objetivo es la revolución—formas que no son el partido, en las que las masas pueden participar, como los Clubes Revolución. Y dentro de los movimientos y organizaciones más amplios del “frente único”, el partido y los partidarios de su punto de vista deben presentar su perspectiva y objetivos, de una manera apropiada—de una manera que reconoce y respeta la integridad y la base de unidad de movimiento/organización de masas más amplio y no confunde o combina esto con lo que el partido representa y trabaja para plasmar en realidad.
Otra vez, como parte de propagar la revolución y el comunismo, de una manera viva y convincente, debemos “debatir a cualquiera que quisiera retarnos” en lucha ideológica abierta y sin trabas. ¿Quieres hablar de Hannah Arendt? Hablemos de Hannah Arendt. Es una persona tonta, Hannah Arendt. [Risas] Es una persona anticientífica, que propaga toda clase de ideas tergiversadas y anticientíficas acerca del comunismo y el “totalitarismo”, etc. Hablemos de Hannah Arendt. Debemos tener muchas ganas de participar en estos debates y luchas. Y, como dijo Mao, lo que no sabemos podemos aprender. Por eso tenemos la teoría, y por eso tenemos la colectividad del partido. Tenemos un punto de vista y método científicos para permitirnos hacer estas cosas.
Como he ido recalcando, los Clubes Revolución son una forma y medio clave para atraer a las masas al movimiento revolucionario, entre ellas las recién despertadas a la vida y lucha política. Y es muy importante manejar correctamente las contradicciones entrañadas en posibilitar que las masas mismas tomen cada vez más iniciativa en forjar el movimiento revolucionario y, al mismo tiempo, darles la dirección que necesitan para hacerlo. En el curso de nuestro trabajo de forjar el movimiento revolucionario, las personas recién atraídas —tanto como las personas que llevan tiempo en la lucha— tropezarán con todas las contradicciones que existen y que uno encuentra cuando empieza a hacer esto. ¿Cómo se propaga la revolución? ¿Qué puedes decir cuando propones la revolución o el comunismo y la gente te contestan de esta o aquella manera? ¿Cómo se forja la resistencia? ¿Cuál es la manera correcta de responder a un ataque o una infamia? Esto requiere dirección —una dirección que ayuda a dar las respuestas a estas preguntas y que desencadena cada vez más iniciativa de parte de las masas—, que no sofoca y suprime esa iniciativa sino que, cada vez más con el paso del tiempo, permite que las masas mismas tomen más iniciativa para tomar las cosas en sus propias manos y a dirigir a otros. La idea de que las masas no necesitan dirección —y actuar conforme a esta idea— solo lleva a sofocar la iniciativa de las masas y a desmoralizarlas. No se debe llevar a unas personas que nunca han nadado a la parte más profunda de la piscina, empujarlas al agua y decirles: “No queremos sofocar su iniciativa”. ¡Muchas gracias! Mientras se están ahogando podemos repetir ensalmos acerca de que las masas lo pueden hacer por su cuenta y no necesitan dirección. No. Nos toca a nosotros trabajar juntos con las masas, y dirigirlas, sin dominarlas—sin sofocarlas, sin extinguir su iniciativa, sino darle una expresión cada vez mayor.
Construir el partido
Con respecto a todo esto, y como elemento crucial de forjar el movimiento revolucionario en general, tenemos que hacer el necesario hincapié en la importancia crucial de construir al partido mismo. Tenemos que captar firmemente el punto fundamental de que, desde el punto de vista de la necesidad, y el objetivo estratégico, de la revolución, la forma más importante de organización de las masas es el partido mismo, como vanguardia de las amplias masas revolucionarias. La construcción del partido es crucial y fundamental con respecto a poder acelerar mientras que se aguarda una situación revolucionaria, y para estar en una posición para dirigir una revolución cuando la situación y el pueblo revolucionarios se presenten. Tenemos que abordar de manera sistemática la construcción cuantitativa del partido—eso quiere decir que tenemos que reclutar a muchos nuevos militantes, tenemos que reclutar audaz y ampliamente en las masas básicas y todas las capas de la sociedad.
Hace años, en los tiempos de la Unión Revolucionaria (precursor del PCR), unos tenían un método de reclutar sobre cualquier base, si alguien expresara cierto acuerdo, por vago que fuera, con la idea del comunismo. Así que tuvimos que luchar contra eso e insistir: no, eso tiene que tener sustancia. Bueno, una de las personas que pregonaba ese tipo “suelto” de reclutamiento, planteó la formulación de que tenemos que “reclutar amplia y audazmente”. Y, nosotros contestamos: sí, pero no audaz y pésimamente. Esa es una diferencia importante. [Risas]. Es una diferencia que hay que seguir recalcando. Tenemos que construir continuamente el partido cuantitativamente —tenemos que reclutar audaz y, claro, ampliamente, en las masas básicas y todas las capas sociales—, pero tenemos que hacerlo correctamente, sobre la base de que estamos reclutando a personas que han dado un salto y pasado a ser revolucionarios y comunistas en el punto de vista y orientación básicos, que han captado y tienen unidad con los principios y objetivos básicos —la línea fundamental— del partido.
El partido tiene que arraigarse mucho más extensa y profundamente en las masas de diversas capas, pero especialmente en el proletariado y las masas básicas que tienen el mayor interés en la transformación revolucionaria de la sociedad y el mundo. Tenemos que ganarlos a que sean comunistas, y luego iniciar enérgicamente un proceso concentrado de reclutarlos. Tenemos que reclutar a comunistas, a gente que está lista y resuelta a dedicar la vida a la revolución y la meta final de un mundo comunista —a ser emancipadores de la humanidad— a contribuir lo máximo que puedan, de una manera organizada y disciplinada, a esa causa.
Es importante no subestimar el potencial de ganar a una cantidad significativa de personas hoy —y a muchas más a medida que se desarrolle la situación— a la revolución y el comunismo. Sí, es cierto, tendremos que superar mucha espontaneidad y la realidad de que se ha revocado al socialismo, y se ha restaurado el capitalismo, primero en la Unión Soviética y después en China; está la influencia de estos sucesos objetivos, junto con lo que han hecho los imperialistas y sus lacayos intelectuales para aprovecharse de esos reveses históricos. Como parte de eso, está la ironía de que en realidad el socialismo fue derrotado, y el capitalismo restaurado, hace ya 50 años en la Unión Soviética, pero por muchos años los gobernantes de la Unión Soviética mantenían un camuflaje cada vez más trillado de “socialismo” y “comunismo”, hasta que por fin, a principios de los años 90, lo abandonaron por completo y la Unión Soviética, y los estados que lo sucedieron cuando se disolvió la Unión Soviética, se hicieron capitalistas abiertamente. La desaparición de la Unión Soviética, y el hecho de que el ex bloque soviético ha adoptado abiertamente el capitalismo, ha desatado aún más a una manada hambrienta de ideólogos burgueses rabiosos que quiere hacer trizas lo que queda del respeto por el socialismo y el comunismo en el pensamiento de las masas. Así que es cierto, tenemos que superar todo eso —los imperialistas y reaccionarios (y los contrincantes más “liberales” o “progresistas” del comunismo) tienen todo eso a su favor—, pero lo que no está a su favor es la realidad de lo que el sistema capitalista-imperialista (y otros sistemas y relaciones sociales anticuados e ideas afines) en realidad hace y en realidad significa para las masas populares y, por otro lado, la realidad de lo que el comunismo representa realmente y lo que en realidad ha sido la experiencia —principalmente muy positiva— del movimiento comunista y de los países socialistas dirigidos por comunistas. En realidad, existe —a veces se expresa abiertamente, con frecuencia no está muy debajo de la superficie o a veces está muy debajo de la superficie pero todavía vivo— el gran potencial de atraer a la gente a la revolución y el comunismo, y de reclutarla al partido y construir continuamente el partido en el sentido cuantitativo.
Al mismo tiempo, existe la necesidad de seguir construyendo el partido cualitativamente, de seguir transformándolo para fortalecer su carácter revolucionario y comunista—ideológica y políticamente y en lo organizativo. Pero es importante recalcar que hay que hacer eso en el contexto —y con el propósito fundamental— de transformar el mundo objetivo en general. En ese contexto tenemos que seguir impulsando la lucha para seguir revolucionando el partido mismo, y tenemos que llevar a la gente para que dé el salto y se incorpore al partido en ese contexto y con ese objetivo fundamental.
De todas estas maneras, aun en la atención sistemática que demos a la construcción del partido, tanto cuantitativa como cualitativamente, nuestra orientación y propósito tienen que ser hacer de la revolución y el comunismo —hacer de la orientación y el reto de ser emancipadores de la humanidad— un polo de atracción cada vez más poderoso: para las masas básicas, para la juventud de las masas básicas y la juventud en general, y para otras capas de la sociedad.
Vencer los obstáculos y limitaciones, “movilizar a todos los factores positivos”
Hay algo muy importante que podemos aprender de la experiencia con relación al huracán Katrina en 2005, y en particular de nuestro balance sobre las limitaciones y deficiencias de nuestro partido con relación a eso. Me refiero no solo a nuestras limitaciones en cuanto a nuestra fuerza organizada y la cantidad de militantes, y así sucesivamente, sino también en cuanto a las ocasiones en las que no tomamos la iniciativa cuando podíamos hacerlo, en las que cedimos ante las dificultades de la situación, por ejemplo la fuerza represiva del estado, cuando existía una base para oponerle resistencia, junto con las masas, y transformar la necesidad por medio de la lucha. Debemos regresar a nuestro balance de esto25 , estudiarlo profundamente y sacar las lecciones en detalle, para hacerlo mejor en el futuro, especialmente en las muchas ocasiones en las que importantes sucesos estallarán de repente, muchas veces al parecer “de la nada”.
¿Quiénes predijeron, o podían predecir, todo lo que pasó con el huracán Katrina? Bueno, por supuesto, después de cierto punto los meteorólogos predijeron que habría un gran huracán en esa zona en ese momento. Pero, irónicamente, el huracán llegó y se fue —y muchos creían, por un momento, que ya había pasado lo peor—, y luego los diques se rompieron. ¿Quiénes predijeron eso? Bueno, una vez más, se trata de accidente y causalidad. Los diques se rompieron por ciertas razones, y parece que algunas personas en posiciones de autoridad tenían por qué creer que podrían romperse. ¿Pero quiénes hubieran podido predecir, o predijeron, todo lo que esto provocó? Esto resalta una vez más lo importante que es no proceder a partir de un “realismo determinista”26 al tratar la realidad y la posibilidad del cambio radical.
Lo que hubiera podido hacer una vanguardia comunista organizada en tal situación es mucho más de lo que se hizo. Bueno, las consecuencias de que la vanguardia actuara enteramente conforme a sus responsabilidades como vanguardia, y todo lo que se hubiera podido producir como resultado de eso —lo que a veces describimos como la dinámica de revolución/contrarrevolución/más revolución— hubiera sido tremendo, en el sentido de ser muy intenso. Pero si pensamos que vamos a ir desde aquí hasta allá (de las circunstancias actuales a una situación en la que todo el rumbo de la sociedad “está en juego”) sin esa clase de dinámica, repetidas veces a lo largo del proceso —y de una manera muy ampliada cuando, por fin, surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones—, pues nos estamos haciendo ilusiones y debemos olvidarlo todo—lo que, por supuesto, no vamos a hacer.
Una vez más, sugiero seriamente que estudiemos el balance de la experiencia con relación al huracán Katrina en el 2005, desde la perspectiva de aprender a hacerlo mejor. Muchas cosas que se parecen a esa experiencia —en particular en el sentido de que encarnan estallidos repentinos de cambios dramáticos— se van a presentar desde diferentes direcciones. En algunos casos, las podremos ver con un poco de anticipación, por lo menos los contornos o la posibilidad de lo que viene; en otras situaciones, ni eso será posible hasta que el suceso tumultuoso “esté encima de nosotros” repentinamente. Esto es cuestión de orientación fundamental y es crucial en cuanto a nuestro trabajo y objetivos globales, pero también específicamente en cuanto a permitir que las masas —unirnos a esas masas y dirigirlas— participen en la labor revolucionaria significativa incluso cuando no se haya desarrollado una situación revolucionaria, para contribuir a lograr la meta revolucionaria y hacer el avance —en cuanto sea posible, en todo momento, y tan rápidamente como sea posible— hacia la situación en la que haya un pueblo revolucionario de millones y la posibilidad objetiva de la revolución se presente en un contexto inmediato.
Junto con eso, necesitamos aplicar y centrarnos en la orientación de, como lo dijo Mao, “movilizar a todos los factores positivos”. Todas estas contradicciones en el seno del pueblo, por ejemplo, aun cuando principalmente tienen una expresión negativa, no solo son algo negativo —tienen un lado positivo, por lo menos potencialmente—, existe el potencial de transformarlas en algo positivo. Bueno, para que quede claro, esto no quiere decir que son positivas ahora y todo lo que hay que hacer es “hacer resaltar lo positivo”. No, hay que arrancar lo positivo de lo que es ahora, principal y esencialmente, negativo—hay que transformar algo malo en algo bueno.
