Domingo 12 de enero de 2025. A partir del martes 7 de enero por la mañana, los incendios descontrolados urbanos más grandes en la historia del condado de Los Ángeles, y entre los incendios urbanos más grandes en la historia de Estados Unidos, azotaron como una explosión. Los vientos huracanados de Santa Ana1 propagaron de inmediato los incendios en todas las direcciones. Al domingo 12 de enero, al menos 180.000 personas habían tenido que evacuar sus hogares; más de 12.000 casas y otras estructuras habían sido destruidas, incluidas escuelas, iglesias, sinagogas y mezquitas; 800.000 personas no contaban con luz; y, hasta ahora, los incendios han ocasionado al menos 24 muertes y otros 16 desaparecidos, y las cifras siguen aumentando.
Por más horroroso que sea ahora en Los Ángeles, este tipo de incendios se han dado con cada vez más frecuencia en todo el mundo. Estos incendios están relacionados con el problema más grande del cambio climático global, uno de cuyos efectos es el aumento general de la temperatura de la Tierra, días más calurosos y secos, y más incendios. El problema del cambio climático se deriva del sistema del capitalismo-imperialismo y su necesidad de cada vez más petróleo, gas, carbón y “combustibles fósiles”. Cómo y por qué esto es así se trata en otra parte de esta edición. También hablamos en otra parte sobre la forma inspiradora en que las personas han estado ofreciéndose de voluntarios, y cómo en una sociedad socialista este espíritu podría florecer mucho más cabalmente. Aquí queremos abordar algunas de las formas en que esto ha afectado a la gente en Los Ángeles.
Muchas de las historias son desgarradoras. Entre las personas que han muerto se encontraba a un hombre cuyo cuerpo todavía sostenía una manguera de jardín que estaba usando para tratar de salvar su casa, y una abuela que se negó a abandonar su hogar a pesar de las súplicas de su familia. Un hombre fue encontrado junto a su hijo, que tenía parálisis cerebral y no podía caminar; a su familia se le había impedido entrar en la zona para rescatarlos, y los socorristas prometidos nunca llegaron.
Los bomberos y otros trabajadores de rescate resultaron abrumados en el período inicial, más crítico. Los dos grandes incendios estaban separados por más de 50 kilómetros de distancia, y los fuertes vientos esparcieron las brasas ardientes por kilómetros, al tiempo que lo hacían imposible contar con apoyo aéreo para el lanzamiento de agua. Para colmo, para nada había suficientes bomberos para una tormenta de fuego de tal magnitud.
Los vientos han amainado por ahora y los helicópteros por fin han podido arrojar agua sobre los incendios. No obstante, los incendios aún no están contenidos. Los cielos sobre algunas partes de Los Ángeles todavía están llenos de humo y cenizas, y la gente ha estado usando máscaras cada vez que ha salido a la calle. Muchos tienen sus maletas empacadas, sin saber si serán los siguientes en estar obligados a evacuar.
Para los habitantes de la zona de Los Ángeles, no hay forma de escapar de los incendios: la cobertura de la televisión local ha sido ininterrumpida, las 24 horas al día, los 7 días a la semana, en todos los canales. Las cenizas cubren casi todos los vecindarios. Ver constantemente la destrucción y las llamas aterradoras ensombrecen la escena, a medida que todos intentan siquiera imaginar lo que deparará el futuro.
Y ahora se pronostican más vientos fuertes a partir del domingo 12 por la noche, sin una gota de lluvia a la vista.
Pacific Palisades y Eaton Canyon/Altadena
Las dos zonas más grandes afectadas están separadas por 56 km de distancia: Pacific Palisades, con una población de 23.000 habitantes, está al oeste del centro de Los Ángeles, ubicado sobre los acantilados con vistas al océano en Malibú; Altadena, con alrededor de 43.000 habitantes, es parte de la zona de Eaton Canyon al noreste del centro, en las faldas de las montañas de San Gabriel.
En Pacific Palisades vive una mezcla de gente adinerada y de clase media. Es el hogar de un gran número de actores, celebridades y artistas, muchos de los cuales han vivido ahí durante décadas. Desde el aire, Pacific Palisades ahora parece como si hubiera sido bombardeado, mientras que la mayoría de las casas frente al mar a lo largo de la costa de Malibú han resultado reducidas a cenizas.
Los incendios de esta zona han sido calificados de los más destructivos en la historia reciente de Los Ángeles. Y ahora, mientras los incendios han reducido a cenizas las casas de las personas, éstas se han topado cara a cara con el afán de ganancias del sistema capitalista. Debido a que Pacific Palisades es una de las cinco zonas del sur de California con mayor peligro de incendios descontrolados, muchas aseguradoras están cancelando las pólizas de los propietarios de viviendas o se niegan a emitir nuevas pólizas. El comisionado estatal de seguros ha bloqueado las cancelaciones y no renovaciones de seguros en las zonas de incendios. Queda por verse cómo evolucionarán las cosas a continuación.
