La emisión de penas de muerte para prisioneras políticas (Sharifeh Mohammadi y Pakhshan Azizi ) es otro salto muy peligroso en el proceso “normal” de represión por parte de la República Islámica de Irán [RII]. Este salto en la represión tiene como objetivo vengarse del levantamiento de Jina y de que la mayoría de la población boicoteó las elecciones de los criminales gobernantes.

En respuesta a la pena de muerte contra Pakhshan, el pabellón de mujeres de la prisión Evin anunció por unanimidad: “Exigimos la anulación de la pena de muerte contra Pakhshan Aziz. Hacemos un llamado a todas las personas para que alcen su voz colectivamente con nosotras, las prisioneras políticas y las presas de conciencia”. Además, en su mensaje de la semana pasada, en el que condenaron la pena de ejecución contra Sharifeh Mohammadi, acertadamente señalaron: “Esto no sólo se trata de una pena de muerte para Sharifeh sino una pena de muerte para todos ‘nosotros’ activistas laborales, políticos, civiles, de derechos humanos y de los derechos de las mujeres. Vemos esta pena como un peligro potencial y un precursor de penas más severas en el futuro”.

El mensaje de las mujeres en la prisión Evin es claro: no toleraremos [ni] a la RII en su conjunto ni los fallos ilegítimos de sus tribunales de injusticia, y lucharemos contra todo ello. Este es un llamado a todas las personas que tienen un interés común en derrocar a la RII. Hay que tomar este llamado de las mujeres encarceladas como marco y punto focal de una lucha seria y consecuente contra la RII y su guerra en curso contra las mujeres. Las mujeres necesitan que camaradas conscientes y combativas se les unan en esta guerra en curso. Lo que la RII está haciendo contra las mujeres es un reflejo de la esencia de lo que la RII le hace a toda la sociedad.

La guerra total del régimen contra las mujeres se inició desde el comienzo de su ascenso al poder [en 1979] y está arraigada en cada faceta del funcionamiento de la RII. La naturaleza teocrático-fascista de la RII se reproduce mediante la represión y la venganza contra las mujeres que no se someten a su imposición de relaciones sociales parecidas a la esclavitud. En otras palabras, la guerra contra las mujeres es una necesidad existencial para la RII, mientras que aplastar la cabeza [de la serpiente] con una piedra y derrocar este régimen es una necesidad existencial para las mujeres y todas las personas oprimidas y explotadas de [esta] sociedad. No atender esta necesidad deja el camino abierto a una situación aún peor. No debería haber ninguna duda sobre este hecho.

La lucha contra las ejecuciones y la represión es la línea del frente de nuestra lucha común contra un régimen que no tiene otra opción que llevar a cabo una represión aún mayor, a pesar de que su represión ha alimentado la lucha contra el régimen mismo. La lucha contra las ejecuciones como herramienta de represión estatal sistemática y la lucha por la liberación inmediata e incondicional de los prisioneros políticos están interconectadas. Los prisioneros políticos son símbolos de la rebelión desafiante de la sociedad contra el régimen y sus crímenes. Suprimir este desafío mediante la represión estatal juega un papel estratégico en el mantenimiento del gobierno de la RII.

Al encarcelar a activistas políticos, la RII está tratando de desactivar el peligro inmediato de levantamientos y revueltas, con todas sus consecuencias. Retiene de rehén a los prisioneros a fin de protegerse de posibles peligros futuros, usándolos como fichas de regateo para presionar a la sociedad. Y, al mismo tiempo, impone largas penas de prisión y ejecuciones como forma de prevenir la audaz rebelión de toda la sociedad.

Hay que responder a este ataque del régimen con un contraataque muy fuerte por parte de todos los movimientos sociales y convertirlo en el eje de una lucha ampliamente librada. Oponerse a las ejecuciones no es [meramente] una exigencia moral. [Es] luchar contra la política y la ideología depravadas y, en resumen, oponerse a la existencia de este sistema chupa-vidas que destruye a los seres humanos. Debemos unirnos contra la pena de muerte y la ejecución de cualquier persona.

Condenamos las falsas acusaciones de la RII contra nuestros camaradas. Pero estas acusaciones y penas llevan un mensaje claro: la actividad organizativa y cualquier forma de lucha coherente contra la RII es la línea roja del régimen.

La organización de una lucha consciente basada en la teoría revolucionaria es un derecho inalienable y un eslabón esencial en la lucha por el derrocamiento de la RII. Para romper la atmósfera de represión y terror que la RII intenta imponer, en adición a luchar por la liberación de los(as) prisioneros(as) políticos(as) y la abolición de la pena de muerte, debemos apoyar el derecho del pueblo a la actividad política, sindical y social, y denunciar las penas que se le dicten.

Esta nueva ola de represión tiene otro aspecto: perseguir [a la oposición] a la opresión de las mujeres y a la opresión nacional, especialmente en Kurdistán. Esto también es una necesidad que el levantamiento de Jina ha impuesto a la RII. El vínculo entre la lucha contra la opresión de las mujeres y la lucha contra la opresión nacional —la legitimidad [de sus demandas] como parte del levantamiento y su popularidad en todo el país— encendió serias alarmas para el régimen.

Por un lado, la RII siempre ha producido y reproducido todo tipo de opresión y, por otro, ha utilizado la represión para intentar impedir el desarrollo de una conexión organizativa y seria entre estas luchas y los combatientes en estos campos de batalla. La RII tomó inmediatamente medidas para evitar este peligro. El primer paso fue matar a combatientes en Kurdistán y Beluchistán durante el levantamiento de Jina. Luego lanzaron un ultimátum a estas comunidades arrestándolas y torturándolas, y emitiendo y ejecutando penas de muerte en estas zonas [de minorías étnicas].

Ahora, al dictar estas penas de muerte contra mujeres activistas, este régimen está tratando de promover varios objetivos a la vez —suprimir a las mujeres, suprimir la lucha contra la opresión nacional y cualquier actividad organizativa coherente—, con el objetivo de paralizar y subyugar a toda la sociedad. La RII encarcela y ejecuta a nuestra gente a fin de hundir a la sociedad en el temor y la parálisis. ¡Pero no lo toleraremos!

La bajísima participación en las recientes elecciones transmitió una vez más el mensaje del pueblo al régimen: que un valle de sangre ha separado las filas del pueblo de las filas de la RII (tanto los reformistas como los fundamentalistas).

Las luchas contra el hiyab obligatorio y contra las ejecuciones son los dos aspectos más importantes de la lucha del pueblo contra la RII. Hay que responderles con protestas masivas, conscientes y organizadas. La lucha contra las ejecuciones y por la liberación inmediata de los prisioneros políticos debe convertirse en un claro grito de batalla de millones de personas contra estas atrocidades. Hay que responder a la insolencia antipopular de la RII con una respuesta apropiada y furiosa desde la sociedad.

Si lo logramos, sin duda habrá una atmósfera fresca y liberadora en el país y las semillas de la esperanza de un futuro fundamentalmente diferente que sea mil veces mejor —y la determinación de luchar por él— se plantarán en los corazones de los millones de oprimidos y victimados por la RII.

Partido Comunista de Irán (marxista-leninista-maoísta)

N.º 153 de agosto de la revista Atash/Fuego