Otra vez, un ejemplo marcado de esto son las contradicciones entre los negros y los latinos, que se están agudizando hoy. Ahora mismo, en su aspecto principal y abrumador, esto es muy negativo, pero existe el potencial de transformarlo en algo positivo si “labramos” correctamente —o, mejor dicho, si luchamos por resolver —esta contradicción, de hacer saltar a primera plana lo que es positivo en esta situación, o sea, la unidad de los intereses fundamentales de estas masas de diferentes nacionalidades, junto con la realidad de que —aunque en lo inmediato tiene una expresión negativa, en lo general— existe un aspecto positivo, y un potencial positivo, en el hecho de que las masas se están despertando a la vida política y lidiando con grandes temas y sucesos sociales. El reto es hacer saltar los elementos positivos, que radican en esto, y transformar la situación haciendo hincapié en sus intereses comunes fundamentales, y atraer a cada vez más gente a reconocerlos. Y esto requiere permitirles ver que la manera en que la situación los afecta —como la manera en que, ahora mismo, los empuja e impele hacia estar en conflicto el uno con el otro— tiene sus orígenes en el sistema capitalista-imperialista y es parte de su funcionamiento esencial. Esta es la manera en que tenemos que abordar todas las contradicciones ante nosotros. Existen factores positivos potenciales, aun si no se expresan en lo inmediato, en todas las contradicciones sociales ante nosotros; y tenemos que aprender a identificarlos y hacerlos saltar, para que estos los “coman” a los negativos. Por otro lado, es crucial captar —y permitir que cada vez más masas capten— que, mientras se puede lograr avances en la transformación de estas contradicciones (en la transformación de los aspectos malos en aspectos buenos), en el contexto de oponer resistencia a las muchas infamias e injusticias del sistema, no se puede lograr eso enteramente —la unidad fundamental de las masas en torno a sus intereses más elevados no se puede lograr en un sentido cualitativo, y de una manera continua y que se sigue desarrollando— hasta que hagamos la revolución, tumbemos el gobierno del capital y establezcamos el gobierno del proletariado y de las masas populares. He aquí otra expresión del principio de la dictadura del proletariado27. Pero el punto —la concepción dialéctica materialista de esto— es que podemos, y debemos, forjar poderosos elementos del futuro —como la unidad de las masas en la lucha, cada vez más motivadas y guiadas por una concepción comunista científica de donde radican sus intereses comunes y más altos— como parte de construir, y para construir, el movimiento revolucionario hacia la meta de abolir la dictadura de la burguesía y establecer la dictadura del proletariado.
Este año, por ejemplo, el Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de Una Generación, el 22 de octubre28, es importante porque sigue siendo una concentración importante de las contradicciones sociales y, además, porque es un vehículo importante para transformar, en una dirección positiva, las contradicciones en el seno del pueblo, entre ellas la contradicción entre los negros y los latinos, por medio de destacar su opresión común y sus intereses comunes.
He seguido los informes, en la prensa burguesa pero también en Revolución, sobre lo que pasó el Primero de Mayo en Los Ángeles. Es cierto que muchas masas negras tenían una actitud atrasada hacia la manifestación en pro de los derechos de los migrantes ese día. Y muchos migrantes estaban metidos en una orientación muy reformista y “asimilacionista”. Pero, en un sentido, y aunque fue una lección dolorosa, la burguesía les hizo un favor a las masas cuando demostró su auténtica naturaleza con un ataque brutal y sin provocación contra la manifestación. En este momento grandes cantidades de estas masas inmigrantes buscan que los acepten, y hacen todo lo posible para demostrar qué tan respetables y trabajadoras que son, pero la clase dominante desencadenó a sus perros a atacarlas. Y muchas de estas masas inmigrantes, especial pero no únicamente las que fueron blanco del ataque, empezaron a captar un poco más la situación en la que se encuentran aquí, y que el funcionamiento del sistema y los que detentan el poder no van a permitir que sean parte del sistema partiendo de la base de la dignidad e igualdad. Y muchas de las masas negras dijeron: “Oh, lo entiendo, a esa gente no le gustan tampoco. Estas son las mismas fechorías que nos hacen a nosotros todo el tiempo”. Bueno, todo esto es espontáneo, pero es la materia prima, por así decirlo, con la que tenemos que trabajar, y podemos trabajar, para reconfigurar y transformar la situación de una manera más positiva.
Y, en un sentido general, también tenemos que captar y aplicar continuamente una concepción de la relación dialéctica —la “sinergia positiva” potencial— entre “dos cosas que hay que maximizar”, es decir, maximizar el desarrollo de una atmósfera politizada y un movimiento revolucionario, con un núcleo comunista, en las masas básicas, y hacer esencialmente lo mismo en las capas medias. Realmente solo desde el punto de vista comunista se puede ver el potencial de una dialéctica positiva aquí. Muchas capas populares, por su cuenta y espontáneamente —con su punto de vista espontáneo y la manera en que lo influencian en gran medida las ideas dominantes, y la prensa y los otros medios de moldear la opinión pública—, no ven cómo estas cosas distintas pueden ser, o cómo es posible transformarlas en, factores positivos y favorables. No captan espontáneamente el significado de las cosas que les ocurren a las diferentes capas, cómo todo esto cuadra con el recuadro general, y cómo hacer que todo esto contribuya a algo positivo, aunque en gran parte va en direcciones contrarias.
En “Forjar otro camino”29, hablé de que tenemos que desarrollar cada vez más nuestra capacidad de manejar correctamente las contradicciones entre, por un lado, luchar con la gente a abandonar sus falsas ilusiones burguesas democráticas y, por el otro, unirnos con ella en muchas luchas en las que en general proceden de esas falsas ilusiones burguesas democráticas. Esto es, en un sentido, paralelo a —o implica los mismos principios que— manejar correctamente los “dos máximos”, e iniciar una dialéctica positiva de esa manera, por medio de mucha lucha.
Desde nuestra perspectiva comunista y con nuestros métodos comunistas, y por medio de aplicar esta ciencia, podemos ver cómo en realidad se puede movilizar y reunir muchas cosas que no alcanzan nuestro objetivo —y que espontáneamente no parecen de ningún beneficio inmediato a diferentes sectores de las masas o al objetivo revolucionario en general— para ser parte de todo el proceso que conduce a donde tenemos que ir. Y nos toca a nosotros hacer que esto —los lazos entre estas cosas distintas, las maneras en que tienen importantes elementos en común y las raíces que tienen en el mismo sistema— tenga vigencia para las masas básicas como también para otras capas sociales.
Esta es otra expresión de “movilizar a todos los factores positivos”, pero en su aplicación particular a la interrelación entre los factores que afectan más directamente las capas distintas, cómo se puede unir a todo esto hacia nuestros objetivos revolucionarios estratégicos, y cómo se puede luchar por realizar y promover la dialéctica positiva necesaria (o “sinergia”) en el curso de avanzar hacia esos objetivos y como parte crucial de esto.
El parasitismo aumentado y los “dos sectores anticuados”
Quiero volver brevemente al problema del parasitismo aumentado de la sociedad estadounidense, que es una consecuencia de la posición y el papel del imperialismo estadounidense en el mundo, y a la dinámica, o dialéctica, de los “dos sectores históricamente anticuados”30 . Cuanto más el imperialismo estadounidense persiste en la campaña por un imperio indiscutible y apunta su fuego contra las fuerzas fundamentalistas islámicas —y cuanto más falta una erupción de oposición política masiva en Estados Unidos a esa campaña—, tanto más eso, a su vez, fortalece la tendencia fundamentalista islámica. Al mismo tiempo, cuanto más toda esa dinámica —en la que los “dos sectores históricamente anticuados” (el imperialismo y el yijadismo fundamentalista islámico) se refuerzan mutuamente, aunque al mismo tiempo se oponen— continúa y se fortalece, tanto más difícil será forjar otro camino: salirse de esa dinámica mortífera actual e impulsar y movilizar en torno a un polo positivo, opuesto a ambos “sectores anticuados”; movilizar a las masas populares de ambos lados de esa “gran línea divisoria” del mundo—entre los países imperialistas, sobre todo Estados Unidos, por un lado, y los países oprimidos del tercer mundo, con miles de millones de masas que viven en la pobreza y desesperación, por el otro.
Relacionado con esto, tenemos que luchar simultáneamente contra dos tendencias que representan (en palabras de Engels) “los polos opuestos de una misma mediocridad”. Por un lado, hay una línea —que tiene adeptos entre unas fuerzas “izquierdistas” de Estados Unidos y otras partes— que apoya a los fundamentalistas islámicos simplemente porque en cierta medida se oponen al imperialismo, y al imperialismo estadounidense en particular, sin examinar y sin siquiera preocuparse mucho del contenido de esa oposición y adónde llevarán la ideología y el programa del fundamentalismo islámico—los horrores que realmente representan. Esto destaca lo importante que es la polémica de Sunsara Taylor que publicó Revolución31 hace poco—una polémica contra la Organización Socialista Internacional y su oposición al análisis de los “dos sectores anticuados”, así como contra su línea economicista (y ridícula) de que la gente trabajadora de Estados Unidos no se beneficia del imperialismo—a lo cual tal vez la respuesta más significativa es, simplemente: “¿¡En qué mundo viven, carajo?!”.
Esa es una polémica importante, pero seguirá siendo necesario responder —diseccionar y refutar— este tipo de argumento (de la OSI y otros). En última instancia, representa una orientación derrotista hacia la posibilidad de oponerse al imperialismo por medio de movilizar a las masas sobre bases revolucionarias, y de limitar o relegar la lucha a la contienda entre estas dos fuerzas reaccionarias y anticuadas; viene a ser, o conduce a ser, animadores de uno u otro lado (y en el caso de los que tienen pretensiones “antiimperialistas”, a hacerlo en pro de quienes, como los yijadistas fundamentalistas islámicos, hasta cierto punto se oponen al imperialismo estadounidense, pero, repito, que lo hacen desde una posición reaccionaria e “históricamente anticuada”, tanto política como ideológicamente). Es una cosa cuando en el pasado, la posición y el papel de ciertas personas vino a ser, o se limitó, a simplemente jugar el papel de animadores de las fuerzas que luchaban contra el imperialismo estadounidense, pero esas fuerzas libraban lo que se podía considerar legítimamente una lucha revolucionaria (por ejemplo, la guerra popular de resistencia del pueblo vietnamita contra Estados Unidos). Pero es algo muy diferente si uno se vuelve animador de fuerzas cabalmente reaccionarias, con todos los horrores que ya han cometido y que cometerían en una escala mucho mayor si pudieran hacerlo.
Por otro lado, “el polo opuesto de una misma mediocridad” es la línea que, al fin y al cabo, Estados Unidos es mejor que los fundamentalistas islámicos—porque, según ese argumento, Estados Unidos es una democracia, a pesar de sus defectos. Además se dice que, después de todo, Estados Unidos es un país laico, aunque muchos admiten que hoy las fuerzas fundamentalistas cristianas en el país representan un reto serio a esto. Hace poco Revolución recibió una carta de un preso que defiende ese punto de vista convincentemente: a lo mínimo debemos apoyar la democracia en oposición a las fuerzas feudales u otros reaccionarios, como los fundamentalistas islámicos, que ni siquiera son democráticos; y debemos apoyar la difusión de la democracia, incluso si y donde ocurre por medio de la fuerza militar estadounidense. Por ejemplo, la carta dice que debemos apoyar la intervención de Estados Unidos en Darfur, porque eso sería mejor para la población ahí. Pero, en realidad, en un sentido fundamental, una incursión militar estadounidense —por no decir nada de una invasión y ocupación de envergadura, como ocurrió en Irak, o incluso como se ha dado en Afganistán— empeoraría la situación para las masas populares, con el tiempo, no solo en Darfur sino en el mundo entero. Fortalecería al imperialismo estadounidense y su capacidad de seguir imponiendo horrores a miles de millones de personas por todo el mundo—por medios militares y también por el “funcionamiento normal” de la explotación económica y opresión social del imperialismo, y las estructuras políticas con que las imponen. Pero para captar eso se necesita un punto de vista y un método científicos.
Más allá de la llamada “izquierda”, la línea de tomar partido con el “sector anticuado” imperialista tiene muchos más adeptos. Me refiero a gente que por lo general es “progresista” pero que no pertenece a ningún grupo de la “izquierda” organizado, así como en la sociedad en general. Y, por supuesto, la defienden ciertas personas que tienen una postura de ser partidarios de la ilustración y del pensamiento racional: a veces lo hace de una manera burda y muy agresiva gente como Christopher Hitchens, pero también lo hacen personas que tal vez son, o en cierto sentido parecen ser, más perspicaces y matizadas en su enfoque (por ejemplo, Sam Harris). Tanto Harris como Hitchens polemizan contra la religión en general, pero terminan diciendo que el fundamentalismo islámico es peor que el fundamentalismo cristiano—y en efecto ignoran, o tapan, el auténtico peligro que representa el fascismo cristiano32 .
Estas son posiciones que vamos a tener que seguir abordando y refutando, y al hacerlo será muy importante presentar claramente la síntesis correcta en oposición a ambos “polos de mediocridad”. Es crucial captar a fondo el hecho de que apoyar a uno u otro de esos “dos sectores históricamente anticuados” (los sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida, y los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista) acabará fortaleciendo a los dos—y fortaleciendo toda la dinámica en la que se refuerzan mutuamente al mismo tiempo que se oponen. Es sumamente importante captar a fondo, y permitir que cada vez más gente capte, esta dinámica—lo cual también permite entender por qué no sería bueno que Estados Unidos interviniera en Darfur u otros lugares.
