Miren a Obama bromeando con Trump en el funeral del expresidente Jimmy Carter. Los funerales de estado para los exjefes de estado son grandes acontecimientos políticos, y lo que los líderes hacen ahí tiene un peso simbólico. Como dijo un comediante, Obama dice: “Ja, ja, buen chiste, compa, te acabo de llamar ‘futuro Hitler’ durante dos meses”.
Pero esto no tiene gracia. Obama está dando señales de algo: “en este momento, yo (y por extensión, ustedes que están mirando) tenemos más en común con este fascista que en contra”. Este es el mismo Obama que “tranquilizó” a la gente después de que Trump fuera elegido la primera vez diciendo que “todos estamos en el mismo equipo”.
Esto representa la verdad fundamental de que ambos sujetos son representantes de este sistema cruel y despiadado del capitalismo-imperialismo.
Pero dejando de lado las bromas, la realidad es que estos dos gánsteres políticos representan caminos muy diferentes —caminos potencialmente muy fuertemente opuestos y antagónicos— de la manera en que aquellos que manejan este sistema deberían hacer frente a las múltiples crisis que envuelven a su sistema, en Estados Unidos y por todo el mundo. En ciertas situaciones, esos antagonismos potenciales (especialmente si existe una agitación masiva desde “abajo”) podrían estallar en un conflicto abierto, incluso al interior de sus fuerzas de represión, y eso es parte de lo que contribuye al surgimiento de un tiempo poco común en que sea más posible una revolución. Pero esa agitación es lo que para nada estos demócratas querrían.
Al hablar de la manera muy similar en que los demócratas llamaron a la gente a aceptar la victoria de Trump justo después de las elecciones hace tres meses, Bob Avakian dijo:
Una vez más, los propios demócratas están recalcando la cuestión crucial que he enfatizado repetidamente (por ejemplo, en mi artículo EL FASCISMO Y EL SISTEMA ENTERO, que está disponible en revcom.us): los demócratas, y el sector “tradicional” de la clase dominante que ellos representan, no pueden luchar contra los fascistas de la manera que corresponde luchar en su contra — y se necesita librar esta lucha como parte de luchar por abolir este sistema entero.
El fascismo no es una “palabra malsonante” — o simplemente una especie de etiqueta negativa que se le pone al oponente en el transcurso de una elección. El fascismo, tal como lo representa Donald Trump, es un fanatismo supremacista blanco, supremacista masculino, anti-LGBT, odia-inmigrantes, destructor agresivo del medio ambiente, anticientífico y fundamentalista religioso, decidido a usar el poder del gobierno para compeler a la fuerza una obediencia a su locura peligrosa y destructiva, y para perseguir despiadadamente a aquellos que se le oponen o se resisten. Y, ahora que se concluyeron las elecciones, ¡aquí vienen los demócratas dirigentes ansiosos de cooperar con el fascista Trump y ayudarlo!
Para los demócratas, la “estabilidad” del gobierno de este sistema del capitalismo-imperialismo, incluso en la forma de fascismo, es más importante que de hecho derrotar al fascismo.
¡Otra demostración flagrante de la realidad de que este sistema entero, y cada parte de su clase dominante, está completamente podrido, criminal y totalmente ilegítimo!
En contraposición a lo que los demócratas están ayudando a imponer a la gente, lo que se necesita es un desafío audaz y una negativa decidida a aceptar esto — ahora, y de manera continua.
Como dije en el mensaje #102: Ya no es hora de la desmoralización y la desesperanza — ya es hora de la furia justa y la determinación revolucionaria.