“Sin la esclavitud, Estados Unidos no existiría tal como lo conocemos hoy. Eso es una verdad simple y básica”.
— Bob Avakian, El comunismo y la democracia jeffersoniana: también en Lo BAsico 1:1
El 27 de marzo, Trump firmó una orden ejecutiva titulada: La restauración de la verdad y la cordura en la historia estadounidense. En realidad, debería titularse: “La restauración de los encubrimientos, las mentiras y la sanidad en la historia estadounidense, especialmente en lo que respecta a la historia genocida de la esclavitud, las leyes del Jim Crow y la encarcelación en masa de los negros”.

El Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, una parte del Instituto Smithsoniano en Washington, D.C. Foto: AP
La orden pone en la mira específicamente al Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana (NMAAHC), alegando que forma parte de un esfuerzo concertado y amplísimo por reescribir la historia de nuestra Nación”. La orden establece: “Anteriormente ampliamente respetado como símbolo de la excelencia estadounidense y un ícono mundial de hazañas culturales, el Instituto Smithsoniano ha caído, en años recientes, bajo la influencia de una ideología divisiva y racializada. Este cambio ha promovido narrativas que presentan los valores estadounidenses y occidentales como dañinos y opresivos”1.

Un dibujo que muestra la manera en que apiñaron a las personas de África en los barcos de trata de esclavos. Image: NMAAHC
De hecho, el NMAAHC, o el “Smithsoniano Negro”, es un museo asombroso y, en muchas secciones, históricamente acertado y científicamente riguroso. Pase un día ahí, como hice yo hace siete u ocho años, y obtendrá una explicación vívida y básicamente acertada del papel que jugó la esclavitud en el ascenso del capitalismo, y viceversa. Obtendrá una buena fundamentación en qué tan central que lo fue la esclavitud para la economía y la cultura de Estados Unidos en sus primeros 90 años. También experimentará de forma visceral los verdaderos horrores del Paso Medio, en el que más de un millón de africanos murieron engrilletados en su travesía hacia la esclavitud en las Américas. Hay mucho más que explorar, pero no me cabe duda de que este elemento es una gran parte de lo que tanto ofende al supremacista blanco acérrimo Trump.
“Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza” requiere que la gente no conozca la verdad

El ataúd de Emmett Till, víctima de linchamiento, tras ser encontrado por los investigadores en el cementerio donde había sido enterrado. Foto: AP
Un museo que difunde tales conocimientos constituye una refutación viva del lema despiadado de Trump “Make America Great Again” [Hacer que Estados Unidos Vuelva a Tener Grandeza]. En cierto nivel y para muchos de los seguidores de Trump, ese lema es un código para volver a los Estados Unidos de la infancia de Trump, en la década de 1950. Esta era una época en la que la segregación todavía se aplicaba tanto por ley como con dogales de linchamiento2. En el norte, en las calles de las ciudades turbas de blancos (a menudo respaldadas por la policía) “defendían sus vecindarios” haciendo destrozos en las casas y amenazando a los hijos de una familia negra solitaria que hubiera tenido el valor de comprar una casa cerca, y en ocasiones expulsaban físicamente a la nueva familia. En otras ocasiones, la segregación se imponía mediante un acuerdo tácito pero estricto3.
A los niños y adolescentes —blancos, negros y los demás— no solo se les privó de conocimientos, sino que se les infundieron sistemáticamente mentiras y tergiversaciones cuyo objeto era justificar una sociedad profundamente injusta y racista. Y esto era una parte crucial de su condicionamiento para ser “estadounidenses”, y era esencial para el mantenimiento de una sociedad opresiva.
La lucha por la verdad
La generación que crecía en los años 1960, como parte de ponerse de pie contra la opresión del pueblo negro, libró al mismo tiempo una lucha por la VERDAD. Esa generación reexaminó la historia estadounidense de arriba a abajo. Lucharon por conocer qué había conducido al horror que presenciaban a diario. Algunos realizaron investigaciones históricas rigurosas y pioneras para adentrarse mucho más a fondo en el origen de los horrores y en el alcance y la escala de la resistencia. Gran parte de este trabajo está concentrada y se hace fácilmente comprensible en las impactantes exposiciones del Smithsoniano Negro, a las que visitan más de 1,6 millones de personas al año.
El asalto a la memoria histórica y a la verdad científica