Esta catástrofe ha devastado a muchos artistas y sus creaciones
Muchos artistas, tanto en Pacific Palisades como en Altadena, no solo han perdido sus hogares, sino también décadas de obras de arte. Una artista publicó en Instagram una lista de al menos otros 28 artistas que han perdido sus hogares y su arte. Una artista dijo que estaba de luto por “más de 20 años de creación artística”, incluidos cientos, si no miles, de grabados, dibujos y esculturas en metal, cerámica y vidrio, que guardaba en el estudio de su casa. “Ahora se ha evaporado”.
Una célebre cineasta artística y su esposo, un artista conceptual, almacenaron su archivo —que incluía décadas de metraje de video en bruto, cintas maestras, discos duros y pinturas— en un garaje con temperatura controlada, que quedó reducido a cenizas. “Es duro vivir hasta los 62 años de edad y perder toda la vida en una noche”.
La comunidad negra de Altadena
Altadena es una comunidad muy diversa y multinacional, con un grupo de artistas prominentes también. Durante décadas ha sido el hogar de una importante comunidad negra. A partir de la Gran Migración de mediados del siglo pasado, cuando grandes números de personas negras que huían de la segregación del Jim Crow en el Sur hacia las ciudades del norte y el oeste de Estados Unidos, Altadena fue uno de los pocos lugares donde las personas negras y de otras minorías podían comprar casas en la zona metropolitana de Los Ángeles porque la zona estaba exenta de la práctica discriminatoria de la segregación residencial de los bancos y los convenios restrictivos por raza (acuerdos que los nuevos compradores de viviendas tenían que firmar en los que se comprometían a no vender a personas que no fueran blancas). Hoy, la población de Altadena es un 20% negra, con un número importante de propietarios negros.
Ahora, para una buena proporción de estos habitantes negros de Altadena, todo lo que habían invertido en sus hogares se ha esfumado. Y como muchos de ellos no tenían seguro, el estrés de perderlo todo puede ser abrumador. Esto se puede ver en las publicaciones de Instagram de la gente. Una mujer negra, de pie frente a lo que queda de su casa (los cimientos de hormigón y una chimenea), pasó de intentar sonreír a estallar en lágrimas: “Vivimos aquí toda nuestra vida”.
Otro habitante de Altadena, un hombre negro mayor, dijo entre lágrimas: “Yo solía ser un tipo que lo tenía todo. Lo perdí todo. Pasé toda mi vida ayudando a la gente. No pensé que esto me iba a pasar a mí. ¡Pero me pasó!”.
Un acontecimiento inspirador ha sido la rapidez con la que miles de personas se están organizando para proporcionar alimentos y ropa a aquellos que han estado obligados a evacuar debido a los incendios. Las personas y las organizaciones están contribuyendo con millones de dólares. En Altadena, en particular, la gente ha acudido a donar ropa, a compartir historias y observaciones y a encontrar otras formas de ayudar. World Central Kitchen, una organización fundada por el chef José Andrés para dar de comer a las personas en zonas necesitadas y que vio a algunos de sus miembros asesinados por bombas israelíes mientras ayudaban a dar de comer a las personas hambrientas en Gaza, estuvo presente en Pasadena.
Pero ésta es una sociedad organizada para satisfacer las necesidades del capital, no las necesidades de la gente. Y el futuro de la gente devastada por los incendios está ahora en manos de semejante sistema.
¿Quién o qué tiene la culpa?
A medida que los incendios en Los Ángeles continúan propagándose, amenazando vidas y estructuras, la batalla para determinar a quién culpar está cobrando impulso. En la medida en que se lo merezca, los objetivos de los ataques se limitan únicamente a la alcaldesa y al gobierno municipal, los servicios de bomberos y otros. La atención no se ha centrado en lo que corresponde, en quién es el culpable.
Al mismo tiempo, es importante que se apoye a la gente en sus demandas justas de ayuda inmediata, vivienda digna y en lo que ha perdido en los incendios, y empleos u otros medios para sobrevivir. Pero lo que tiene aún más importancia, hay que darles a las personas las herramientas para que comprendan las raíces del problema, la revolución que necesitamos para superarlo y cómo hacer esa revolución.
Como señala el artículo acompañante, “Los incendios en Los Ángeles —y el cambio climático cada vez más horroroso en sí— en lo fundamental son un problema con el SISTEMA. Y la respuesta es la revolución y un sistema completamente nuevo y mucho mejor”.
Véase también en esta edición:
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Incendios angelinos causan devastación masiva
Este sistema capitalista-imperialista está prendiendo fuego al mundo...
Únicamente una revolución nos dará una oportunidad de salvar al planetaDel Grupo de Trabajo en Temas Ambientales de revcom.us
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Los incendios angelinos y la sofocación del potencial humano
Nos escriben