¿Qué país podría ser tan depravado como para que sus soldados asesinaran a sabiendas a trabajadores médicos, enterraran conscientemente todas las pruebas (incluidas las ambulancias) y ni siquiera notificaran a las familias durante cinco días?

¿Qué gobierno podría ser tan amoral y desvergonzado como para encubrir a sus soldados, hasta que salió a la luz un vídeo explícito del crimen de guerra?

Y una vez puestas al desnudo las mentiras, ¿qué presidente del país más poderoso y aliado podría ser tan brutal y asesino como para declarar su total “comprensión” y apoyo a estos crímenes de guerra?

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Sur de Gaza, 23 de marzo, 4:20 a. m. Varios palestinos del distrito de Hashashin, en Rafah, resultaron heridos en un ataque aéreo israelí. Se envió una ambulancia de la Media Luna Roja para recogerlos y atenderlos.

Según el derecho internacional, atacar o matar deliberadamente a un trabajador médico claramente identificable como tal, y que no esté participando en un combate, es un crimen de guerra.

Ninguno de los paramédicos enviados por la Media Luna Roja estaba armado. Tanto el personal médico como su ambulancia estaban claramente identificados. “Las luces de la ambulancia estaban claramente encendidas y el logotipo de la Media Luna Roja era visible mientras nos dirigíamos al lugar de los hechos”, declaró Munther Abed, quien se encontraba en la primera ambulancia.

Pero estos paramédicos nunca pudieron prestar ayuda. Cuando su ambulancia llegó a la zona, fue alcanzada por una ráfaga de disparos israelíes, que mató instantáneamente a los dos que iban en los asientos delanteros. Abed, que iba en la parte trasera, se arrojó de inmediato al suelo de la furgoneta. “No oía ningún sonido ni palabra de mis compañeros. Lo único que oí fue su último aliento antes de morir”, dijo. “Nos dispararon directa y deliberadamente”.

“De repente, oí a la gente a mi alrededor hablando en hebreo. Entonces abrieron la puerta y entraron las fuerzas especiales. Las reconocí por sus uniformes”, recordó. “Me sacaron a rastras del vehículo y me llevaron a la arena cercana. Me torturaron y me apalearon”.

Se envían más ambulancias y vehículos de rescate

Tras perder contacto con su ambulancia, durante las horas siguientes la Media Luna Roja envió dos convoyes diferentes, incluidas ambulancias y un camión de bomberos, para rescatar a sus paramédicos, y la ONU y el Ministerio de Salud también enviaron vehículos. En total, se despacharon 17 personas.

Para las 7:30 am, la Media Luna Roja ya anunciaba que no había tenido noticias de ninguna de los tres equipos de personas que había enviado.

A Abel lo habían golpeado con rifles, lo habían atado y lo habían obligado a tumbarse boca abajo en el suelo. Pero logró vislumbrar los horrores que vinieron después: sus amigos y colegas llegaron al lugar en grupos diferentes y fueron abatidos a tiros bajo una lluvia de balas israelíes.

Abel vio a las fuerzas israelíes intentando encubrir sus crímenes: “Aplastaron y enterraron todos los vehículos: los de la Media Luna Roja y los de la Defensa Civil. Lo enterraron todo y lo cubrieron con arena”.

El vídeo de los crímenes de guerra israelíes grabado en un teléfono móvil

Uno de los paramédicos del último grupo en llegar grabó en vídeo lo sucedido con su teléfono celular.

Su convoy avanzaba cuando avistó un vehículo a la orilla de la carretera. Se detuvieron para investigar y prestar ayuda. Pero cuando dos de los hombres se acercaron al vehículo, se oyeron disparos. La pantalla del celular se apagó, pero el sonido continuó durante cinco minutos más.

Las últimas palabras que se escuchan en el vídeo son las oraciones de una persona que se dio cuenta de que estaba a punto de morir: “Perdóname, madre... Estaba tratando de salvar a la gente”.

Nunca más se supo de los equipos, incluido el hombre que filmaba. De los 17 socorristas de la Media Luna Roja y la Defensa Civil enviados para ayudar a los heridos, todos, salvo Abel y otra persona (cuyo paradero se desconoce), fueron abatidos a tiros por soldados israelíes.