Pero también es importante tener muy claro —y esto es algo que recalqué también en “Forjar otro camino”— que entre estos “dos sectores históricamente anticuados”, son los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y el imperialismo estadounidense en particular, que por mucho ha hecho y está haciendo el mayor daño en el mundo y representa el mayor obstáculo al avance de la humanidad hacia un mundo radicalmente diferente y mucho mejor. Además de ser una verdad general, esto se plantea muy marcadamente hoy mismo. Así que ahora quisiera centrarme en este sector históricamente anticuado: el sistema imperialista, y el imperialismo estadounidense en particular.
Parasitismo, infantilismo, satisfacción instantánea y falta de moderación
Como un aspecto de esto, vale la pena reconfigurar y reconstruir algo del análisis del libro Consumed (Consumidos), de Benjamin R. Barber, el autor de la formulación “jihad vs. McMundo” (el título de un libro suyo). Aunque el punto de vista de Barber se limita al marco del capitalismo —y dice que no hay alternativa verdadera (ni deseable) al capitalismo, de una forma u otra— Consumed tiene, de todos modos, perspectivas importantes que hacen pensar. Como Barber dice, en esta etapa el capitalismo se encuentra ante la contradicción de que:
“La mayoría global todavía tiene necesidades naturales amplias y auténticas... Pero no cuenta con los medios para abordarlas, ya que está apartada por las disparidades del mercado global (‘la línea divisoria norte/sur’) de la inversión en capital y empleos que le permitiría ser consumidor. Eso es cierto no solo para el tercer mundo global, sino también para el creciente tercer mundo que existe en el primer mundo, los pobres que viven entre los ricos, expuestos a las tentaciones del mercado de consumidores pero sin los medios para participar en él...
“En esta época nueva, en la cual los necesitados carecen de ingresos y los platudos carecen de necesidades, la desigualdad radical simplemente se da por sentado”. (Consumed, pp. 9, 10)
Y un poco más adelante dice:
“El capitalismo está en crisis en ambos lados de la frontera norte/sur. En el norte, en una dinámica que describe de manera convincente William Greider, demasiados productos no rentables persiguen a muy pocos consumidores, a demasiados de los cuales hay que azuzarlos, empujarlos y engatusarlos para que consuman; mientras que en el sur, demasiadas necesidades urgentes pero no rentables persiguen al muy poco capital que existe y que está en manos de dueños desinteresados en quienes no tienen ingreso discrecional—por ejemplo, los habitantes pobres, crónicamente enfermos y profundamente necesitados de la África subsahariana”. (Consumed, p. 45. La paráfrasis que hace Barber de William Greider se refiere al libro de Greider One World, Ready or Not: The Manic Logic of Global Capitalism, Nueva York: Simon & Schuster, 1997)
El capitalismo, dice Barber, ahora tiene que crear necesidades artificiales entre quienes tienen ingreso disponible, y recurrir a la publicidad en gran escala y a la extensión muy elástica del crédito.
El análisis de Barber omite o tergiversa mucho, incluso mucho que es fundamental, como todo el fenómeno histórico de la “acumulación primitiva” del capital, de la que habló Marx con agudeza e ironía punzante33 — tanto como la naturaleza y el funcionamiento del capitalismo ahora en su etapa imperialista. Omite toda la historia de Estados Unidos, por ejemplo: la esclavitud; el uso y la extrema explotación de la mano de obra de los inmigrantes, oleada tras oleada; la expansión hacia el oeste por medio del robo a punta de fusil del territorio mexicano y de los amerindios, la reducción de México a una semicolonia de Estados Unidos y la conquista y reclusión en reservas de los pueblos indígenas por medio del genocidio. Y esto se ha extendido (es muy importante captar esto) a nivel internacional, con el crecimiento del parasitismo en la sociedad estadounidense, a través de una serie de espirales —durante dos guerras mundiales, y luego la resolución de la “guerra fría” y la globalización aumentada que esto desató—, que se combina hoy con la existencia de capas significativas de la sociedad, en el mismo Estados Unidos, que Barber describe como “el creciente tercer mundo que existe en el primer mundo”, con millones de inmigrantes, muchos de los cuales no tienen documentos, en los niveles más bajos del proletariado, y millones de proletarios y semiproletarios más en los centros urbanos, especialmente los negros y los latinos con altísimas tasas de desempleo, que es en gran medida permanente en cuanto a la economía formal y oficial.
Para ampliar algo sobre la extensión de esto a través de una serie de espirales, entre ellos dos guerras mundiales, en el comienzo de la charla “Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución”34 se dice que no siempre era cierto que, en la “configuración” de la sociedad estadounidense, ha existido un “centro gordo”, que abarca los sectores más aburguesados de la clase trabajadora tanto como nuevas y viejas capas de la pequeña burguesía más clásica. Pero a través de una y luego otra guerra mundial en la primera mitad del siglo 20, y los avances (en el marco imperialista) que logró Estados Unidos por medio de esas guerras, la configuración en Estados Unidos cambió en consecuencia y el parasitismo aumentó. El proletariado más clásico se disminuyó en términos relativos, y en términos absolutos, en cuanto al proletariado industrial, y los sectores más aburguesados de la clase trabajadora y las capas intermedias crecieron a través de cada uno de esos espirales asociados con las dos guerras mundiales. La explotación —como la forma más extrema de explotación “fordista”, es decir, la explotación que requiere mucha mano de obra— no se eliminó del sistema, ni siquiera en Estados Unidos, pero se hizo mucho más “internacionalizada”: a nivel internacional, se extendió más amplia y profundamente. Y esto, repito, es a la vez una expresión del parasitismo aumentado que caracteriza la propia sociedad estadounidense y algo que ha ido de la mano con él (en el caso de la clase dominante imperialista, ha sacado enormes ganancias de la explotación de miles de millones de personas por todo el mundo, en particular del tercer mundo, y en el caso de la población en general, ha disfrutado de los beneficios de ella, aunque de forma muy desigual). En cierto sentido, es como el verso del poema de Yeats (“La segunda venida”) acerca del “círculo que se amplía”. Ha sido un proceso de espirales en que, en Estados Unidos, la clase trabajadora, en su forma “clásica”, se ha disminuido y los sectores más “parasitados” han aumentado, mientras que por otro lado, en una escala mundial, cada vez más masas se encuentran atrapadas, de una u otra manera, en la red de explotación capitalista, con el crecimiento de la correspondiente pobreza, miseria y brutalización. Así que, una vez más, no es que el imperialismo de alguna manera ha abolido la explotación extremadamente intensa que lleva a la pobreza extrema; sino que cada vez más la ha “ampliado” y la ha convertido en un fenómeno cada vez más internacional—y esto está íntimamente relacionado al parasitismo aumentado y los cambios en la “configuración” (social y de clase) en Estados Unidos mismo.
Así que, ahora, el extremo parasitismo de la sociedad estadounidense, y su relación con el resto del mundo, es algo con que tenemos que tratar—algo con que, por así decirlo, tenemos que lidiar. Pensaba en una muy buena manera de resumir esto—la manera en que grandes sectores de la población están apartados del trabajo físico, y del proceso de la producción, y al mismo tiempo muchos se permiten participar en el burdo consumo excesivo, hasta de la comida. Y se me ocurrió que lo que realmente capta esto son las competencias de comer perros calientes. [Risas] Son competencias de gente de los países imperialistas, hasta de Japón —¿cómo se llama, Kobayashi? — y la pregunta es: “¿volverá a ganar este año?”. [Risas] Pero resulta que hay un “gran” giro de los acontecimientos, y “un estadounidense captura el récord mundial, qué bueno”. Sesenta y dos perros calientes, en unos cuantos minutos. Piensen en lo grotesco que es este fenómeno. Por un lado hay personas que se atiborran de perros calientes tan rápidamente como sea posible, para salir adelante en esta competencia perversa, mientras por otro lado la gran mayoría de la humanidad lucha simplemente para tener lo suficiente para comer, y muchos ni siquiera pueden hacerlo en las condiciones de dominación imperialista y las relaciones de explotación y opresión asociadas con ella—y sí, el extremo parasitismo en los países imperialistas, especialmente Estados Unidos.
Comparen este parasitismo, y los fenómenos que engendra, con lo que capta el subtítulo de un capítulo del libro de Mike Davis Planeta de ciudades miseria. El subtítulo es “Vivir en caca”—y no es una metáfora sino una descripción literal de la situación de enormes cantidades de personas en las barriadas y ciudades miseria por todo el tercer mundo. Comparen esto con la falta de moderación despilfarradora de muchos (aunque, por supuesto, de ninguna manera todos) de los que viven en los países imperialistas.
Y, por supuesto, al lado de este parasitismo aumentado y, sí, falta de moderación, se promueve el individualismo extremo en Estados Unidos. Este siempre ha sido un país marcado por el individualismo pero ha llegado a nuevos extremos—o un nuevo nivel más bajo. Se ve en los anuncios publicitarios—venden una ideología tanto como unos productos, hasta en el nivel más sencillo. Examinemos por ejemplo el anuncio publicitario de un champú: te ayudará de esta u otra manera—y luego el remate: “Después de todo, yo lo merezco”. La actitud que promueven, una y otra vez, por estos medios, es el individualismo extremo, el ensimismamiento y la falta de moderación.
Y al lado de esto —es uno de los puntos que Barber subraya que tiene cierta validez e importancia— promueven mucha “infantilización” de la población. Aunque no queremos ni debemos rebajarnos al nivel anticientífico (y, de hecho, individualista) de la psicología burguesa, Barber tiene razón cuando dice que una de las líneas divisorias clave entre niños y adultos es la capacidad de diferir la satisfacción inmediata; y que, si quieren vender una amplia gama de productos, una de las mejores maneras de hacerlo es impedir o dar marcha atrás al salto que representa adquirir la capacidad de diferir la satisfacción—infantilizar a la gente hasta tal punto que se dedica a la búsqueda constante de cada vez más satisfacción inmediata. Por supuesto, hasta en un país imperialista depredador como Estados Unidos, esto no se puede realizar sin una extensión sin precedentes del crédito; y en este país enormes cantidades de personas llevan un tren de vida que no se pueden costear.
Muchas veces esto llega a extremos ridículos. En su libro Maxed Out (Endeudado al máximo), James D. Scurlock dice que tanto más deuda uno tiene, más crédito le darán, hasta cierto punto, mientras exprimen una tasa de interés que haría pasar vergüenza a un usurero. Por ejemplo, las compañías de tarjetas de crédito cobran una tasa de interés increíble. Pero, como dice Barber, por otro lado, dirigen sus anuncios publicitarios diseñados para adultos a los niños para que exijan cada vez más bienes de consumo (una variedad de juguetes, etc.), mientras buscan prolongar la infantilización de los adultos para que sigan adictos a la satisfacción instantánea. Así que la mentalidad de “yo quiero”, “yo necesito”, se reafirma continuamente. Aunque esta no es la dinámica fundamental, esto contiene parte de la verdad y tiene cierta importancia captarlo en sus expresiones y consecuencias sociales e ideológicas.
Todo esto es otra parte del terreno político e ideológico, por así decirlo, ante nosotros—con que tenemos que lidiar y que tenemos que transformar.
Un elemento clave de esto —otra dimensión de la manera en que los imperialistas enfocan el mundo— es que no solo crearon sino que mantienen pertinazmente las fuerzas armadas voluntarias. Mientras instan al resto de la sociedad a meterse en actividades como “expediciones patrióticas a las tiendas”, existe una institución, que por lo general atrae a sus miembros de las capas inferiores de la sociedad, cuya tarea es librar las guerras de que todo esto depende a fin de cuentas. Y se han esforzado conscientemente para mantener al resto de la sociedad protegida y aislada de eso. Mucha gente ha hecho comentarios sobre esto, y aunque no debemos exagerarlo y abordarlo unilateralmente, una observación que han hecho algunas personas contiene algo de la verdad: si vuelven a instituir la conscripción, la actitud de mucha gente cambiará en gran medida y muy rápidamente. Piensen en cuánta gente hoy dice: “Bueno, no me gusta lo que está pasando, pero ¿qué se puede hacer?” o “Fui a las protestas al comienzo de la guerra de Irak, pero no lograron nada, así que ahora simplemente voy a vivir”. Esto cambiará en gran medida —no debemos exagerar esto, pero es cierto que esto cambiará en gran medida— si la conscripción militar pende sobre muchos jóvenes (y sus familias). Y sería muy interesante ver si pendería sobre muchas jóvenes también, además de los jóvenes, en este momento. En el pasado, la conscripción fue un fenómeno solo para los hombres, pero sería muy interesante ver si lo podrían hacer ahora, y cuáles contradicciones se agudizarían, según lo que hagan (si aplican la conscripción tanto a las mujeres como a los hombres, o solo a los hombres).