Elementos de la Compañía E, IV Regimiento de Infantería de Color de Estados Unidos, fotografiados en el fuerte Lincoln, Maryland. El regimiento, organizado en Baltimore tras el estallido de la Guerra Civil, perdió casi 300 hombres. Foto: Biblioteca del Congreso
Esas verdades, y la gran cantidad de personas expuestas a éstas vía instituciones populares como el Smithsoniano, van directamente contra la agenda fascista. Pero para los fascistas, la necesidad de borrar esto o destripar el Smithsoniano Negro, y eso es lo que ellos se proponen, va mucho más a fondo que “regresar al pasado”. Guardan una muy estrecha relación con el futuro. Bob Avakian, al escribir hace tres años en “El racismo: es necesario que los jóvenes blancos aprendan acerca de él”, señala lo siguiente con respecto a la lucha por la verdad histórica que estalló en los años 1960:
Estos fascistas están decididos a no permitir que algo así vuelva a pasar, en estos tiempos tan cargados — y al contrario se proponen formar una bola de jóvenes blancos de cabeza hueca y convertirlos en rabiosos racistas (parecidos a las Juventudes Hitlerianas en Alemania durante el ascenso de los fascistas NAZIs allá en la década de 1930).
El ataque al Smithsoniano es tan solo una parte de esta ofensiva, aunque sea muy importante. Para tener una idea de hacia dónde se dirige, la semana pasada la biblioteca de la Academia Naval de los Estados Unidos en Annapolis depuró su biblioteca de casi 400 libros para “prepararse” para la visita del secretario de Defensa, Pete Hegseth4. El titular del New York Times lo resumió bien: “Angelou’s ‘Caged Bird’ Is Out, But Hitler’s ‘Mein Kampf’ Stays” [El “pájaro enjaulado” de Angelou se queda fuera, pero el ‘Mein Kampf’ de Hitler se queda” (en la e-versión, titulada “Who’s In and Who’s Out at the Naval Academy’s Library? [¿Quién se queda en la biblioteca de la Academia Naval, y quién se queda fuera?]). I Know Why the Caged Bird Sings [Conozco por qué canta el pájaro enjaulado] cuenta la historia de Angelou de crecer como una niña negra en el Sur. El libro de Hitler contiene su justificación para la guerra y el genocidio. ¿Me entiendes?
Al parecer, la verdad histórica está verboten (prohibida) para la mente de aquellos a los que están condicionando a dirigir a otros a matar y morir por Estados Unidos y, quizás, para realizar una “limpieza étnica” de Estados Unidos de las “supuestas razas inferiores”. En el mismo orden de ideas, el libro The Bell Curve: Intelligence and Class Structure in American Life [La curva de la campana: Inteligencia y estructura de clases en la vida estadounidense], un libro ampliamente refutado y desacreditado, que sostiene que los hombres negros, y las mujeres en general, son “por naturaleza” menos inteligentes que los hombres blancos, permaneció en los estantes de la Academia Naval... mientras que retiraron un libro que refutaba esa basura racista pseudocientífica.
Piense en el mundo para el que se está preparando aquí.
Terminaré con lo siguiente, del mismo artículo de Bob Avakian ya citado:
Una parte crucial de derrotar a este fascismo en general es poner coto a estos fascistas en su intento de suprimir la verdad sobre Estados Unidos. (Énfasis añadido).
La situación avanza velozmente — los fascistas en el poder están decididos a abrumar, dividir, aplastar y desmoralizar rápidamente a aquellos que se les opongan.
Es necesario movilizar a todas las personas decentes, en cantidades que crezcan rápidamente, y movilizar a otras, para que se conviertan a mayor ritmo en millones que se alcen, unidos en su determinación de hacer surgir una situación política en que este régimen ya no pueda permanecer en el poder.
Una educación para permanecer ignorantes
Un aspecto clave de la “justificación” de un conjunto de relaciones sociales tan flagrantemente injustas fue la ignorancia forzada y el racismo educativo. A las personas, como yo, que estudiamos en la escuela en Estados Unidos en los años 1950 y principios de los 1960, nos enseñaron una versión patas arriba de la historia de Estados Unidos. No se trataba tanto de mantenernos en la ignorancia total, aunque eso formaba parte del propósito; sino de adoctrinarnos exhaustiva y sistemáticamente con una visión patas arriba de la historia.
Teaching White Supremacy [La enseñanza de la supremacía blanca], de Donald Yacavone, un libro muy bien investigado y cuidadosamente documentado, examina de cerca prácticamente todos los libros de texto de historia desde 1832 hasta 1964, para mostrar que prácticamente en todos los casos los libros que se utilizaron enseñaron a los alumnos que:
- los dueños blancos de esclavos en el Sur trataban a “sus” esclavos con amabilidad y que sus esclavos no eran capaces de mucho más que el trabajo más simple y duro y no que las enormes riquezas de Estados Unidos se construyó sobre los latigazos de las espaldas de 12 generaciones de personas condenadas al interminable trabajo, violación y brutalidad;
- la Guerra Civil fue una tragedia innecesaria de hermano (blanco del Norte) contra hermano (blanco del Sur), cuya principal culpa recayó en la agitación de los abolicionistas, y no una guerra justa por la emancipación en la que los soldados negros combatieron y se murieron muy fuera de proporción en relación con sus números; y
- La Reconstrucción —el breve período al final de la Guerra Civil en el que los negros consiguieron algunos derechos políticos y civiles y en ocasiones fueron defendidos por el Ejército de la Unión— fue un desastre y fue necesario ponerle fin debido al horroroso orden social del apartheid en el Sur que llegó a conocerse como el Jim Crow.
Y ésas son tan sólo algunas de las mentiras más flagrantes.
Me impactó continuamente que me habían enseñado el trabajo de muchos de estos autores en el instituto como los “mejores de los mejores” historiadores estadounidenses. Lo que faltaba en lo que se enseñaba en toda escuela era el distinguido historiador y activista negro W.E.B. Du Bois, quien luchó por decir la verdad y, al final, fue perseguido legalmente y expulsado al exilio por el Departamento de Estado de Estados Unidos por oponerse a las maniobras bélicas de Estados Unidos en los años 1950.