Israel se niega a permitir que nadie se acerque a la escena del crimen durante cuatro agonizantes días

Durante los cuatro días siguientes, del 23 al 26 de marzo, la Media Luna Roja, el Ministerio de Salud de Gaza, la ONU y las familias, colegas y amigos de los desaparecidos intentaron desesperadamente averiguar qué había pasado. Solicitaron repetidamente que se registrara la zona, pero Israel había acordonado la escena del crimen y se negó a permitir que nadie la examinara.

Israel tampoco se negó a proporcionar información sobre el paradero de los paramédicos desaparecidos. “Sabían exactamente dónde estaban porque los mataron”, declaró un médico palestino que posteriormente examinó los cuerpos.

Pregúntese: si Israel no hubiera hecho nada malo, como afirmó inicialmente su portavoz militar, ¿por qué se negaron a contarle a la Media Luna Roja lo que había sucedido o a permitirle acceder al lugar de los hechos?

Finalmente, el 27 y 28 de marzo, personal de la Media Luna Roja pudo visitar brevemente el lugar. Recuperaron un cuerpo; era el líder de la operación de rescate. Había sido desmembrado.

También vieron los restos de sus vehículos: “Fueron bombardeados y tiroteados intensamente, lo que confirma que algo malo le ha sucedido a nuestros equipos”, dijo después el portavoz de la Media Luna Roja.

Una pesadilla en el peor de los casos

Israel sólo permitió a las autoridades palestinas acceder a todo el lugar el 30 de marzo, siete días después de la masacre.

Lo que encontraron los rescatistas fue su peor pesadilla: todos los 14 paramédicos y trabajadores de defensa civil estaban muertos. Israel los habían enterrado en una fosa común cerca de la carretera¹. Todos habían sido tiroteados — en su mayoría en múltiples ocasiones a muy corta distancia, algunos de ellos en la nuca, como si fueran una ejecución. Uno tenía las manos atadas a la espalda. Otro, miembro de los servicios de emergencia, había sido decapitado. La ONU concluyó que el ejército israelí los había tiroteado “uno por uno”.

Todos fueron enterrados todavía con sus distintivos uniformes de la ONU y de la Media Luna Roja.

Las ambulancias, los vehículos de rescate y de defensa civil fueron reunidos, aplastados por excavadoras y luego arrojados junto a los cuerpos y cubiertos con arena.

“Estaban presentes para salvar vidas”, dijo el principal funcionario humanitario de la ONU en Gaza. “Pero acabaron en una fosa común”.

Las descaradas mentiras y el encubrimiento de Israel

Cuando se supo por primera vez de esta masacre, el ejército israelí insistió en que no había hecho nada malo. Afirmaron que nueve de las víctimas eran combatientes de Hamas y la Yihad Islámica y que se trataba de otro caso en el que Hamas “aprovechaba una vez más las instalaciones y el equipo médico para sus actividades”.

Pero Israel no presentó ninguna prueba, y ninguno de los paramédicos estaba armado ni había participado en nada más que rescate y ayuda médica. Si las víctimas eran realmente agentes de Hamas, ¿por qué intentar encubrir su asesinato enterrándolos en una fosa común?

Luego Israel declaró que sus fuerzas no “atacaron aleatoriamente” a las ambulancias; “las que fueron identificadas avanzando sospechosamente”, acercándose en la oscuridad “sin luces delanteras ni señales de emergencia encendidas”, y esto es lo que hizo necesario el tiroteo².

En otras palabras, supuestamente se trató de un caso de “homicidio justificable”.

La masacre de “My Lai” en Israel

Este video de celular fue descubierto en el bolsillo de uno de los paramédicos que Israel ejecutó y luego enterró en la fosa común. El 4 de abril fue publicado por el New York Times.

Se veía que las ambulancias estaban claramente señalizadas. Tenían las luces de emergencia encendidas. No conducían de forma sospechosa, sino que buscaban a sus colegas y se detuvieron al encontrarlos.