Así que, además de las otras razones, esta es otra dimensión de por qué el gobierno de Bush en particular, y la clase dominante en general, se aferran tenazmente a las fuerzas armadas voluntarias. Es parte de todo un enfoque estratégico de tener una fuerza militar de alta tecnología, con tropas un poco más calificadas que en el pasado para usar esta tecnología, y de que este componente altamente tecnológico compensará (o será sustituto para) las grandes cantidades de soldados que tenían que reclutar en el pasado. Esto no es simplemente un enfoque militar. Es esto, pero también tiene una dimensión política de calcular muy conscientemente las consecuencias e implicaciones sociales de apartarse de una fuerza militar voluntaria y todo el sistema en que, por un lado, atrae a una pequeña parte de la sociedad a esta institución —que tiene valores y actitudes muy diferentes y una organización totalmente diferente del resto de la sociedad, para ser el brazo militar de este sistema— mientras el resto de la sociedad rebosa de individualismo extremo y hasta de infantilismo.
No todos, pero demasiados estadounidenses —especialmente los de las capas medias, aunque no solo ellos— en verdad han caído en ser infantiles, y se dejan distraer fácilmente por los juguetes. “¡Aquí a medianoche llegará el nuevo teléfono iPhone!”. Harán cola, y se pelearán entre sí para hacerlo, para comprar el nuevo iPhone, pero no pueden movilizarse contra la tortura y las guerras y todo lo demás que está haciendo su gobierno, en su nombre y ante sus propios ojos—realmente todo eso ni siquiera se esconde.
Bueno, es cierto que, especialmente en el período que precedió la invasión estadounidense de Irak, grandes cantidades de personas se movilizaron en oposición a esto y a la dirección en general en que estaba encaminado el gobierno de Bush. Y ha habido protestas, por supuesto, hasta protestas importantes, desde esa fecha. Pero la verdad es que, mientras que el gobierno de Bush ha dejado en claro que, a pesar de las grandes dificultades con que se ha tropezado en Irak, está resuelto a perseverar en el mismo curso, y hasta amenaza con intensificarlo, con un ataque a Irán —y los demócratas y la clase dominante en general han dejado en claro que aceptan todo esto, o por lo menos que no harán nada importante en oposición—, mientras que mucha gente sabe que esto está mal, que ha llevado a consecuencias horrorosas y que tiene el potencial de algo aun peor, una cantidad demasiada grande de esta gente se ha refugiado en la pasividad —y en lo que viene a ser la complicidad— con el pretexto de que tratar de parar esto parece ser una tarea de muy enormes proporciones y requiere demasiado sacrificio.
Moralmente esto es el equivalente de encontrarse con un hombre que golpea y viola a una mujer y no hacer todo lo posible para pararlo. Se puede gritarle “¡Basta ya!”. Pero luego, cuando se da la vuelta de manera amenazadora y responde “No, esto realmente tengo que hacerlo”, simplemente se va con el rabo entre las piernas y dice entre dientes, “Bueno, no sabía que estaba tan resuelto a hacer esto—y no quiero que me haga daño a mí”.
Y esta complicidad sucede mientras, como pone de manifiesto tan gráficamente el logotipo de El Mundo no Puede Esperar, el mundo está en llamas y se avecina amenazadoramente la posibilidad de una situación mucho peor.
Como señalé en la charla “Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución”, este es todo un estilo de vida, y fundamentalmente todo un sistema, que requiere y provoca la guerra, de varios tipos. Si piensan en esto detalladamente, se puede ver por qué no se lo puede mantener sin librar la guerra continuamente de una u otra forma—directamente o por medio de sustitutos. Es todo un sistema, con el parasitismo extremo, que no se puede mantener de otra manera.
Como también he recalcado (en esta charla y otras obras), ese parasitismo va de la mano con la deuda en una escala enorme, y realmente no es posible sin ella —tanto la deuda personal de grandes capas de la población como la enorme deuda gubernamental—, con interconexiones entre estas dimensiones de la deuda y repercusiones, potencialmente mucho mayores, a nivel internacional tanto como en el país. Kevin Phillips habla de esto en el libro American Theocracy (Teocracia estadounidense); y James Scurlock, en Maxed Out (Endeudado al máximo), examina unos aspectos de esto también, como sus efectos en amplios sectores de la clase media. En un sentido la “infantilización” —“déjenme ser un niño y jugar con mis regalitos ”— se convierte en su contrario para muchísima gente. Tras romperse la burbuja de las compañías “punto.com”, el nuevo problema ha sido el mercado de viviendas, que inflaron con muchos préstamos que atrajeron a los que en realidad no tenían con que comprar las casas que les vendían —préstamos con solo pago de interés, hipotecas de tasa ajustable (o préstamos subprima), y así sucesivamente—, y de repente había que pagarlos. Esta burbuja se está rompiendo de muchas maneras, también, y esto afecta a mucha gente muy ampliamente —de la clase media y los sectores más empobrecidos— y tiene repercusiones en la economía de Estados Unidos y del mundo, en general.
Hoy las presiones de todo esto se están agudizando y tienen el potencial de exagerarse más. Por ejemplo, piensen otra vez en las muchas presiones que están pasando las fuerzas armadas voluntarias como consecuencia de lo que, para la clase dominante, ha vuelto la debacle en Irak. Piensen en el potencial de las presiones mucho mayores que pasarán a consecuencia de los planes imperialistas de los que Irak es una parte. Y piensen en las consecuencias potenciales de todo esto en el fenómeno del parasitismo, si no logran mantener la estabilidad con las fuerzas armadas voluntarias.
Si examinamos y pensamos en todo esto en relación con este fenómeno del parasitismo aumentado, y todo lo que va de la mano con él, podemos captar otra dimensión más de lo importante que es para la clase dominante promover el fascismo cristiano y por qué un sector poderoso de la clase dominante apoya a las fuerzas fascistas cristianas que desempeñan un papel tan prominente en la sociedad estadounidense hoy. Esto es muy importante—como una fuerza de cohesión en general, y en particular como núcleo duro de apoyo al sistema imperialista y todo el curso en que lo ha encaminado el gobierno de Bush.
Hace varios años señalamos (en “La verdad sobre la conspiración derechista... y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta”) que si bien gran parte de este individualismo extremo, parasitismo aumentado y consumismo incesante causa auténticos problemas y encarna auténticos obstáculos desde la perspectiva de nuestros objetivos revolucionarios, también plantea problemas significativos para la clase dominante, aunque los promueve también. Por varias razones y motivaciones, una de las cuales sin duda alguna son las manifestaciones extremas del individualismo, en amplios sectores de la sociedad estadounidense la idea de sacrificarse por el sistema imperialista no tiene muchos adeptos. Eso entraña una contradicción aguda—no solo para nosotros, desde nuestra perspectiva, sino también para los imperialistas, desde la perspectiva y con relación a su objetivo de establecer un imperio indiscutible e indisputable. “La verdad sobre la conspiración derechista” tiene citas del Manifiesto Comunista acerca de que el capitalismo lo ha reducido todo al cruel pago al contado y ha eliminado el sentimentalismo filisteo y fervor religioso, etc., de la explotación; pero también dice que existe un sector de la clase dominante estadounidense hoy que quiere reinvertir en este cruel pago al contado el sentimentalismo y fervor religioso, porque teme que no puede mantenerlo todo bajo su control si no lo hace. Vale la pena citar lo que dice “La verdad sobre la conspiración derechista” extensamente:
“Lo que Marx escribió hace 150 años en el Manifiesto Comunista acerca de las relaciones de producción burguesas desenfrenadas viene muy al grano, sobre todo en lo que se refiere a ciertos sectores de la población estadounidense en el mundo del capitalismo ‘post-guerra fría’. El siguiente pasaje del Manifiesto es muy contundente: ‘Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía... ha desgarrado sin piedad [las relaciones feudales] para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel ‘pago al contado’. Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio... En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal’. Aquí se encierra una gran ironía: el ‘triunfo’ y el ‘triunfalismo’ del capitalismo hoy por hoy han producido ciertos efectos y sentimientos que tienden a socavar la voluntad de sacrificarse por ‘dios y la patria’, es decir, por los intereses y exigencias de la clase dominante del imperio, dentro del país y a nivel internacional. Por eso, los ‘conservadores’, principalmente la derecha cristiana, buscan reavivar e imponer precisamente ‘el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués’; es decir, resucitar una situación en la cual impere una explotación mundial más brutal que nunca, pero ‘velada por ilusiones religiosas y políticas’”. (Bob Avakian, “La verdad sobre la conspiración derechista... y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta”, Obrero Revolucionario (hoy Revolución), 17 de octubre de 2004; el Obrero Revolucionario lo publicó en el otoño de 1998; está en revcom.us)
Esto destaca lo importante que es para la clase dominante tener un movimiento fundamentalista religioso —un movimiento fascista cristiano— que dice que Estados Unidos debe tener, y tiene que tener, una relación especial con “Dios” y tiene que imponer su “misión ordenada por Dios” al mundo, a punta de fusil (o por medio de sus fuerzas armadas de alta tecnología). Además, explica (y “ubica”) la propugnación muy ferviente de parte de un sector de la clase dominante de esa orientación y ese programa fascista cristianos como una fuerza de cohesión, en el contexto de la campaña de guerra y represión en que está encaminado el gobierno de Bush.
De mucha importancia, existen dos fuerzas e instituciones principales en Estados Unidos hoy que, en oposición al individualismo desenfrenado que caracteriza a la sociedad en general, encarnan un polo opuesto. Es decir, existen dos fuerzas e instituciones principales que representan los intereses de la clase dominante y encarnan un polo opuesto al individualismo extremo de esa manera—un polo opuesto de colectivismo reaccionario con una orientación fascista y una jerarquía extrema. ¿Cuáles son esas dos instituciones? Las iglesias fascistas cristianas y las fuerzas armadas. He aquí otra base de un fuerte entrelazamiento de estas dos instituciones y de la gran influencia que ejercen los fascistas cristianos en particular en los oficiales de las fuerzas armadas estadounidenses.
Todo esto es una expresión de las varias dimensiones —y los aspectos contradictorios— de “vivir en la casa de Tony Soprano”35 (que es otra manera de hablar del parasitismo y privilegio que existen para sectores grandes de la población que viven en la potencia imperialista número uno del mundo, la única superpotencia del mundo). Y esto se relaciona con la necesidad urgente de hacer romper con esto —de forjar otro camino— y de dar un papel central, como los cimientos de esto, a los que menos interés tienen en “vivir en la casa de Tony Soprano”, aunque también es necesario hacer trabajo político (e ideológico) en diferentes sectores del pueblo, entre los que se encuentran más enredados en este exceso parasítico, consumismo, individualismo y, sí, infantilismo. En todo momento tenemos que mirar más allá de la situación inmediata, y ver la perspectiva de más largo plazo y los motivos y dinámica más profundos.
El lío en Irak, la amenaza de una guerra contra Irán y los retos que esto plantea
En otras charlas, como Forjar otro camino, he hablado de que la guerra en Irak ha resultado ser una debacle para la clase dominante de Estados Unidos. Es importante que más de una persona que ve la situación desde la perspectiva de la clase dominante ha dicho que la invasión y ocupación de Irak representa la peor decisión de política en la historia de este país. ¡Qué declaración! Esto es lo que ha dicho gente como Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional de la administración Carter y uno de los principales arquitectos de la política estadounidense de respaldar a los fundamentalistas islámicos de la mujahadin en Afganistán en la lucha contra la ocupación soviética de los años 80. Por otro lado, para ver los hechos tal cual son (yo no lo vi pero me lo contaron), Brzezinski estaba en el programa de Charlie Rose, con Henry Kissinger y Brent Scowcroft (ex altos funcionarios de las administraciones de Nixon y Ford, y Bush primero, respectivamente) y, por lo visto, después de hablar de la debacle en Irak y decir que una guerra contra Irán sería un desastre, Brzezinski dijo que si se presentara una situación como la que resultó cuando Irán capturó a unos soldados de la marina inglesa, casi seguramente Bush tendría que iniciar una guerra contra Irán—y, dijo Brzezinski, yo lo apoyaría.
Así que eso debería hacernos ver las cosas tal cual son y aprender de ellas, con respecto a cómo la clase dominante ve sus intereses, aun en medio de estas contradicciones sumamente intensas. Pero eso no quiere decir que tenga una solución fácil. Sin explicar esto en más detalle, solo quiero mencionar lo que se ha dicho antes y el análisis de nuestro periódico, así como en Forjar otro camino y otras partes, acerca de lo que esta debacle en Irak representa para la clase dominante.
Irán: La perspectiva de cambiar el gobierno y la posibilidad de la guerra
También tenemos la posibilidad de que se vislumbra una guerra contra Irán. El libro más reciente de Scott Ritter, Target Irán: The Truth About the White House’s Plans for Regime Change (Blanco Irán: La verdad sobre los planes de la Casa Blanca para cambiar el gobierno), es muy interesante. Tiene sus propias particularidades, y en última instancia refleja el punto de vista de este sistema y de un sector que se identifica con este sistema. Tiene análisis particulares con respecto a Israel sobre los cuales no tengo tiempo para analizar a fondo aquí, pero que son de cierta manera muy llamativos: se puede ver que empieza a vislumbrarse el espectro de la posición de que Israel quizás no sea tan buen amigo de Estados Unidos, y específicamente de que podría arrastrar a Estados Unidos a la guerra contra Irán, que desde el punto de vista de Ritter sería muy perjudicial para los intereses de Estados Unidos. Ritter incluso casi dice que quienes exhortan a atacar a Irán, más por lealtad a Israel que a Estados Unidos, son traidores a Estados Unidos. Eso es algo que se perfila en este libro. Repito, esto lo dice una persona que se considera un estadounidense muy patriótico. Sin adentrarme en todo esto aquí, tengo que decir que tiene un análisis muy interesante de las muchas vueltas y revueltas con respecto a las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica en Irán, y de cómo Estados Unidos y el gobierno de Bush en particular han intentado manipular las inspecciones (o los resultados) para establecer un pretexto para lanzar una guerra contra Irán —o en todo caso, para efectuar un “cambio de gobierno” en Irán, posiblemente a través de la guerra— y de cómo Estados Unidos, en ocasiones, se ha visto frustrado pero jamás ha abandonado el objetivo esencial de “cambiar el gobierno”, por uno u otro medio.
Ahora bien, tampoco debemos caer en el pensamiento estereotípico o lineal. Unas personas con conocimientos extensos de la dinámica interna de Irán, así como de Estados Unidos y su papel en el mundo, piensan que un ataque militar estadounidense contra Irán es una posibilidad, pero que otra posibilidad es que Estados Unidos trate de trabajar por medio de varias fuerzas de la élite dominante de Irán —las fuerzas que están dispuestas a tomar un camino más aceptable a Estados Unidos— para efectuar una especie de cambio de gobierno en Irán sin tener que recurrir a la guerra. También existe la posibilidad de que Israel ataque a Irán y que luego unas fuerzas iraníes pro estadounidenses se presenten como una “alternativa razonable”, desde el punto de vista de Estados Unidos, para negociar un acuerdo con Estados Unidos para evitar una guerra mayor.
Lo que parece claro es que las dos son posibilidades —el cambio de gobierno y la guerra— y ciertamente no sería nada aconsejable pensar que, como Irak ha sido una debacle para Estados Unidos, se debe descartar la posibilidad de un ataque contra Irán por el gobierno de Bush antes de que termine su turno (si es que termina). Muchos factores operan aquí y no digo que este o aquél análisis es correcto necesariamente; pero quiero recalcar que no debemos caer en el pensamiento estereotípico, o “unidireccional”, sino más bien seguir investigando y analizando la situación científicamente.
De lo que no cabe duda, sin embargo, es que es una seria contradicción para la clase dominante estadounidense que Irán, tenga o no armas nucleares, adquiera cada vez más influencia en el Medio Oriente. Una vez más (como dice Forjar otro camino), es irónico que Irán adquiera más influencia, en Irak y en la región en general, aprovechándose del lío que Estados Unidos ha creado en Irak. A veces da ganas de reírse, sardónicamente, cuando se oye decir en la prensa grande burgués: “¡Los periodistas de investigación han establecido que las fuerzas iraníes operan en Irak!”. Pensaba en que se podría hacer una parodia más o menos así: “¡Los periodistas de investigación han realizado un estudio de más de un año, han entrevistado a miles de testigos y han examinado pruebas de muchas fuentes, y han llegado a la conclusión de que las fuerzas estadounidenses operan en Irak!”. [Risas] Háganme el favor, los imperialistas estadounidenses han invadido y ocupado a Irak, con una fuerza destructiva masiva, y ponen a sus voceros a hacer bulla de que han “descubierto” que otro país tiene unas cuantas fuerzas ahí. (Irán por lo menos “vive en el vecindario”—y no fue miles de kilómetros para invadir y ocupar a otro país).
Sin embargo, a pesar de sus mentiras y distorsiones, Irán es un serio problema para los imperialistas estadounidenses y de ninguna manera han descartado la posibilidad de la guerra contra Irán. Hace poco el Guardian de Londres informó que más o menos un mes antes estalló una especie de batalla en el gobierno de Bush sobre si tener una posición más belicosa o menos belicosa hacia Irán, y como resultado Bush se inclina a apoyar la posición de Cheney de ser más belicoso. Pero esta situación encierra varias contradicciones importantes. No se trata solo de los caprichos o deseos de este o aquél político —ni incluso de los objetivos y ambiciones de los del gobierno de Bush que están ahora en el núcleo de la clase dominante de Estados Unidos—, sino de contradicciones más profundas que operan y que conllevan el potencial de crear un “lío” mucho mayor—sí, para las masas de Estados Unidos, el Medio Oriente y, en última instancia, el mundo entero, pero también, estratégicamente, para la clase dominante imperialista estadounidense.
La pirámide del poder—y la parálisis
Todo esto establece cierto marco. Hemos hablado de la parálisis en la cumbre de la pirámide —o específicamente en un lado (el “lado del Partido Demócrata”) de la pirámide— del poder en Estados Unidos. Pero como materialistas dialécticos, una cosa que tenemos que reconocer —y que estamos descubriendo en términos muy vivos— es que esto no conduce inmediatamente a que las masas populares se zafen y se movilicen en acción política independiente en oposición a lo que su gobierno —encarnado por hoy en el gobierno de Bush— está haciendo. En gran medida, a corto plazo esto más bien contribuye a la parálisis de la gente progresista, especialmente (pero no únicamente) los de la capa intermedia que miran hacia ese sector de la clase dominante representado en un sentido general por el Partido Demócrata y se esfuerzan desesperadamente a “cobijarse bajo el ala” de ese sector de la clase dominante, pero que se encuentran ante la contradicción —en mayor medida que durante el período de preparativos para la guerra contra Irak, a fines del 2002 y principios del 2003— de que ese sector de la clase dominante no quiere hacer lo que ellos quieren que haga. No es que no lo quiere hacer solo por alguna razón superficial (o subjetiva), sino porque los líderes del Partido Demócrata reconocen que los intereses que representa —y fundamentalmente los intereses del sistema al que sirve— no corresponden con hacer lo que muchos (aun la mayoría) de la población que constituye su “base” (o que, en todo caso, repetidamente se ve atraído a votar por el Partido Demócrata) quieren que haga.
Así que esa tendencia a “cobijarse bajo el ala” de ese sector de la burguesía (que por lo general representa el Partido Demócrata) se ve frustrada en buena medida. Pero, repito, a corto plazo eso tiene resultados sumamente contradictorios, en el pensamiento y en lo que se hace —y no se hace— políticamente. Plantea de manera muy aguda —y agrega otra dimensión— el reto de la repolarización política (y aquí estoy hablando de la repolarización en varios niveles—a nivel de El Mundo no Puede Esperar y sus objetivos y base de unidad, por un lado, así como más fundamental y estratégicamente de la repolarización para la revolución).
Continúa la urgente necesidad de la resistencia política masiva
En esa situación y en ese marco, quisiera hablar brevemente sobre El Mundo no Puede Esperar. Primero, es importante examinar científicamente lo que se ha logrado y no se ha logrado. Lo que no se ha logrado es sumamente obvio: el despliegue masivo que tiene que surgir en torno a la demanda de ¡sacar al gobierno de Bush! y rechazar todo su programa. En los últimos dos años, El Mundo no Puede Esperar ha tratado varias veces de dar lugar a este despliegue de oposición y resistencia política —sus acciones han alcanzado centenares de miles de personas y ha movilizado a muchos miles, en manifestaciones relativamente grandes y más pequeñas en ciudades por todo el país—, pero desafortunadamente ni siquiera se ha acercado al nivel masivo que se requiere. No digo —y no creo que sea cierto— que El Mundo no Puede Esperar se equivocó cuando convocó y se comprometió a movilizar este gran despliegue popular, y cuando pintó, como lo hace tan poderosamente su “convocatoria”36 , una visión de cómo sería y qué significaría tener tal despliegue popular. Pero la realidad es que esto no ha surgido—debido a las razones que he mencionado en esta charla (y que hemos examinado en otros lugares) relacionadas con la situación objetiva ante la cual se encuentran y cómo la ven y cómo responden a ella (o no responden de la manera urgente que se necesita). Así que sigue siendo un reto —para nuestro partido; para otros, de diferentes puntos de vista, que trabajan con El Mundo no Puede Esperar; y para quienes en general se sienten compelidos a oponerse enérgicamente a los horrores que comete su gobierno— a suscitar la resistencia política masiva que se necesita con tanta urgencia, y luchar por resolver los problemas políticos e ideológicos, y desarrollar los medios y las formas concretos, para plasmar esto en la realidad.
Por otro lado, aunque eso sea, desafortunadamente, una parte secundaria de la situación en este momento, es importante reconocer que algunas cosas han pasado a consecuencia de la presencia de El Mundo no Puede Esperar en el terreno político. Se lo puede ver al plantear la pregunta: ¿cómo sería el terreno político sin la presencia de El Mundo no Puede Esperar durante los últimos dos años? ¿Se hubiera planteado el problema de la oposición masiva a los crímenes del gobierno de Bush —que capta tan poderosamente el comienzo de la “convocatoria” de El Mundo no Puede Esperar (las acusaciones de “tu gobierno”) y que se han amontonado, y que se han destacado aún más, desde que se escribió esa “convocatoria”— a un nivel que se acerca a lo que vemos hoy, sin El Mundo no Puede Esperar (por limitado que todavía es ese nivel, con relación a lo que tiene que pasar)? Creo que no cabe duda de que la respuesta es no. ¿Se hubiera planteado el problema de sacar al gobierno de Bush, ya sea por medio de un juicio de destitución u otro medio político —impelido por la oposición y resistencia política independiente de las masas—, en la medida que se ha planteado, sin El Mundo no Puede Esperar? Una vez más, creo que no cabe duda de que la respuesta es no. No digo esto para pasar por alto el papel y el efecto que han tenido otras fuerzas políticas, o para que nosotros y otros no nos desanimemos porque no alcanzamos nuestro objetivo. Es parte de hacer un análisis y evaluación científicos—está relacionado dialécticamente con reconocer lo que han sido las deficiencias y captar cada vez más profundamente por qué, pero también con lo que hay que aprovechar, en cuanto a la situación objetiva general (de que he estado hablando en parte aquí) y en cuanto a lo que ha planteado El Mundo no Puede Esperar en particular y los retos que ha planteado, los cuales han tenido un impacto e influencia políticos, a pesar de que hasta la fecha no han alcanzado sus objetivos en cuanto a suscitar la clase de despliegue masivo que se necesita con tanta urgencia.
Además, hay nuevos rasgos en el terreno político que, a mi parecer, son producto de lo que ha hecho El Mundo no Puede Esperar, tanto como de otras formas de oposición política. Por ejemplo, creo que hasta el actual circo de la campaña electoral —y, en particular, el hecho de que empezó tan temprano, casi dos años antes de las elecciones presidenciales del 2008— se relaciona por lo menos indirectamente con lo que han suscitado los esfuerzos de El Mundo no Puede Esperar (y otras fuerzas). Todo mundo ha notado que este circo electoral empezó tantos meses antes de las elecciones. Hace poco vi en CNN “La cuenta atrás al debate de YouTube”. [Risas] ¡La cuenta atrás al pinche debate de YouTube—estamos a un año y medio de las elecciones y tenemos “La cuenta atrás al debate de YouTube”!
Creo que este circo —una versión del cual empezó temprano la última vez, en el 2004, pero que ha empezado esta vez con aún mayor anticipación de las elecciones— es una parte muy consciente de los esfuerzos de fuerzas importantes de la clase dominante de promover la idea de que “Bush es atroz, lo que ha hecho es atroz, es el peor presidente que hemos tenido, y la situación es intolerable… pero tiene los días contados y, después de todo, su mandato terminará pronto”. Esa idea, y la parálisis que engendra —su capacidad de desviar en un sentido negativo, fuera de la clase de resistencia política masiva que se debe librar y hacia el callejón sin salida del proceso electoral burgués— cobra fuerza si la campaña ya ha comenzado. La campaña contribuye a dar la impresión —o, más bien, la falsa ilusión— de que Bush ya se va, y que ahora se debe prestarle atención a quién será el próximo presidente y comandante en jefe.
A mi modo de ver, este circo ya ha entrado en acción en parte porque unos sectores conscientes de la clase dominante se han dado cuenta de que tienen que hacer algo —algo para desviar en una dirección que no haga daño y para “anestesiar” políticamente— en respuesta a la amplia repugnancia e indignación hacia el gobierno de Bush y todo lo que representa—todo lo que ha hecho y está haciendo, y también todo lo que representa a un nivel básico. Existe el peligro, desde el punto de vista de la clase dominante, de que se podría impulsar esto hacia una erupción política masiva que salga de los confines de la política burguesa de costumbre y el marco electoral que refuerza y da expresión concentrada a esa clase de política.