Se ve a rescatistas, al menos dos de los cuales estaban uniformados, saliendo de un camión de bomberos y una ambulancia con el emblema de la Media Luna Roja y se estaban acercándose a la ambulancia descarrilada a la orilla. Eran paramédicos, con uniformes claramente distintivos, no combatientes armados.

Todo esto confirmó lo que había presenciado Munther Abed: que se trataba claramente de vehículos y personal médicos que no participaban en actividades militares.

El ejército israelí lo sabía desde el principio: vieron los vehículos, vieron al personal. No tirotearon contra un grupo para luego darse cuenta de su “error”. Tirotearon contra personal médico y de rescate claramente identificable en al menos tres ocasiones distintas esa mañana, y luego los ejecutaron, con sus uniformes puestos, a quemarropa. Y luego intentaron encubrir su crimen, literalmente, enterrando a los muertos y sus vehículos en una fosa común.

Ésta es la definición de libro de texto de un crimen de guerra.

Lo que revela este vídeo

Los videos del asesinato policial de George Floyd y la golpiza a Rodney King mostraron al mundo lo que los puercos policías en los Estados Unidos hacen de rutina a la gente negra, las mentiras que dicen de rutina para encubrir y justificar sus crímenes, y en lo más fundamental, que aterrorizar y suprimir a los negros y otros oprimidos ES su trabajo bajo este sistema.

Este video de un paramédico palestino pone al desnudo el aluvión de mentiras de Israel y lo que hace deliberadamente en Gaza constantemente. Primero, ataca al personal médico y la infraestructura sanitaria de Gaza. Segundo, aterroriza y masacra a civiles inocentes. Y tercero, usa la excusa de que cualquier ataque que lleva a cabo está dirigido contra Hamas para intentar justificar su asesinato en masa y genocidio sistemático contra el pueblo palestino³.

Pero el portavoz militar israelí tenía razón en una cosa: las fuerzas israelíes no dispararon al azar contra estas ambulancias. Cometen este tipo de crímenes de guerra sistemáticamente.

Lo que esta masacre —y el correspondiente apoyo de Trump— muestra sobre Estados Unidos e Israel

Al día siguiente de la publicación del video de la masacre, el ejército israelí cambió de versión. Lo hizo a medias. Ahora dice que la versión inicial “de parte de las fuerzas sobre el terreno” estuvo “equivocada”. Aún no ha explicado cómo. Y sigue insistiendo, sin pruebas, en que seis de los 15 miembros del personal médico y de rescate masacrados eran agentes de Hamas.

Mientras tanto, Trump ha intervenido, apoyando totalmente no solo a Israel en general, sino también a esta masacre en particular. “Hamas utiliza ambulancias y, en general, escudos humanos para el terrorismo”, declaró un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Trump el domingo 6 de abril. “El presidente Trump comprende la situación insostenible que esta táctica crea para Israel y responsabiliza totalmente a Hamas”.

Esta depravada masacre ha puesto de manifiesto la ilegitimidad y la depravada criminalidad del estado de Israel y de los Estados Unidos, sin cuyo respaldo Israel no podría llevar a cabo crímenes tan atroces, ni sería capaz de hacerlo.

Esta masacre también subraya —y el apoyo de Trump la subraya aún más— el grave peligro que representa el régimen fascista de Trump y MAGA, que está intensificando estos horrores. En esta situación, es urgente que esta verdad del e-mensaje de Bob Avakian, Revolución #114 —y todo el mensaje (“Derrotar al fascismo de Trump y MAGA: Con la vista puesta en algunas futuras elecciones... o trabajar ahora para movilizar a millones de personas en torno a esta poderosa demanda unificadora: ¡Que se vaya el régimen fascista de Trump!”)— se difunda y comprenda, y que se actúe en consecuencia.

El fascismo de Trump es un régimen que despoja abierta y agresivamente los derechos básicos y declara flagrantemente que no existe ningún estado de derecho ni debido proceso legal más allá de lo que él mismo dicta, y que el poder destructivo puro y duro es lo que tiene que regir en el escenario internacional, sin siquiera la pretensión de adherirse al derecho internacional ni preocuparse por la soberanía, o incluso el derecho de existir, de los pueblos y países menos poderosos.