Sí, tenemos lo que llamo la “falsa ilusión —o idea delirante— de Frank Rich” (para parafrasear): “Bush ya se acabó; los fundamentalistas cristianos ya no son un fenómeno serio, todo eso ya pasó, se acabó”. Cada de vez en cuando, los que tienen este punto de vista regresan a la realidad y reconocen que esto no es lo que está pasando, pero se promueve toda una falsa ilusión—y con toda probabilidad la cree gente como Frank Rich, pero de todos modos se promueve: “Bueno, cálmense todos. Sí, Bush es terrible, sí, lo que está pasando es terrible. Pero cálmense todos. Casi se ha ido. A estas fuerzas se les ha quitado los colmillos. Ya no tienen mucha influencia”. No importa los nuevos magistrados y los fallos reaccionarios de la Suprema Corte. No importa la tortura que continúa (que ni siquiera tapan y casi no niegan, y con clara hipocresía). No importa los esfuerzos de tratar el hecho científico de la evolución de la misma manera que el derecho al aborto—es decir, como una especie de “delito” y escándalo moral (un delito y escándalo contra el cristianismo y la decencia) cometidos por varios “istas” (“abortistas”… “evolucionistas”… y así sucesivamente). No importa el hecho de que Bush todavía es comandante en jefe de las fuerzas armadas, y nada de lo que han hecho —o de lo que han dicho— los demócratas ha cambiado esto. Sin embargo, ante todo esto, todavía oímos decir: “Ya se han acabado, se les ha quitado los colmillos, no hay que preocuparse”. Incluso cuando esto toma la forma del “triunfalismo liberal”, como mucho es autoengaño.
Y en el 2008 las elecciones pasarán a toda velocidad. Las elecciones preliminares se celebrarán al comienzo del año, y en términos básicos se determinará el marco de la política (de la clase dominante) para la primavera.
Al Gore y la falsa ilusión, el engaño y el mal encauzamiento
Y luego tenemos el papel de Al Gore. Además de lo que señalé antes acerca de Gore y su papel actual, vale la pena examinar lo que dice —y lo que no dice— su nuevo libro The Assault on Reason (El ataque contra la razón). El título del libro es una alusión directa a lo que está haciendo el gobierno de Bush (y sus aliados). Bueno, lo primero que hice cuando recibí el libro, antes de leerlo, fue examinar el índice. ¿Se encuentra la palabra “evolución” en el índice? Noooo. ¿Se encuentra la frase “diseño inteligente”? Noooo. Luego leí el libro y no encontré —quizás esté y lo pasé por alto, pero no lo creo—, no encontré nada sobre la evolución en un libro de Al Gore que critica el ataque contra la razón por el gobierno de Bush.
Otra cosa que es interesante y significativa: varias veces Gore usa la palabra delitos cuando habla del gobierno de Bush y lo que ha hecho—repetidas veces lo acusa de violar la ley. ¿Por lo tanto, en el último capítulo, exhorta a someterlo a un juicio de destitución? Noooo. Nunca lo menciona. Aquí tenemos un político burgués que habla de los “fundadores” de Estados Unidos y “nuestra gran Constitución”, y de que la están pisoteando y manipulando—pero parece que hay alguna especie de laguna en que el “remedio” que provee la Constitución cuando un presidente comete un delito y viola la ley—este remedio, un juicio de destitución, no se menciona en este libro (y no lo propone Gore en general).
Al contrario, los esfuerzos de Gore y otros encauzan hacia acciones que son ineficaces y nada peligrosas —o a lo mínimo parecen ser ineficaces y nada peligrosas—, cosas que ofrecen el espejismo de hacer algo para cambiar la situación mundial y el futuro de la humanidad, pero que no corren riesgo—y no afectan la situación mundial o el futuro de la humanidad de una manera significativa y positiva. A mucha gente le hacen notar el medio ambiente o la situación en Darfur —y aunque son temas importantes, serios y trágicos, la manera en que los tratan, y lo que dicen que haga para tratarlos, Gore y otros de la calaña de Gore, son remedios sin sentido o hasta sumamente nocivos. Implican acciones (o inacción) que no conducen de ninguna manera a las causas de los problemas, y no ofrecen ninguna solución auténtica, o propugnan soluciones, como la intervención militar estadounidense (o de fuerzas dirigidas por Estados Unidos o en deuda con él) en varios países—cuyas consecuencias, con el tiempo, solo serían empeorar la situación mundial. Aun si, a corto plazo, a consecuencia de tal intervención la violencia disminuya un poco, a largo plazo contribuirá a más sufrimiento de las masas, y más violencia contra ellas de varias formas.
Transformar el terreno político
Todo esto —el funcionamiento del sistema imperialista en general, a consecuencia de su dinámica subyacente, la particularidad del gobierno de Bush y lo exhaustivo de lo que está haciendo y planea hacer, con sus repercusiones e impacto duraderos— todavía se entiende y se opone muy poco. Esto ha impuesto y está imponiendo una necesidad muy real y muy profunda, tanto para varios sectores de la gente como para la clase dominante y el sistema de conjunto—en Estados Unidos tanto como en la dimensión internacional. Por ejemplo, la enorme deuda que se ha acumulado; los recortes de los programas gubernamentales, junto con los enormes recortes de impuestos; los nuevos magistrados y los fallos de la Suprema Corte—todas estas medidas tendrán consecuencias e implicaciones duraderas que no se van a revertir fácilmente.
Todo el fenómeno del que habla la convocatoria de El Mundo no Puede Esperar, las medidas para cambiar la sociedad en una dirección fascista y por generaciones por venir —con la tortura y la destrucción del derecho de hábeas corpus y el derecho a un juicio, los ataques contra el disentimiento y el pensamiento crítico, el ataque en diversos planos contra la ciencia y el método científico, y contra el pensamiento racional mismo, y el fomento de la ignorancia y la intolerancia—, ya han ido muy lejos y han puesto en movimiento cosas que no son fáciles de dar marcha atrás, incluso desde el punto de vista de la clase dominante y el mantenimiento y promoción de los intereses de su sistema. Aunque otros sectores de la clase dominante tomen el mando, e incluso si quieren cambiar el rumbo, por lo menos de alguna manera significativa, les costaría mucho trabajo hacerlo. Crear una situación en la que sería muy difícil reparar lo que han puesto en movimiento—esto ha sido, por supuesto, una meta consciente de las fuerzas agrupadas en torno a Bush, y también ha sido la consecuencia de sus medidas.
De todos modos, en este momento (o en el futuro cercano), si un movimiento de masas surge en respuesta a la demanda de ¡sacar al gobierno de Bush!, tendría un impacto sumamente positivo en el terreno político en general—rompería con el actual curso e iniciaría un curso totalmente diferente, o a lo mínimo plantearía una poderosa demanda popular de romper con el actual curso e iniciar un curso totalmente diferente, y crearía un marco político mucho más favorable, en este país y de hecho por todo el mundo—y crearía una situación mucho más favorable para más resistencia contra los crímenes del sistema y, fundamentalmente desde nuestro punto de vista, más favorable para la repolarización para la revolución. ¿Sería una situación sumamente contradictoria, aunque surja un despliegue masivo así? Sí, por supuesto. ¿Fortalecería muchas falsas ilusiones burguesas-democráticas? Sí. Pero una vez más, esto es parte de la realidad material con que tenemos que trabajar—y sacar al gobierno de Bush como resultado de una oposición y resistencia política masiva crearía un conjunto de contradicciones mucho mejores, por así decirlo, que no tener tal despliegue masivo, incluso con todas las tendencias y efectos contradictorios que conlleva. Y en todo caso, queda la gran necesidad de rechazar, y parar en seco, todo este programa y causar un cambio profundo en el terreno político, por medio de oposición y resistencia política masiva; y este es un reto con que nosotros, junto con otros, tenemos que lidiar y ante el cual tenemos que abrirnos paso.
La repolarización para la revolución: Una orientación estratégica
En el contexto de todo lo que se ha dicho hasta aquí, quiero recalcar que sigue siendo importante captar y aplicar la orientación estratégica del Frente Único bajo la Dirección del Proletariado. Es con relación a esa orientación estratégica que el principio de las “dos cosas que hay que maximizar”, al que me referí antes, tiene verdadera importancia. Y en esa dinámica —o relación dialéctica— de las “dos cosas que hay que maximizar” está la importancia particular y decisiva de movilizar a las masas básicas como partidarios conscientes y activos de la revolución proletaria y el comunismo—o, mejor dicho, como emancipadores de la humanidad.
La religión y la repolarización—la complejidad de la realidad
Al llevar a cabo y aplicar la orientación estratégica del Frente Único bajo la Dirección del Proletariado, tenemos que tener presente algo que también se ha recalcado repetidamente: la naturaleza y los rasgos complejos de la realidad. No se puede tener un enfoque reduccionista o simplista hacia la realidad. Aquí, para ilustrar esto, quiero invocar la analogía de un mapa de muchos niveles diferentes para indicar distintos fenómenos (concentraciones de población, parques, masas de agua y cosas por el estilo). Esta es una metáfora o analogía útil para comprender la naturaleza complicada y abigarrada de la realidad que abordamos y que nos esforzamos por transformar.
Como una manera de ilustrar esta idea básica, he estado pensando en por qué (por así decirlo) “Chris Hedges es mejor que Christopher Hitchens”. Hace poco leí unos informes sobre los debates que se han dado entre ellos. Parece que en cierta medida Hitchens ha tenido un efecto insidioso porque, para mucha gente pensante —y gente con muchas ideas progresistas— les cae bien porque llega al grano de la contradicción (al igual que Sam Harris, de su propia manera) de querer convertir la religión en algo que no es, de “reinventarla” en términos más agradables. Pero Hitchens (y Harris también) lo está haciendo al servicio de un objetivo totalmente reaccionario: defender el núcleo del programa del gobierno de Bush, por lo menos en su dimensión internacional, con la “guerra contra el terror”.
De todo lo que he visto, Hitchens de veras es ateo, pero es ateo al servicio del imperialismo. Como extensión de su concepción del mundo, y al servicio de sus objetivos políticos, aplica un enfoque sumamente mecanicista y reduccionista que (como lo expresa su libro God is not Great) reduce muchos de los profundos y complejos conflictos del mundo simplemente a la religión, y hace caso omiso o borra (conceptualmente) las divisiones más profundas y decisivas del mundo, como son las divisiones entre el imperialismo y las naciones oprimidas, así como entre las clases, y por lo tanto se aleja de una verdadera comprensión de la dinámica subyacente y las contradicciones impulsoras de todo esto.
Así que ese es un ejemplo de por qué no se debe tener un enfoque burdo o simplista hacia la realidad. He leído el libro de Hitchens God is Not Great: How Religion Poisons Everything (Dios no es grandioso: Cómo la religión lo envenena todo) y dice muchas cosas con las que hay que estar de acuerdo. En varios pasajes me reí a carcajadas: hace mucho por desinflar a la religión—también dice tonterías, y cosas peores, pero hace mucho por desinflar a la religión. Desenmascara a lo que lleva la religión y el daño que causa en el mundo, y qué tiene de malo la concepción del mundo religiosa. Hasta cierto punto se puede identificar con su convocatoria al fin del libro de una nueva Ilustración. Pero, repito, todo eso está al servicio de algo que en sí es muy venenoso.
Con respecto al libro de Chris Hedges, American Fascists (Fascistas estadounidenses), es muy estimulante pero a veces también muy frustrante leerlo. Es muy perspicaz —tanto su análisis como sus anécdotas— sobre el fenómeno del fundamentalismo cristiano en Estados Unidos y sus seguidores. Y es positivo que identifique a los fundamentalistas cristianos derechistas como lo que son —fascistas— y se oponga a la idea de conciliar con ellos, y que insiste en que, al contrario, sea necesario plantárseles y luchar contra ellos, y tener una clara concepción de los fundamentos con que están organizado este movimiento fundamentalista, qué representa en realidad, cuáles son sus verdaderos propósitos y qué tratará de implementar si logra aprovechar una oportunidad para hacerlo, en el contexto de una gran crisis social. Y las posiciones políticas de Hedges son mucho, pero mucho mejores que las de Hitchens. Hay muchas cosas con que se puede unir en lo que dice Chris Hedges y lo que hace en el mundo. Basta leer el artículo que escribió hace poco en The Nation37 , que denuncia, por medio de los propios soldados (o ex soldados), las atrocidades que están cometiendo en Irak las fuerzas de ocupación estadounidenses. A fin de cuentas, está haciendo más cosas buenas en el mundo que dañinas—y no cabe duda de que lo que está haciendo es mucho mejor que lo que está haciendo Christopher Hitchens (o Sam Harris).
Así y todo, si hablamos exclusivamente de la religión, como tal, si comparamos las dos posiciones, la de Hitchens es mejor. La posición de Sam Harris es mejor. En su Letter to a Christian Nation (Carta a una nación cristiana), Harris dice directamente: tanto los fundamentalistas como yo estamos de acuerdo de que el significado de la Biblia es lo que la Biblia dice que es, de que la Biblia dice lo que dice en serio. O es cierto o no es cierto. Déjense de tratar de hacerle decir algo que claramente no dice o significar algo que claramente no significa.
Bueno, solo se puede estar de acuerdo con esto. Y tengo que decir que me reí al leer ese libro, también—y no se puede menos que “relamerse” en ciertas partes para mostrar agradecimiento por la manera y a veces la creatividad con que Harris hace trizas estas tonterías (y peor) religiosas.
Pero a fin de cuentas, Chris Hedges es mucho mejor que Harris y sin duda mucho mejor que Christopher Hitchens: en cuanto al efecto de conjunto de lo que dicen y hacen, y la influencia que tienen, no cabe duda de que lo que hace Hedges, incluidas sus serias deficiencias —como su esfuerzo por “salvar la religión”, y el cristianismo en particular, con un enfoque de “reinterpretarla” de tal manera que no corresponda a lo que realmente dice y realmente es— es mucho mejor que Hitchens, y de hecho es del otro lado de la “línea divisoria política” que Hitchens, que se ha alineado directamente con lo que están haciendo el gobierno de Bush y los imperialistas—y que está atacando agresivamente con todos los talentos y destrezas que tiene a los que se oponen a él.
Pero además de eso, a fin de cuentas lo que realmente se necesita de todo esto es un enfoque comunista—que puede incorporar, y reconfigurar, como parte de una síntesis diferente, los aspectos positivos de lo que representa gente como Chris Hedges; que puede contribuir a atraer lo mejor en la gente que tiene una posición básicamente buena, y rechazar y luchar contra lo que llevaría en una dirección equivocada; y que puede sacar a la luz lo que es equivocado —y de hecho lo que es insidioso— en la posición de gente como Hitchens.
El fundamentalismo cristiano, las necesidades de la clase dominante y la repolarización para la revolución
En vista de esto, antes de concluir quisiera hablar otra vez del tema del fascismo cristiano—el papel de “fuerza de cohesión sólida” (o núcleo duro de cohesión) que desempeña en la sociedad estadounidense. Ya he hablado, en cierta dimensión, de las razones específicas por las que la clase dominante necesita esta fuerza hoy, en vista de sus necesidades. Si piensan en lo que dije antes, en relación con el parasitismo e individualismo extremos —y, sí, la infantilización—, y los niveles extremos de falta de moderación que se promueven en la sociedad estadounidense, especialmente hoy, y si examinan esto en relación (y de muchas maneras ahora en intensa contradicción) con las necesidades de la clase dominante en general, y específicamente con la necesidad que ha creado —para sí misma tanto como para otros— por medio de lo que se ha vuelto una seria debacle en Irak, en el contexto de sus diseños mayores, se puede ver por qué tiene que tener lista, y tiene que “preparar” continuamente, esta clase de fuerza sólida, que ejerce cada vez más influencia hoy pero que está agazapada para ejercer una influencia cualitativamente mayor si se necesita y si sectores lo suficientemente poderosos de la clase dominante reconocen esta necesidad. Este es el papel que las fuerzas fascistas cristianas desempeñan hoy en Estados Unidos y que desempeñarán en el futuro (desde el punto de vista de la clase dominante, y un sector específico de esa clase dominante en particular, que ha estado agrupado en torno al gobierno de Bush).
Bueno, es cierto —y este es un punto que he destacado antes38 —que este fascismo cristiano es un elemento en el contexto del programa general de las fuerzas de la cúpula del poder de la clase dominante actualmente. Pero he notado ciertas tendencias, incluso en el partido, a comportarse como si los fascistas cristianos fueran la totalidad, o la esencia, de lo que confrontamos. En vez de ubicar esto en el contexto del sistema capitalista-imperialista y su clase dominante de conjunto —y en ese contexto destacar el papel particular e importante de los fascistas cristianos—, ha habido un fenómeno (y una vez más estoy hablando no solo de otros, fuera de nuestro partido, sino específicamente de tendencias en nuestro partido) de tratar a los fascistas cristianos como si ya gobernaran el país. Sin embargo, esto nunca ha sido de lo que se trata este análisis—y no se ajusta a la realidad. Pero se ajusta a cierta tendencia a atraer a la gente a partir de las ilusiones y prejuicios burgueses democráticos—y es fácil caer en esto porque, francamente, permite forjar la unidad sobre la base de simplemente defender y preservar la democracia burguesa. Si el enemigo es el fascismo cristiano y no todo un sistema —si esto es la esencia de su perspectiva estratégica—, pues va a tender a defender e ir a la zaga de la democracia burguesa.
El análisis de nuestro partido nunca ha sido que los fascistas cristianos gobiernan el país actualmente, ni que el programa y las fuerzas fascistas cristianos definen la esencia del gobierno burgués en esta sociedad. La concepción y enfoque correctos tienen que ver con lo que este fenómeno del fascismo cristiano representa en relación con la agudización de las contradicciones en la sociedad y el mundo, en el contexto de mayores fuerzas y de un programa general, en el mismo gobierno de Bush y en el marco del sistema y de la clase dominante de conjunto. Por ejemplo, se ha dicho que, aunque los fascistas cristianos son firmes partidarios del saqueo internacional estadounidense cada vez mayor, los que impulsan esto son las fuerzas “neoconservadoras” del gobierno de Bush y en torno a él más que los fascistas cristianos. Este es otro ejemplo de la complejidad y las “texturas múltiples” de la realidad (el mapa de capas y colores múltiples, para volver una vez más a esa metáfora).
La revolución: Estereotipos, directores de escena y el proceso vivo
Pero las fuerzas fascistas cristianas desempeñan un papel claro —hoy, y potencialmente mucho mayor si la situación se desarrolla de cierta manera— como “fuerza de cohesión sólida” para el sistema y la clase dominante. Y sí, en una “mezcla” mayor podrían desempeñar el papel de una especie de “director de escena”, que hace cada vez más aguda la crisis social e incluso las condiciones para la revolución (“director de escena” es una formulación que usó Lenin al hablar del papel de la I Guerra Mundial en relación con la revolución rusa de 1917). En el contexto de la agudización de las contradicciones en general —en Estados Unidos, a nivel internacional, y en la interpenetración e influencia mutuas de esas dimensiones—, las metas y acciones de los fascistas cristianos podrían poner en duda la legitimidad del gobierno burgués—o podrían desempeñar un papel clave en plantear con mucho más fuerza la legitimidad del gobierno burgués en general como tema de la agenda política—para sectores muchísimo más amplios de la sociedad. Podrían desempeñar ese papel. Eso es lo que hemos dicho—y en lo que hemos puesto cierto énfasis. Eso es todo lo que es correcto decir porque, como destacó Mao, los marxistas no somos adivinos.
No cabe duda de que el fascismo cristiano es un elemento importante de la “mezcla” general—es importante captar eso. Y, como parte de esa “mezcla” mayor, podría desempeñar el papel de “director de escena” en relación con la revolución. Pero también es muy importante destacar algo que se dice en “Cómo vencer las dos cuestas”39, donde no solo hay una discusión de “acelerar mientras que se aguarda” una situación revolucionaria, sino también —y he aquí otra aplicación de lo importante que es no dejarse restringir por las convenciones, supersticiones y estereotipos— se destaca no levantar barreras artificiales a la revolución. Y esto quiere decir no recurrir al pensamiento “formulaico” que declara: “Aquí está la manera en que la revolución ocurrirá y se hará posible: Los fascistas cristianos sacarán a otros sectores de la clase dominante, se apoderarán del gobierno e impondrán un gobierno teocrático, y luego todos los demócratas burgueses irán a nuestro lado y podremos hacer la revolución”. Con tal orientación y mentalidad, si la situación no sigue perfectamente ese patrón —y es muy poco probable que ocurra así—, pues por supuesto la revolución se borrará del mapa y no se considerará, por quién sabe cuánto tiempo.
Lo que hace esta clase de pensamiento rígido es tomar algo como el análisis del papel potencial (o posible) de “director de escena” de los fascistas cristianos y transformarlo en su contrario de manera grotesca. Viene a ser, por lo menos objetivamente, lo que “Cómo vencer las dos cuestas” insiste que no debemos hacer—a saber, levantar barreras artificiales a la revolución, específicamente en la forma de fórmulas estereotipadas y “escolásticas”.
La revolución surge de una interacción compleja de contradicciones, en un país en particular y a nivel internacional, y la interpenetración entre esos niveles o dimensiones. Sí, existen ciertas cosas y ciertos patrones que podemos identificar. Sí, el papel del fascismo cristiano es un elemento muy importante de la “mezcla” ahora mismo. Y sí, podría desempeñar el papel de “director de escena”. Sí, existe algo muy real en la analogía de lo que está pasando hoy y el período antes de la guerra de Secesión en Estados Unidos, a mediados del siglo 19. En términos amplios, hay algo real en la analogía a una “guerra civil que se perfila”. Pero hay que entender esto de una manera viva y dialéctica, y de una manera materialista, y no con un enfoque religioso y dogmático que es seco, muerto y poco inspirador.
Lo que realmente se necesita, y lo que realmente tenemos que captar firmemente y aplicar sistemáticamente, es un análisis materialista y dialéctico de la relación entre los factores objetivos y subjetivos, con toda la complejidad que esto entraña, con toda la interpenetración de las distintas capas de esa realidad de “texturas múltiples”.
Cuando determinamos que ciertos fenómenos o patrones (tal como los relacionados con el papel del fascismo cristiano en Estados Unidos actualmente) son muy importantes, y potencialmente de gran importancia, lo hacemos con este método y este enfoque—como parte de hacer un análisis científico de la realidad, para acelerar tanto como sea posible el desarrollo de las cosas hacia una situación revolucionaria, y contribuir a una repolarización más favorable en relación con la meta estratégica de la revolución. Esto quiere decir “esforzarnos constantemente contra los límites” impuestos por la situación objetiva, no para satisfacer cierto estereotipo sino para transformar las condiciones objetivas ante nosotros (transformar la necesidad) tanto como sea posible, en todo momento, y hacerlo todo para contribuir a hacer madurar —y preparar una cantidad cada vez mayor de masas y el partido— una situación revolucionaria y el surgimiento de un pueblo revolucionario, de millones y millones, consciente de la necesidad del cambio revolucionario, resuelto a luchar para plasmarlo en realidad y con la orientación y capacidad de aprovechar la oportunidad revolucionaria cuando por fin llegue.
Todo lo que hacemos tiene que estar fundado en este análisis y este enfoque y empapado de ellos—con esta clase de materialismo y dialéctica. Todo lo que hacemos tiene que ver con la revolución, y tiene que tener que ver con la revolución.
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Para concluir, déjenme regresar al título de esta charla. ¿Qué es lo que tenemos que ser —qué es lo que tenemos que forjar— con cantidades cada vez mayores y con la iniciativa consciente cada vez mayor? Protagonistas de la revolución. Emancipadores de la humanidad.
[Aplausos prolongados]
Notas
16. El “realismo determinista” es un tema de la primera parte de esta charla “Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués”, en la parte “El marxismo como ciencia— En oposición al materialismo mecanicista, el idealismo y la religiosidad”, que salió en Revolución #109, 18 de noviembre de 2007. [back]
17. Esto se refiere a una charla del 2004 de Bob Avakian titulada Elections, Democracy and Dictatorship, Resistance and Revolution, en BobAvakian.net (en inglés). [back]
18. “Las escuelas públicas de Nueva York y la criminalización de los estudiantes: ¿Qué clase de sistema le hace esto a la juventud?”, Revolución #93, 24 de junio de 2007. [back]
19. Nota del autor: Con respecto a la dirección comunista en particular, he hablado de las contradicciones sociales, tanto como la experiencia histórica, con que esto está ligada, en varios escritos, charlas y entrevistas. Ver, por ejemplo, “Interview Series with Michael Slate” (en inglés), y en particular el pasaje “On Leadership”, en BobAvakian.net. [back]
20. De “Algunos puntos acerca de la cuestión de la dirección revolucionaria y los individuos que la desempeñan”, la segunda parte de Resoluciones de 1995 sobre dirección: Sobre líderes y dirección, publicadas por el partido con motivo del 20 aniversario de su fundación. El periódico Obrero Revolucionario (ahora Revolución) publicó las resoluciones el 1º de octubre de 1995, y están en revcom.us. La primera parte es “El partido no tiene más razón de ser que servir al pueblo, hacer la revolución”. El artículo “La encrucijada que se nos plantea; la dirección que necesitamos” también habla de estos temas (Revolución #84, 8 de abril de 2007, en revcom.us). [back]
21. La declaración “Los tiempos peligrosos requieren voces valientes. Bob Avakian es una de tales voces” está en el portal del Comité ¡Éntrale! para Proteger y Proyectar la Voz de Bob Avakian, en www.engagewithbobavakian.org. [back]
22. Se habla de esta “nueva síntesis” en Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, Primera parte: Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués, y en particular en el último pasaje de la primera parte “La experiencia histórica y la nueva síntesis”. La primera parte está en línea en revcom.us y se publicó como serie en Revolución. “La experiencia histórica y la nueva síntesis” es el último pasaje de esa serie; está en Revolución #112, 16 de diciembre de 2007. He aquí una parte fundamental de lo que dice sobre la nueva síntesis:
“Con el fin de concentrar —o presentar una síntesis básica— de lo que representa esta nueva síntesis, se puede decir:
“Esta nueva síntesis abarca reconfigurar y recombinar los aspectos positivos de la experiencia hasta la fecha del movimiento comunista y la sociedad socialista, mientras se aprende de los aspectos negativos de esa experiencia, en las dimensiones filosóficas e ideológicas tanto como las políticas, y así tener una orientación, método y enfoque científicos con raíces más profundas y firmes, no solo en cuanto a hacer la revolución y conquistar el poder, sino también, sí, en cuanto a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las necesidades de las masas populares, con una base cada vez mayor, en la sociedad socialista —para superar las profundas cicatrices del pasado y continuar la transformación revolucionaria de la sociedad, mientras al mismo tiempo apoyar activamente la lucha revolucionaria mundial y actuar conforme con el reconocimiento de que la arena y la lucha mundiales son las más fundamentales e importantes, en un sentido global— junto con abrir cualitativamente más espacio para dar expresión a las necesidades intelectuales y culturales del pueblo, entendido en el sentido amplio, y posibilitar un proceso más diverso y rico de exploración y experimentación en los campos científicos, artísticos y culturales, y en la vida intelectual en general, con mayor campo para la competencia de diferentes ideas y escuelas de pensamiento, y para la iniciativa y creatividad individuales y la protección de los derechos individuales, con espacio para que los individuos interactúen en la ‘sociedad civil’ independientes del estado—todo en un marco general cooperativo y colectivo y al mismo tiempo a la medida que el poder estatal se mantiene y se sigue desarrollando como un poder estatal revolucionario al servicio de los intereses de la revolución proletaria, en el país en particular y por todo el mundo, donde este estado es el elemento dirigente y central de le economía y la dirección general de la sociedad, mientras el estado en sí se transforma continuamente en algo radicalmente diferente de todos los estados previos, como una parte crucial del avance hacia la abolición posterior del estado al llegar al comunismo a nivel mundial.
“En cierto sentido, se puede decir que la nueva síntesis es una síntesis de la experiencia previa de la sociedad socialista y del movimiento comunista internacional más ampliamente, por un lado, y de las críticas, de varios tipos y desde varios puntos de vista, de esa experiencia, por otro lado. Esto no quiere decir que esta nueva síntesis representa una simple ‘unión’ de esa experiencia, por un lado, y las críticas, por el otro. No se trata de combinar eclécticamente estas cosas, sino de pasarlas por el tamiz, reconfigurarlas y recombinarlas a base de un punto de vista y método científicos, materialistas y dialécticos, y de la necesidad de mantener el avance hacia el comunismo, que es una necesidad y objetivo que este punto de vista y método siguen señalando—y, cuanto más rigurosa y profundamente se adopte y aplique, tanto más firmemente señala esa necesidad y objetivo”. [back]
23. La discusión del marxismo como ciencia está en la primera parte, “Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués”, en los pasajes “El marxismo como ciencia— En oposición al materialismo mecanicista, el idealismo y la religiosidad” y “Marxismo como ciencia— Refutación de Karl Popper”, Revolución #109 (18 de noviembre) y #110 (25 de noviembre de 2007). [back]
24. El punto de “ser descuartizado” se trata antes en esta charla; ver la primera parte: “Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués”, y en particular el último pasaje de la primera parte, “La experiencia histórica y la nueva síntesis”, que salió en Revolución #112, 16 de diciembre de 2007. [back]
25. De la declaración del Partido Comunista Revolucionario, EU: “Sobre el huracán Katrina: Tres lecciones fundamentales” (Revolución #14, 18 de septiembre de 2005), que está en el portal revcom.us. La declaración decía:
Hay tres lecciones fundamentales de lo que ha estado pasando en relación con el huracán Katrina y el papel del gobierno.
1. Ha salido a la luz la verdadera naturaleza de la clase dominante de este país y su debilidad concreta. Estos sucesos, y en particular las acciones del gobierno, han resquebrajado dramáticamente el “temor supersticioso” que le inculcan a la ciudadanía hacia los que detentan el poder, el estado y toda la maquinaria de dominación y represión. Para mucha gente, han puesto en tela de juicio en gran medida la capacidad y el derecho de este gobierno, y de la clase dominante en general, de gobernar. Ha saltado a la vista mucho de lo que la clase dominante, con su red “normal” de engaño y represión, esconde, niega o distorsiona y tergiversa, como la opresión y extrema pobreza de gran parte de la población negra de este país. Por todo el país y el mundo, se ve con claridad lo que le importa y no le importa a los que detentan el poder, y en particular su total desdén por las masas de pobres y oprimidos y por la gran mayoría de esta sociedad. Además, se ha demostrado gráficamente que, aunque siguen siendo muy poderosos, la clase dominante, las fuerzas armadas y toda la maquinaria de opresión no son todopoderosas.
2. Vistos correctamente, estos sucesos muestran la necesidad y la posibilidad de la revolución y de una sociedad radicalmente diferente. El gobierno dejó a las masas populares de las zonas afectadas por Katrina sufrir, día tras día, en una situación no apta para seres humanos, pero las masas demostraron su humanidad de muchas maneras y desmintieron las calumnias de que son unos delincuentes y animales. Cuando han tomado la situación en manos propias, la gran mayoría lo han hecho con honradez y con el fin de satisfacer necesidades que no podían satisfacer de otra manera. La gran mayoría han respondido ayudándose mutuamente, especialmente a los más necesitados, y condenando la indiferencia e inacción del gobierno, y han recibido apoyo y ayuda de gente por todo el país. En todo esto se ve el potencial de movilizar a las masas a forjar una sociedad con relaciones sociales radicalmente diferentes de la competencia por subsistir que impone el sistema capitalista. Pero por otro lado, se ha visto que las masas no captan completamente que este sistema está directa y profundamente en conflicto con sus intereses fundamentales y no se han organizado en consecuencia. Cuando capten eso y se organicen partiendo de esa base, una lucha revolucionaria de millones de personas, sumada al desarrollo y a la agudización de ciertas condiciones objetivas, podría plantear la posibilidad de romper el control de la clase de despiadados explotadores capitalistas que gobierna esta sociedad (y gran parte del mundo), y crear una nueva sociedad y un nuevo estado que coloquen los intereses de la gran mayoría de la población en el centro de todo lo que hagan. Pero esto requerirá dirección revolucionaria, y nos lleva al tercer punto esencial.
3. En este país existe una dirección revolucionaria: el Partido Comunista Revolucionario, EU, y su presidente, Bob Avakian. Pero para decirlo sin pelos en la lengua, aunque el partido se ha esforzado por asumir sus responsabilidades en relación con el huracán, su capacidad de dirigir en estas circunstancias graves y urgentes es muy inferior de lo que se necesita. Si la influencia del partido y sus vínculos organizados con las masas hubieran sido mucho mayores antes del huracán, podría estar desempeñando un papel mucho mayor en cuanto a llevar a las masas a captar lo que ha pasado y por qué: por qué el gobierno y toda la clase dominante han reaccionado así (con la pérdida de miles de vidas y el terrible sufrimiento de centenares de miles más, gran parte de lo cual se hubiera podido evitar o aliviar), lo que esto dice sobre la naturaleza del sistema y por qué necesitamos un sistema radicalmente diferente. El partido hubiera podido desempeñar un papel mucho mayor en la organización de las masas, en las zonas afectadas y por todo el país, para responder a estos sucesos y para librar una lucha política organizada, en un nivel y con una fuerza mucho mayor, y obligar al gobierno a tomar medidas inmediatamente para salvar centenares y probablemente miles de vidas, que se han perdido y que siguen perdiéndose innecesariamente. Todo esto podría contribuir a concientizar y organizar la fuerza de las masas a un nivel mucho más alto, y plantear más clara y agudamente la meta de la revolución. Todo lo relacionado con el huracán Katrina ha demostrado que se necesita que el partido asuma sus responsabilidades y desempeñe el papel de dirección de esta manera y a otro nivel, y que las masas se sumen, apoyen, se incorporen, construyan y defiendan a esta dirección revolucionaria esencial y necesaria, encarnada en el Partido Comunista Revolucionario y su presidente, Bob Avakian. [back]
26. Hay una discusión del “realismo determinista” antes en esta charla (“Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, segunda parte: Todo lo que hacemos tiene que ver con la revolución”), en “El quehacerismo enriquecido” (Revolución #113, 25 de diciembre de 2007); tanto como en la primera parte, “Más allá del estrecho horizonte del derecho burgués” (en el pasaje “El marxismo como ciencia— En oposición al materialismo mecanicista, el idealismo y la religiosidad”, en Revolución #109, 18 de noviembre de 2007). [back]
27. El principio de la dictadura del proletariado es una referencia a otra parte de esta charla que hace hincapié en cómo las infamias continuas que padece el pueblo, y la manera en que las contradicciones sociales se plantean repetidas veces, en la sociedad actual señalan firmemente la necesidad de la revolución y de una sociedad y estado radicalmente diferentes: la dictadura del proletariado. [back]
28. Bob Avakian dio esta charla antes del 22 de octubre de 2007. Se puede encontrar informes sobre las protestas de ese día en Revolución #107, 4 de noviembre de 2007. [back]
29. “Forjar otro camino” es una charla que dio Bob Avakian en el otoño del 2006. Una versión redactada está en revcom.us, y Revolución la publicó en una serie en #83 (25 de marzo); #85 (22 de abril); #86 (29 de abril); #87 (6 de mayo); #88 (13 de mayo); #89 (20 de mayo); #90 (27 de mayo); #91 (10 de junio); #92 (17 de junio); #93 (24 de junio); #94 (1º de julio): #95 (15 de julio); #96 (22 de julio): #97 (29 de julio): #98 (19 de agosto); #99 (26 de agosto); y #100 (9 de septiembre de 2007). [back]
30. Nota del autor: Con respecto al parasitismo aumentado y los “dos sectores anticuados”, además de mi charla Forjar otro camino, entre otras las siguientes obras son “fuentes de información” valiosas: Planeta de ciudades miseria, de Mike Davis (Foca, 2006), en español “Planeta de ciudades-miseria”, en New Left Review 26; AMERICAN THEOCRACY, The Peril and Politics of Radical Religion, Oil, and Borrowed Money in the 21st Century, de Kevin Phillips (Viking/Penguin Group, 2006); Consumed, How Markets Corrupt Children, Infantilize Adults, and Swallow Citizens Whole, de Benjamin R. Barber (W.W. Norton & Company, 2007); MAXED OUT, Hard Times, Easy Credit, and The Era of Predatory Lenders, de James D. Scurlock (Scribner, 2007); y TARGET IRAN, The Truth About the White House’s Plans for Regime Change, de Scott Ritter (Nation Books, 2007). Forjar otro camino está en el portal revcom.us; Revolución la publicó como serie en el 2007, en los números 83, 25 de marzo; 85, 22 de abril; 86, 29 de abril; 87, 6 de mayo; 88, 13 de mayo; 89, 20 de mayo; 90, 27 de mayo; 91, 10 de junio; 92, 17 de junio; 93, 24 de junio; 94, 1º de julio; 95, 15 de julio; 96, 22 de julio; 97, 29 de julio; 98, 19 de agosto; 99, 26 de agosto; y 100, 9 de septiembre. [back]
31. “El imperialismo estadounidense, el fundamentalismo islámico... y la necesidad de otro camino”, en Revolución #92, 17 de junio de 2007. [back]
32. Bob Avakian habla más sobre este fenómeno —y refuta el argumento de gente como Harris y Hitchens— en “El fundamentalismo religioso, el imperialismo y ‘la guerra contra el terror’” y “¿Por qué está creciendo el fundamentalismo religioso en el mundo actual—y cuál es la verdadera alternativa?”, que son pasajes del libro AWAY WITH ALL GODS! Unchaining the Mind and Radically Changing the World (Chicago: Insight Press, 2008), que salieron en Revolución #103, 7 de octubre de 2007, y #104, 14 de octubre de 2007. [back]
33. Por ejemplo, lo siguiente de Marx:
“El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria” (Carlos Marx, El capital, tomo I, p. 638, citado en Lenny Wolf, La ciencia de la revolución (Bucaramanga, Colombia: Cuadernos Rojos, 1989), “Economía política”, pp. 10.11). [back]
34. “Why We’re In the Situation We’re in Today…And What To Do About It: A Thoroughly Rotten System and the Need for Revolution” (Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución) es una de las 7 Charlas que dio Bob Avakian en el 2006, que están en los portales revcom.us/avakian y BobAvakian.net (en inglés). [back]
35. Bob Avakian habla de “vivir en la casa de Tony Soprano” en Forjar otro camino, que está en el portal revcom.us y que Revolución publicó como serie y se vende en forma de folleto. El pasaje que habla de “vivir en la casa de Tony Soprano” está en Revolución #87, 6 de mayo de 2007. [back]
36. La “convocatoria” de El Mundo no Puede Esperar, y otra información sobre esa organización, están en el portal www.worldcantwait.org. [back]
37. “The Other War: Iraq Vets Bear Witness”, de Chris Hedges y Laila Al-Arian, The Nation, 30 de julio de 2007. [back]
38. Ver, por ejemplo, La guerra civil que se perfila y la repolarización para la revolución en la época actual, una colección de artículos de Bob Avakian (Chicago: RCP Publications, 2005). [back]
39. El título de la charla es “Cómo vencer las dos cuestas: Más sobre conquistar el mundo”. El periódico Obrero Revolucionario (ahora Revolución) publicó pasajes de esta charla. La serie “Sobre la democracia proletaria y la dictadura del proletariado, Un punto de vista radicalmente diferente sobre cómo dirigir la sociedad” se publicó en el OR #1214 a #1226 (del 5 de octubre de 2003 al 25 de enero de 2004). La serie “Cómo vencer la cuesta” se publicó en el OR #927, 930, 932 y 936-940 (12 de octubre, 2 de noviembre, 16 de noviembre y del 14 de diciembre de 1997 al 18 de enero de 1998). Otros dos pasajes de esta charla son “Materialismo y romanticismo: ¿Podemos prescindir de los mitos?”, en el OR #1211 (24 de agosto de 2003), y “Otro vistazo a George Jackson”, en el OR #968 (9 de agosto de 1998). Todos estos artículos están en el portal revcom.us. [back]